En el momento de escribir este artículo (4 de octubre), nuestro convenio está sumido en la confusión. El 30 de septiembre se alcanzó un consenso verbal en la negociación, que, a pesar de no estar plasmado en un papel, ha dado lugar a un proceso informativo que en gran medida son conjeturas pendientes de conocer el texto final que está elaborando la empresa. Los propios representantes sindicales reconocen que no pueden asegurar que este texto respetará lo hablado. Para más inri, entre los diversos resúmenes por escrito que circulan hay contradicciones: por ejemplo, los de CCOO y UGT repartidos en esta factoría no dicen lo mismo sobre las incapacidades.
La falta de un texto impide un análisis completo, pero algo sí se puede decir: si el convenio se firma así, representará un retroceso importante en los derechos de los trabajadores porque tendríamos el cuarto año consecutivo de congelación salarial, aumentaría la jornada, desaparecerían las asimilaciones, empeoraría el tratamiento de las incapacidades, desaparecería el paquete de Navidad y habría numerosos pequeños cambios a peor en toda una serie de aspectos (licencias retribuidas, cambio de turno, desplazamientos, movilidad funcional...). Además, se eliminarían derechos para posibles futuros ingresos, lo cual es una aberración.
Firmar tal convenio significaría un gravísimo error sindical porque sería una firma desde la resignación de los dirigentes sindicales, que nunca tuvieron una voluntad real de oponerse a los recortes, como demostraron con la contrapropuesta presentada a la empresa el 10 de julio y rechazada por la factoría de Ferrol, la única donde los trabajadores pudimos debatirla y votarla, pero porque obligamos al comité a convocar una asamblea general mediante una recogida de firmas, demostrando así que hay mucha más combatividad y claridad de ideas en la base que en las cúpulas. Sería un convenio firmado sin intentar defender nuestros derechos, sin darle ninguna oportunidad a la movilización.
A mediados de septiembre, la empresa anunció que el 4 de diciembre, sólo unos días antes de que parta para Australia el último buque que queda en Ferrol, presentará un plan estratégico. La jugada está clara: quieren un convenio que acabe este año para desactivar cualquier peligro de que el buque australiano sea utilizado por los trabajadores como arma de presión y, una vez se haya marchado, vendrán a la carga con un plan con el que pretenderán recortarnos muchos más derechos y conquistas, a lo que se sumará que el convenio sólo llegaría hasta este 31 de diciembre.
Hay que pararle los pies al PP, y tenemos fuerza para ello. La marea blanca de Madrid logró paralizar la privatización hospitalaria. Pero para lograrlo hizo falta una lucha de meses, con huelgas del personal sanitario y una permanente movilización de masas callejera. Este es el camino. Si el PP quiere recortar los derechos laborales en Navantia, hay que hacerle frente. Con un plan de acción contundente (huelga en todas las factorías, marcha a Madrid, etc.) ganaríamos algo de entrada: abrir un nuevo frente de lucha contra un gobierno ya muy desgastado y que se va a enfrentar a movilizaciones muy importantes en las próximas semanas, como las de la comunidad educativa contra la LOMCE. Responder contundentemente al intento de empeorar nuestro convenio es la mejor manera de prepararnos para defendernos de los ataques que nos esperan en el plan estratégico.