En los últimos años, especialmente a partir de la década de los 80, los hijos de la clase obrera hemos podido acceder a la universidad de forma relativamente más generalizada. Esto no siempre ha sido así, es más, el derecho de los hijos de los trabajadores a una educación superior es una de las conquistas más importantes, y también más valoradas, de la clase trabajadora, producto de luchas y movilizaciones importantes, como las que se dieron durante la transición o en el curso 86/87. Hoy, está seriamente amenazada y sobre la mesa existe todo un plan para dilapidar esta importante conquista.
En los últimos años, especialmente a partir de la década de los 80, los hijos de la clase obrera hemos podido acceder a la universidad de forma relativamente más generalizada. Esto no siempre ha sido así, es más, el derecho de los hijos de los trabajadores a una educación superior es una de las conquistas más importantes, y también más valoradas, de la clase trabajadora, producto de luchas y movilizaciones importantes, como las que se dieron durante la transición o en el curso 86/87. Hoy, está seriamente amenazada y sobre la mesa existe todo un plan para dilapidar esta importante conquista.
Además de los universitarios, a estas alturas mucha gente ha oído hablar de los "Planes de Bolonia" o al menos ha escuchado que habrá alguna reforma en la universidad. Siempre que hay un ataque, la burguesía, inteligentemente, trata de desviar la atención de las cuestiones centrales y de fondo hacia otras más secundarias. En esta ocasión no es diferente y presentan la contrarreforma de los Planes de Bolonia (también conocida como "Espacio Europeo de Educación Superior") como el producto de una inocente reunión entre ministros de educación de toda Europa para poner en común los estudios universitarios de todos los países y permitir, de este modo, que un estudiante de Derecho o cualquier otra carrera pueda comenzar sus estudios en Madrid, continuarlos en París y finalizarlos en Roma. El problema es que lo único cierto en todo esto es que esa reunión se celebró, fue en la citada ciudad italiana el 19 de junio de 1999, pero hablaron de algunas otras cosas. De hecho, sería muy positivo que un estudiante pudiese moverse libremente por donde desee mientras realiza sus estudios, aprender idiomas y conocer otras culturas, pero eso es sólo un cuento.
El guión original de los Planes de Bolonia, suscrito en esa reunión de 1999 y que se aplicará a partir del próximo curso, tiene dos únicos puntos fundamentales: 1) Elitizar, y 2) Privatizar. Y un claro objetivo final: expulsar a los hijos de los trabajadores de la universidad.
Vuelve la vieja canción de que ‘sobran licenciados'
Pese a las enormes necesidades sociales existentes en educación, en sanidad, etc., la prioridad de los grandes empresarios es contar con mano de obra barata, y eso significa que dar una educación superior de calidad a la mayoría de los estudiantes es un despilfarro. En este momento histórico la burguesía quiere nuevamente sólo una pequeña élite bien formada y a ello va dirigido esta contrarreforma. Las actuales licenciaturas pasarán a llamarse títulos de "grado". La mayoría de las carreras universitarias actuales perderán valor académico: se verán recortadas en tiempo y en materia de estudio (hoy las licenciaturas son por lo general de cinco años, un "grado" como mucho tendrá una duración de cuatro) y obligarán a quien quiera tener un título de calidad en el mercado laboral a estudiar un "posgrado". Aquí es donde viene el problema: los posgrados suponen una criba social, imponiéndose el estudiante que pueda dedicarse durante los años necesarios y a tiempo completo a sus estudios, y una criba económica. Ya se anuncian posgrados públicos por 3.500 euros de matrícula. ¿Qué familia trabajadora puede afrontar, además del resto de los gastos que supone estudiar una carrera, semejante desembolso sólo para la matrícula?
El principio del fin de las becas
En Gran Bretaña cuando un joven universitario obtiene su título experimenta una sensación agridulce porque, por lo general, eso significa que se encuentra hipotecado, al menos, durante el resto de los pocos años que le queden de juventud. Ese modelo thatcherista es el que traen consigo los Planes de Bolonia y supone el final de las becas. Aquellos estudiantes que no puedan permitirse afrontar los gastos de estudiar un posgrado no podrán pedir una beca, como hasta ahora, sino que tendrán que suscribir un crédito con la banca, a devolver cuando acaben sus estudios.
Eso sí, son tan tremendamente generosos que el crédito será, al menos eso han dicho, a un interés cero para el estudiante y el Estado será quien pague los intereses a los bancos, o lo que es lo mismo quien seguirá desviando dinero público a manos de los banqueros, a costa de hipotecar el futuro de cientos de miles de jóvenes.
La nueva ministra de Universidad viene de la CEOE
Cristina Garmendia -45 años, moderna empresaria de éxito, que ha sido miembro de la dirección de la CEOE, complementó sus estudios en la opusdeísta Universidad de Navarra y mantiene excelentes relaciones con sus compañeros de la patronal y de la derecha- es la nueva ministra de Ciencia e Innovación, bajo cuya batuta estará todo lo que tenga que ver con la universidad. En política no hay casualidades. De hecho el desgajamiento del Ministerio de Educación de todas las competencias relativas a la Universidad es un ataque en sí mismo a la educación pública y una aberración desde el punto de vista académico. Es más, sólo puede comprenderse si lo que busca el nuevo gobierno del PSOE es acabar de entregar la universidad pública a los intereses de los grandes empresarios que son quienes dirigen, y ya ni siquiera en la sombra, el recién creado Ministerio de Ciencia e Innovación.
Habrá respuesta
Ya ha habido movilizaciones de estudiantes en varias universidades. Es evidente que la implantación de esta contrarreforma salvaje no pasará desapercibida. En la memoria colectiva de los trabajadores y la juventud aún queda el recuerdo de las enormes movilizaciones contra la LOU del año 2001. Este ataque sienta sus bases en la filosofía y los principios reaccionarios que defendía la LOU. El Sindicato de Estudiantes responderá luchando y buscando la unidad y la oposición de la inmensa mayoría de la juventud y los trabajadores ante este nuevo intento de desmantelamiento de la universidad pública.