La derecha y el Pasok se desploman
¡La izquierda debe gobernar con un programa anticapitalista!
El plan de la clase dominante de sustituir al gobierno “técnico” de Papademos, impuesto el pasado mes de noviembre, por uno “legitimado” salido de las urnas, con el fuelle suficiente para emprender nuevos y brutales ataques, ha fracasado completamente. Las elecciones del 6 de mayo, lejos de estabilizar la situación política, han abierto un escenario de incertidumbre total. Tan sólo diez días después de la celebración de los comicios, y de intentos desesperados y fracasados de implicar a Syriza y a Izquierda Democrática (Dimar)[1] en la formación de gobierno, ya se han anunciado nuevas elecciones para el 17 de junio.
El resultado de las elecciones de mayo ha sido una sorpresa para la burguesía. En sus cálculos estaba que, pasase lo que pasase, entre el Pasok y Nueva Democracia, los dos partidos comprometidos con los planes de ajuste impuestos por la Troika (BCE, FMI y UE), obtendrían la mayoría absoluta en el Parlamento y que la asignación automática (y antidemocrática) de los 50 diputados al partido más votado compensaría el castigo que iban a sufrir en las urnas. Sin embargo, la debacle de ambos partidos, especialmente del Pasok, ha sido de tal calibre —han pasado de representar el 77% de los votos en 2009 al 32% en la actualidad— que les ha resultado imposible formar gobierno, quedándose a dos escaños de la mayoría y provocando un nuevo torbellino de inestabilidad en el país y en toda la Unión Europea. Tan significativo como el hundimiento de los dos principales partidos políticos griegos, que han sido el sustento fundamental de la democracia burguesa desde la caída de la dictadura, es que Syriza, formación a la izquierda del Pasok, ha superado ampliamente a este último, convirtiéndose en la segunda fuerza parlamentaria y a tan solo 130.000 votos de Nueva Democracia.
El hundimietno de los grandes partidos
El principal partido de la derecha, ND, que aspiraba a llevar las riendas del nuevo gobierno de coalición con el Pasok, aunque ha sido el partido más votado, lo ha hecho con un escaso 18,9% de los votos (1.192.054), perdiendo casi la mitad de lo obtenido en las elecciones de 2009, cuando ya sufrieron una importante caída. Esa debilidad se ve agravada por los continuos desgajamientos sufridos en el último año, dando lugar a formaciones como Griegos Independientes (Anel, 33 diputados y cuarta fuerza más votada, opuesta a la UE) y Alianza Democrática (sin representación parlamentaria). Así, el pilar fundamental en el que pretendía basarse la burguesía para relevar al muy desacreditado PASOK en la tarea de continuar la senda de los ataques, se encuentra en una situación de crisis y extrema debilidad.
Por su parte, el PASOK pasa de una aplastante mayoría absoluta en 2009 (fruto de la ola de movilizaciones contra el gobierno de ND), con casi el 44% de los votos y más de 3 millones de votantes, a una debacle histórica como consecuencia de su sumisión absoluta a las exigencias del capitalismo, quedándose en tercera posición con un precario 13,2% de los votos (833.529), perdiendo nada menos que 2.179.013, el 72,33% de los votos logrados en las anteriores elecciones. Sólo gana en cuatro de los 56 distritos electorales.
