En los últimos meses los ataques contra la universidad pública se han
recrudecido de forma espectacular a lo largo y ancho de todo el Estado.
Esto es una realidad especialmente sangrante en aquellas comunidades
gobernadas por la derecha. En Madrid, el gobierno de Esperanza Aguirre
ha aprobado un "reajuste" que derrumba la inversión dirigida a la
universidad pública.
En los últimos meses los ataques contra la universidad pública se han recrudecido de forma espectacular a lo largo y ancho de todo el Estado. Esto es una realidad especialmente sangrante en aquellas comunidades gobernadas por la derecha. En Madrid, el gobierno de Esperanza Aguirre ha aprobado un "reajuste" que derrumba la inversión dirigida a la universidad pública.
En las principales universidades públicas de Madrid la inversión se ha desplomado. Las cifras no podían ser más desoladoras. La inversión destinada a las facultades pasa de los 125 millones de euros prometidos, a tan sólo 18,7 millones a repartir entre todos los campus de Madrid. Esto supone un colapso en toda regla. ¡La inversión en los campus universitarios cae un 87%! Las consecuencias no se han hecho esperar. Carreras enteras y miles de plazas están en grave peligro de extinción.
A pesar de las solemnes declaraciones de los rectores contra los drásticos recortes de la inversión en la universidad pública, en la práctica, han puesto encima de la mesa propuestas que aceptan el recorte brutal del gasto en la vida de las facultades. Se está planteando la concentración de titulaciones y la reducción de alumnos por curso. Esto conlleva, de manera fulminante, la supresión de carreras enteras y cerrar las puertas de la universidad a muchos hijos de trabajadores.
Se trata, sin duda, de una vuelta atrás tremenda en las condiciones de la universidad pública. Estas medidas agravarán de forma acusadísima todos los problemas, de por sí ya graves, que existen en nuestras universidades: la masificación, la falta de plazas, de profesores para impartir clase... En definitiva, la falta de recursos materiales y humanos amenazan de manera directa la calidad de la universidad pública. Ya el presupuesto en investigación, para el conjunto de los campus, había caído un 25% en el inicio de curso.
¿Justifica la crisis los recortes?
La derecha y la patronal repiten machaconamente que en tiempos de crisis hay que ser austeros y apretarse el cinturón. Estamos en crisis y es lo que toca. No hay dinero para esta necesidad social. Una vez más mienten como bellacos. Los recortes no son algo que se explique, en sí mismos, por la existencia de la crisis. Mucho antes de que tuviera lugar el inicio de la crisis, los ataques contra las necesidades de la educación pública eran una cruda realidad. La privatización no ha parado de ganar terreno a los centros públicos en todos estos años. Y los regalos de millones de euros a la educación privada-concertada, mientras se reduce el gasto en la pública, vienen de hace tiempo.
Para la burguesía la educación pública es un lastre, no les interesa destinar dinero para la formación de los hijos de los trabajadores, no necesitan mano de obra cualificada. Prefieren transformar la educación en un lucrativo negocio con el que hacer caja. Y la universidad se ha convertido en un gran negocio. Lo que, en realidad, ha hecho la crisis es apretar el acelerador de los recortes y la degradación.
En las principales universidades públicas de Madrid la inversión se ha desplomado. Las cifras no podían ser más desoladoras. La inversión destinada a las facultades pasa de los 125 millones de euros prometidos, a tan sólo 18,7 millones a repartir entre todos los campus de Madrid. Esto supone un colapso en toda regla. ¡La inversión en los campus universitarios cae un 87%! Las consecuencias no se han hecho esperar. Carreras enteras y miles de plazas están en grave peligro de extinción.
A pesar de las solemnes declaraciones de los rectores contra los drásticos recortes de la inversión en la universidad pública, en la práctica, han puesto encima de la mesa propuestas que aceptan el recorte brutal del gasto en la vida de las facultades. Se está planteando la concentración de titulaciones y la reducción de alumnos por curso. Esto conlleva, de manera fulminante, la supresión de carreras enteras y cerrar las puertas de la universidad a muchos hijos de trabajadores.
Se trata, sin duda, de una vuelta atrás tremenda en las condiciones de la universidad pública. Estas medidas agravarán de forma acusadísima todos los problemas, de por sí ya graves, que existen en nuestras universidades: la masificación, la falta de plazas, de profesores para impartir clase... En definitiva, la falta de recursos materiales y humanos amenazan de manera directa la calidad de la universidad pública. Ya el presupuesto en investigación, para el conjunto de los campus, había caído un 25% en el inicio de curso.
¿Justifica la crisis los recortes?
La derecha y la patronal repiten machaconamente que en tiempos de crisis hay que ser austeros y apretarse el cinturón. Estamos en crisis y es lo que toca. No hay dinero para esta necesidad social. Una vez más mienten como bellacos. Los recortes no son algo que se explique, en sí mismos, por la existencia de la crisis. Mucho antes de que tuviera lugar el inicio de la crisis, los ataques contra las necesidades de la educación pública eran una cruda realidad. La privatización no ha parado de ganar terreno a los centros públicos en todos estos años. Y los regalos de millones de euros a la educación privada-concertada, mientras se reduce el gasto en la pública, vienen de hace tiempo.
Para la burguesía la educación pública es un lastre, no les interesa destinar dinero para la formación de los hijos de los trabajadores, no necesitan mano de obra cualificada. Prefieren transformar la educación en un lucrativo negocio con el que hacer caja. Y la universidad se ha convertido en un gran negocio. Lo que, en realidad, ha hecho la crisis es apretar el acelerador de los recortes y la degradación.