[Leer 1ª parte]

Europa

48. La imagen de relativo enfriamiento de la crisis de la UE después de la catástrofe griega y la traición de Tsipras ha sido hecha añicos por el Brexit. La crisis de los refugiados, la tormenta política tras la elección de Jeremy Corbyn, el gran movimiento del proletariado y la juventud francesa en 2016 contra el gobierno de Hollande, el crecimiento de fuerzas populistas de derechas en países del norte y centro de Europa, y de las formaciones a la izquierda de la socialdemocracia tradicional en el sur (Estado español, Portugal o Grecia), señalan las tensiones a las que se enfrentan la clase dirigente europea.

49. Es cierto que la mayoría de los países europeos, a excepción de Francia y Bélgica quizá, no han vivido un movimiento masivo de huelgas, y que incluso las movilizaciones de masas han descendido considerablemente en el último año (en Grecia se han realizado tres huelgas generales, pero el movimiento en general ha sufrido un repliegue tras la capitulación de Tsipras). En Gran Bretaña o el Estado español, los índices de actividad huelguística son los más bajos en décadas. Pero la razón de ello se debe principalmente al papel de la burocracia sindical que, como la socialdemocracia, ha llegado muy lejos en su fusión con el aparato del Estado. También este es el motivo de su desprestigio y de su pérdida de capacidad movilizadora frente a los nuevos “movimientos sociales”.

50. Dicho esto, el movimiento obrero europeo no ha sufrido ninguna derrota de envergadura en estos años. A pesar de las contrarreformas, los recortes y las leyes antisindicales, conserva su músculo y está decidido a la lucha siempre y cuando esta se planteé seriamente. El ejemplo francés es claro al respecto. Las grandes movilizaciones convocadas en la primavera de 2016 contra la reforma laboral, y que fueron iniciadas espontáneamente por la juventud de los institutos, sacó a la superficie toda la furia y el descontento acumulados. Francia quedó semi-paralizada por huelgas y manifestaciones masivas y muy radicalizadas. De hecho, el gobierno de Hollande se encontraba contra las cuerdas, pero derrotar su alianza con la patronal y los grandes capitalistas de la UE, exigía una política socialista audaz por parte de la dirección sindical y de la izquierda: continuar la huelga de manera indefinida llamando a la ocupación de los centros de trabajo. En todo caso, los acontecimientos en Francia demuestran el potencial revolucionario que está implícito en la situación. En esas grandes jornadas de acción, la extrema derecha se mantuvo impotente frente a la clase obrera en marcha.

51. En numerosos países la actividad huelguística ha sido aislada, pero la mayoría de los conflictos que se han producido han sido muy radicalizados y combativos, de carácter indefinido, e incorporando a sectores de la clase obrera y la juventud precarizada (médicos residentes en Gran Bretaña, estibadores en Lisboa, las limpiadoras de autobuses en Atenas, Deliveroo y Uber en Gran Bretaña, de Foodora en Italia…). También hemos visto movimientos de resistencia civil masivos como el que han liderado nuestros camaradas del Socialist Party en Irlanda contra las tasas del agua y que han acabado en una victoria parcial gracias a un programa, métodos y tácticas correctos. Muchas de estas huelgas y movimientos sociales indican que la crisis ha golpeado a las capas de la pequeña burguesía, y como éstas adoptan las tradiciones y métodos de lucha de la clase trabajadora.

52. Otro aspecto que marca también un punto de ruptura con el pasado son las grandes movilizaciones de la mujer trabajadora contra la violencia machista y por sus derechos sociales, políticos y económicos. La respuesta de millones en las calles de todo Latinoamérica contra los asesinatos (feminicidios) de jóvenes a manos de lúmpenes y redes de trata de blancas vinculadas al narco y al aparato policial, ha sido una auténtica rebelión que adopta líneas de clase cada vez más definidas. Un movimiento similar explotó en Polonia contra el intento del gobierno de ilegalizar el derecho al aborto, en las movilizaciones que el 7 de noviembre se han sucedido en el estado Español contra la violencia machista, y en las masivas marchas de mujeres contra Trump que recorrieron el mundo el 21 de enero. También en Irlanda, la lucha a favor del derecho al aborto libre y gratuito, y de los derechos de la comunidad LGTBI señala el avance en la conciencia de la nueva generación.

