La huelga del transporte público del pasado 17 de septiembre fue un éxito sin paliativos. Los trabajadores de las empresas del sector ferroviario (Renfe, Adif y Feve) secundaron la huelga de forma unánime y masiva, al igual que los trabajadores de las empresas de Metro y autobuses urbanos de Barcelona (TMB) y Madrid (EMT). A pesar de los servicios mínimos abusivos marcados por el gobierno, que llegaban al 75% del servicio en algunos casos, la incidencia de la huelga fue muy notoria.
El detonante de las huelgas en el sector ferroviario es el anuncio del gobierno de la “liberalización” del sector a partir de 2013, con el descuartizamiento de Renfe en cuatro sociedades, lo que conduce directamente a la privatización de la empresa, con el consiguiente deterioro del servicio y de las condiciones laborales y salariales de los trabajadores. La ministra de Fomento, Ana Pastor, con sus cínicas declaraciones acerca de que “entre todos no debemos pagar los costes del mantenimiento del servicio ferroviario que sólo utilizan unos pocos”, pone en evidencia su desvergonzada desfachatez, argumento que por supuesto no es válido en el caso de las ayudas a la banca.
El 17 de septiembre era ya la segunda huelga contra la privatización del sector, pero en esta fecha confluyó con las huelgas del transporte urbano en Madrid y Barcelona contra los recortes aplicados en virtud del Real Decreto 20/2012 que, entre otras cosas, suprime la paga extra de navidad. Esto supone una rebaja salarial de 1.400 euros en TMB y de más de 2.000 euros en el Metro Barcelona. Un verdadero robo. En el caso del transporte en Madrid, a todo esto se suman las insinuaciones del gobierno regional del PP de privatizar el Metro.
Por un plan de huelgas unificado de las empresas en lucha
El éxito de esta huelga no ha movido la posición del gobierno ni un ápice, como era de esperar, pero sí ha conseguido un logro importante: ha sido una demostración efectiva de que los trabajadores están dispuestos a presentar batalla, a luchar por defender sus derechos, y muestra el camino que deben seguir los dirigentes sindicales: unificar las empresas en lucha y no dispersar y dividir los conflictos.
Tras el 17 de septiembre, los comités de empresa han confeccionado distintos planes de lucha. Los trabajadores de Metro y autobuses de Madrid protagonizaron nuevos paros parciales los días 21 y 28 de septiembre, y el 1 de octubre. Este mismo día hubo huelga de 24 horas en TMB autobuses en Barcelona, y marca el camino a seguir: la unificación de las luchas. Por otro lado, los trabajadores del Metro de Barcelona hicieron huelga de 24 horas el pasado 24 de septiembre.
En TMB Barcelona, el comité de convenio (formado por ACTUB, CGT y PSA, que representan la mayoría sindical de conductores y casi el 50% del comité de empresa, y que dirigió la exitosa lucha por los dos días de descanso semanal en 2008 y 2009) convocó junto con CCOO y UGT la huelga del 17 de septiembre, y también la huelga del 1 de octubre, coincidiendo tanto con los paros parciales en la EMT de Madrid como con la inauguración oficial del nuevo invento publicitario de TMB (la nova xarxa de bus), con el que la empresa pretende ocultar el recorte de servicio y el aumento de tarifas.
A pesar de que la huelga del 1 de octubre fue aprobada en asamblea de trabajadores, los dirigentes de CCOO y UGT en la empresa se opusieron a la misma, negándose a dar continuidad a la huelga del 17 de septiembre. A pesar del peso que tiene que no convocaran todos los sindicatos, y de la campaña de miedo y chantaje de la empresa, la huelga tuvo un seguimiento total. Poco más de 20 esquiroles de una plantilla de más de 2.000 conductores de autobuses. El mismo día se celebró una asamblea masiva de trabajadores, cuyo debate es muy revelador del estado de ánimo y disposición a la lucha existente, no sólo en TMB, sino en todas las empresas del sector.
Los trabajadores de TMB reclaman más contundencia y coordinación
La oferta de la empresa consiste en devolverles los 1.400 euros en 2015, pero a cambio de aceptar una congelación salarial hasta 2017, e incluso así no está garantizada la devolución ante el anuncio de nuevos recortes por parte del gobierno. Una verdadera burla. Dicha “oferta” ha sido aceptada por el SIT, sindicato que en la actualidad preside el comité de empresa, que ha firmado un acuerdo de eficacia limitada (para sus afiliados y aquellos trabajadores que individualmente lo suscriban). Aunque CCOO y UGT no han firmado tal preacuerdo, tampoco convocaron la huelga del 1 de octubre con el argumento de que “hay que cumplir la ley”, es decir, que hay que comerse el real decreto y aceptar el recorte salarial. Ante esta situación, un trabajador propone en la asamblea la disolución del comité de empresa, lo que es apoyado de forma unánime en votación a mano alzada.
La asamblea también decide desconvocar los paros parciales que tenían previstos del 2 al 4 de octubre, y mantienen el paro del 5 de octubre para organizar una nueva asamblea y decidir un plan de movilizaciones más contundente, con una gran huelga de las empresas públicas en Barcelona en octubre. En la asamblea también se decide convocar una reunión de los comités de empresa y trabajadores de las distintas empresas en lucha en Barcelona, para el 10 de octubre, con el objetivo de formar una coordinadora de lucha y unificar los distintos conflictos.
El 4 de octubre también se celebraron asambleas masivas de la plantilla de Metro, que aprobaron la propuesta del comité de empresa de convocar paros parciales el 7 y el 22, y huelga de 24 horas el 31 de octubre, coincidiendo con la convocatoria de Huelga General de la CGT. Resulta muy revelador que en la asamblea varios trabajadores pidieran al comité de Metro que unificara el conflicto con TMB bus, ya que son la misma empresa y se enfrentan a los mismos ataques.
Para parar los recortes y ataques en el sector del transporte, y en general, es necesario un plan de huelgas y movilizaciones contundente, que unifique los conflictos en lucha. Después del éxito de la huelga del 17 de septiembre, los planes de lucha de cada empresa por su lado no suponen un paso adelante, e incluso pueden llegar a conseguir atomizar y desgastar a los trabajadores en lucha, como sucedió con la sanidad catalana durante el 2011. Por eso creemos que la propuesta de los trabajadores de TMB de coordinar las luchas, si se concreta y se pone en marcha, sí supone un paso adelante. Un primer paso seria que el comité de convenio de autobuses coja con las dos manos el plan de lucha de Metro, y aunque no se pueda unificar la lucha por arriba, si se hagan confluir las huelgas y unificar los conflictos por abajo, desde las plantillas.
La patronal y el gobierno prefieren enfrentarse a diversos conflictos dispersos y desconectados entre ellos, porque saben que no pueden afrontar un plan de huelgas conjuntas de las diferentes empresas y sectores. Éste es el camino a seguir.
Ni un recorte en las condiciones salariales ni laborales.
Por un transporte público de calidad. No a la privatización.
Por un plan de huelgas contundente y continuado.
¡Por una Huelga General de 48 horas YA!