La situación de miseria hacia la que avanza la inmensa mayoría del pueblo griego mostró su cara más trágica el pasado 4 de abril con el suicidio frente al parlamento griego de Dimitris Christoulas, un farmacéutico jubilado hundido por las deudas y con una pensión reducida a la nada que ya no le permitía vivir dignamente. No fue el único caso, al día siguiente en Creta un trabajador, padre de familia y parado de larga duración, tomó la misma decisión porque las deudas no le permitían subsistir. Tres días más tarde en la ciudad norteña de Kavala un maestro jubilado se suicidaba por causa de los recortes brutales que había sufrido su pensión. La realidad es que sólo en tres años Grecia ha pasado de tener la tasa de suicidios más baja de Europa a tener la más alta y casi duplicar los casos.

Esto no es más que la consecuencia más extrema de los brutales planes de ajuste y los ataques salvajes que el pueblo griego viene sufriendo desde el inicio de la crisis. Con la economía hundida (pérdida de más del 14% del PIB desde 2008), un paro que alcanza a casi el 23% de la población (más del 50% en los jóvenes), y una caída en picado del valor de los salarios y de las pensiones, la situación de los trabajadores griegos ha llegado a un punto crítico, donde no sólo los suicidios sino los “sin techo” (más de 20.000 en Atenas), la gente buscando comida en la basura o los casos de desnutrición infantil son ya escenas habituales en el país.

El expolio continúa: el fraude de la quita voluntaria

Las últimas medidas tomadas por el gobierno, a instancias de la UE y el FMI, no son más que una nueva estrategia para robar el dinero de los trabajadores y traspasarlo a los bancos. Los inversores privados tenían 200.000 millones de euros en bonos de deuda griega que, en la práctica, había perdido por completo su valor y no podría ser desembolsada en ningún caso por un país prácticamente en quiebra. A cambio de esta deuda sin valor, los inversores privados recibirán ahora 100.000 millones en nuevos bonos que Grecia tendrá que pagar obligatoriamente. Simultáneamente, el nuevo rescate de 130.000 millones acabará en su práctica totalidad en manos de estos inversores. Hasta 50.000 millones se utilizarán para recapitalizar los bancos griegos, 30.000 se regalarán como incentivos a los bancos extranjeros y el resto sólo se podrá utilizar para hacer pagos de deuda. Los trabajadores serán los que paguen finalmente la factura con la aprobación de nuevos planes de ajuste y recortes de derechos.
Las perspectivas económicas siguen siendo desastrosas con una recesión que continuará como mínimo a lo largo del 2013. El propio FMI reconoce que probablemente Grecia no pueda pagar su deuda, y la posibilidad de un tercer rescate financiero es cada vez más cercana. Los representantes de la llamada troika (Comisión Europea, BCE y FMI) reconocieron recientemente en el Parlamento Europeo que es necesaria más devaluación interna, es decir que se precisa seguir rebajando los salarios, tratando de equipararlos a los niveles de países vecinos como Bulgaria o Rumanía (200 euros al mes).

Complicado panorama electoral para la burguesía

El 6 de mayo se celebrarán las elecciones legislativas para tratar de dar algo de legitimidad a un nuevo gobierno y paliar el extremo descrédito de un gobierno impuesto a dedo por el capital financiero. La burguesía busca, y necesita desesperadamente, un gobierno estable para poder seguir llevando adelante sus planes. Para ello cuenta con la trampa que permite en el sistema electoral griego conseguir 50 diputados extra a la opción más votada, que será posiblemente la derecha de Nueva Democracia, aunque con un porcentaje de votos que apenas superaría el 20%. Sin embargo, esto podría ser insuficiente ante la enorme caída de voto del PASOK, según las encuestas, y el muy significativo y creciente ascenso de las opciones a la izquierda de este partido (especialmente el KKE) y un parlamento que se puede presentar muy fragmentado (con hasta nueve formaciones con representación). Con este escenario la estabilidad del futuro gobierno no está ni mucho menos garantizada, los propios dirigentes de Nueva Democracia plantean ir a un nuevo proceso electoral en el caso de que no consiguieran una mayoría parlamentaria. Incluso aun consiguiendo esa mayoría, se trataría de un gobierno débil y sin legitimidad sometido a la fuerte presión de la lucha y la movilización creciente que los trabajadores griegos están llevando a cabo.
El KKE puede conseguir en estas elecciones un importante aumento electoral. Pero incluso en el hipotético caso de que el KKE ganara las elecciones o se pudiese formar un gobierno de izquierdas opuesto a los planes de rescate y a los ataques a la clase obrera y la juventud, es evidente que la lucha en la calle seguiría siendo el punto determinante. La razón es obvia, al igual que ocurrió con el gobierno de Allende, la burguesía griega y europea emprendería una campaña de acoso y derribo utilizando todos los medios al alcance (sabotaje económico, golpismo…). Por tanto, la situación llevaría a la cuestión de fondo: quién detenta el poder en la sociedad. Para defender un gobierno de izquierdas, el KKE y su sindicato PAME, tendrían que basarse en la movilización de los trabajadores, creando y extendiendo comités revolucionarios en todos los centros de trabajo, fábricas, en el campo, en el ejército, en los centros de estudio y en todos los centros neurálgicos de la Administración del Estado y coordinarlos a nivel nacional para oponer así un auténtico Estado obrero al estado burgués, que permitiera a la clase obrera terminar definitivamente con la lacra del capitalismo.

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