El Brexit

53. Muchos comentaristas tacharon a los votantes a favor del Brexit de racistas reaccionarios ignorantes, ideas de las que se hicieron eco muchos dirigentes de la izquierda que han visto en este resultado la perspectiva de un fortalecimiento de las fuerzas populistas de derechas. Un supuesto teórico marxista llegó incluso a escribir que el Brexit impulsaría un “carnaval de reacción” en Gran Bretaña y en toda Europa. Solamente nuestros camaradas del CIT y nosotros analizamos este voto como una revuelta de las capas más oprimidas de la sociedad contra la élite dirigente de Europa y de Gran Bretaña. Por supuesto, muchos de los que votaron por permanecer, especialmente entre la juventud, lo hicieron con las mejores intenciones, como oponerse al racismo y por un sentimiento de “internacionalismo” bienintencionado, vinculado con el derecho a trabajar y estudiar en el extranjero.

54. Lamentablemente, la campaña a favor de salir de la Europa de los capitalistas, levantando un programa socialista e internacionalista no tuvo una audiencia de masas. Pero esa enorme carencia hay que achacarla a los dirigentes sindicales y al propio Jeremy Corbyn. Si Corbyn hubiera apoyado un voto por la salida de la UE con un punto de vista de clase podría haber cambiado completamente el carácter de la campaña y hubiera obtenido un apoyo masivo. Corbyn inicialmente se opuso a la entrada en la CEE (Comunidad Económica Europea) en 1974 y continuó siendo muy crítico con la UE hasta que fue elegido líder laborista. Esta oportunidad perdida para combatir el frente único entre la derecha laborista y los capitalistas, refleja las incongruencias de su política.

55. Aquellos que creían que el Brexit sólo fortalecería a la derecha más reaccionaria pueden ahora ver si la realidad ha corroborado sus previsiones. Los efectos políticos inmediatos de este terremoto fueron: la dimisión del ex Primer Ministro Cameron, del líder de UKIP Nigel Farage y el rotundo triunfo de Jeremy Corbyn por segunda vez en poco más de un año al frente del Partido Laborista. Posteriormente, Theresa May fue coronada como líder del Partido Tory en una elección sin competencia, ya que los otros candidatos se retiraron bajo la presión de una clase capitalista desesperada por recuperar algo de estabilidad política. May se convirtió así en Primera Ministra sin que nadie votara por ella.

56. Por su parte, el triunfo arrollador de Corbyn demuestra que el resultado del Brexit no ha supuesto el giro a la derecha que se profetizaba. Es más, Jeremy Corbyn podía y puede derrotar a los tories, pero a condición de que pase de las palabras a los hechos, y tome las medidas necesarias para sacar del partido laborista a los infiltrados de la burguesía en el grupo parlamentario y en los ayuntamientos, que la militancia elija directamente a sus candidatos, y defienda un programa socialista que apueste por la renacionalización de los sectores estratégicos de la economía. Aunque las condiciones están dadas, los intentos desesperados de los líderes de Momentum para alcanzar un compromiso con el ala derecha del partido hacen incierta esta perspectiva.

57. La negociación del Brexit ha entrado también en una fase decisiva. La facción de May parece inclinarse de palabra hacia un “Brexit duro” con todos los riesgos que esto conlleva. Al menos este será su punto de salida en las negociaciones, lo que acentuará las divisiones dentro del Partido Conservador, que podría quebrarse por este tema. Las consecuencias del Brexit también han despertado el espectro de que otros países como Holanda sigan al Reino Unido fuera de la UE; también la derrota de Renzi en el referéndum italiano y su posterior dimisión, junto a las maniobras de Trump, alientan esta dinámica, que converge en la desintegración de la UE tal y como la conocemos ahora. Las tendencias centrífugas en la UE se fortalecerán en el periodo inmediato, azuzadas por el estancamiento económico general y la incapacidad de las formaciones tradicionales de la derecha y de la socialdemocracia para ofrecer una salida progresiva a la crisis del sistema. Este miedo es la razón por la que muchos líderes como Merkel y Hollande han adoptado una línea dura con el Reino Unido. Están intentando amenazar a otros países que quieran tomar un camino similar con que esto tendría consecuencias desastrosas.

