1. La burguesía europea y una coalición integrada por los partidos de la derecha conservadora y la socialdemocracia se han conjurado para imponer al continente el mayor plan de rearme desde la Segunda Guerra Mundial. Bajo la burda y ridícula excusa de que Putin pretende invadir Europa, la estruendosa campaña de propaganda de los medios de comunicación del gran capital se resume así: Europa debe defenderse de una amenaza existencial que pretende acabar con nuestro reino de libertades y derechos humanos.

2. Esta agenda militarista, encubierta de falsa defensa de la democracia, es una continuación de las políticas neoliberales y las atrocidades imperialistas que el mundo lleva sufriendo desde hace décadas. Los mismos dirigentes europeos que pretenden vestirse con el ropaje de la “paz” han respaldado todas las intervenciones criminales de la OTAN en más de setenta años, patrocinado el genocidio sionista contra el pueblo palestino en Gaza, y llenan los arsenales del régimen neofascista de Zelenski. Son los que asumen el discurso racista de la extrema derecha y adoptan una legislación abiertamente represiva, y no dejan de destruir los derechos sociales para inflar los beneficios escandalosos de los banqueros y los grandes monopolios capitalistas.

3. Esta propaganda nauseabunda también trata de ocultar un hecho difícilmente incontestable, y es que la guerra imperialista en Ucrania, en la que Europa ha invertido cientos de miles de millones de euros, ha terminado con una colosal derrota para el bloque occidental. Un fracaso histórico regado con la sangre de ucranianos y rusos, de jóvenes y trabajadores enviados a una matanza cruel en la que no hay ningún bando que luche por otra cosa que no sea los intereses económicos, militares y geoestratégicos de sus oligarquías respectivas.

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La agenda militarista europea, encubierta de falsa defensa de la democracia, es una continuación de las políticas neoliberales y las atrocidades imperialistas que el mundo lleva sufriendo desde hace décadas. 

4. El resultado de esta guerra subraya el cambio decisivo en la correlación de fuerzas mundial, y pone aún más en evidencia el avance del bloque imperialista liderado por China y Rusia. Ahora, los bandidos que dirigen EEUU y Europa tratan de encubrir el desastre golpeándose mutuamente, en un contexto de decadencia prolongada de la primera potencia capitalista del planeta, y de la creciente irrelevancia del Viejo Continente en la pugna por la supremacía.

5. A pesar de todos los adornos que quieran colocar los gobernantes europeos y la socialdemocracia a su política militarista, los planes que han aprobado muestran su seguidismo hacia las exigencias de Trump, y concuerdan perfectamente con el furibundo nacionalismo de las formaciones ultraderechistas europeas, de AfD, Le Pen, Abascal o Meloni. La clase dominante europea está defendiendo sus intereses imperialistas, como siempre ha hecho. Le importa un bledo la democracia, los derechos humanos, o la supuesta independencia de Ucrania, que es hoy más que nunca una colonia norteamericana y europea. Las formas aparentes pueden parecer distintas a las de Trump, pero el contenido es el mismo: conseguir una buena tajada en la lucha feroz por el reparto del mundo a costa de la explotación de la clase trabajadora.

6. Europa se rearma y habla de “autonomía estratégica” porque quiere recuperar un papel principal en la escena mundial. Sin embargo, sus retrocesos en áreas de influencia tradicionales y su decadencia económica, principalmente frente a China, pero también ante EEUU del que depende militarmente por completo, la están llevando a un callejón donde todas las contradicciones acumuladas ponen un gran signo de interrogación sobre el propio futuro de la UE. 

Un gran negocio para los capitalistas

 7. Las UE y sus Gobiernos, incluido el de Pedro Sánchez, han anunciado un plan de gasto público de más de 800.000 millones de euros para el rearme europeo, de los que 150.000 millones se materializaran emitiendo deuda común. Para agilizar el desembolso han acordado excluir los gastos corrientes e inversiones militares en el cálculo del déficit de cada país, y que se pueda rebasar el límite anterior hasta una cantidad equivalente ¡al 1,5% del PIB!

