La lucha por el convenio del Metal-Pymes de la provincia de Cádiz ha sido toda una demostración de fuerza y de cómo solo con un plan de lucha serio se puede poner a la patronal contra la espada y la pared. Las huelgas de los días 26 y 27 de febrero y 8 y 9 de abril lo constatan. A pesar de que la patronal ha usado la violencia policial primero, y a continuación los medios de comunicación para tratar de desacreditar la lucha, lejos de amedrentar a los trabajadores, estos han seguido respondiendo de una forma cada vez más contundente y organizada. Así, no había duda de que los siguientes ocho días de huelga convocados (tres más en abril y una semana completa en mayo) iban a seguir en la misma línea. Sin embargo, en el momento álgido, cuando había que echar toda la carne en el asador en la defensa, no solo del convenio, sino de todo lo que este significa a nivel regional y estatal, la dirección de CCOO y UGT, ha firmado un pacto que, aunque a priori obliga a la patronal a aceptar un nuevo calendario de negociaciones y prorrogar el convenio hasta finales de 2013, también nos obliga a los trabajadores a desmovilizarnos y a no convocar ninguna movilización por el convenio hasta pasada dicha fecha.

Arrogancia patronal

Este acuerdo, en este momento, solo puede contribuir a que la patronal se sienta más fuerte. En sus declaraciones a los medios deja muy clara cuál es su disposición en las negociaciones: “La patronal del metal considera que el convenio actual del metal, (cuyo coste salarial es el segundo mayor de España y el mayor de Andalucía) resulta poco competitivo”. Desde la Confederación de Empresarios Andaluces (CEA), Manuel Carlos Alba, director del departamento de Relaciones Laborales, asegura que los convenios deben “ajustarse a la situación del mercado”. Y en muchos casos, añade, es “impensable” que se sigan manteniendo las condiciones, “no ya de hace cuatro años, sino sólo de hace dos años”. Solo quieren ganar tiempo, marearnos en los despachos para después, tratar de imponernos lo mismo que ya tenían pensado.
En el contexto en el que nos encontramos, no podemos menos que pensar que los dirigentes sindicales de CCOO y UGT, en lugar de desconvocar la huelga sin pasar por las asambleas de trabajadores y sin darnos la oportunidad de decidir si queríamos seguir luchando, deberían haber seguido adelante con la movilización, unificando el plan de lucha por el convenio del Metal-pymes con la inevitable lucha por la carga de trabajo que se va a dar en el sector naval a nivel estatal y, de esta forma, golpear con toda la fuerza de la unidad tanto a la patronal que bloquea los convenios, como al gobierno del PP que trata de asfixiar a los astilleros.
A los trabajadores nunca nos han regalado nada y ha sido solo con la lucha seria, contundente y unitaria como hemos conseguido todos nuestros derechos, y sólo así conseguiremos mantenerlos. Todos los ataques responden a la misma causa: la crisis del sistema capitalista, de la que los trabajadores no somos en absoluto responsables. Por tanto, no podemos aceptar ningún recorte. El único resultado de la política del mal menor son más ataques. Hay que plantar cara y luchar. Y precisamente porque estamos ante un ataque global, es imposible defenderse desde una sola empresa, sector o comunidad autónoma. Es necesaria una visión también global, de clase. Hay que responder uniendo nuestras fuerzas, solo así nos haremos imparables ante la patronal.
Pero además tenemos que exigir al gobierno de la Junta de Andalucía, votado por trabajadores y jóvenes para hacer una política frontalmente opuesta a la del PP, que lleve a cabo medidas de calado en defensa de los intereses de las familias trabajadoras. Tras años de jugosas subvenciones a las empresas privadas, estas solo nos pueden ofrecer el paro o la precariedad. Si los empresarios son incapaces de asegurar un futuro digno para la Bahía, al igual que correctamente se ha planteado con la vivienda, es necesario que la Junta pase de las palabras a los hechos y se ponga del lado de los trabajadores expropiando sin indemnización a todas las empresas que despiden o amenazan con rebajar las condiciones laborales. El conjunto de la clase trabajadora golpeando junta en defensa de esta alternativa es la única manera para vencer, igual que hicimos en los años 80.

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