Polarización política

58. La polarización política que hemos señalado para EEUU se desarrolla desde hace años en Europa. Las formaciones tradicionales de la burguesía y de la socialdemocracia están en crisis país tras país, igual que el régimen parlamentario en que se basan. Los avances de la extrema derecha en Francia, del UKIP, de Alternativa por Alemania, Amanecer Dorado en Grecia, del Partido del Progreso noruego, el Movimiento por una Hungría Mejor o los Auténticos Finlandeses, se alimentan de las políticas de la UE y de la gestión de los gobiernos capitalistas del continente, sean de la derecha tradicional, de la socialdemocracia, o de coaliciones entre ambas.

59. La llegada al poder de partidos populistas de derecha y extrema derecha es una amenaza para la clase trabajadora y la izquierda. Significaría la introducción de más medidas bonapartistas y autoritarias aunque se sigan manteniendo las formas parlamentarias. Sin embargo, nada de esto sería comparable a los regímenes fascistas en la Europa de los años treinta. A pesar de su inmenso poder, los capitalistas siguen teniendo enormes dificultades para que la mayoría de la clase obrera beba el veneno del chovinismo. La correlación de fuerzas entre las clases en la etapa actual no permite un desarrollo semejante a corto y medio plazo.

60. La victoria de Jeremy Corbyn en el Partido Laborista, la irrupción de Podemos en el Estado español, el avance del Bloco de Esquerdas en Portugal, por no hablar del triunfo en 2015 de Syriza, señalan la otra cara de este proceso de polarización política. También el triunfo de Benoît Hamon en las primarias del PSF es parte del mismo. Como hemos explicado en otras ocasiones, todos estos acontecimientos hunden sus raíces en la crisis de la socialdemocracia de derechas, los partidos ex estalinistas y los sindicatos, que se han convertido en un pilar esencial de la gobernabilidad capitalista. Por supuesto, los líderes de esta corrientes y nuevos partidos, a pesar de las diferencias que hay entre ellos, defienden un programa confuso que acepta los límites del capitalismo y no quieren establecer raíces militantes entre la clase obrera. Hasta ahora se han centrado en crear maquinarias electorales al uso, dominadas por elementos arribistas de la pequeña burguesía (en gran medida ex miembros de organizaciones estalinistas y sectarias) que “piensan por el pueblo pero sin la participación del pueblo”. Pero con todas sus distorsiones, estos desarrollos políticos reflejan el giro a la izquierda de las masas, el avance en su conciencia anticapitalista, y advierten de las enormes posibilidades que se abren para los marxistas revolucionarios.

61. Por supuesto, los acontecimientos están poniendo a prueba a las organizaciones y los líderes. La traición de Tsipras ha desnudado la imposibilidad de aplicar un programa de reformas progresistas si no va acompañado de una lucha revolucionaria contra la clase dominante. Su capitulación provocó un fuerte impacto en las filas de la izquierda militante, y situó en el centro del debate la cuestión esencial: reformismo o revolución. Esta es la misma pregunta que golpea la puerta de Jeremy Corbyn, o de Pablo Iglesias en el Estado español.

62. Estas formaciones transitorias e inestables están sufriendo el embate de la lucha de clases; escisiones y nuevas rupturas, a derecha e izquierda, serán inevitables. Partiendo de los factores que hemos señalado, el proceso de reagrupamiento de la izquierda revolucionaria recorrerá vías mucho más complejas a las que vimos en los años treinta o setenta del siglo pasado. Ser flexibles en las tácticas cuando intervenimos en estas formaciones y en su entorno, y ser claros en la defensa de un programa de clase, socialista e internacionalista, es clave para desarrollar nuestras fuerzas.

