¡Wert dimisión! ¡Hacia una huelga general de toda la comunidad educativa!
En las mismas fechas en que el ministro Wert presentaba la contrarreforma franquista del sistema educativo, el Sindicato de Estudiantes convocaba una huelga general de 72 horas los días 16, 17 y 18 de octubre. Esta movilización ha representado el mayor movimiento de protesta juvenil contra los recortes educativos del PP y su pretensión de demoler la enseñanza pública.
Millones de estudiantes en lucha
A pesar de que la huelga se enfrentó desde el primer momento a las mentiras, los insultos y el sabotaje del PP y su ministro de Educación, millones de estudiantes han secundado el llamamiento a la huelga del Sindicato de Estudiantes y cientos de miles han abarrotado las calles en las manifestaciones celebradas en más de cien ciudades y localidades de todo el Estado. En un intento desesperado por acallar la protesta, el ministro Wert y los portavoces del PP recurrieron a lo que tan bien saben hacer: la criminalización tanto del Sindicato de Estudiantes como de la Confederación de Padres y Madres progresista (CEAPA), acusándonos de extremistas y radicales, y poco menos que de connivencia con el terrorismo. También enviaron circulares a los centros de estudio planteando que los jóvenes no teníamos derecho a huelga, y movilizaron todo su arsenal de apoyos mediáticos para minimizar el alcance de la protesta, publicando artículos y dedicando tertulias para atacarnos con el estilo ultraderechista al que nos tienen acostumbrados. Fracasaron en todos y cada unos de sus intentos. La huelga convocada por el Sindicato de Estudiantes superó todos esos obstáculos porque era justa, y así se vio en los institutos y en las facultades.
El ambiente de rebelión social contra los recortes, contra las mentiras y la represión, contra la demagogia de un Gobierno que sólo toma medidas a favor de los ricos y la banca, crearon un estado de ánimo tremendamente favorable a la lucha. Pero obviamente nada de esto hubiera sido posible sin la participación activa del Sindicato de Estudiantes en las movilizaciones del curso pasado impulsando la Marea Verde en todo el Estado; sin la determinación y la decisión de nuestra organización de dar una respuesta contundente a esta contrarreforma y a los recortes salvajes impulsados por el ministro Wert; y, por supuesto, sin el trabajo de los afiliados y activistas del Sindicato de Estudiantes que han repartido cientos de miles de hojas, pegado miles de carteles, realizado cientos de asambleas y constituido comités de lucha en cientos de institutos y facultades.
La huelga y las manifestaciones superaron todas las expectativas. El 17 de octubre, las aulas estuvieron vacías en más del 90% de los centros de estudio de secundaria, y en decenas de facultades. Pero el hecho más impresionante de ese día fue la marea de cientos de miles de jóvenes que acudieron a las manifestaciones: más de 60.000 estudiantes en Madrid; más de 40.000 en Barcelona y miles más en Tarragona y otras localidades catalanas; 13.000 en Asturias (Gijón, Oviedo, Avilés y otras localidades), más de 15.000 en Galicia (A Coruña, Vigo, Ferrol, Compostela…), más de 15.000 en el País Valencià (Valencia, Castellón, Alicante y decenas de localidades); más de 30.000 en Andalucía: 10.000 en Sevilla, 10.000 en Málaga y miles más en toda la región (Granada, Córdoba, Jerez, Jaén, Huelva y decenas de localidades): miles en Castilla-La Mancha (Guadalajara, Toledo, Cuenca, Albacete…), miles en Castilla y León (Zamora, Salamanca, Valladolid…); miles en Extremadura, en Zaragoza y en el resto de Aragón, y también muy destacada en La Rioja (donde el día 18 más de 5.000 estudiantes marcharon por las calles de Logroño), en Cantabria, en Bilbao, en Vitoria, en Navarra, en Murcia, en Cartagena, en las Islas Canarias…
En Madrid, igual que en las del resto del estado, la multitudinaria manifestación estuvo salpicada de cientos de pancartas de institutos, que llevaban los comités de lucha formados en las semanas anteriores y otras muchas hechas de manera artesanal por los estudiantes. De todas las zonas, de Carabanchel, Aluche, Vallecas, Moratalaz, Getafe, Leganés, Móstoles, Vicalvaro, Villaverde, Orcasitas, la zona norte, centro, San Blas, de la Universidad Complutense, de la UAM, de la RJCI…, miles de jóvenes exigieron la dimisión de Wert y la retirada inmediata de su contrarreforma franquista de la educación. En la manifestación eran también muy visibles los padres y madres de la CEAPA que han apoyado al Sindicato de Estudiantes, así como representantes de sectores que están en lucha contra los recortes, como los compañeros de Telemadrid, del Metro, de Renfe y los autobuses, y de los sindicatos de clase que han respaldado la huelga estudiantil.