El ascenso de la izquierda, la polarización avanza
El rechazo a los ajustes salvajes de los últimos años, que ha provocado un amplio y continuado movimiento en la calle, se ha expresado en parte en un ascenso espectacular de Syriza, cuya campaña se basó en la oposición a los recortes salvajes y en la propuesta de formación de un gobierno de izquierdas. Como hemos señalado, pasa a ser la segunda fuerza con 1.061.265 votantes, el 16,8%, casi cuadruplicando sus resultados de 2009 (315.665, el 4,6%). De los 56 distritos electorales existentes gana en 13, entre ellos los cinco principales núcleos urbanos del país (los dos distritos de Atenas, los dos de El Pireo y en uno de Salónica). Es muy significativo que en el segundo distrito electoral de Atenas, el mayor del país, obtenga el 21,82% de los votos (223.416), o que se haga con el 23,85% en el segundo distrito de El Pireo y el 17,46% en uno de los distritos de Salónica. En el muncipio de Patras, la tercera ciudad más poblada del país, obtiene el 25,41%. En barrios populares de Atenas como Peristeri obtiene el 24% frente al 6% del 2009, o en Nea Ionia el 24,62% frente al 7,36%. Otro dato interesante es que es la formación más votada entre la población menor de 40 años.
El KKE, que ha jugado un papel muy importante en las movilizaciones contra los recortes, ha obtenido el 8,5%, 536.072 votos, aumentando 19.000 y un punto porcentual respecto a sus resultados de 2009. Este respaldo podría haber sido mucho mayor con una política correcta de frente único hacia los demás partidos de la izquierda, una cuestión clave de cara a lo que pueda suceder en las elecciones de junio, como luego veremos.
Si sumamos el resultado del conjunto de opciones a la izquierda del Pasok (Syriza, KKE, Dimar, Antarsya-anticapitalistas, Verdes...) el apoyo alcanza un impresionante 35,5%, más que duplicando los resultados de 2009 (alrededor del 15%). Estos datos reflejan el giro hacia la izquierda y la radicalización de amplios sectores de trabajadores, capas medias y jóvenes que se ha producido en la sociedad griega al calor de la crisis, el empobrecimiento generalizado y el movimiento de masas de los últimos años. Estos resultados son aún más reseñables si tenemos en cuenta que el terreno electoral es siempre un reflejo distorsionado del ambiente social y también a pesar de que la abstención ha sido del 34,9%, cinco puntos más que en las últimas elecciones, la más grande desde el fin de la dictadura (623.358 votos menos que en 2009).
La abstención, que casi triplica los votos obtenidos por ND y es casi el doble de lo obtenido por ND y PASOK conjuntamente, es un reflejo del descrédito de las instituciones burguesas y de los partidos oficiales. Además el voto nulo (116.887) y el voto en blanco (35.670) suman el 2,36% de los votos y el voto de las formaciones que no han superado el 3% necesario para obtener representación parlamentaria suma un 19,03%. Es decir, es el primer partido más votado. Teniendo en cuenta estas cifras sólo el 46% de los griegos se encuentra “representados” en el parlamento, lo que da una idea de la profunda crisis política que vive el país.
La derecha se radicaliza
Otro aspecto que ha impactado de estas elecciones ha sido el avance del partido nazi Amanecer Dorado. Este partido, que se declara abiertamente nacionalsocialista, que agita y organiza a través de bandas armadas la violencia contra los inmigrantes, los homsexuelaes o los militantes de izquierdas, entra por primera vez en el parlamento. Fundado en 1993 por su actual dirigente, Nicolás Mijaloliakos, un ex oficial de las unidades especiales del ejército, con vínculos familiares en la cúpula del Ejército, en la judicatura y con elementos de la Junta Militar depuesta en 1974 y con grupos dentro de la actual Policía, según denuncias de medios y parlamentarios griegos.