América Latina y el fracaso del reformismo

63. Tras casi dos décadas marcadas por la elección de gobiernos de izquierdas en la mayoría de países latinoamericanos, durante el último año hemos asistido a la formación de gobiernos de derechas en dos países clave del continente (Argentina y Brasil), a la victoria de la oposición contrarrevolucionaria en las elecciones a la Asamblea Nacional venezolana, y un incremento del voto a formaciones opositoras de derecha en otros países como Bolivia o Ecuador. Esta tendencia ha sido presentada, tanto por la burguesía como por muchos dirigentes reformistas de la izquierda latinoamericana, como síntomas de una derechización global de la sociedad. Pero en realidad, la causa de estas derrotas electorales hay que buscarla en el profundo malestar y decepción que existe entre amplios sectores de las masas con estos gobiernos y partidos que han renunciado a aplicar medidas socialistas, llevando a cabo en muchos casos ajustes y recortes sociales similares a los que ejecuta la derecha y viéndose implicados en numerosos escándalos de corrupción.

64. A pesar de los avances de la derecha, ninguno de los nuevos gobiernos pueden avanzar hacia el establecimiento de regímenes autoritarios o dictaduras similares a la de los años 60/70. No existe una correlación de fuerzas sociales y políticas que lo permita. Hasta ahora esos gobiernos han sido incapaces incluso de construir una base social y política comparable a la que la derecha tuvo en el auge del neoliberalismo latinoamericano en los años 90, cuando gobiernos como el de Cardoso (Brasil), Menem (Argentina), Fujimori (Perú), Gonzalo Sánchez de Lozada (Bolivia) y otros, consiguieron privatizar e implantar contrarreformas neoliberales. Para ello, combinaron la represión del movimiento obrero y popular, con una ofensiva ideológica furiosa apoyándose en el colapso de los regímenes estalinistas.

65. La situación actual es completamente diferente. Las consecuencias de la crisis económica que está barriendo el continente están muy presentes en la vida y la mente de millones de trabajadores. Es cierto que existe un rechazo de las fuerzas políticas que encabezaron los gobiernos de centro-izquierda, pero ello no significa ninguna nostalgia de los gobiernos neoliberales. No hay bases para que ningún gobierno de derecha consiga apoyo popular efectivo para su agenda de privatizaciones, recortes, destrucción de derechos y contrarreformas.

66. Es cierto que existen elementos contradictorios que ya hemos visto en otras ocasiones: el rechazo a las políticas de ajuste de la derecha y a la crisis del sistema, se combina con un ambiente muy crítico hacia los partidos políticos, a los que se identifican con la politiquería burguesa y la corrupción. Pero sería un error sacar la conclusión de que hemos entrado en una época de retroceso prolongado de la movilización de masas o estabilización del sistema. Todo lo contrario.

67. En una situación como esta, al mismo tiempo que podemos ver el estallido de movimientos parecidos a lo que fue el 15-M (en México ya ha habido luchas que presentan rasgos similares), sectores de las masas (especialmente entre las capas más conscientes y combativas) pueden mirar hacia formaciones que aparecen más a la izquierda como el PSOL (Brasil), o el FIT argentino (incluso a pesar de los errores ultraizquierdistas de su dirección). En México, tras las múltiples traiciones de AMLO a la confianza que depositaron en él las masas, el descontento se puede expresar en múltiples explosiones sociales y en un resurgimiento del apoyo al movimiento zapatista. Todo ello confirma que debemos estar muy atentos y tener una orientación flexible, muy audaz y decidida, interviniendo en las luchas con nuestras propias ideas y bandera. Lo más importante es comprender que todos los factores objetivos que alimentaron el ascenso de la movilización de masas en Latinoamérica durante las últimas dos décadas, no sólo no han desaparecido sino que se están agravando.