8. Estamos hablando de movilizar recursos gigantescos para militarizar Europa, justo en el momento en que los gastos sociales se hunden y el empobrecimiento se extiende. En el caso de Alemania se trataría de destinar 64.000 millones de euros más al año, en el caso de Francia y el Estado español 43.000 y 23.000 millones respectivamente. Pero estas cifras iniciales pueden cambiar rápidamente. Así lo ha decidido el nuevo Gobierno de la CDU y el SPD con la eliminación del tope constitucional a la deuda, introducido durante la crisis económica de 2008 para justificar duras políticas de austeridad en Alemania y en el conjunto de Europa, y que le permitirá aprobar un plan de inversiones, fundamentalmente en el ámbito militar, que podría llegar hasta el billón de euros en cuatro años.

9. El cinismo de los Gobiernos europeos no conoce límites. Aquellos que convirtieron el control del déficit en un mandamiento sagrado para justificar brutales recortes en el Estado del bienestar, la privatización masiva de servicios públicos, y el hundimiento de los salarios y las condiciones de vida, rompen sus propias líneas rojas cuando se trata del rearme y de jugosos negocios que esto implica para el capital. Todo en nombre de la libertad y la democracia.

10. Europa en su conjunto gasta ya 315.000 millones de euros en defensa cada año, triplicando el presupuesto militar de Rusia, unos datos que desmienten el principal argumento de la campaña propagandística sobre el peligro de una invasión de Moscú. La UE va a movilizar recursos masivos para rearmarse hasta los dientes sí, pero en beneficio de sus propios capitalistas, para combatir al “enemigo” interior, esto es, a la clase obrera y los movimientos sociales, y para intervenir en nuevas guerras imperialistas.

11. Las informaciones publicadas estos días por la prensa económica son muy elocuentes: “El negocio de la guerra y el inminente incremento de gasto en defensa de la Unión Europea (UE) han invocado a los inversores. Los valores del Viejo Continente ligados a este sector son los que mejor absorben el repunte de las turbulencias geopolíticas y los mensajes de rearme enarbolados por Bruselas. Siete de las 10 empresas que más se revalorizan del Stoxx 600 en el año están ligadas a la defensa: las alemanas Thyssenkrupp y Rheinmetall avanzan un 143,7% y un 99,2% en Bolsa respectivamente desde principios de año, seguidas por las francesas Thales (80,5%) y Dassault Aviation (51,4%), así como las italianas Leonardo e Iveco (77% y 75% respectivamente) o la sueca Saab (61%).”[1]

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El cinismo de los Gobiernos europeos no conoce límites. El control del déficit era sagrado para justificar recortes en el Estado del bienestar, privatizaciones, hundimiento de los salarios, etc., pero se lo saltan para el rearme y para garantizar negocios para el capital. 

12. Y como señalan los analistas, estos planes de rearme beneficiaran sobre todo… a las empresas estadounidenses: “Lo paradójico es, sin embargo, que el dinero que se invierte en defensa en Europa termina en compañías estadounidenses. Un trasvase de flujos que explican los analistas de City, quienes apuntan que antes de la invasión rusa de Ucrania, el 60% de los presupuestos de defensa europeos terminaban en empresas estadounidenses. ‘Esto aumentó al 80% durante la guerra en Ucrania, pues las empresas europeas tuvieron dificultades para aumentar su capacidad rápidamente’, destacan. Y concluyen con que ‘volver al 60% llevará bastante tiempo, lo que implica que, en los próximos años, una parte significativa del gasto adicional en defensa beneficiará más a EE UU que a Europa’…”.[2]

Una guerra contra la clase trabajadora

13. Los mismos que sumieron al pueblo griego en la más completa de las miserias mediante un chantaje propio de la cosa nostra, se quejan ahora de Trump y de su comportamiento mafioso. Pero ¿acaso la Comisión Europea, dominada por la derecha tradicional y la socialdemocracia, no se comportó de la misma manera chulesca y criminal con Grecia cuando su pueblo votó y se levantó contra los rescates y los planes de austeridad? ¿No les amenazaron con desatar el caos actuando como auténticos matones?

