La huelga en la minería, ya en su segundo mes, está despertando la más amplia solidaridad de los trabajadores de todo el Estado. Cada vez son más los que ven en esta lucha un ejemplo de resistencia ante los ataques del gobierno. Hacía mucho tiempo que un conflicto obrero no suscitaba tanto apoyo dentro y fuera de las comarcas mineras. El éxito rotundo de la huelga general del 18 de junio en las comarcas y las históricas manifestaciones ese mismo día, que desbordaron las previsiones de los sindicatos convocantes, lo confirman. Anticipan el éxito que sin duda tendrá la manifestación convocada el próximo 11 de julio en Madrid para recibir a los mineros de la Marcha Negra. Estamos seguros que, con ellos, estaremos ese día cientos de miles de trabajadores de todo el Estado. Queremos tener un especial recuerdo para todos los compañeros encerrados en los pozos y transmitirles todo nuestro ánimo y solidaridad, a ellos y a sus familias.
Los mineros se han visto obligados a defender una vez más sus puestos de trabajo. El recorte del 60% de las ayudas pactadas al sector para este año, que asciende a 400 millones de euros, supone en la práctica el cierre de la minería en el Estado español y la muerte definitiva de las comarcas mineras, duramente castigadas por la desindustrialización y las sucesivas reconversiones. Estos recortes afectarían, según datos de 2010 del Plan Estadístico Nacional de Minería, a cerca de 40.000 empleos que genera el sector en Asturias, León, Aragón y Castilla - La Mancha.
Un referente de lucha en un contexto de creciente malestar social
La reducción de las ayudas mineras es parte del plan general de recortes salvajes que se están aplicando en otros sectores. Precisamente por esto, la lucha minera se da hoy en un contexto de creciente contestación contra las medidas del gobierno del PP, a las que los trabajadores y los jóvenes están respondiendo de una manera masiva cada vez que tienen ocasión. Así sucedió con la huelga general contra la reforma laboral, en las luchas contra los recortes educativos o sanitarios o, más recientemente, en las masivas movilizaciones del aniversario del 15-M. Pero además, los conflictos laborales se multiplican, y miles de trabajadores se enfrentan en todo el Estado a un brutal recorte de sus condiciones de trabajo, cuando no se ven directamente abocados al despido.
El reciente rescate a la banca no hará sino acelerar la política del PP de desmantelamiento de los servicios públicos y de precarización de las condiciones laborales. Sin embargo, pese a su mayoría absoluta en el parlamento, el gobierno cada vez se encuentra más aislado socialmente. Los reveses electorales en Asturias y Andalucía son también el reflejo del rechazo a sus brutales medidas antisociales. Su dureza e intransigencia a la hora de rectificar sus medidas, no viene determinada por su fortaleza, sino por su compromiso con la defensa de los intereses de los banqueros y los grandes capitalistas a costa del saqueo a la clase trabajadora..
Además, precisamente por el rechazo masivo a sus políticas, el gobierno del PP quiere evitar a toda costa cualquier gesto que pueda ser interpretado como una señal de “debilidad” y, en consecuencia, animar a más sectores a la lucha. Estos son los motivos fundamentales por los que no está dispuesto a ceder, pese a que el dinero recortado no sea una cantidad excesivamente alta. Por esa razón, para obligar al gobierno a retroceder será necesario utilizar todo el potencial del conjunto de la clase trabajadora y, como hemos señalado, la creciente solidaridad con el conflicto minero. Esa enorme simpatía que genera la actual lucha minera debe utilizarse para articular un movimiento contundente de rechazo a la política de recortes del PP, unificando las luchas que ya se están produciendo y animando a otros sectores a sumarse. Para ello es fundamental una orientación consciente desde las direcciones sindicales.
