La movilización, clave del éxito de la izquierda
Los resultados electorales del domingo, que han arrojado un fuerte crecimiento de Izquierda Unida y Podemos —reflejando el ascenso de la lucha de clases y los grandes movimientos de protesta que se han sucedido en estos años— ha situado claramente en el horizonte la posibilidad de infringir una derrota electoral decisiva a la derecha en las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales de 2015.
La intensa movilización social de los últimos años, desde el15-M, el surgimiento de la PAH, la Marea Verde, la Marea Blanca, la marcha minera, la lucha del barrio de Gamonal, las huelgas generales, las huelgas obreras de gran impacto con la de la recogida de basura viaria, Panrico o Coca Cola, las marchas de la dignidad del 22-M, la lucha estudiantil y un largo etcétera, han sido clave para crear, sostener y alimentar un clima político favorable entre amplios sectores de la juventud, de la clase obrera e incluso de las capas medias empobrecidas por la crisis, hacia las opciones de izquierdas comprometidas con la lucha. Ha sido esta movilización permanente en la calle (muy a pesar de la escandalosa actitud de los máximos dirigentes de CCOO y UGT, completamente divorciados del sentir de la base sindical y de los trabajadores) lo que ha facilitado la movilización electoral que ha dado como resultado el tremendo avance de IU y la espectacular irrupción de Podemos. Ahora, este avance de la izquierda, que ha sido recibido con entusiasmo por parte de millones de jóvenes y trabajadores, será a su vez un estímulo para que la lucha social haga frente, con más fuerza todavía, a los nuevos recortes sociales que ya discute el PP.
La derecha y la socialdemocracia están rabiosas
Los banqueros, los grandes empresarios, los estrategas serios del capital, todos los amos del PP, pero también los elementos que la burguesía tiene en el seno de la dirección del PSOE, han visto estas elecciones con gran preocupación. Les inquieta, precisamente, que la movilización social y los avances de la izquierda en el plano electoral se puedan retroalimentar en los próximos meses, convirtiendo la futura e inevitable caída del PP en el inicio de un fase en la que la lucha de los trabajadores y los jóvenes por su futuro alcance un grado superior, poniendo en peligro la supervivencia del propio sistema capitalista. Saben, perfectamente, que la situación en el Estado español puede desembocar en una crisis prerrevolucionaria como en Grecia.
Con el fin de tratar de minimizar el impacto político que han tenido los resultados de las elecciones muchos “analistas” están planteando la idea de que la “gente”, debido a que han sido unas elecciones europeas, ha tenido un comportamiento muy “alegre”. Felipe González está rabioso, como demuestran sus bochornosas declaraciones en las que ironiza con que “la revolución bolivariana está de moda” en el Estado español. ¡Y lo dice un millonario que trabaja a sueldo de las grandes multinacionales y que traiciona día sí y día también a los militante socialistas, y al que le importa un bledo el sufrimiento de la gente! También en la derecha hay mucho nerviosismo. Las opiniones del principal asesor electoral del PP, diciendo que el voto a Podemos era un voto “friqui”, o las manifestaciones del portavoz Carlos Floriano, comparando el apoyo electoral a Podemos con un voto por “Venezuela y Cuba” revela también la mezcla de desconcierto e histerismo con la que la derecha está encajando los resultados electorales.
Pero la realidad es que los aspectos relevantes que salieron a la superficie el 25 de mayo tienen una base muy sólida; reflejan tendencias fundamentales, y pueden repetirse de forma ampliada en futuras elecciones.
Batacazo del PP
Los tres aspectos más reseñables de los resultados electorales han sido: 1) el durísimo varapalo a las políticas reaccionarias del PP en todos los ámbitos, especialmente por los recortes en los gastos sociales, la contrarreforma laboral, la LOMCE, por los ataques a los derechos y libertades democráticas, y por su defensa del nacionalismo españolista; 2) la pronunciada caída del PSOE, por su política conciliadora con la derecha y su asunción, en la práctica, de las medidas de austeridad dictadas por la banca y los grandes empresarios 3) el gran incremento del apoyo a Izquierda Unida, que ha triplicado sus votos, y la fuerte irrupción de Podemos, identificadas claramente como opciones a la izquierda de la socialdemocracia.
