mani_sindicatos_grandeLos trabajadores tenemos legitimidad y fuerza para derrotar a la derecha

La crisis del capitalismo y la política del PP están empujando a la sociedad a una situación de verdadera catástrofe. En el Estado español el paro afecta a casi seis millones de personas, uno de cada cuatro trabajadores; un 27% de la población (13 millones) vive por debajo del umbral de pobreza y más de dos millones de niños y niñas lo hacen en hogares considerados pobres o en situación de pobreza severa; cada día, 500 familias son desahuciadas por los bancos de sus viviendas. Una pendiente brutal hacia el empobrecimiento acentuada por el ataque a los salarios, que en 2012 sufrieron el mayor retroceso en 27 años. Desde que el PP ganó las elecciones de noviembre de 2011, hemos retrocedido treinta años en nuestros derechos. Así ha pasado con la contrarreforma laboral, que ha instaurado la dictadura patronal en las empresas, o con la que intenta imponer el ministro de Educación, José Ignacio Wert, que pretende volver a la enseñanza del franquismo. Igual con el copago sanitario que se generaliza cada vez más, como ha ocurrido en Madrid, donde no va a quedar ni un solo hospital de gestión enteramente pública y, por primera vez, se va a privatizar el 10% de los ambulatorios de la región. O con las facilidades para aprobar EREs en las empresas públicas, lo que significará el despido de decenas de miles de trabajadores; o con la reducción de la partida para las prestaciones por desempleo y el previsible hachazo a las pensiones.

Los cínicos “argumentos” del PP

El PP justifica sus brutales medidas afirmando que son necesarias para “salir de la crisis”. Sin embargo, es evidente que con los recortes se agrava la crisis y el desempleo y, aunque “no hay dinero” para educación y sanidad, sí lo hay, y en cantidades ingentes, para la banca y las grandes fortunas, que son premiadas por defraudar al Estado. Mientras se recortan 6.000 millones en la sanidad pública y otros 4.000 en educación, se deja de ingresar 5.600 millones por la bajada del impuesto de Sociedades de las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, aprobada por el PP y CiU. En este año de gobierno del PP, ya se ha trasvasado del erario público más de 60.000 millones de euros a la banca (sólo a Bankia se le ha regalado más de 27.000 millones), y el pago de intereses de la deuda pública (que va a parar a los bancos) se ha convertido en el capítulo más grande de los presupuestos generales de 2013.
De hecho, el PP está negociando un “rescate” con la UE para garantizar que la banca nacional y extranjera recibe puntualmente sus intereses usureros, y si se aprueba finalmente, vendrán más ataques y más duros. Pero mientras los pobres son cada vez más pobres, los ricos son cada vez más ricos. El Estado español es el primero entre los 27 miembros de la UE con mayor desigualdad social. Mientras la derecha apela cínicamente a los trabajadores a “arrimar el hombro” para salir de la crisis, los capitalistas están protagonizando una brutal fuga de capitales (ascendía hasta el mes de julio, en tasa interanual, a 235.375 millones de euros, casi el 25% del PIB, según los últimos datos del Banco de España) y una verdadera huelga de inversiones, que se ha reducido en más del 37% en los últimos cinco años.

Derechos democráticos en peligro

A esta guerra declarada, la población ha respondido con una tremenda contestación social. Por supuesto, el PP en lugar de escuchar y atender las demandas justas de la mayoría, nos ha insultado, nos ha criminalizado y nos ha lanzado a la policía, que se ha destacado por actuaciones represivas cada vez más brutales. No contentos con ello, la derecha está insistiendo en restringir el derecho de expresión, manifestación, reunión y huelga. La respuesta del ministro Wert al masivo seguimiento de la huelga de 72 horas convocada por el Sindicato de Estudiantes ha sido la amenaza de eliminar el derecho a huelga de los jóvenes de enseñanza secundaria. En la manifestación contra los presupuestos del pasado 27 de octubre en Madrid, en la plaza de Neptuno, 300 personas fueron expedientadas por promover una manifestación “ilegal”, y pueden ser castigadas con multas de hasta 6.000 euros. A todo esto se suma la reciente reforma del código penal impulsada por Gallardón, dirigida a penalizar a los sindicatos y organizaciones de izquierdas, al responsabilizarlas de cualquier acción “vandálica” de sus afiliados. Con los escandalosos casos de infiltración policial en las manifestaciones, no es difícil imaginar el uso que hará el PP de esta nueva vuelta de tuerca contra el derecho a manifestación.

