A las 6 de la madrugada de este miércoles, 5 de junio, tres agentes de la Policía Nacional detenían en su domicilio al compañero Juan Carlos, trabajador del astillero perteneciente al gremio de Armadores, acusado de haber agredido a un policía municipal el jueves 30 de mayo, cuando los trabajadores del sector naval ferrolano obligamos a suspender un pleno del ayuntamiento.

El origen de los acontecimientos radica en la orden recibida por la policía municipal, de impedir el normal acceso de público al pleno, orden con la que el PP pretendía evitar otro boicot como el del 25 de abril. Tal orden generó una tensión innecesaria entre los agentes de la policía local y los trabajadores del naval, que terminó con un policía local herido al romperse un cristal de la puerta. Desde este día, el PP lanzó una campaña de criminalización contra el compañero, que tuvo el punto culminante con su detención.

El comité de empresa, desbordado por los trabajadores

El miércoles día 5, cuando en el área de Aceros se conoce que Juan Carlos había sido detenido en su casa esa madrugada, dos de sus compañeros se acercan hasta el local del comité de empresa, para informarse y saber qué iba a hacer el comité. Como su conclusión es que el comité no tiene ningunas ganas de hacer nada, los trabajadores de Aceros deciden celebrar una asamblea a las 10 de la mañana en sus taquillas. A esta asamblea acude el comité de empresa, que repite lo mismo: pide que se les dé tiempo y que se confíe en ellos. La conclusión de todos los presentes fue muy clara: un compañero detenido por su participación en una protesta sindical de todos y el comité de empresa no quiere hacer nada. La indignación con el comité es enorme y un trabajador hace una propuesta: reconvertir la asamblea de Aceros en una culebra que recorra la fábrica informando de lo sucedido y convocando a toda la plantilla a una asamblea general a las 11 de la mañana en el garaje, para decidir una salida a la calle.

En poco más de media hora, cien trabajadores conseguimos que la factoría quedase paralizada. A las 11, dos mil trabajadores se agolpan en el garaje. Cuando el portavoz del comité coge el micrófono y antes de que dijese la primera palabra, suena una pitada enorme, expresando el cabreo de muchos trabajadores con la actitud del comité. El ambiente es tan explosivo, que el comité se ve obligado a asumir los planteamientos de los trabajadores de Aceros, y propone salir a la calle. Alrededor de 2.000 trabajadores nos concentramos en los juzgados hasta que se liberó a Juan Carlos.

El culpable es el PP

La primera cuestión de la que se tiene que hablar, e interesadamente se deja en segundo plano, es que el responsable real de este accidente no fue Juan Carlos, sino el PP, por dar la orden de impedirnos la entrada, que fue lo que generó la situación de tensión en el ayuntamiento. Eso fue lo que provocó el accidente, que fue eso, un accidente, no una agresión. Lo fácil es responsabilizar al compañero porque es quien supuestamente provoca que el policía municipal golpee el cristal y olvidarse de quién desde un despacho, calculadamente, crea esa situación con su decisión. Esa persona y el alcalde de Ferrol son los auténticos responsables de lo sucedido, es a ellos a quienes deberían procesar.

Un punto de inflexión en el movimiento obrero del astillero

Desde el día del pleno del ayuntamiento, la actitud del comité de empresa fue totalmente lamentable. Empezando por las tímidas declaraciones públicas sobre los incidentes, continuando por el “apoyo” que le brindó al compañero (se limitó a ponerlo en contacto con un abogado) y terminando por su intento de evitar que saliésemos a la calle para exigir su libertad.

No debemos permitir que Juan Carlos sufra ningún tipo de represalia. Y desde aquí, los trabajadores marxistas de los astilleros ferrolanos exigimos al comité de empresa que impulse una campaña de solidaridad para que se retiren todos los cargos contra nuestro compañero, la movilización de toda la plantilla frente a los juzgados si vuelve a ser requerido y la realización de una colecta entre la plantilla si es multado.

Pero más allá de esto, todo lo ocurrido el miércoles 5 de junio en Navantia-Ferrol (y, en general, durante estos dos últimos años de movilizaciones en demanda de carga de trabajo) pone de relieve que entre los trabajadores hay mil veces más iniciativa y voluntad de lucha que entre los actuales dirigentes sindicales, que no sólo no están a la altura de las circunstancias, sino que cada vez es más evidente que tampoco tienen ganas de estarlo. Son las personas equivocadas, en el sitio equivocado, en el momento equivocado. La solución a esta solución sólo puede venir de abajo, de que los propios trabajadores tomemos la lucha en nuestras manos.

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