30 años de colaboración de clases y de políticas capitalistas han pasado factura. En las elecciones sudafricanas del pasado 29 de mayo el tablero político ha saltado por los aires.

Tras décadas de lucha heroica de la juventud y la clase obrera sudafricana contra el odioso sistema racista del apartheid, que negaba el voto y otros muchos derechos básicos a la población negra, el Congreso Nacional Africano (CNA),  organización fundada por Nelson Mandela y sostenida por el Partido Comunista, ha perdido la mayoría absoluta de la que disfrutaba con una abstención récord y una sangría de votos sin precedentes.

Rechazo al presidente Ramaphosa

En las elecciones solo participó el 58,63%, 7,9 puntos menos que en 2019, 15 por debajo de 2015 y…¡casi 30 de diferencia con 1994, primeras elecciones tras acabar con el apartheid!

La Alianza Tripartita (CNA, Partido Comunista y la central sindical COSATU) gana con 6.455.994 votos, el 40,19%, pero pierde la friolera de 3.570.481,  más del 35% de su apoyo en 2019 y casi el 50% de su mejor resultado histórico. En el parlamento retroceden de 230 a 159 escaños.

La rabia de millones de jóvenes, trabajadoras y trabajadores que tras 30 años de Gobiernos del CNA ven como la discriminación racial y social, la degradación y miseria en sus barrios continúa, explican este varapalo. El principal cambio es que ahora, junto a la burguesía blanca, existe una burguesía negra formada por dirigentes del CNA como su candidato y actual presidente  Cyril Ramaphosa. Ramaphosa, ex dirigente del sindicato minero NUM y del COSATU se ha convertido en uno de los empresarios más ricos del país.

La Alianza Democrática (DA), coalición de derechas que representa los intereses de la burguesía y pequeña-burguesía blanca y defiende una agresiva agenda de privatizaciones y recortes sociales se alzó con la segunda posición. Aunque la población blanca representa menos del 8%, DA mantiene apoyos entorno al 20% explotando los escándalos de corrupción del CNA y el malestar de la pequeña burguesía blanca, negra y de otras minorías. Sus 3.501.528 votos (22,23%) suponen 100.000 menos que en 2019, creciendo apenas 3 escaños.

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La rabia de millones de jóvenes, trabajadoras y trabajadores que tras 30 años de Gobiernos del CNA ven como la discriminación racial y social, la degradación y miseria en sus barrios continúa, explican este varapalo. 

El gran beneficiado del castigo al CNA es Umkhonto we Sizwe (MK), “Lanza del Pueblo” en zulú, partido creado por el ex presidente Jacob Zuma, destituido y expulsado del CNA por numerosos escándalos de corrupción. Zuma, acusado también de poligamia y abusos sexuales, centró su campaña en atacar a su antiguo aliado Ramaphosa, arrebatándole 2.343.118 votos (14,59%) y 58 escaños con un discurso populista de derechas denunciando el incremento del desempleo y la inseguridad, y apelando demagógicamente al nacionalismo zulú. En las zonas rurales donde es mayoritaria esta etnia,  dobla en votos al CNA.

 La cuarta posición ha sido para EFF (Luchadores por la Libertad Económica), escisión por la izquierda del CNA que consigue un 9,52%,  1.528.886 votos  y 39 escaños.

La degeneración del aparato dirigente del CNA

El combate contra el apartheid  y la resistencia del pueblo palestino al genocidio sionista marcaron la segunda mitad del siglo XX, inspirando y despertando la solidaridad activa de millones por todo el planeta.

La heroica lucha de la juventud y la clase obrera sudafricanas, sobreponiéndose a matanzas brutales como la de Soweto (1976),  protagonizando huelgas generales y levantamientos fueron decisivos -junto a esa solidaridad internacional- para acabar con el régimen dictatorial de la burguesía blanca.  Un régimen impuesto a sangre y fuego, con apoyo del imperialismo estadounidense y británico, que establecía una inhumana segregación racial, prohibiendo matrimonios y relaciones sexuales interraciales, negando a la población negra (entonces el 68% , hoy más del 80%) el derecho a voto, acceder a la educación y sanidad controladas por los blancos, vivir en sus barrios, viajar en sus medios de transporte, etc.

Las primeras elecciones post-apartheid dieron al CNA un apoyo impresionante con más del 62% de los votos y un 86% de participación. Pero Mandela, apesar de su martirio con décadas de prisión a sus espaldas, siguió fielmente los postulados políticos de la dirección del Partido Comunista Sudafricano al que pertenecía: primero democracia, lo que incluía pactos con la burguesía blanca, y luego, para un futuro indeterminado, socialismo.

Así, el Gobierno de Mandela  mantuvo el régimen capitalista y formó un Gobierno de unidad nacional con partidos burgueses que habían sostenido el apartheid. Su autoridad, tras años encarcelado, y un crecimiento económico que algunos años de la década superó el 5 y 6%  le concedieron un amplio margen de maniobra, del que también se beneficiaron sus sucesores.

Tras la crisis mundial de 2008-2009 las tasas de crecimiento cayeron provocando luchas obreras y sociales. La más emblemática fue la huelga minera de 2012 en la que fueron encarcelados más de 200 huelguistas y asesinados más de 40 trabajadores en la mina de Marikana por mercenarios patronales y la policía enviada por el Gobierno del CNA. Unido al enriquecimiento y escándalos de corrupción de muchos dirigentes, esto provocó fuertes tensiones internas.  Los dirigentes del PC y sectores del COSATU formularon críticas al Gobierno y la burocratización de la central sindical pero a la hora de la verdad no levantaron ninguna alternativa y siguieron en el Gobierno. Un sector de las juventudes del CNA se escindió, creando el EFF.