Extender y unificar las luchas
En el caso de Asturias ya se perdió una gran oportunidad al no hacer confluir la huelga minera con la huelga indefinida en el transporte durante el mes de junio [ver artículo en la página 23 de este periódico], lo que hubiera dado un impulso tremendo a la movilización. De hecho, entre los trabajadores el instinto de unidad era tan natural que en varias intervenciones de la asamblea del transporte se propuso esta unidad de acción, sin que fuera tenida en cuenta por las direcciones de CCOO y UGT. No obstante, la situación económica no da tregua, mientras unos sectores se repliegan otros se ven obligados a lanzarse a la lucha. Sin ir más lejos, estos días se moviliza en Galicia y en Cádiz el sector naval, reclamando carga de trabajo y el mantenimiento de la actividad, y en Valencia la plantilla de Unión Naval ha comenzado una huelga indefinida contra el cierre del astillero. Por todo lo dicho, no existe ni un solo motivo serio para que sectores estratégicos de estas dimensiones, sometidos durante décadas al azote de la privatización y el desmantelamiento paulatino y que ahora se enfrentan a la lucha definitiva por su supervivencia, no aborden la lucha conjunta de forma decidida. Su unión sería un polo de atracción impresionante para el resto de sectores en conflicto y podría inclinar de forma decisiva la balanza hacia el lado de los trabajadores.
Por la unidad de acción
La unidad de los trabajadores es una necesidad vital en cualquier conflicto, y mantener la división sindical por arriba, en base a diferencias secundarias es un crimen que conduce al desastre a cualquier lucha. Lamentablemente, la ruptura de la unidad sindical entre CCOO y el SOMA-UGT, se ha escenificado en demasiadas ocasiones durante esta huelga, con convocatorias diferentes, encierro en los pozos sólo de afiliados del SOMA, etc. Pero, lo más grave es la ruptura que han impuesto a la unidad de acción por abajo, con la celebración de asambleas separadas e incluso de piquetes diferenciados. Hay que poner fin urgentemente a este tipo de métodos que sólo se pueden explicar por intereses mezquinos y cortoplacistas de aparato, pero que para nada benefician a la lucha y a los intereses generales de los trabajadores y de los sindicatos.
Por el bien de la lucha pensamos que es preciso que la unidad de acción se retome desde la base, con la celebración de asambleas conjuntas, donde todos puedan opinar y, lo que es más importante, decidir cuáles deben ser los siguientes pasos en la movilización. Si realmente hay diferentes puntos de vista entre los dirigentes de los sindicatos acerca de cualquier aspecto de la orientación de la lucha hay que plantearlo abiertamente para que todo el mundo pueda opinar y decidir democráticamente. Así es como se garantiza la unidad y se fortalece el movimiento: con claridad y participación desde abajo en la toma de decisiones.
Organizar la resistencia
Somos muy conscientes de la dureza de la actual lucha en la minería y del tremendo esfuerzo y sacrificio que supone para las familias obreras una huelga indefinida como la que llevan protagonizando los mineros desde el 28 de mayo. Precisamente por eso, pensamos que es necesario dar un paso más en la organización de las movilizaciones, abriéndolas a la sociedad y creando comités de apoyo donde puedan integrarse las propias familias, los jóvenes y los trabajadores en general. La creación de estos comités en todas las comarcas mineras daría un impulso tremendo a la movilización y nuevos ánimos a los trabajadores. También es urgente recabar apoyo económico para los huelguistas y sus familias. Si bien desde la Federación de Industria de CCOO y FITAG-UGT se ha abierto una cuenta para ingresar aportaciones, esta iniciativa es casi desconocida y, con todo, no agota la cuestión pues hay muchas formas de recoger dinero dando participación a los propios comités, que pueden organizar actos de solidaridad, conciertos, poner huchas en bares y establecimientos, recoger dinero directamente en las manifestaciones y, en definitiva, estrechar lazos con el resto de la clase obrera a la vez que se difunde y se mantiene vivo el conflicto. En la recuperación de las mejores tradiciones solidarias de los trabajadores se encuentra buena parte de nuestra fuerza ¿Qué mejor demostración de que vamos a ir hasta el final, que prepararnos para un conflicto largo de forma seria y consecuente?
Defender el empleo, defender el futuro
La lucha minera ha vuelto a poner en el orden del día la difícil situación que viven las comarcas mineras, donde la tasa de paro entre la juventud está por encima del 40%. Este dato, por sí solo, demuestra claramente el fracaso de las sucesivas políticas de “reindustrialización” que, como hemos denunciado tantas veces desde estas páginas, solo han servido para enriquecer a un puñado de empresarios a costa de las subvenciones públicas. Por este motivo pensamos que la solución no pasa solo por negociar prórrogas a las subvenciones.
