Los pasados 6 y 7 de octubre tuvo lugar en Gijón el IV Encuentro Estatal de la Comisión 8-M donde participamos cerca de 400 mujeres venidas de los diferentes territorios del Estado. Este encuentro aprobó por abrumadora mayoría la convocatoria de una nueva huelga general feminista para el próximo 8 de marzo de 2019, una gran noticia que será un nuevo paso al frente en la lucha por los derechos de millones de oprimidas.
Hemos hecho grandes cosas desde el pasado 8-M. Llenamos las calles contra la sentencia de La Manada y la justicia patriarcal, defendimos a Juana Rivas y a sus hijos, nos solidarizamos con nuestras hermanas en todo el mundo defendiendo el derecho al aborto libre y gratuito. No sólo eso. Provocamos, junto al resto de movimientos que han salido a las calles, la caída del reaccionario gobierno de Rajoy. No es cierto que nada haya cambiado: cada vez somos más, más conscientes, organizadas y fuertes. Pero esta transformación convive con otra realidad que sigue intacta. Los asesinatos, las sentencias machistas, la precariedad, la impunidad de nuestros agresores siguen estando a la orden del día y nosotras no estamos dispuestas a que todo siga igual.
Las palabras y los hechos del “gobierno feminista”
Como respuesta a este poderoso movimiento, el nuevo gobierno de Pedro Sánchez se puso el apellido de “feminista”, incluyó a más mujeres que hombres al frente de los ministerios, presentando este factor como garantía del cambio en nuestra situación. Pero la experiencia nos ha demostrado que nuestras conquistas no vendrán de que mujeres privilegiadas ocupen grandes despachos. Lo cierto es que este nuevo gobierno, más allá de la retórica, no sólo no ha cambiado ni una coma de nuestra realidad sino que incluso ha defendido, aceptado y encubierto el machismo y el clasismo más lacerante. Dijeron que tenían que respetar la abominable sentencia de La Manada; descubrimos que la propia ministra de Justicia tenía conocimiento de las prácticas pederastas y puteras de altos miembros de la judicatura sin haber sentido la necesidad de mover un dedo al respecto; firmaron la legalización del sindicato de proxenetas OTRAS; devolvieron “en caliente” a nuestras hermanas y hermanos migrantes en la valla de Melilla... Nuestra experiencia es que en lo fundamental nada ha cambiado y sabemos que la única forma de lograrlo es continuando con la lucha y atacando al corazón del sistema que provoca nuestra opresión.
Pararlo todo para atacar al corazón del sistema que nos oprime
Con este objetivo, en el encuentro de Gijón compañeras de Libres y Combativas de los diferentes territorios intervinimos defendiendo la necesidad urgente de aprobar la huelga general feminista como el método más efectivo para hacer avanzar nuestra lucha. Las oprimidas que nutrimos el movimiento tenemos experiencia y sabemos que nuestra doble opresión se debe a nuestra condición de mujeres y sobre todo a nuestra condición de clase. Por eso también sabemos que para golpear a los empresarios y empresarias que nos explotan, a los banqueros y banqueras que nos desahucian y a los privilegiados y privilegiadas que ocupan puestos de jueces o de representantes políticos de esta élite, tenemos que hacernos oír de la forma más contundente. Las acciones simbólicas no son suficiente. No se trata de, como algunas decían, “sorprender al patriarcado” sino de acabar con él. Parar la economía es un punto clave: paralizar empresas, transportes, carreteras, institutos y universidades…, es la mejor forma de dejar claro que sin nuestro permiso no se mueve nada, que tenemos el poder de cambiarlo todo. Y como esta lucha es la de las oprimidas, tenemos que incorporar a las más precarias y explotadas y los sindicatos de clase tienen que dar cobertura legal a esta huelga, no con paros simbólicos ni lacitos morados sino convocando una huelga general de 24 horas.
No queremos esquirolas… ni esquiroles. Por una huelga feminista mixta
¿Pero cómo paralizarlo todo? En el encuentro también se puso sobre la mesa una polémica sobre si la huelga feminista debe ser sólo de mujeres o no. Esta polémica no es nueva y nuestra postura tampoco. Nosotras queremos ser protagonistas indiscutibles de esta huelga. Pero cuando decimos nosotras nos referimos a las trabajadoras, a las oprimidas y a las explotadas porque esta huelga es también contra Ana Patricia Botín, contra Cospedal y Arrimadas, que nos machacan desde su posición de privilegiadas. Y para pararlo todo no podemos tolerar que se hagan llamamientos a los hombres a que cubran nuestros puestos de trabajo. ¡Y mucho menos que los hagamos nosotras mismas! No queremos esquirolas ni tampoco esquiroles. A los hombres que apoyan nuestras justas reivindicaciones, a los que han luchado codo con codo con nosotras contra el gobierno del PP en defensa de las pensiones, de la sanidad y la educación públicas, a los que se indignaron con la sentencia de La Manada, a los oprimidos que luchan por acabar con este sistema les queremos a nuestro lado. Ésta es la manera de hacer nuestro movimiento más poderoso y fuerte, de que nos oiga el Gobierno y de hacer efectivas todas nuestras demandas.