El PP obtiene el peor resultado de su historia, perdiendo más de 2,6 millones de votos (40% menos que los votos obtenidos en 2009). La mayoría absoluta que obtuvo la derecha en 2012 estuvo asociada al desgaste y la pérdida de credibilidad del gobierno Zapatero, y a la expectativa de un amplio sector de las capas medias de que la vuelta del PP al gobierno sería también la vuelta al periodo de boom económico que antecedió a la crisis. El PP alimentó conscientemente esta expectativa, añadiendo el compromiso de que no habría recortes. Al día siguiente de las elecciones se desdijo de todo y empezó, hasta hoy, su salvaje política de destrucción de todas las conquistas sociales, y de ataques a los derechos democráticos. Y la crisis capitalista no hizo más que empeorar la situación para millones de personas, afectando de lleno a la clase obrera pero también a una parte considerable de las capas medias, que se han empobrecido y proletarizado en estos años.
Un hecho que resalta la profundidad de este proceso es el gran batacazo del PP, tanto en sus “feudos” tradicionales como en las comunidades donde está en la oposición, o en las nacionalidades históricas donde al rechazo a su política social se suma el rechazo a su españolismo reaccionario. En Valencia y Madrid, claves para la derecha en los últimos lustros, el desplome ha sido descomunal. Sólo en el País Valencià pierde 476.789 votos respecto a las europeas de 2009, una caída del 48%, nueve puntos por encima de la media estatal. En Valencia ciudad la caída es de más del 50%. En la Comunidad de Madrid pierde más de 450.000 votos, también por encima de la media. En Murcia, otro antiguo “feudo” de la derecha, pierde el 45% de los votos. En Catalunya, el PP pierde 100.000 votos (-28%) y queda relegado a la quinta fuerza política. En la Comunidad Autónoma Vasca pierde 40.000 (-34%). En Galicia pierde más de 200.000 votos (-37%). En las dos comunidades donde están en la oposición la tendencia es la misma: en Andalucía, donde tenían grandes expectativas, el PP pierde 350.000 votos (-33%) y en Asturias pierde 90.000 (-50%).
El completo descrédito de la política de recortes del PP, el rechazo frontal a sus medidas represivas y a su actitud reaccionaria frente la cuestión nacional ha sido rotunda. Las condiciones en las que Rajoy tendrá que afrontar nuevos ataques contra la mayoría de la población se darán en un escenario en el que la deslegitimación de la derecha, a la que sólo ha apoyado el 11,5% del censo con derecho a voto, ha quedado al desnudo. De hecho, la fuga de votos de la derecha a UPyD y Ciudadanos no compensa esta brutal caída, que obviamente no es una tendencia coyuntural sino de fondo.
La socialdemocracia sigue avanzando hacia el abismo
Si el PP se mantiene como partido más votado es porque la debacle del PSOE es aún mayor, si tenemos en cuenta que es un partido que no gobierna. La crisis de la socialdemocracia, que se ha ido gestando a lo largo de años, ha experimentado otro salto hacia el abismo. En un contexto en el que el PSOE tiene el menor “poder institucional” desde la caída de la dictadura, el 25M ha sido una nueva derrota sin paliativos: pierde más de 2,5 millones de votos, un 40% menos que lo obtenido en 2009. Es un proceso que no tiene precedentes, y es consecuencia de la sumisión de los dirigentes de PSOE ante los grandes poderes económicos, la gran banca y las multinacionales, del uso y abuso que han hecho apelando demagógicamente al voto “útil para frenar a la derecha” para luego acabar haciendo una política que en poco se diferencia de la del PP en los asunto fundamentales. Es la dirección del PSOE la que asfaltó la vuelta del PP al gobierno, aplicando severos recortes sociales, y fue la dirección del PSOE la que acordó con Rajoy la reforma de la Constitución para garantizar los sacrosantos intereses de la banca.
La dirección del PSOE perdió dos ocasiones históricas para encabezar un proceso de profunda transformación social, en 1982 y en 2004. En ambas ocasiones la clase obrera, la juventud y grandes sectores de las capas medias depositaron masivamente su confianza en la socialdemocracia, pensando que haría una política económica y social diametralmente opuesta a la derecha. Pero la socialdemocracia defraudó las ansias de un cambio económico, social y político profundo de la mayoría de la población. La derechización de los dirigentes del PSOE obedece en último término a su falta de alternativa al sistema capitalista. Si se acepta el capitalismo como único sistema posible, se acaba defendiendo una política capitalista con todas las consecuencias. La crisis ha estrechado todavía más el margen de la socialdemocracia para diferenciarse de la derecha, hasta el punto de que el eje fundamental de la “oposición” de Rubalcaba en los dos años de gobierno del PP ha sido el ofrecimiento de constantes “Pactos de Estado” en todos los terrenos. La dirección del PSOE ha intentado tapar esta lamentable trayectoria en la campaña electoral tratando de convencernos de que son diferentes a la derecha, pero su credibilidad está por los suelos. De nuevo han recibido un duro golpe, cosechando el peor resultado jamás obtenido por el PSOE desde la caída de la dictadura.