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El Gobierno de Mandela  mantuvo el régimen capitalista y formó un Gobierno de unidad nacional con partidos burgueses que habían sostenido el apartheid. 

Enriquecimiento para unos pocos, miseria para la mayoría

De la mano del ascenso de China, que ha desplazado a EEUU como principal inversor y destinatario de sus exportaciones, la  economía sudafricana ha experimentado un desarrollo notable en estos 30 años,  convirtiéndose en un importante mercado emergente y socio de los BRICS.

A pilares tradicionales como las grandes granjas y explotaciones ganaderas de los terratenientes y capitalistas blancos, o las minas de platino, oro y otros minerales clave, se suman la producción de acero y un destacado sector automovilístico y financiero.

Es cierto que entre 1996 y 2022 los hogares sin agua corriente bajaron del 20 al 9%, así como  los hogares con electricidad subieron del 58 al 95% .Pero buena parte de estos avances se concentraron en los primeros 15 años y se han ido erosionando después, especialmente después de la pandemia. Los principales beneficiados del crecimiento han sido la burguesía blanca, la nueva élite negra y las capas superiores de la pequeña burguesía.

Sudáfrica es de los países más desiguales del mundo. Un 1% posee el 70% de la riqueza. El desempleo ha escalado del 20% en 2008 al 32% (44% en menores de 34 años) La tasa de pobreza reconocida oficialmente supera el 20% pero la media engaña: es del 62% entre la población negra, del 29% en la mestiza, 11% en la asiática y 4% en la blanca. La tasa de homicidios actualmente es la mayor desde 2004.

Estos datos y los escándalos de corrupción explican por qué la confianza en los partidos políticos ha descendido del 79% tras acabar con el apartheid al 21% hoy, golpeando especialmente al CNA que estos últimos años ha perdido las alcaldías de grandes ciudades como Johannesburgo, Ciudad del Cabo y otras.

Basta de colaboración de clases. Levantar una política genuinamente comunista

El primer efecto de la pérdida de mayoría absoluta del CNA ha sido que su dirección gire aún más a la derecha,  formando un Gobierno de unidad nacional con los reaccionarios blancos del DA y el partido minoritario Inkatha, que colaboró con el apartheid representando los intereses de los jefes tribales y los sectores más atrasados de la población zulú.

El MK de Zuma no ha entrado al Gobierno pero las negociaciones continúan. Por su parte, el DA vetó la inclusión del EFF, que proponía el propio Ramaphosa intentando cubrir su flanco izquierdo. Los dirigentes del CNA y la burguesía negra quieren implicar al EFF en su agenda capitalista para desprestigiarle y evitar que exprese el descontento por la izquierda. Si sus dirigentes aceptasen significaría su destrucción.

Hace un año, ante 100.000 seguidores, Julius Malema, líder del EFF, planteaba el objetivo de dar un salto en estas elecciones, incluso luchar por el poder recogiendo todo el malestar por la izquierda con el CNA. Pero han perdido 350.000 votos y 5 escaños.

La campaña del CNA y sus medios afines ha sido brutal, recurriendo a provocaciones como enviar lúmpenes a sus actos para provocar enfrentamientos y presentar al EFF como radicales violentos cuyo avance supondría enfrentamientos como durante el apartheid.

Como en otros países donde han crecido fuerzas a la izquierda de las organizaciones tradicionales dominadas por la burocracia reformista, la clave para enfrentar estos ataques era mantener la movilización en las calles que dio apoyo de masas al EFF y presentar un programa y plan de acción capaces de entusiasmar y movilizar al conjunto de las oprimidas y oprimidos.

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Los ataques que prepara la clase dominante solo se pueden revertir con la lucha de clases, con un programa que plantee la expropiación de la banca, las haciendas y grandes empresas bajo control obrero y así conquistar una vida digna. 

Pero los dirigentes del EFF, que empezaron declarándose marxistas-leninistas, han hecho lo contrario, rebajando el contenido de clase de sus propuestas, adoptando un discurso nacionalista y panafricanista cada vez más abstracto y carente de contenido de clase, combinando críticas al CNA y consignas defendiendo nacionalizar las granjas y algunas empresas de la burguesía blanca, con encuentros con empresarios sudafricanos y de otros países del continente para mostrarse respetables. También han apoyado algunos pactos de gobierno locales incluyendo a sectores de derechas, lo que les ha restado credibilidad.

Ante esas contradicciones y confusión, sectores de las masas han visto en la abstención una opción más clara para mostrar su crítica al CNA y otros han sido arrastrados por la demagogia nacionalista de Zuma.

Ninguno de estos caminos ofrece una salida efectiva a los problemas gigantescos que enfrenta la clase trabajadora sudafricana. Los ataques que prepara la clase dominante con el “Gobierno de unidad nacional” solo se pueden revertir con la lucha de clases, con un programa genuinamente comunista y levantando una izquierda revolucionaria que, unifique todas las reivindicaciones obreras, campesinas y sociales, del movimiento feminista y LGTBI, las luchas en defensa del medio ambiente… Plantear claramente la expropiación de la banca, las minas, granjas, haciendas y grandes empresas bajo control obrero para transformar la sociedad y conquistar una vida digna es la tarea.

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