Ninguna sorpresa en las cuencas mineras

Tras hacerse pública esta noticia, la reacción desde la dirección de la FSA, de la UGT y del propio SOMA no se ha hecho esperar. Todos se han llevado las manos a la cabeza, han asegurado sentirse profundamente defraudados y han procedido a expulsar fulminantemente al sindicalista, tanto de la UGT como del PSOE. Javier Fernández —secretario general de la FSA—, Alperi —sucesor de Villa al frente del SOMA— y el propio Cándido Méndez, coincidían en sus declaraciones a la prensa sobre su tremenda sorpresa y decepción ante los hechos, y tratan de presentar este nuevo caso de corrupción como “otro” caso aislado.
La pretendida ingenuidad que muestran ahora todos ellos resulta cómica, porque la realidad es que a los trabajadores, y muy especialmente a los de las cuencas mineras, la noticia nos ha “sorprendido” más bien poco. Que Villa es el paradigma de esa burocracia sindical que utilizó la fuerza y el sacrificio de la clase trabajadora para su propio beneficio personal, y que nunca tuvo escrúpulos a la hora de descarrilar movilizaciones y firmar cierres de pozos, es algo que puede comprobarse con un sólo vistazo al proceso de reconversión industrial que vivimos en Asturias desde los años ochenta hasta el día de hoy.
Villa llegó al cargo cuando en Hunosa había más de 30.000 mineros y lo abandonó dejando apenas unos 2.000 y un panorama industrial desolado en las comarcas mineras. Por el camino quedaron varias huelgas mineras históricas, cada una de las cuales se saldó con el cierre de varios pozos y la destrucción de miles de empleos; con unos fondos mineros de gestión totalmente opaca y el escándalo de empresas que, acogiéndose a esos fondos y a subvenciones públicas, cerraban prácticamente al día siguiente popularizando la frase “coge el dinero y corre”.
En nuestra larga trayectoria política, desde estas páginas hemos tenido que documentar y denunciar en cientos de ocasiones las maniobras y corruptelas de dirigentes sindicales como Villa, en estrecha connivencia con los gobiernos de turno, que tuvieron como consecuencia la derrota de luchas emblemáticas en Asturias, comenzando por todas y cada una de las huelgas mineras.
Y en cada ocasión hemos estado codo a codo con los trabajadores de las cuencas mineras, intercambiando opiniones y también compartiendo ilusiones, esperanzas y derrotas. Y por eso a nosotros tampoco nos sorprende que Villa sea, entre otras muchas cosas, un defraudador. De la misma manera que estamos seguros de que Villa es otro eslabón más de todo el entramado corrupto, clientelar y putrefacto que se ha ido tejiendo durante estos años en torno a nuestras organizaciones obreras y que ahora parece a punto de saltar por los aires.
Porque no nos engañemos. La cuestión no es que Villa defraudara a Hacienda. La cuestión es, una vez más, cómo un trabajador puede reunir honradamente semejante fortuna. Y la respuesta es obvia: no puedes.
Es hora ya de barrer la corrupción de nuestras organizaciones obreras y de arrojar de las mismas a quienes las han utilizado como palanca para su beneficio personal, a costa de traicionar una y otra vez los intereses de los trabajadores.

¡Dirigente obrero, sueldo obrero!
¡Por un sindicalismo de clase, combativo y democrático!

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