La caída del PSOE es profunda y amplia, afectando a todas las comunidades, incluso en aquellas donde el descontento y la movilización social contra la derecha son muy acentuados. Es muy sintomático de la incapacidad de la socialdemocracia de conectar con este sentimiento de rebelión social, el hecho de que en Madrid (epicentro de movilizaciones tan importantes como el 15-M, la Marea Verde, la lucha contra la privatización de la sanidad, etc) se haya llevado un batacazo mayor aún del que ha recibido el PP: en Madrid el PSOE pierde casi 400.000 votos, el 48,6% de los que obtuvo en 2009. En Valencia, otro polo de la lucha de masas (primavera valenciana, indignación por el accidente del Metro y toda la manipulación posterior, lucha contra el cierre de Canal Nou, corrupción generalizada de la derecha) el PSOE pierde 331.569 votos, con una caída del 46,8%.
En Catalunya, uno de los bastiones históricos del PSOE-PSC, la socialdemocracia pierde la mitad de los votos que tenía en 2009, pasando de 700.000 a 350.000, pagando un precio extra por su incapacidad de ofrecer una alternativa de clase y socialista a la cuestión nacional, debido a su sumisión al nacionalismo españolista del PP, y por su oposición de terciopleo a CiU frente a sus reiterados ataques al gasto y a los derechos sociales. En Navarra el PSOE cosecha una de las pérdidas porcentuales más altas de todo el Estado, un 52% de los votos, como consecuencia de su política de sostenimiento del gobierno de la derecha de Unión del Pueblo Navarro (UPN), a pesar de las masivas protestas en la calle y teniendo en sus manos la llave para propiciar su caída. Igualmente, en la Comunidad Autónoma Vasca la debacle del PSOE es mayúscula, perdiendo 100.000 votos, prácticamente la mitad de su electorado, y quedando reducido a un miserable 13,7%. En Asturias, una de las dos comunidades en las que gobierna, el descenso es fortísimo, también de un 50%. En Andalucía, cuyos resultados son presentados como un éxito por la dirección del PSOE, a pesar de ser la formación más votada por el gran descenso del PP, pierde también 330.000 votos y cae un 26%.
El batacazo del PSOE ha profundizado la crisis interna del partido. El anuncio de retirada de Rubalcaba y la convocatoria de un congreso extraordinario no ha calmado la tensión interna en el aparato. De hecho, varios dirigentes han reclamado públicamente la celebración de primarias antes que un congreso. En todo caso, la única manera que tendría el PSOE de revertir su declive es con un giro de 180 grados de su política, lo que parece bastante poco probable que se produzca. La base de apoyo electoral y social del PSOE ha sido históricamente trabajadora y de izquierdas, pero su dirección después de más de tres décadas de derechización está profundamente comprometida con el sistema capitalista, con su estabilidad y preservación. El propio partido ha ido perdiendo toda autoridad y contacto con los sectores de la clase obrera y de la juventud más comprometidos con la lucha. Gestos retóricos tendrán muy poco efecto para detener, en el actual contexto, el menguante apoyo del partido. Y un giro lo suficientemente profundo hacia la izquierda, tendría un impacto político que la mayoría de los dirigentes fundamentales del partido no están dispuestos a asumir.
Un sector del partido, como el representado por Felipe González, aboga claramente por un futuro gobierno PP-PSOE para tratar de garantizar la continuidad de la política de recortes sociales en beneficio del voraz sector financiero. Este sería el último servicio del PSOE antes de perecer a la griega. Otros sectores del aparato quizás se inclinen, con el mismo propósito de preservar la estabilidad del sistema, por atar a Izquierda Unida en un compromiso “realista”, y tratar de evitar así el “efecto Syriza” que podría provocar un eventual Frente de Izquierdas. Ambas opciones entrañan enormes riesgos incluso desde el punto de vista de los intereses de la burguesía y en todo caso no detendrán el proceso de radicalización a la izquierda de amplias capas de trabajadores y jóvenes.
