La exigencia de los trabajadores era que la empresa abandonase el proceso de sabotaje y desmantelamiento de la planta de Fuenlabrada que, con nocturnidad y alevosía, estaba tratando de llevar a cabo las semanas previas al nuevo juicio, así como la reapertura inmediata de la fábrica para poder entrar a trabajar lo antes posible.
Tan sólo cuatro días después, la plantilla conocía el fallo favorable a sus reivindicaciones por parte de la Audiencia Nacional. Los juzgados daban un plazo máximo de cinco días a la empresa para que o bien readmitiese a los más de 200 empleados de Fuenlabrada entregándoles a su vez las nóminas acumuladas desde que se inició el conflicto, o bien les entregase tanto los sueldos adeudados desde febrero, como las correspondientes nóminas de todo el tiempo que estos siguiesen sin trabajar. Una victoria sin paliativos.
Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas y expirados esos cinco días otorgados por los juzgados, los trabajadores han conocido la última maniobra de la empresa: “acatar” la sentencia de la Audiencia Nacional ofreciendo la recolocación de los trabajadores despedidos en las plantas en funcionamiento (Valencia y Sevilla), cuando la citada sentencia hace referencia explícita a que esta recolocación debe realizarse en el lugar de trabajo previo a la ejecución del ERE. Las espadas siguen alto hasta que Coca-Cola cumpla la sentencia.
Aunque sentencia tras sentencia la multinacional pierde una y otra vez los pleitos que inicia —hay que sumar las falsas denuncias contra trabajadores de la planta que también han quedado mayoritariamente desestimadas—, lo cierto es que Coca-Cola sigue adelante con su particular pulso contra los trabajadores de Fuenlabrada.
Redoblar la solidaridad
Lejos de desmoralizarse, los trabajadores están redoblando sus actividades y difusión del conflicto, manteniendo el campamento a las puertas de la fábrica para que no puedan desmantelarla, y participando en todas las protestas sociales que se producen en Madrid para, además de apoyarlas, recordar que su lucha sigue tan viva como el primer día. El último ejemplo lo tuvimos el 29-N en las Marchas de la Dignidad.
La negativa, en la práctica, por parte de la multinacional de aceptar esta nueva sentencia está haciendo que la indignación aumente exponencialmente. Cada vez son más quienes ven cómo la justicia sólo se preocupa por exigir el cumplimiento de sus sentencias de manera fulminante cuando éstas significan expulsar de sus viviendas a familias sin recursos para beneficio de una minoría de grandes propietarios, y que en las contadas ocasiones que los juzgados dan la razón a los trabajadores nadie obliga a que las grandes empresas acaten las sentencias.
Los trabajadores de Coca-Cola han demostrado por la vía de los hechos que sólo la movilización les ha permitido llegar hasta aquí. Por eso mismo son plenamente conscientes de que en este momento es más necesario que nunca el apoyo que el conjunto de los trabajadores les podamos brindar. Desde estas páginas animamos a todo el mundo a apoyar las iniciativas que desde la plantilla se lleven adelante los próximos días, y que estas Navidades, más que nunca, las celebremos sin consumir ni una gota de Coca-Cola.