En la tarde del 18 de octubre, las marchas convocadas en numerosas ciudades por la CEAPA y el Sindicato de Estudiantes volvieron de nuevo a abarrotar las calles. En Madrid vivimos una movilización histórica: ¡más de 150.000 madres, padres, profesores y estudiantes colapsamos el centro de la capital! La manifestación, encabezada por una gran pancarta firmada por la CEAPA y el Sindicato de Estudiantes con el lema En defensa de la enseñanza pública por el futuro de nuestros jóvenes, recorrió todo el Paseo del Prado, desde Atocha-Plaza de Neptuno hasta el Ministerio de Educación (calle Alcalá), concluyendo con la “toma” de la Puerta del Sol, donde confluimos con miles de trabajadores del sector público de transporte y del Ayuntamiento. El grito de “¡Obreros y Estudiantes unidos y adelante!” atronó en el centro de Madrid. Un ambiente semejante se vivió en las grandes y multitudinarias manifestaciones de Valencia con 100.000 asistentes. Asturias, Sevilla, Málaga, Coruña, Vigo y decenas de localidades.
En estos tres días de lucha, la juventud ha mandado un mensaje claro al gobierno del Partido Popular y a su ministro de Educación: no vamos a permitir que desmanteléis la educación pública y nos devolváis a un sistema educativo como el que tuvieron que padecer nuestros padres durante la dictadura franquista. No aceptamos más recortes en nuestras condiciones de vida, ni de estudio. Basta de criminalizar a los jóvenes y basta de mentiras. No nos digáis que no hay dinero: en solo un año de gobierno habéis entregado decenas de miles de millones de euros del erario público a la gran banca y a los especuladores, en pago de intereses de la deuda y en subvenciones directas. ¡Sólo a Bankia más de 26.000 millones! Y todo este dinero ha salido, entre otras cosas, de despedir a 50.000 profesores, recortar el presupuesto educativo en 4.000 millones de euros, aumentar las tasas universitarias un 60%, y eliminar las becas de libros, comedores y transporte. ¡No tenéis vergüenza!
En los últimos años hemos soportado un chaparrón ideológico sobre el modelo educativo del “futuro”. Nos lo han transmitido personas tan entendidas como Aznar, Rajoy, Esperanza Aguirre y Wert; nos lo han machacado en las tertulias comentaristas como Alfonso Rojo, Isabel San Sebastián o la señora Isabel Durán. Nos lo recitan un día sí y otro también los editoriales de La Razón, El Mundo y ABC, por no hablar de los programas de Intereconomía, Telemadrid y otros medios semejantes. Se trata del llamado modelo de la “excelencia” y del “esfuerzo”, es decir, de la privatización, la demolición de la enseñanza pública y del ataque constante a la igualdad de oportunidades. Un discurso que también se adapta a las circunstancias: como ya no pueden ocultar los recortes en educación y los despidos de decenas de miles de profesores, apelan a que la calidad educativa no está relacionada con los recursos económicos y humanos que se dedican a la enseñanza pública, sino al “rendimiento” de los alumnos que depende, en opinión del PP, de la “voluntad individual”. Es decir, los orígenes de clase, las condiciones sociales y económicas, los medios materiales y docentes, no juegan papel alguno en la enseñanza que recibimos según los ideólogos del PP. Y lo dicen tan tranquilamente, como si fuéramos tontos y se nos pudiera engañar tan fácilmente.