14. Tal y como ocurrió hace más de diez años con los rescates bancarios, esta nueva montaña de dinero público en favor del lobby militar y los banqueros conllevará nuevas políticas de recortes y más desigualdad social, y dará alas a la demagogia reaccionaria, racista y nacionalista de la ultraderecha.

15. Los tambores de guerra y la fanfarria militarista de Von der Leyen, Mertz, Meloni, Pedro Sánchez o Macron, que incluso ha puesto encima de la mesa su paraguas nuclear de cara a “proteger a Europa”, tiene un objetivo central: tratar de militarizar la sociedad generando una psicosis de guerra, reforzar las tendencias autoritarias, la represión contra el movimiento obrero y la juventud, y los ataques contra los derechos democráticos, incluido el derecho de huelga. Los mismos que nos hablan todos los días de la amenaza del trumpismo, asumen su programa y refuerzan las tendencias bonapartistas de mano dura que la internacional reaccionaria reclama. La derecha y la socialdemocracia allanan el camino a Le Pen, AfD, Vox, etc.

16. La decisión de la UE de legalizar campos de concentración extracomunitarios para recluir a nuestras hermanas y hermanos inmigrantes, asumiendo así las recetas de Meloni, o los acuerdos del nuevo Gobierno alemán CDU-SPD para endurecer aún más las medidas contra la inmigración, asumiendo en la práctica el discurso de AfD, van en la misma dirección y no se diferencian en nada de lo que Trump está haciendo en EEUU. El objetivo de la UE es criminalizar a un sector de nuestra clase, el más explotado y oprimido, y generar una fuerte división entre nuestras filas con sus políticas racistas. Es una estrategia bien conocida y que puso en práctica el fascismo y el nazismo agitando la propaganda antisemita y supremacista, que hoy se han transformado en islamofobia y xenofobia contra la población inmigrante.

17. Tal y como explicó Karl Liebknecht, dirigente comunista alemán que alzó su voz contra el militarismo y la guerra imperialista en 1914: “El militarismo no constituye solo un medio de defensa y un arma contra el enemigo exterior. Tiene una segunda función que cada día pasa más a primer plano a medida que se agravan los antagonismos de clase (…) Esta tarea consiste en proteger el orden social existente y en defender al capitalismo y a la reacción contra la lucha liberadora de la clase obrera. El militarismo se representa como un simple instrumento de la lucha de clases, un instrumento en manos de las clases dominantes destinado a impedir —junto con la policía y la justicia, la escuela y la Iglesia— el desarrollo de la conciencia de clase, así como asegurar a una minoría, cualquiera que sea el costo y contra la voluntad de la mayoría del pueblo, el dominio en el Estado y la libertad de explotación”.[3]

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La fanfarria militarista de Von der Leyen, Mertz, Meloni, Pedro Sánchez o Macron, tiene como objetivo militarizar la sociedad crear psicosis de guerra, reforzar las tendencias autoritarias y la represión contra el movimiento obrero y la juventud. 

18. La burguesía europea sabe perfectamente que el capitalismo afronta una crisis severa, que la derrota militar en Ucrania ha significado un cambio histórico en las relaciones internacionales, y que los derechos democráticos se están convirtiendo en un obstáculo para la acumulación capitalista actual.

19. Por eso recurren al racismo, al militarismo y al nacionalismo. Las similitudes con los años treinta del siglo pasado son evidentes. Y Rusia aparece como una coartada útil para enmascarar sus objetivos. Ningún dirigente europeo piensa seriamente que la Rusia de Putin tenga la intención de invadir Europa, como tampoco ha tenido la intención de ocupar la totalidad de Ucrania.

