El pasado 3 de febrero se produjo de nuevo una violación grupal, esta vez en Sabadell. Una joven de 18 años fue raptada al salir de una discoteca y violada por tres hombres en una nave abandonada del barrio de Can Feu. A raíz de la investigación, se ha conocido que durante la violación estuvieron presentes 8 hombres de entre 21 y 57 años, que ya habían agredido sexualmente a otra joven, y uno de ellos había acosado e incordiado anteriormente a la víctima en un bar. Cinco días después de la agresión, y lamentablemente no es ninguna sorpresa, el juez que investiga el caso condenó a prisión a sólo uno de los violadores, dejando a los otros siete en libertad. La indignación fue tan masiva, que esa misma tarde, más de 4.000 personas se concentraron frente al Ayuntamiento de Sabadell exigiendo justicia y un castigo ejemplar para los violadores.
Esa misma semana, conocíamos también una larga lista de violaciones en grupo, asesinatos y agresiones contra mujeres que vuelven a poner encima de la mesa que la violencia contra nosotras no es un caso aislado: en Granada tres hombres agreden sexualmente a dos menores, la Audiencia de Lleida condena a sólo 2 años de cárcel a un hombre que violó a una mujer discapacitada porque, pese a que ella exigía que parasen porque le hacían daño, “no se resistió lo suficiente” o en Alcalá de Henares donde encontraron a una joven descuartizada en el congelador de su pareja.
Todos estos casos terroríficos están muy relacionados y son una clara consecuencia de la vergonzosa sentencia a los violadores de La Manada que todavía a día de hoy siguen en libertad. Desde el juicio en 2016 hasta el 2018, se han registrado en todo el Estado español 37 denuncias de violaciones en grupo, y las agresiones sexuales se han multiplicado en un 298% en tres años. Como ya señalamos, la sentencia de La Manada, que ha creado otras muchas Manadas en distintas ciudades del Estado, ha colocado una diana en la frente de millones de mujeres para ser agredidas, violadas e incluso asesinadas con total impunidad. Es la clara expresión de la terrible lacra que supone el machismo para millones de nosotras. Pero como hemos explicado muchas veces, nuestra lucha no va solamente dirigida contra todos aquellos individuos que nos agreden, sino también contra el sistema que los ampara: una manada judicial, reaccionaria, clasista y machista, mucho más grande de juezas y jueces que con estas sentencias aberrantes pretenden mandar un mensaje ejemplarizante a todas aquellas que nos rebelamos contra la opresión y contra un sistema supeditado a los intereses de la clase dominante.
Todo este sufrimiento, la violencia, las agresiones, la precariedad y la vida de miseria de millones de mujeres trabajadoras, ha provocado una auténtica rebelión. El 8 de marzo del 2018, una huelga general histórica recorrió las calles y plazas de todo el Estado, durante todo el año hemos gritado contra La Manada, en solidaridad con Juana Rivas y las temporeras de Huelva. La violencia contra las mujeres se ha recrudecido porque nuestro movimiento ha sido inspirador para millones de personas que luchamos por una vida digna y libre de toda opresión. Por eso, este 8 de marzo hay dar un golpe aún mayor y hay que volver a protagonizar una masiva huelga general feminista de 24 horas contra la violencia machista, la justicia patriarcal y franquista y la opresión capitalista. Por ello, CCOO y UGT, tal y como ya han hecho otros sindicatos como la CGT y alternativos, deben convocar huelga general de 24h, de trabajadoras y trabajadores, para demostrar que tenemos la fuerza, la determinación y que somos mayoría para conseguir todas nuestras reivindicaciones.
¡Si nos tocan a una, nos tocan a todas!
¡Todas y todos a la huelga y a las manifestaciones del 8 de marzo!