Estas ideas no son inocentes. Es el discurso de las élites privilegiadas, de los que ostentan el poder económico y político desde hace más de 200 años en el Estado español, de los que apuntalaron y se lucraron con la dictadura franquista. Para estos sectores la educación no es un derecho, como tampoco lo es la sanidad. Que las familias trabajadoras, esto es, la inmensa mayoría de la población, tengamos instrucción y conocimientos, es un grave error ¡Podemos pensar y luchar por nuestros derechos! Los hijos de los obreros no debemos recibir una enseñanza pública de calidad y gratuita, aunque la paguen de sobra nuestros padres a través de impuestos y retenciones: esto nos haría más críticos y podríamos cuestionar el universo ideológico del PP. Que los hijos de los trabajadores podamos acceder a la enseñanza superior: ¡Eso es una anomalía de la historia que hay que corregir cuanto antes! Al fin y al cabo, si nuestro futuro son las colas del desempleo, los trabajos basura, los salarios de miseria ¡Es un derroche invertir en nuestra educación! Mucho más saludable es continuar drenando miles de millones de euros del Estado para engordar los ya de por sí escandalosos beneficios de los ricos.
Dice el PP que somos unos extremistas. Veamos si es así. Según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en julio de 2012, el trasvase de dinero público para beneficio de los empresarios de la educación privada-concertada no ha hecho más que aumentar y, por supuesto, esto ha sido así también bajo los gobiernos del PSOE. De 2005 a 2010, las subvenciones recibidas por este tipo de escuelas se incrementaron un 30%, llegando a los 5.902 millones euros1, y la tendencia se ha mantenido este curso pasado con el PP. A este desvío de dinero del Estado que deja de invertirse en la escuela pública, para que unos pocos puedan hacer grandes negocios, hay que sumar las exenciones fiscales que, por ejemplo, aprueba el PP en la Comunidad de Madrid para beneficio de quienes envían a sus hijos a la educación privada, y que el curso pasado supuso que dejaran de ingresarse, sólo en esta comunidad autónoma, 90 millones de euros en las arcas públicos. Ejemplos de este saqueo al sistema educativo público hay legión. Después de que se conociera una sentencia del Tribunal Supremo por la que se prohibía la financiación de centros educativos que separen a niños y niñas por cuestión de sexo (haciendo cumplir por primera vez la ley que existe a este respecto), el ministro Wert en su nueva contrarreforma blinda la financiación para este tipo de centros, permitiendo que sigan desviándose millones de euros a los centros privado-concertados y a las congregaciones religiosas más sectarias. Una situación que tiene graves repercusiones sobre la financiación y calidad de la escuela pública, como recientemente distintos colectivos de profesores y padres han destacado al llamar la atención sobre la situación que a este respecto se vive en la Comunidad de Madrid: a la vez que se han recortado 28 millones de euros para becas de comedor y libros este curso, el PP madrileño ha otorgado 26 millones de euros a colegios ultrarreligiosos vinculados al Opus Dei, Legionarios de Cristo o Comunión y Liberación.
El ministro Wert lo tiene claro. ¡Que estudien los hijos de los ricos! Ellos no tienen problemas en pagar las tasas millonarias de los colegios exclusivos, bilingües o trilingües, con todos los medios audiovisuales a su alcance, en instalaciones de primera, con equipamientos deportivos estupendos, y con clases de 20 alumnos. O en las universidades privadas nacionales y extranjeras sin importar qué cuestan las matrículas. ¡Cómo no se va a garantizar así la excelencia, el esfuerzo y el mejor rendimiento! Y si alguno de sus hijos no sale muy brillante, no hay problema. Siempre tendrá medios y recursos para que su vida laboral esté asegurada.
En cuanto a los hijos de los trabajadores, ese es otro cantar. Somos carne de cañón, y por eso hay que insultarnos continuamente: somos vagos, maleantes, indisciplinados y hacemos botellón. Nuestro futuro es el paro. Por eso la contrarreforma franquista impulsada por Wert recupera la figura franquista de las reválidas, con las que ir expulsando a miles de jóvenes del sistema educativo antes de que podamos llegar a la universidad o tan siquiera al bachillerato o a la FP de grado superior. No nos engañemos, ese es el objetivo. Hablan de mejorar la calidad de la enseñanza y de combatir el fracaso escolar, pero recortan hasta el hueso los presupuestos, despiden a decenas de miles de profesores y masifican las aulas.