Este grupo se nutre de los prejuicios sociales más reaccionarios y de sus sectores más atrasados y desclasados. También se basa en la red asistencial que están creando en los barrios más depauperados. Como ocurre en el resto de Europa, han sido los propios partidos de derechas “democráticos” y hasta dirigentes socialdemócratas los que han alentado el racismo (en un país con alrededor de un millón de inmigrantes “sin papeles”) y la criminalización de la izquierda, dando cobertura política a los grupos de ultraderecha, que asumen esas tesis de forma más decidida y consecuente. En plena campaña electoral, el ministro de Protección Ciudadana, del PASOK, hablaba de la necesidad de “limpiar” Atenas de la inmigración ya que “se ha convertido en un problema de salud pública”, mientras el gobierno aprobaba la creación de treinta Centros de Internamiento de Inmigrantes en diez regiones del país. Inmediatamente después de este anuncio se llevaron a cabo redadas contra inmigrantes en el centro de Atenas, por una unidad especial de la policía de reciente creación; en tres días hubo 2.000 detenciones. Además, ND y la mayoría de los dirigentes del PASOK no tuvieron ningún problema en formar un gobierno de coalición con el ultraderechista Laos, dándole una legitimidad que luego fue aprovechada por Amanecer Dorado.
Los medios de comunicación burgueses han resaltado el incremento del voto al ultraderechista Amanecer Dorado, utilizando el impacto de este hecho para sus propios fines. En primer lugar señalándolo prácticamente como el único acontecimiento signficativo de estas elecciones, con el fin de desmoralizar a los millones de trabajadores y jóvenes europeos que se están inspirando en la lucha del pueblo griego y, a la vez, desprestigiar su lucha, al señalar, más o menos disimuladamente, que sólo puede acabar en el caos y en el fascismo. Cuando se resalta la polarización política se hace para poner al mismo nivel todos los “radicalismos”, equiparando la voluntad de cambio y de lucha de la mayoría de la población, un hecho profundamente progresista, con las bandas de matones fascistas, amparados y apoyados por el propio sistema para hacer el trabajo sucio.
Es inevitable que en un contexto político marcado fundamentalmente por la movilización de la clase obrera y la juventud, que han protagonizado una contestación social impresionante, con huelgas generales, ocupaciones y manifestaciones masivas a lo largo de los últimos años, se produzca también un giro a la derecha por parte de la derecha. Efectivamente, existe una enorme polarización política, pero hay que situar cada fenómeno es su verdadero orden de importancia. En estos momentos, la radicalización hacia la izquierda tiene una profundidad, una amplitud y un pontencial de recorrido hacia adelante muy superior al de la reacción.
Hay que poner el avance electoral de la derecha y ultraderecha en su justa medida. Mientras que en el año 2009 agrupaban el 39,5% de los votos en la actualidad aglutinan el 42%. Amanecer Dorado obtiene casi el 7% de los votos: 440.894, un fuerte ascenso frente a los escasos 20.000 votos obtenidos en 2009. Sin embargo, lo primero a señalar es que este ascenso se nutre fundamentalmente del desplome de Laos, partido ultraderechista quemado por su participación el gobierno de coalición con Pasok y Nueva Democracia (aunque a última hora lo abandonara), que pierde más de doscientos mil votos. Además, recoge parte del 1.103.000 votos que pierde ND, aunque estos en su mayoría han ido a parar a las nuevas formaciones que han surgido de su descomposición: Griegos Independientes (670.596) y a Alianza Democrática (161.510).
Resumiendo, mientras que ND y Laos pierden 1.306.404 votos, las nuevas formaciones de la derecha y extrema derecha (incluyendo Amanecer Dorado) aumentan 1.253.376 votos. El cómputo final es de alrededor de 53.000 votos menos para la derecha en su conjunto. Realmente no ha habido un aumento de la base social ni electoral de la derecha, lo que sí ha habido es un movimiento de sectores de la derecha a posiciones más radicales, haciéndose eco de la campaña más nacionalista y demagógica contra la UE, especialmente de Griegos Independientes y de los nazis de Amanecer Dorado.
Nuevas elecciones, la presión de la burguesía europea se redobla
Después de dos semanas de presión política salvaje por parte de la burguesía para involucrar a Syriza y Dimar, estos no aceptaron entrar en un gobierno de unidad nacional con ND y Pasok. El dirigente de Syriza, Alexis Tsipras, señaló: “Que dejen de pedirnos un gobierno que aplicará el memorándum. Un gobierno así no sería un gobierno de salvación nacional sino un gobierno de salvación del memorándum”. Ante esta realidad, se han convocado nuevas elecciones para el 17 junio.
