Las camareras de piso de Ibiza y Formentera, organizadas en Las Kellys, realizaron los pasados 24 y 25 de agosto un paro de 48 horas reivindicando la ampliación de plantilla para reducir la extenuante carga de trabajo, el reconocimiento de enfermedades laborales, el derecho a una jubilación anticipada, etc. Apoyada por CGT, la huelga fue rechazada por las direcciones de CCOO y UGT, cuya “alternativa” ha sido que denuncien en el sindicato los abusos de la patronal.
Sin embargo, el éxito fue rotundo. La gran mayoría de las 6.000 trabajadoras convocadas participaron en la primera huelga de estas características en las Islas Baleares, a pesar de las amenazas y la represión ejercida por la patronal. Como culminación el domingo 25 más de 700 kellys recorrieron las calles de la ciudad de Ibiza en una manifestación que contó con el apoyo de otros colectivos y trabajadores.
La lucha continúa, ahora con una huelga de celo en la que se tomarán el tiempo de descanso que consideren necesario y no harán horas extras. También han anunciado para noviembre un encuentro estatal en Mallorca en donde esperan concretar la convocatoria de una huelga estatal para el próximo verano.
Por su parte, los repartidores de Glovo, más conocidos como riders, fueron a la huelga el 31 de julio en Barcelona contra las nuevas condiciones esclavistas que impone la patronal.
Plataformas como Glovo, Deliveroo, Uber o Cabify son el máximo exponente de la precariedad, manteniendo a sus trabajadores como falsos autónomos y evitando así pagar a la Seguridad Social. Este colectivo se está organizando ante los constantes atropellos a sus condiciones laborales. En este sentido, los trabajadores de Deliveroo consiguieron en julio una importante victoria legal. El juzgado de lo Social número 19 de Madrid sentenció que estos repartidores son asalariados y deberían estar dados de alta como tales en vez de como autónomos. Aunque este fallo no es firme y la empresa puede recurrir, es una primera gran victoria.
A la vez, Gobierno y patronal están adoptando todo tipo de medidas para frenar las luchas, atacando el derecho a huelga. Una de las armas fundamentales es decretar servicios mínimos absolutamente abusivos. Así lo hemos visto en la huelga indefinida de los vigilantes de los controles de pasajeros del Aeropuerto de El Prat: los servicios mínimos impuestos por Fomento fueron del ¡90%! O los trabajadores de embarque y carga y descarga de maletas de Iberia, cuyos paros consiguieron cancelar unos 140 vuelos durante un fin de semana, a pesar de tener servicios mínimos del 80%.
El ejemplo de estos colectivos refleja que hay que coordinar las luchas para enfrentar y derrotar la ofensiva patronal, recuperar lo perdido e impedir cualquier paso atrás en el derecho a huelga.