El ministro Wert ha quedado suspendido en el aire después del sonoro triunfo de la movilización del 16, 17 y 18 de octubre. Pero ha reaccionado como es habitual en este tipo de personas: esgrimiendo su talante más autoritario y amenazando con eliminar el derecho de huelga de los estudiantes. Una agresión sin precedentes a la libertad de expresión, de reunión y manifestación, que la juventud y el Sindicato de Estudiantes no vamos a aceptar.
Ahora que el PP sabe que han perdido por completo la batalla de la opinión pública, que la inmensa mayoría de padres, madres, profesores y estudiantes estamos en contra de su reforma elitista y clasista de la enseñanza, que hay un clamor exigiendo la dimisión del ministro Wert, recurren a lo que siempre se les ha dado muy bien: atacar los derechos ciudadanos fundamentales, el derecho de expresión, de reunión, de manifestación y de huelga para intentar ahogar la protesta. Pero una vez más fracasarán.
Con semejante ataque, el gobierno del Partido Popular está dejando cada vez más claro que tiene mucho que ver con el franquismo. Es un gobierno que no escucha, que desprecia la voz de millones de jóvenes, de padres, de madres y de profesores. Es un gobierno que sólo tiene oídos para las exigencias de los banqueros, de los grandes poderes económicos, de los especuladores, pero que se desentiende del sufrimiento de millones de familias atenazadas por el desempleo, los desahucios y el empobrecimiento. Un gobierno que considera a los estudiantes como “el enemigo”, porque hemos cometido el “delito” de no dejarnos atropellar y luchar por nuestros derechos y nuestro futuro.
Un ministro y un gobierno cada vez más autoritarios y antidemocráticos que nos quieren conducir a la situación que vivieron nuestros padres y abuelos en los años 60 bajo la dictadura de Franco. Precisamente desde esa época los jóvenes, estudiantes de secundaria y universidad, nos hemos movilizado en demanda de libertades democráticas. También hemos realizado numerosas huelgas contra muchas de las políticas que el gobierno del PSOE adoptó contra la educación pública. Es de sobra conocido que el Sindicato de Estudiantes nació en el curso 86/87, al calor de la mayor movilización de estudiantes de enseñanzas medias tras la caída de la dictadura, en defensa de la enseñanza pública, gratuita, democrática y laica. Huelgas que fueron realizadas al gobierno de Felipe González y siendo secretario de Estado de Educación Alfredo Pérez Rubalcaba. El derecho de asociación, de libertad de expresión, y huelga de los estudiantes de secundaria fue logrado en aquellas históricas movilizaciones. El PP se equivoca si piensa que vamos a aceptar su pretensión de hacer retroceder el reloj de la historia y devolvernos al régimen de miedo y autoritarismo que el franquismo impuso también en las aulas de los institutos.
La libertad de expresión, de reunión, manifestación y huelga son derechos democráticos de la juventud. Tenemos derecho a criticar la política del Partido Popular ¡Faltaría más! Y cuando ejercemos nuestro legítimo derecho a asamblea, reunión, expresión, manifestación y huelga, lo hacemos de forma muy consciente. De hecho, nuestras movilizaciones cuentan con el apoyo de nuestros padres y madres y de nuestros profesores, no porque seamos menores de 18 años, sino porque lo que reclamamos es totalmente justo: un futuro digno, una educación pública digna. Cuando el Partido Popular habla de los “menores”, en el tono en que lo hace, vuelve a esgrimir un cinismo y una hipocresía sin parangón. Lo único que trata es de crear una cortina de humo para no hablar del desmantelamiento sistemático del sistema educativo público que está acometiendo. Un gobierno del Partido Popular que permite que a los 16 años podamos ser explotados haciendo prácticas gratuitas en las empresas; que con su contrarreforma educativa pretende expulsarnos al mercado laboral con 16 años sin ninguna cualificación; que nos arrebata las becas, que suprime las ayudas a los comedores y a los libros; que despide a miles de nuestros profesores e incrementa brutalmente las tasas universitarias; que deja a los jóvenes inmigrantes y sus familias, que son nuestros compañeros en las aulas y en los barrios, sin protección sanitaria pública… ¿Qué autoridad moral tiene para decidir o hablar por nosotros?
