Los días 11 y 18 de junio se celebraron las elecciones legislativas en Francia y el partido de Emmanuel Macron, La República En Marcha, consiguió la mayoría absoluta. Algunos análisis políticos presentan esta victoria como un signo de fortaleza y de aceptación de su política por parte de la población, pero los resultados muestran una realidad muy diferente.
Lo más destacado ha sido el nivel histórico de abstención, tanto en la primera como en la segunda vuelta: 51% y 57%, respectivamente. Una gran mayoría de jóvenes y trabajadores no acudió a votar, las encuestas previas ya advertían que el 56% de las clases populares pensaba abstenerse. La diferencia de participación fue muy marcada, alta en las zonas más ricas y bastante más baja en las pobres. La disparidad también fue grande entre los diferentes segmentos de edad, por ejemplo, la participación entre los jubilados fue del 70% mientras que entre los menores de 30 años fue del 30%. A la abstención hay que sumar el 10% de votos en blanco o nulos, y añadir a más de 9 millones de personas que no están registradas en el censo electoral. Esto significa que poco más de un tercio de los posibles electores fue a votar.
La falta de legitimidad de Macron
La composición de la nueva Asamblea Nacional tras las legislativas no guarda ninguna relación con la realidad política francesa. Aunque Macron obtuvo el 32% de los votos, en realidad representa el 16% de los inscritos en el registro electoral. A pesar de ello, alcanza la mayoría absoluta con 306 diputados de los 577 totales. Esta desproporción es debida al sistema electoral francés; para pasar a la segunda ronda es necesario sacar en la primera un mínimo del 12,5% de los votos, esto favorece a los partidos más grandes, con más medios y a los que pueden presentar candidatos en todas las circunscripciones electorales. Es significativo también que el partido de Macron haya obtenido casi un millón de votos menos de los que obtuvo en las presidenciales. Si la burguesía pensaba utilizar estas elecciones para legitimar su política de recortes y desactivar la movilización, su objetivo político no está conseguido.
En cuanto al resto de los partidos de derechas, el MoDem —socio de gobierno de Macron— ha conseguido 42 diputados. Los Republicanos, antigua UMP y partido tradicional de la derecha francesa, pasa de 185 diputados a 112, perdiendo más de la mitad de su electorado, quedándose en 4 millones de votos. Mientras, el Frente Nacional aumenta sus votos, de 842.000 a 1,5 millones, y pasa de 2 a 8 diputados, pero sigue sin cumplir sus expectativas electorales, profundizando las crisis interna que se desencadenó tras las presidenciales y que amenaza con romper el partido.
Colapso de la socialdemocracia
Como sucedió en las presidenciales de abril, las legislativas confirman el colapso histórico de la socialdemocracia. El Partido Socialista que en 2012 logró 280 diputados, ha perdido el 90% de sus escaños, quedándose con tan sólo 30 parlamentarios, y perdiendo más de 8 millones de votos. Es el precio a pagar por la política de austeridad y recortes, tanto sociales como de derechos democráticos, aplicada durante estos últimos cinco años. El PS está hundido en una profunda crisis, con una parte importante de sus dirigentes del ala de derechas —empezando por el exprimer ministro Manuel Valls, que ya ha anunciado su salida del partido— buscando colocarse en el partido de Macron.
El otro gran damnificado es el Partido Comunista. Sólo 20 de sus candidatos pasaron a la segunda vuelta, perdiendo dos tercios de sus votos y obteniendo sólo 10 diputados, lejos de los 15 necesarios para tener grupo parlamentario propio. A esto hay que añadir la consiguiente pérdida de recursos económicos que tal como está actualmente el PCF puede tener efectos devastadores. Además, la política equivocada de su dirección de negarse a repetir el frente electoral con Francia Insumisa de Mélenchon —que tan buenos resultados obtuvo en las presidenciales— ha perjudicado a las dos formaciones políticas, pero muy especialmente al PCF. En esta ocasión ni siquiera aceptó no competir con Francia Insumisa, obligando en algunas zonas a elegir entre ambas formaciones.
Las reservas sociales de Mélenchon. ¡Hay que organizar la resistencia en las calles!
Por el contrario, Francia Insumisa, con casi 900.000 votos, obtiene 600.000 más que el Frente de Izquierda en 2012, pasando de 10 a 17 diputados, con lo que formará grupo parlamentario. Si tenemos en cuenta que sólo pudo presentar candidatos en una de cada ocho circunscripciones electorales, sin duda, son unos buenos resultados. Los diputados de Francia Insumisa acudieron a la Asamblea Nacional a recoger sus actas acompañados de simpatizantes al grito de “Resistencia”. En sus primeras declaraciones Mélenchon señaló: “Veo en la abstención una e nergía disponible que debemos llevar al combate (…) Esta fuerza tiene que pasar a la ofensiva. Para ello, el pueblo ha permitido que la Francia Insumisa disponga de un grupo coherente y disciplinado”. Un mensaje de combate que tiene la responsabilidad de llevar a efecto, utilizando, como ha dicho, la tribuna parlamentaria para denunciar la política reaccionaria de Macron y organizando e impulsando la movilización en las calles. De hecho, ha hecho un llamamiento a las organizaciones progresistas y sindicatos para que participen en el Frente Social de resistencia al que cada vez se están incorporando más sindicatos.
El gobierno Macron ya ha anunciado que reformará de urgencia la reforma laboral, según parece por decreto para evitar el retraso que supone el trámite parlamentario. Entre otras medidas fomentará el contrato de obra o por campaña, facilitará el despido y limitará la cuantía de las indemnizaciones por despido. El reto al que se enfrenta ahora la clase obrera francesa es cómo resistir la contrarrevolución social que prepara Macron y su gobierno: empleo, derechos sociales, derechos democráticos, estado del bienestar, todo es objetivo de la política de austeridad de Macron. La experiencia de los últimos años demuestra que los “días de acción” o huelgas parciales no bastan para detener la contraofensiva patronal y del gobierno. La principal confederación sindical francesa, CGT, acaba de anunciar un día de acción y huelga en todas las empresas contra la reforma laboral el próximo 12 de septiembre, aún falta por concretar si serán de nuevo huelgas parciales o una huelga general. La unidad de acción, la movilización, la lucha en las calles de todos los trabajadores y la huelga general, sobre la base de una perspectiva revolucionaria y socialista son los únicos instrumentos que permitirán a la clase obrera y la juventud detener la ofensiva capitalista encabezada por Macron.