20. La guerra imperialista en Ucrania fue empujada por EEUU. Rodear a Rusia de un cordón de naciones integradas en la OTAN en las que han sembrado decenas de bases militares estadounidenses y un arsenal de cohetes y armas estratégicas, su apoyo al golpe neonazi del Maidan, la ruptura de los acuerdos de Minsk… Todo esto lo han hecho los imperialistas norteamericanos con el beneplácito de Bruselas.

21. No, la guerra de Ucrania no es lo que nos presenta Occidente: una nación que ha sido violentamente agredida por el oso ruso. Esa visión infantil distorsiona la realidad. EEUU está librando una batalla por mantener una influencia decisiva en Europa, y que el viejo continente corte sus vínculos económicos y comerciales con Rusia y con China, sus máximos adversarios en la lucha interimperialista. Y parcialmente lograron este objetivo postrando a Alemania, volando el Nord Stream, aumentando sus exportaciones energéticas, y ganando la complicidad de la UE para el genocidio sionista. Pero en otros aspectos decisivos como dislocar la economía rusa, o romper la dependencia de la UE respecto a China, Washington ha fracasado estrepitosamente.

22. En los primeros compases de la guerra, Rusia trató de tumbar al Gobierno de Zelenski con una acción relámpago. Una vez que ese plan se topó con la ayuda militar masiva de Occidente, Putin se centró en asegurarse el control de las ricas provincias prorrusas del Este de Ucrania, principalmente Donetsk y Lugansk, donde la población se ha enfrentado al Gobierno supremacista de Kiev desde 2014 en una larga y cruenta guerra civil. De ahí que en los territorios ocupados por los rusos no haya surgido ningún tipo de resistencia.

23. Esta realidad no niega el carácter imperialista del régimen de Putin, que no tiene nada que ver con el comunismo. Rusia es una nación más poderosa hoy de lo que era en 2022, pero es una nación capitalista, gobernada por una oligarquía chovinista, con aspiraciones imperialistas evidentes. La burguesía rusa, que ondea orgullosa su bandera con el águila bicéfala del zarismo, ha comprendido también que el Gobierno bonapartista de Putin, y un capitalismo de Estado más parecido al de China, ofrece ventajas muy serias para sus intereses. La estabilidad política que Putin ha conseguido es una palanca para seguir haciendo grandes negocios.

24. Putin es el portaestandarte de un feroz nacionalismo gran ruso que Lenin y los bolcheviques siempre combatieron a sangre y fuego, y que reivindica sin ningún pudor su lugar entre la ultraderecha mundial, contra el feminismo y la comunidad LGTBI. Siempre hemos dejado claro que esta guerra es completamente reaccionaria, y que los oprimidos no podemos cobijarnos bajo la protección de ninguno de los bloques imperialistas en conflicto. Subordinarnos a cualquiera de ellos utilizando razones de geoestrategia, “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, supone echar por la borda el programa internacionalista del marxismo revolucionario.

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La guerra imperialista en Ucrania fue empujada por EEUU que lucha por mantener una influencia decisiva en Europa, y por que esta corte sus vínculos económicos y comerciales con Rusia y China. Al mismo tiempo Rusia también tiene sus objetivos imperialistas. 

25. Hay que defender una posición de independencia de clase contra la guerra imperialista, y combatir la propaganda militarista y belicista de nuestros propios Gobiernos, siguiendo la consigna levantada por Karl Liebknecht en 1914 “¡el enemigo principal está en casa!”.

El capitalismo europeo en la encrucijada

26. Como hemos señalado, la batalla por Ucrania suponía para EEUU mantener su dominio en Europa. De ahí su empeño en cortar los lazos entre Rusia y el capitalismo alemán, cuya competitividad, y la de su poderosa industria, dependía en gran parte de un suministro energético ruso barato. Alemania, Francia, el Estado español actuaron como perritos falderos del imperialismo norteamericano, y ahora, ante la derrota, llegan los reproches y las humillaciones, y el Gobierno Trump deja a los europeos fuera de las negociaciones de paz y del reparto del botín.