El avance de la contrarrevolución en Venezuela

68. Durante los últimos veinte años, la lucha de clases en la región estuvo marcada por un giro muy pronunciado a la izquierda cuya expresión más avanzada ha sido la revolución venezolana. La revolución en Venezuela (en especial tras las victorias contra los movimientos golpistas de 2002 y 2004 y la decisión de Chávez en 2005 de acometer las primeras expropiaciones y plantear públicamente la meta del socialismo), contribuyó a elevar la movilización de las masas en toda la región a un nivel superior. El resultado fue la elección de gobiernos reformistas en diferentes países, y la ralentización temporal de la restauración capitalista en Cuba. La idea de que era posible extender la revolución cautivó por todo un periodo la imaginación de sectores amplios de la población en Cuba y sobre todo en Venezuela, y entusiasmó a decenas miles de activistas en el resto del continente.

69. El potencial para que la revolución venezolana triunfase en líneas socialistas y se convirtiese en una revolución continental era muy real. Especialmente entre 2005 y 2009, hubiese sido perfectamente posible expropiar a la burguesía sin que ésta pudiese ofrecer una resistencia seria, destruir el aparato estatal burgués y sustituirlo por la administración de clase obrera a través de sus órganos de poder. Pero el grueso de la dirección bolivariana, incluido Chávez, en lugar de empujar en la dirección de una ruptura revolucionaria con el capitalismo, utilizó las palancas del Estado y la bonanza de los recursos petroleros para llevar a cabo su programa de reformas.

70. Los límites de este modelo reformista de izquierdas, y su fracaso a la hora de derrocar el capitalismo, crearon las condiciones para un ascenso de las fuerzas contrarrevolucionarias. La degeneración burocrática del PSUV, especialmente tras la muerte de Chávez, animada por sus “aliados” de la Habana y Beijing, envalentonó a los capitalistas, que incrementaron su sabotaje, empeorando notablemente las condiciones de vida de las masas. Las capas superiores de la burocracia han tendido en estos años a fusionarse cada vez más con un sector de la burguesía o a convertirse ellos mismos en empresarios.

71. Como resultado de este proceso, la contrarrevolución ha avanzado claramente y una parte considerable de las conquistas sociales y económicas del pasado han sido barridas. El actual gobierno bolivariano está claramente dirigido y controlado por una burocracia cuyo objetivo es estabilizar el capitalismo en Venezuela y llegar a un acuerdo con la burguesía, pero intentando mantener el monopolio del poder político. Su programa no sólo es completamente impotente para evitar la catástrofe económica y social que golpea a la población, sino que agrava aún más una situación que ya es desesperada. Es una receta acabada para el incremento del descontento y explosiones sociales.

72. Aunque los imperialistas estadounidenses preferirían tener a sus agentes directos ya en Miraflores, comprenden que es el momento de desgastar al gobierno y desprestigiar la imagen de la revolución y del “socialismo” ante las masas venezolanas y del resto del mundo. Saben que no hay que quemar etapas, pues aunque el apoyo a la derecha contrarrevolucionaria (MUD) se ha incrementado en las urnas y en la calle, sigue sin tener la fuerza suficiente para lanzarse al derrocamiento del gobierno con garantías de éxito.

73. El imperialismo y sectores decisivos del capital venezolano y latinoamericano comprenden perfectamente que Maduro y la burocracia están abandonando el legado de Chávez y aplican medidas capitalistas cada vez más agresivas. Por eso frenaron los planes golpistas de un sector de la MUD e impusieron una ronda de negociaciones bajo la mediación del Papa y varios ex presidentes socialdemócratas como Zapatero o el panameño Martín Torrijos. Su objetivo es que el gobierno de Maduro, al que un sector significativo de las masas todavía identifica con la revolución, sea quien aplique toda una serie de contrarreformas y ataques contra su propia base social para desmoralizar a las masas y abrir las puertas a una posible victoria de la contrarrevolución por vías “democráticas” (electorales). Pero incluso las negociaciones han encallado y la oposición contrarrevolucionaria se ha retirado de la mesa para aumentar la presión sobre el gobierno.

