En los últimos años los trabajadores de Arcelor han visto gravemente dañadas sus condiciones laborales y salariales (con el último convenio ha habido una bajada media de salarios de 200 euros) y un aumento drástico de la carga de trabajo, que ha supuesto que el año pasado se hicieran más de 200.000 horas extraordinarias.
Ante la actitud pasiva del comité de empresa, el malestar entre los trabajadores ha terminado por cristalizar en varias concentraciones de protesta de los trabajadores afectados (acerías, hornos altos, baterías de cock, ferrocarriles…) ante los locales del comité, para obligarle a llevar a la mesa de negociación sus demandas: recuperar el 3T5 y contratar a los trabajadores suficientes para poder aplicarlo (en torno a 500).
Una de las reivindicaciones asociadas a esto fue la de poner encima de la mesa un plan de movilizaciones con el que presionar a la empresa. Es indudable que, sin esa presión, la dirección de Arcelor no iba a ceder en sus intenciones, que no son otras que las de aprovechar la coyuntura actual para minar las condiciones de los trabajadores y precarizar el empleo en la fábrica. De hecho, desde un primer momento la empresa se negó a valorar ninguna de estas cuestiones, en particular el tema de las nuevas contrataciones, e hizo una propuesta totalmente insuficiente.

Ambiente de lucha y crítica a los dirigentes sindicales

El ambiente de presión y crítica era tal que obligó al comité a levantarse de la mesa de negociación y a amenazar con una huelga. A raíz de esto, la empresa convocó otra reunión para el 22 de marzo, de donde ha salido un nuevo acuerdo que en esta ocasión ha sido aceptado inmediatamente por los representantes sindicales, pese a que no recoge ninguna de las reivindicaciones de la plantilla.
En el nuevo acuerdo firmado por todos los sindicatos con representación (UGT, USO y CCOO) se da por bueno un calendario para el periodo estival que sería de 6-3, 6-3, 5-2, muy lejos del que pedían los trabajadores. Además, se pretende hacer pasar el adelanto de las contrataciones previstas para este año y el que viene, por una gran concesión de la empresa, cuando la realidad es que ese personal es necesario para cubrir las prejubilaciones y ya estaba recogido en acuerdos anteriores. En cuanto a la contratación de eventuales para cubrir vacaciones, ni una palabra.
Sin embargo, para el comité de empresa se han aceptado “gran parte de las demandas de los trabajadores”. En palabras de Iñaki Malda, portavoz de UGT: “es el mejor acuerdo posible, y encaja dentro de nuestro convenio colectivo, que no es el mejor del mundo”, y el portavoz de CCOO, Ángel Díaz, comenta: “No es el cien por cien de lo que pedíamos, pero se acerca mucho”.
Si con el sólo anuncio de movilizaciones se ha conseguido ya que la empresa cambie su postura inicial es indudable que se podía haber conseguido mucho más de haber planteado un calendario serio y contundente de movilizaciones y huelgas, en un momento donde la producción de la fábrica está en sus niveles más altos.
En todo caso, lo más lamentable, y llueve sobre mojado, es que todo esto se haya firmado a espaldas de los trabajadores, que nos hayamos enterado por la prensa de las “bondades” del nuevo “éxito” obtenido por nuestros representantes. Al cierre de esta edición no se ha celebrado todavía ni una sola asamblea en la fábrica, pero no nos extrañaría que, de llegar a realizarse, el fuerte ambiente de crítica existente entre la plantilla convierta en papel mojado este acuerdo y obligue al comité a retomar la senda de la movilización para recuperar los derechos que la práctica sindical del “mal menor” nos está arrebatando.

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