Para el PP somos suficientemente mayores con 14 años para encarrilar, a través de los itinerarios de la contrarreforma educativa que han propuesto, nuestro futuro académico y nuestro futuro laboral. A esa edad no hay ningún problema, según la derecha, en que un joven estudiante se vea arrastrado a un itinerario basura que le expulsará del sistema educativo prematuramente, o en que descarte desde ese momento la opción de ir a la universidad. Pero para el PP no deberíamos tener derecho a huelga. ¡La hipocresía no puede ser mayor!
Ningún gobierno de la democracia se ha atrevido a hacer lo que ahora pretende el PP. No es ninguna casualidad que este ataque se plantee a escasos días de la mayor movilización estudiantil en los últimos años. Como al Partido Popular le molesta la movilización en las calles, le molesta que los estudiantes tengamos el apoyo de padres, madres y profesores, lo que pretende ahora es acabar con la democracia en los institutos. Es la misma respuesta que daba Franco a las demandas de libertad de los jóvenes estudiantes en los años sesenta y setenta.
La huelga del 16, 17 y 18 vertebró al movimiento estudiantil en todo el Estado, lo unificó. Ahí reside el gran valor de esta convocatoria. Como siempre, desde el Sindicato de Estudiantes llamamos a la unidad de acción a todas las organizaciones juveniles y estudiantiles de izquierda, y hay que destacar que en muchas zonas fueron muchos los colectivos que se sumaron. También hay que destacar que en estos tres días de movilización miles de estudiantes universitarios también han participado codo con codo con los compañeros de Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional en las manifestaciones organizadas por el Sindicato, y muchos de ellos se han afiliado y están construyendo nuestra organización en decenas de facultades.
El balance de la lucha es claro: tenemos fuerza y podemos derrotar a Wert y sus planes de imponer una contrarreforma franquista. Desde el Sindicato de Estudiantes responderemos de manera contundente a cada nueva agresión del PP, sea contra la enseñanza pública o contra los derechos de la juventud, y no vamos a aceptar ninguna imposición totalitaria y antidemocrática. El próximo 14-N los estudiantes de enseñanza secundaria y universidad volveremos a ejercer nuestro derecho a huelga y manifestación, junto con las organizaciones del movimiento obrero, junto a nuestros padres y familias, junto a nuestros profesores, en defensa de una educación pública de calidad, contra los recortes y por un puesto de trabajo digno al terminar los estudios. El 14-N, que será un gran éxito y pondrá sobre la mesa la potencia de la clase obrera y la juventud cuando luchan de manera unificada, no será el final. Todo lo contrario, será una acción de envergadura a la que le deben seguir otras de manera inmediata si el Gobierno del PP no retrocede. Y desde el Sindicato de Estudiantes las impulsaremos con todas nuestras fuerzas, empezando por una gran huelga general de toda la comunidad educativa que paralice la enseñanza en todo el Estado y vuelva a poner en evidencia que este gobierno y este ministro cuentan con el completo rechazo de la escuela pública.
Los próximos meses y años serán de lucha frontal contra los que pretenden condenarnos al paro, la precariedad, los bajos salarios y la ignorancia. Contra los que reprimen nuestros derechos y nos criminalizan cuando nos levantamos exigiendo justicia social. Por eso la tarea de organizarnos en todos los institutos y facultades es fundamental: tenemos que construir una organización que una a los estudiantes para golpear de manera unificada en defensa de nuestros intereses. Llamamos a los miles de compañeros que se han sumado en los institutos y facultades a esta movilización, a construir secciones sindicales y comités del Sindicato de Estudiantes, a fortalecer una organización combativa, anticapitalista, democrática, y luchar conscientemente contra este sistema y por un futuro digno.
¡Obreros y Estudiantes, unidos y adelante!
¡Únete al Sindicato de Estudiantes!
1. www.publico.es/espana/440040/la-subvencion-de-la-ensenanza-privada-sube-un-30-en-cinco-anos.
2. Ambas declaraciones en www.publico.es/espana/44-3891/wert-llama-radical-y-extremista-al-sindicato-de-estudiantes.