Convocada por diversos colectivos sociales y organizaciones sindicales, destacando la plataforma SOS Sanidade Pública, eljueves 3 de septiembre tuvo lugar, posiblemente, la manifestación más grande de Vigo en décadas, por encima de huelgas generales y movilizaciones contra la catástrofe del Prestige. Emparentando con las mejores tradiciones obreras de la ciudad y en un ambiente electrizante, un auténtico clamor de 200.000 personas —en una ciudad de 300.000 habitantes y área metropolitana de 500.000— exigió el fin de los recortes y privatizaciones de la sanidad pública, que han contribuido decisivamente a su deterioro.
Sanidad bajo ataque
Desde la llegada de Núñez Feijóo a la Xunta el recorte del presupuesto sanitario en Galicia ha sido del 12,3%, lo que supuso una pérdida total de 460 millones de euros. Esto significa 2.000 profesionales del sistema sanitario menos y 450 camas públicas eliminadas. El área sanitaria de Vigo es la más afectada por los recortes y la que tiene las mayores listas de espera de Galicia.
El nuevo hospital vigués Álvaro Cunqueiro, proyectado para cubrir todas estas carencias, fue adjudicado, siguiendo la política del PP de servir en bandeja al gran capital los servicios sociales más básicos, a una concesionaria privada. A esta le fue encomendada la proyección, construcción y gestión de sus servicios. La “eficiencia” de la iniciativa privada se tradujo en que el presupuesto final fue tres veces mayor al estimado para el proyecto público. Todo esto al tiempo que se cierran instalaciones sanitarias en la ciudad, como el hospital Xeral, el Cíes, especialidades de Coia y Doblada, etc.
El nuevo hospital incumple todas las promesas hechas: dispone de menos camas, superficies de servicios y servicios de urgencias. Y su apertura está siendo tremendamente caótica: traslados improvisados de pacientes, personal carente de información, trabajadores a los que no se les informa de donde van a trabajar al día siguiente, condiciones de instalaciones auténticamente lamentables (han sido fotografiadas ratas, el techo se cae, hay goteras por todas partes…), precarización de las condiciones del personal de servicios, e, incluso, contaminación microbiológica en quirófanos, lo que ha paralizado los traslados al hospital. Por si fuera poco, las conexiones del hospital con la ciudad a través de transporte público son muy escasas y todos sus aparcamientos son, gracias a la empresa privada que los gestiona, de pago.