La burguesía europea y griega afrontan esta nueva convocatoria con el evidente objetivo de evitar un resultado que favorezca la formación de un gobierno de izquierdas opuesto a los planes de recortes, tratando de que los votos al ND y el PASOK se recuperen un poco. El eje político de su campaña es que cualquier opción que no sea la reedición de esta coalición implicará el fin de las “ayudas”, la bancarrota total y la expulsión de Grecia de la UE. De hecho, están enfocando las elecciones como un referéndum sobre la permanencia o no en el euro. Esta cuestión es importante, ya que aunque la mayoría de los griegos se oponen a los ataques y son perfectamente conscientes de que las recetas ahora impuestas no llevan más que al desastre, saben que la salida de la zona euro, por sí misma, no es ninguna panacea. Una Grecia capitalista fuera del euro y la vuelta al dracma, no se asocia a mejoras sociales sino a inflación y a una mayor pérdida del nivel de vida. Esa es la baza en la que se apoya la burguesía para tratar de revertir los resultados de las elecciones del 6 de mayo: utilizar el miedo y la incertumbre para ganar el voto de los sectores más pasivos de la sociedad.
Por otra parte, en la medida que dichas elecciones han puesto en evidencia la fuerza de las opciones de izquierda, esta nueva convocatoria se puede tomar por parte de un sector mayoritario de la población como una forma de dar un duro golpe a los planes de la Troika. De hecho, muchas encuestas sitúan a Siryza como la fuerza más votada, con aproximadamente un 27% de apoyo, algunas incluso pronostican un 32%. Estos resultados no están al margen del hecho de no haberse implicado en un gobierno de coalición con la burguesía y del llamamiento que ha hecho Syriza a la formación de un gobierno de izquierdas al resto de partidos de izquierda, especialmente al KKE, basándose fundamentalmente en el rechazo a los ataques impuestos por la Troika. En caso de ser la primer fuerza política, se beneficiaría del “bonus” de 50 diputados, abriendo la posibilidad real de que se formara un gobierno con el apoyo del KKE y Dimar.
Un gobierno de izquierdas es posible
Un resultado de este tipo tendría, de entrada, un efecto eléctrico en todo el movimiento obrero en Grecia, en Europa y en el mundo. Sería una tremenda palanca, si es bien utilizada, para fortalecer todavía más la lucha de masas en la calle, en las fábricas y en los centros de estudio, que es donde realmente se va decidir el futuro.
En buena medida, una victoria de la izquierda dependerá del enfoque de la campaña por parte del Syriza y el KKE. Uno de los hechos más paradójicos de las elecciones del 6 de mayo es el escaso avance del KKE (apenas 19.000 votos), siendo este partido, junto con el PAME en el terreno sindical y al que está ligado, el principal impulsor de la lucha contra los planes de la Troika. En parte, estos resultados se explican por su posición sectaria y sus insistentes denuncias de que Syriza es más de lo mismo, una nueva versión de la socialdemocracia. Este tipo de ideas no han contectado con su potencial electorado.
La dirección del KKE ha rechazado incluso sentarse a hablar con Syriza, y argumenta que un gobierno de izquierdas, sin basarse en lo que denomina el “poder popular”, acabaría cediendo a las presiones de la UE y traicionando las aspiraciones de las masas. Efectivamente, sin una alternativa socialista, sin que los trabajadores tomen el control efectivo de las empresas y de la banca, entre otras medidas, para poder organizar la economía en función de los intereses de la mayoría, no sería posible oponerse de forma consecuente a los planes de la Troika. Pero qué duda cabe que, si se produjese una victoria electoral de la izquierda, esto podría animar mucho al movimiento a ir precisamente en esta dirección. El error de Allende en Chile, o el de Chávez en Venezuela, no fue presentarse a las elecciones. Al contrario, la constitución de gobiernos de izquierdas jugaron un papel muy importante en animar al movimiento y la organización de las masas contra el capitalismo. El error Allende fue, y en el caso de Chávez está siendo, no utilizar esta victoria para acabar definitivamente con el capitalismo y llevar el proceso revolucionario hasta el final, expropiando las palancas fundamentales de la economía y construyendo comités en las fábricas, en el campo, en el ejército, que se coordinaran a nivel de cada localidad y a escala nacional constituyendo un auténtico poder obrero, genuinamente democrático, que se pudiera alzar como una alternativa a la farsa de la democracia burguesa.