Ahora, de forma oportunista, la patronal del carbón espera que el sudor y la sangre de los mineros les saque las castañas del fuego, mientras pretenden convencernos de que estamos todos en el mismo barco. Sin embargo, si nos referimos a la minería privada, la política de ayudas al sector, lejos de redundar en mejoras laborales y salariales para los trabajadores, ha servido tan sólo para continuar engordando los bolsillos de empresarios sin escrúpulos como Vitorino Alonso, quien, sin estas ayudas, no mantendría abiertas sus minas ni cinco minutos. Por eso hay que reivindicar la expropiación y la nacionalización de toda la minería privada, integrándola en una gran empresa minera estatal que garantice la continuidad de este sector estratégico y de todos los empleos.
Los trabajadores de las cuencas no son culpables de la ineptitud de sus gobernantes a la hora de transformar las ayudas europeas en nuevos sectores productivos. Por eso, hay que exigir el mantenimiento de todos los empleos en los pozos en tanto no se garanticen puestos de trabajo alternativos en otras ramas de la industria. No hay dinero para mantener los empleos en la minería, en la educación, en la sanidad; pero sí hay miles de millones para acudir al rescate de la putrefacta banca española.
Cada vez es más evidente que la actual crisis capitalista que estamos atravesando no es “una crisis más”. Lo que el gobierno y la burguesía han puesto encima de la mesa es una declaración de guerra al conjunto de los trabajadores, con la que pretenden cargar todo el peso de su crisis sobre nuestras espaldas. No obstante, pese a todas las dificultades, pensamos que la fortaleza de la clase trabajadora de este país continúa intacta, y su potencial de lucha está siendo infrautilizado una y otra vez por parte de las direcciones sindicales de UGT y CCOO.
Por un cambio de estrategia sindical
No es posible desligar los recortes ni tratar de solucionar los conflictos por separado, más aún cuando se trata, como en este caso, de invertir la tendencia al desmantelamiento industrial y a la destrucción de puestos de trabajo. Estamos convencidos de que, con un plan de lucha serio y sostenido podemos vencer, a condición de tener también un programa alternativo al del gobierno y la patronal y las propuestas que hacemos en relación con la actual huelga minera van en esa dirección. Pero entendemos, que sin una ofensiva generalizada del movimiento obrero en todos los frentes, cualquier conquista, incluso la más pequeña, será en este momento totalmente efímera y transitoria.
La parálisis en la que están sumidos los máximos dirigentes sindicales es la mayor debilidad que tiene ahora mismo el movimiento obrero y esta situación no puede continuar. Es necesario unificar ya todas las luchas sociales y laborales, asumiendo las reivindicaciones de los distintos sectores y elaborar un nuevo plan de lucha que plantee la convocatoria de otra huelga general, que debe abarcar al conjunto del Estado, en una nueva jornada que tendría que ser de 48 horas dentro de un plan ascendente hasta derrotar los planes del gobierno.
Debemos combatir la idea de que “no hay otra política posible” y reivindicar los intereses de los trabajadores con el mismo entusiasmo con el que la burguesía defiende los suyos. Hoy más que nunca rechazar los recortes sociales, los retrocesos laborales y exigir la nacionalización y la renacionalización de los sectores estratégicos y básicos de la economía (minería, siderurgia, transporte, eléctricas, banca…) y su control por parte de los trabajadores, es la única solución para garantizar la actividad industrial y los puestos de trabajo y debe ser una prioridad para las organizaciones de la izquierda y para nuestros sindicatos de clase.
Solidaridad con la lucha minera y en apoyo a los trabajadores encerrados
Creación de comités de apoyo y caja de resistencia para los huelguistas
Por la defensa de todos los puestos de trabajo y la dignificación de las condiciones laborales en la minería privada. Expropiación de las minas privadas
Por la extensión y unificación de los sectores en lucha para hacer frente a los ataques del gobierno
¡El 11 de julio, todos a Madrid con los mineros!
¡Por una nueva huelga general de 48 horas en todo el Estado!