El enorme potencial de una política de izquierdas de verdad
Como señalábamos el avance de IU y la irrupción de Podemos, que reflejan con toda claridad la creciente búsqueda de una alternativa revolucionaria a la crisis del sistema capitalista y a sus destructivas consecuencias sociales y políticas, ha sido espectacular. Los votos de Izquierda Unida y Podemos sumados representan el 18% del total, ya de por sí muy importante. Pero ni siquiera esta cifra revela plenamente la magnitud de lo sucedido y el recorrido real que esta tendencia puede alcanzar.
En muchas comunidades autónomas y localidades clave, el voto sumado de IU y Podemos supera esta media e iguala, o queda muy poco por debajo, del obtenido por el PSOE. En la Comunidad de Madrid, IU y Podemos obtienen casi el 22% por ciento de los votos, frente al 19% del PSOE. En Valencia, IU y Podemos casi igualan al PSOE, pero si sumamos el voto a Compromís, se supera ampliamente (26% frente a 21%). En Asturias se supera ligeramente al PSOE (26%); en Avilés, IU más Podemos sacan el 30%, superando ampliamente al PSOE (25%) y al PP (23,7%); en Gijón se produce una situación similar; en las cuencas, donde en cifras redondas IU obtiene el 20% de los votos y Podemos el 15%, la superación al PSOE y al PP es todavía más abultada. En Galicia, Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), la suma de Anova y de IU, más Podemos prácticamente iguala al PSOE. En ciudades como Vigo los votos de AGE y Podemos superan al PSOE y al PP. En Ferrol superan al PSOE y quedan a pocos votos del PP. En Catalunya, IU y Podemos (15%) superan al PSC (14%), sin contar el hecho de las CUP no se han presentado.
Aunque los medios de comunicación de la burguesía han tratado de eclipsarlo, el avance de Izquierda Unida ha sido tremendo, pasando de medio millón de votos a más de un millón y medio en cifras redondas. Pero el recorrido potencial de IU es mucho mayor, y estas elecciones también han mostrado sus puntos débiles. Es significativo que el incremento de IU en Extremadura (que lógicamente no está al margen de la tendencia política general) sea bastante menos pronunciado que la media general. En esta comunidad se duplica el voto (alcanzando el 6% del electorado), pero en el resto del Estado prácticamente se triplica. La aberrante postura de la dirección extremeña de IU de sostener al PP en la comunidad tiene la virtud de beneficiar a la derecha (lavándole la cara con un barniz progre) y al PSOE que, aunque también cae, lo hace en menor medida (30%) que en el resto del Estado (más de 40%). Un efecto similar tiene la Junta del PSOE-IU en Andalucía, también implicada en los recortes. El incremento de IU está más atenuado aquí que en el resto del Estado y una parte de voto potencial de IU se ha inclinado hacia Podemos donde en Sevilla ciudad supera, aunque por poco, a IU y lo hace mucho más ampliamente en Cádiz (16% Podemos y 11% IU).
Dicho lo anterior, IU ha recogido un fuerte y merecido apoyo, pues sus activistas han aparecido hombro con hombro con miles de trabajadores y jóvenes en las luchas más importantes de estos dos años, incluyendo la gran marcha de la dignidad a Madrid del pasado 22 de marzo que reunió a más de un millón de personas. De lo que se trata, por tanto, es de profundizar en este camino. Si Izquierda Unida adoptara de forma clara y consecuente un programa socialista revolucionario, si se opusiera pública y contundentemente a las políticas de pacto social que defienden las cúpulas de CCOO y UGT, y organizase a los militantes de base de los sindicatos para luchar contra ellas; si se desmarcara claramente de los recortes en Andalucía y se corrigiese la lamentable posición de IU en Extremadura…Si Izquierda Unida defendiera con claridad y rotundidad una alternativa de clase y socialista al capitalismo, su apoyo podría incrementarse muchísimo más, convirtiéndose en una fuerza de masas imparable. Esta es la lucha que debemos emprender todos los militantes y activistas de Izquierda Unida: lograr imponer una orientación revolucionaria, lo que significa también sacudirse del lastre de muchos profesionales de la política institucional que hay en su seno, y promover a los militantes y activistas más comprometidos con la lucha social y con las posiciones políticas más coherentes..