Si el KKE se mostrase favorable a un gobierno de izquierdas, sin duda su apoyo electoral aumentaría. Además, esta postura no tiene por qué ir ligada a la aceptación a cualquier precio del programa de Syriza, que sin duda tiene carencias, ni de la participación directa en el gobierno. De hecho, aunque tiene puntos claramente positivos, otros quedan muy ambiguos, como la cuestión del rechazo a la deuda (hablan de no pagar la deuda “ilegítima” y de la moratoria del servicio de la deuda) o la cuestión de la nacionalización de la banca (hablan de que el sistema bancario esté bajo el control del Estado y de nacionalizar “algunos” bancos). El KKE podría apoyar a un gobierno de izquierdas en todas las medidas progresistas que éste tomara, apoyarlo frente a las agresiones, inevitables, que sufriría por parte del poder financiero y, al mismo tiempo, ofrecer una altertiva consecuente y socialista a las limitaciones que pudiera tener este gobierno, explicando que frente a la Unión Europea capitalista hay que oponer una Federación Socialista de Europa y haciendo un llamamiento internacionalista que apelara a la solidaridad de los trabajadores y a la revolución en el resto de Europa.
Sin duda, el KKE no tiene porque implicarse en ninguna medida contraria a los intereses de la población, y planteando un política correcta de frente único con Syriza avanzaría entre la base del conjunto de la izquierda. La agitación de los dirigentes del Partido Comunista en contra del euro, no tiene sentido si esa medida no va acompañada de un reptura de raíz con el capitalismo. Sólo un gobierno revolucionario de izquierdas en el marco de un Estado obrero en Grecia podría tomar medidas efectivas de control sobre su moneda, incluso romper con el euro, basándose en la expropiación completa del sector financiero, en la planificación económica y el monopolio estatal del comercio exterior. Sólo la puesta en marcha de un programa socialista e internacionalista podría romper con el chantaje de la burguesía de tener que optar entre una Grecia capitalista dentro del euro o una Grecia capitalista volviendo al dracma, que lógicamente es percibido como una opción aún peor por una parte importante de la sociedad griega.
Con este método, el KKE podría ejercer una enorme y eficaz presión para que el gobierno de izquierdas rompiera con el capitalismo y en todo caso, si el gobierno no lo hiciese, saldría reforzado por su actitud consecuente y alcanzando una posición determinante para empujar la revolución griega hasta el final.
Pase lo que pase en las elecciones, lo que está claro es que no se detendrá el proceso de la revolución que se está dando en el país. Incluso en el caso hipotético de una reedición de un gobierno ND y Pasok, este estaría desde el principio completamente divorciado del sentir mayoritario y su cometido sería continuar con el proceso de pauperización de la mayoría de la población griega, enfrentándose a una clase obrera que, pese a los reveses recibidos, no está ni mucho menos derrotada y no le queda más alternativa que seguir la lucha y encontrar la vía de ruptura con el capitalismo. Nuevas medidas de ajuste conducirán a nuevos episodios de explosión social y oportunidades para que la clase obrera tome el poder y acabe con el capitalismo. Esta es la única salida.
[1] Una escisión más moderada de Siryza, a la que se han sumado miembros del Pasok.