27. La UE enfrenta la guerra comercial de Trump con un retroceso evidente de su posición en el mercado mundial. Pero este no es el único de sus problemas. El salto tecnológico dado por China en los últimos años, convirtiéndose en una formidable potencia exportadora en el sector del automóvil, especialmente de vehículos eléctricos — crucial para Alemania y para Europa—, está acorralando a la industria del continente. El déficit de la UE con China se ha disparado: más de 300.000 millones de euros en 2024. Por otro lado, la dependencia europea de EEUU, su principal mercado y al que exporta en torno al 20% de sus mercancías, la pone en una difícil situación frente a la agresiva política del trumpismo.

28. Europa adquiere el 59% de sus pedidos de armas en EEUU, y necesita a Washington para cualquier despliegue militar. Las noticias de que los F35 se pueden desconectar a distancia es una parte de este vasallaje tecnológico, que se repite en el terreno de la inteligencia militar, la información que proporcionan la red de satélites norteamericanos, y cualquier aspecto sensible de la guerra contemporánea. Estas razones hacen absolutamente inviable a corto plazo cualquier tipo de autonomía militar de Europa que no sean más que vagos brindis al sol. EEUU, cortando el suministro militar a Ucrania, ha decidido en los hechos si la guerra continúa o no. Y los gobernantes europeos no pueden hacer más que ruedas de prensa y actos impotentes arropando a Zelenski.

29. Por supuesto, los líderes europeos son gente muy experimentada en discursos. Practican desde hace mucho el arte del parlamentarismo burgués, que es el más refinado juego de la mentira. En los medios claman contra Trump, pero son muy conscientes de que su dependencia del imperialismo estadounidense continuará. Por eso, al final del día, Macron y todos los demás bajan la cabeza ante el inquilino de la Casa Blanca y dicen sí a elevar su contribución económica a la OTAN, que no es más que el brazo armado del imperialismo norteamericano. Con estos mimbres, las perspectivas para el imperialismo europeo resultan cada vez más sombrías. De ahí la histeria y el nerviosismo de sus voceros mediáticos.

La socialdemocracia y la burocracia sindical, pilares del rearme

30. La amenaza del militarismo y la guerra, que es inseparable del ascenso de la extrema derecha, tiene un enemigo fundamental a batir: la clase obrera y su resistencia a unos planes que implicarán un retroceso salvaje en el gasto social y en nuestros derechos democráticos. Hay que amordazar a los trabajadores, inocularles el narcótico de la propaganda belicista disfrazada de defensa de la democracia y las libertades. Por eso la socialdemocracia y la burocracia sindical juegan un papel esencial en esta estrategia.

31. La democracia burguesa y el parlamentarismo, que Pedro Sánchez y todo tipo de formaciones de la izquierda reformista consideran el antídoto frente a la reacción, resultan cada vez más impotentes para resolver las profundas contradicciones que atenazan a la sociedad. Hay que decir que son los partidos tradicionales que han sostenido la gobernabilidad europea durante décadas, incluida la socialdemocracia, los que en su defensa del capitalismo refuerzan el autoritarismo del aparato del Estado, y con su agenda belicista y racista favorecen el avance social y político de la extrema derecha.

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La amenaza del militarismo y la guerra, que es inseparable del ascenso de la extrema derecha, tiene un enemigo a batir: la clase obrera y su resistencia a unos planes que implicarán un retroceso salvaje en el gasto social y en nuestros derechos democráticos. 

32. Lo mismo podemos afirmar de la burocracia sindical, cada día más fusionada con el aparato estatal del que depende económicamente, y comprometida hasta el tuétano con la paz social y la desmovilización de la clase obrera. Las declaraciones de Unai Sordo, secretario general de CCOO, defendiendo los planes armamentísticos de la UE, o de la Ejecutiva de IG Metall, el poderoso sindicato alemán, apoyando los planes ultramilitaristas de Mertz, son un buen ejemplo de su grado de degeneración y de los valiosos servicios que siguen prestando a la patronal y a la burguesía imperialista europea. 