Por otra parte, la irrupción de Podemos, que obtiene 1.214.156 votos (7,97%), situándose como cuarta fuerza política, refleja también con contundencia ese giro a la izquierda y la búsqueda, no solo por parte de los trabajadores, sino de amplios sectores de las capas medias y de la juventud, de una alternativa contrapuesta a la putrefacción de la política oficial burguesa. La clave de su éxito ha sido aparecer como una bandera limpia, radicalmente separada y opuesta a la política oficial burguesa, a su hipocresía, a su corrupción generalizada. Ha sido especialmente alto el voto en Asturias (13,68%), Madrid (11,82%) y Baleares (10,31%) situándose en los tres casos como tercera fuerza, por delante de IU. En las localidades obreras de Madrid el voto de Podemos ha sido muy alto: Parla 15%, Fuenlabrada 15%, Colsada 15,23%, Leganés 15,2%, Móstoles 14%, Alcorcón 12%, situándose en todos los casos ligeramente por encima de IU, que obtiene también buenos resultados.
Está claro que un amplio sector de la juventud que ha participado activamente en el movimiento de protesta de estos años, especialmente la juventud universitaria que puso su sello en el 15M, pero también jóvenes trabajadores en precario y desempleados han visto en el voto a Podemos la mejor opción para dejar constancia, con más claridad y rotundidad, de su rechazo a la derecha, a los recortes, a la represión y a la podredumbre institucional burguesa. Y todo eso a pesar de que, junto a ideas claras y concretas, que han conectado con el sentimiento y la experiencia de cientos de miles, también se ha esgrimido por muchos dirigentes de Podemos un lenguaje confuso e interclasista, lleno de fórmulas como “ni izquierda ni derecha, sino los de abajo contra los de arriba”, o apelaciones al “patriotismo de europeos del sur”. Algo que, lejos de ser un punto fuerte, como piensan algunos de sus ideólogos, es un punto débil que puede pasar factura en el futuro.
¡Por el Frente de Izquierdas! ¡Por la transformación socialista de la sociedad
Estas elecciones son un triunfo de la izquierda que lucha y, sobre todo, indica el tremendo potencial que hay para levantar una auténtica alternativa socialista y anticapitalista de masas. Desde la Corriente Marxista El Militante defendemos que el camino para derrotar a la derecha, para cambiar completamente la situación en beneficio de la población está abierto gracias a la tremenda movilización social ¡Y hay que aprovecharlo! Es la hora de construir un gran FRENTE DE IZQUIERDAS, que integre a Izquierda Unida, a Podemos, a los movimientos sociales, a la izquierda de las nacionalidades históricas. Una unidad de la izquierda, no para disolvernos en los mecanismos de esas instituciones que están completamente alejadas de nuestros intereses, sino para representar a la mayoría explotada y defender un programa en su beneficio. Un programa que debe tener como ejes los que el propio movimiento ha demandado en las grandes luchas:
- Derecho a una vivienda digna: fin de los desahucios, por ley, y expropiación de los millones de casas que los bancos han robado, para crear un gran parque público de viviendas en alquiler social
- Derogar la LOMCE Defensa y mejora de la educación pública. Desde la escuela infantil hasta la universidad, enseñanza pública gratuita, de calidad, democrática y laica
- Sanidad pública de calidad y para todos. Derogación de todos los decretos aprobados por el PP, y por el PSOE, que abren la puerta a la privatización sanitaria. Sanidad pública sin excluir a nadie, reintegrando todos los derechos sanitarios a nuestros hermanos de clase inmigrantes
- Defensa intransigente de los derechos democráticos. Derogación de la reforma de la Ley del aborto, de la Ley Mordaza, de todos los ataques a la libertad de expresión, manifestación, y huelga
- Derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas
- Por el empleo digno con derechos. Derogar inmediatamente las reformas laborales que se han aprobado y las ETT’s. Reducción de la jornada laboral a 35 horas sin reducción salarial. Subsidio indefinido para los desempleados. Reducción de la edad de jubilación a los 60 años
- Nacionalización de la banca, de las eléctricas, de todos los monopolios que antes eran públicos y se privatizaron para beneficio de una minoría, y hacer esta nacionalización bajo control de los trabajadores para dedicar esos recursos a combatir el paro y elevar el bienestar de la mayoría
En los últimos años, los efectos de la crisis capitalista, la ofensiva salvaje de la burguesía contra los derechos sociales conquistados y la experiencia de la lucha de masas, han provocado un profundo cambio en la conciencia de millones de trabajadores, de jóvenes, de desempleados, de sectores de las capas medias empobrecidas. Estas elecciones reflejan que la posibilidad de derrotar a la derecha y detener su ofensiva, tanto en la calle como en las urnas, es perfectamente real, y que esta derrota sería un paso decisivo en la transformación socialista de la sociedad y la conquista de la auténtica democracia con justicia social.
¡Únete a la Corriente Marxista Revolucionaria!