Por una huelga general combativa, participativa y con continuidad. Por la unidad de acción

Los trabajadores y sus familias, que somos la mayoría social, tenemos toda la legitimidad para luchar por una vida digna, por el futuro de nuestros hijos y por mantener los derechos democráticos que arrancamos en los años setenta a la dictadura. Y además de legitimación, los trabajadores tenemos la fuerza para poder derrotar a la derecha.
La huelga general de 14-N convocada por CCOO y UGT —y en el caso de Galicia también por la CIG, con manifestaciones unitarias, un importante paso adelante respecto a la huelga general del 29-M— y que forma parte de una gran movilización europea, con huelgas generales también en Portugal, en Grecia y en Italia, era una exigencia de la base de los sindicatos, de las decenas de miles de trabajadores movilizados en numerosos sectores, de los jóvenes y estudiantes que recientemente han salido masivamente a las calles. La clase obrera y la juventud estamos dispuestos a luchar de manera seria, como ha quedado claro en las manifestaciones, acciones y huelgas masivas que se han sucedido en estos dos últimos años, muchas de ellas al margen de los grandes aparatos sindicales. Existe una fuerte crítica entre amplios sectores de la izquierda a la política de las direcciones, con mucha razón, y por eso esta huelga debe servir también para romper con un modelo sindical caduco y que sólo ha servido para envalentonar a la patronal y los gobiernos; un modelo de desmovilización, de pactos sociales y acuerdos lesivos para los intereses de los trabajadores.
Necesitamos urgentemente recuperar un sindicalismo de clase, combativo, democrático, internacionalista y con un contenido socialista; que inscriba en su bandera la unidad de acción, que es una exigencia clara y concreta del movimiento. La huelga del 14-N no es un cheque en blanco para Toxo y Méndez, al contrario, debe ser un punto de inflexión para un giro de 180 grados a la izquierda. Por eso, la actitud de algunos sindicatos negándose a convocar la huelga del 14-N, como el caso de ELA y LAB —que organizaron una huelga general el pasado 26 de septiembre en Euskal Herria que los marxistas de El Militante apoyamos activamente—, representa un error tremendo. No se puede decir, como hacen en su comunicado los dirigentes de ELA y LAB, que existen razones para la lucha, y negarse a sumarse a una convocatoria que tendrá además un carácter europeo, aludiendo a que CCCO y UGT no apoyaron el 26, o que hay que defender un marco autónomo de lucha en Euskal Herria (en un momento en que la crisis del capitalismo mundial exige una respuesta unificada de la clase obrera por encima de fronteras nacionales). Esta actitud sectaria, no muy diferente de la mantenida por las direcciones de UGT y CCOO en las convocatorias de la mayoría sindical vasca, sólo beneficia a nuestros enemigos de clase, y no va ser comprendida por miles de trabajadores y delegados de ELA y LAB. La unidad de acción no significa confundir las banderas, ni rebajar el programa. Al contrario, permite que los sectores más avanzados puedan defender sus ideas y llegar a la base de otras organizaciones con una postura consecuente. Pero cuando millones de trabajadores del Estado español, de Portugal, de Grecia e Italia, salen a la huelga, permanecer de brazos cruzados o alentar a ir al trabajo, tiene un nombre bien conocido.
Para garantizar el éxito del 14-N, la huelga general debe ser organizada de manera combativa, sobre la base de asambleas en todos los centros de trabajo, democráticas, donde la clase obrera se pueda expresar, tomar iniciativas y cohesionarse. Los dirigentes de CCOO y UGT tienen una gran responsabilidad: el 14-N no se debe enfocar como una gran protesta para soltar presión de la caldera, no: el 14-N debe ser el inicio de una movilización ascendente y cada vez más contundente de la clase trabajadora hasta derrotar al gobierno del PP y sus salvajes recortes y contrarreformas. Si con el 14-N no es suficiente para alcanzar nuestros objetivos hay que convocar otra de 48 horas y de forma inmediata.

Socialismo e internacionalismo

Uno de los argumentos preferidos por la derecha es el de que “no hay más remedio” que los recortes y lanzan, desafiantes, la pregunta: “¿qué alternativa tenéis?, ¡estamos en una economía de mercado!”. Frente a esto los marxistas del El Militante decimos bien claro y alto que la crisis del capitalismo no se puede resolver con más capitalismo. Sí, hay una alternativa al desempleo masivo, a los recortes y a la falta de futuro: nacionalizando todo el sistema financiero y las grandes empresas, bajo el control democrático de los trabajadores, para poner en marcha un plan de inversiones y producción al servicio de la mayoría de la sociedad, aumentando masivamente el gasto social y suspendiendo el pago de intereses por deuda pública a los grandes bancos y especuladores. Sólo así se podrá implantar una auténtica democracia al servicio de la mayoría, no la actual farsa democrática donde mandan los banqueros. Hay que acabar con el control asfixiante que los banqueros y los grandes monopolios ejercen sobre la sociedad. Hay que garantizar que los recursos económicos, la tecnología y la ciencia estén al servicio de la mayoría de la población y no subordinadas al máximo beneficio de una pequeña minoría de parásitos. El capitalismo es una amenaza para la humanidad. Hoy más que nunca el auténtico dilema es: socialismo o barbarie.
Por primera vez en la historia, el 14-N, los trabajadores van a protagonizar una huelga general en toda la península ibérica, estaremos hombro a hombro con la clase obrera portuguesa, griega, italiana y de otros países del sur de Europa. ¡Este es el camino! Unificar a la clase obrera de toda Europa, por encima de las diferencias nacionales y culturales, y frente a la decadente Unión Europea capitalista, defender la Federación Socialista Europea.

¡Únete a la Corriente Marxista El Militante!

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