¡Por una alternativa comunista!

33. Para enfrentar la amenaza militarista y belicista necesitamos levantar un programa socialista e internacionalista que impulse la movilización más masiva y contundente de la clase obrera, la juventud y los movimientos sociales.

34. Criticar esta deriva militarista desvinculándola de la lucha contra el capitalismo, y limitándose a pedir la salida de la OTAN para así lograr la autonomía militar europea frente a EEUU, no es una alternativa creíble. El programa de la izquierda reformista que cuando está en la oposición quiere borrar el rastro de lo que hacía en el Gobierno, está lastrado por un enfoque “pacifista” que no va a la raíz del problema. Aunque Europa lograra alcanzar este objetivo, dicha autonomía estaría al servicio del imperialismo europeo. Y los recursos para un escenario semejante seguirían saliendo de la sangre y el sudor de la clase obrera, de nuevos recortes en sanidad y educación, de seguir manteniendo la vivienda como un mercado cautivo y lucrativo para los caseros rentistas y fondos especulativos.

35. La conquista de un futuro de paz no va a venir de la mano de una UE y unos Gobiernos europeos, ya sean de ultraderecha, de derecha o socialdemócratas, que defienden y representan los intereses del gran capital. En un contexto de crisis tan aguda, la lucha interimperialista por el mercado mundial, por materias primas y rutas de suministros, por zonas de influencia, implica el uso inevitable de la fuerza, de la que la guerra imperialista es su máxima expresión.

36. Derrotar la espiral militarista, el avance del fascismo y del autoritarismo, no es sencillo. Pero ya sabemos lo que no sirve: apoyar el mal menor y las políticas de la socialdemocracia y sus apéndices. Lo que necesitamos es justamente lo contrario, volver a las ideas del marxismo revolucionario y construir un movimiento de masas que impulse la acción directa en las calles, que organice huelgas parciales y generales, que eleve el nivel de conciencia de nuestra clase. Lo que nos jugamos es mucho y no podemos esconder la cabeza en el suelo. Ninguna diplomacia, ninguna razón del derecho internacional va a frenar las ambiciones imperialistas. Solo la lucha de clases lo podrá hacer.

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Necesitamos construir un partido revolucionario, comunista e internacionalista, que se base en el movimiento de masas y no en la mera y vacía acción parlamentaria. Un partido que defienda sin complejos la necesidad de construir un mundo socialista. 

37. Los planes de Trump, de la UE y los Gobiernos capitalistas son claros, pero la clase obrera es fuerte y no ha sufrido una derrota decisiva en ningún país fundamental. Hay una enorme fortaleza de nuestro lado, aunque sería un grave error no considerar la lucha de clases como un proceso vivo y dinámico. El potencial que poseemos los trabajadores y trabajadoras hay que materializarlo, tal como las lecciones de la historia nos señalan. Los obreros italianos y alemanes eran poderosos en los años veinte y treinta del siglo pasado, contaban con organizaciones políticas y sindicales muy potentes, pero los errores de sus direcciones reformistas allanaron el triunfo de la reacción más extrema y a las masacres más horrendas.

38. Necesitamos construir un partido revolucionario, comunista e internacionalista, que se base en el movimiento de masas y no en la mera y vacía acción parlamentaria. Un partido que defienda sin complejos la expropiación de la banca y los grandes monopolios capitalistas para construir un mundo socialista, libre de guerras, genocidios y miseria, y donde toda la capacidad creativa que alberga el género humano pueda desarrollarse sin límites.

¡Únete a Izquierda Revolucionaria para hacerlo posible!

¡Si quieres la paz lucha por el socialismo!

 

Notas:

[1] Índice STOXX Europe 600, compuesto de las 600 principales compañías por capitalización bursátil europeas, El rearme del Viejo Continente deja ganancias de más del 100% en el año en las empresas europeas de defensa

[2] Ibid

[3] Karl Liebknecht, Militarismo y antimilitarismo (1907)

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