74. Aunque es evidente que la contrarrevolución está avanzando de manera clara, y podría hacerlo aún más en el futuro inmediato, todavía no está dicha la última palabra. El contexto internacional de crisis y la tendencia a la agudización de la lucha de clases dificulta objetivamente los planes de estabilizar el capitalismo tanto de la burguesía como de la burocracia. Pero en este momento es necesario reconocer que la profundidad del colapso económico es tal, que entre las masas lo que predomina es la lucha por sobrevivir. El PIB, que lleva acumulado un 15% de caída desde 2014, podría seguir desplomándose y la inflación sigue totalmente fuera de control. Todo este cúmulo de factores siembra la desmoralización entre los sectores de la vanguardia revolucionaria. Conclusiones ultraizquierdistas entre capas de luchadores son un precio inevitable en este periodo. Pero lo fundamental es que también existe un sector de activistas que, aunque se identifican con el legado de Chavéz, se están haciendo muchas preguntas y empiezan a mostrarse cada vez más críticos con las políticas del gobierno. Con un trabajo paciente y un método correcto es posible avanzar entre este sector y ganarlos para el programa genuino del marxismo.

75. Como siempre hemos explicado, existe una relación dialéctica entre las revoluciones cubana y venezolana. El estancamiento de la revolución venezolana ha animado el ritmo de las reformas procapitalistas en Cuba (acelerado tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU). A su vez, este giro hacia el capitalismo por parte de La Habana ha reforzado aún más la derechización de Maduro y la dirección del PSUV. Tanto la burguesía china como la europea y la estadounidense, están intentando tomar la delantera en la lucha por el control imperialista de la isla. Pero este proceso también está encontrando obstáculos como consecuencia de la situación que vive el capitalismo mundial.

76. En este escenario, las fuerzas del marxismo revolucionario tienen la tarea de intervenir enérgicamente en el movimiento de resistencia contra los ataques a los derechos sociales, laborales y democráticos que está aplicando la derecha y los reformistas que hipócritamente hablan de “revolución”. Ese es el camino para organizar una masa crítica de cuadros capaces de aumentar nuestra militancia e influencia entre la vanguardia de la clase trabajadora y la juventud latinoamericana.

Revolución y contrarrevolución

77. El recrudecimiento de la cara más reaccionaria de la clase dominante, el recurso a la represión y las tendencias bonapartistas en desarrollo, son un síntoma más de la gravedad de la situación. La actitud cruel de la burguesía europea con los millones de refugiados que huyen de la barbarie imperialista en Siria y Oriente Medio, o el acuerdo infame alcanzado que han alcanzado con el régimen dictatorial de Erdogan, son una advertencia de hasta dónde está dispuesta a llegar la clase dominante en la defensa de sus intereses.

79. La pérdida del equilibrio interno del capitalismo ha provocado cambios bruscos en las relaciones internacionales. La pugna entre el imperialismo estadounidense y el imperialismo chino revela, en primer lugar, la perdida de músculo del gigante norteamericano. Aunque sigue siendo la primera superpotencia del planeta, la debilidad que arrastra se hace sentir en todos los planos: en los reveses sufridos en sus aventuras militares en Oriente Medio, Iraq, Afganistán, y ahora en Siria, donde el avance del imperialismo ruso tras la caída de Alepo es un hecho incontestable.

80. Estamos asistiendo a una nueva redefinición y cambios bruscos en la política de alianzas entre las potencias, como ha sucedido en el caso de Turquía respecto a Rusia en la guerra siria, o en Asia, dónde el programa aislacionista de Trump y su denuncia de los tratados de libre comercio en el Pacífico, paradójicamente, está empujando a muchos aliados tradicionales de EEUU a los brazos de China. La inestabilidad crónica que se ha enquistado en todos los ámbitos. La carrera armamentística, las guerras regionales que desangran naciones y provocan el mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, la agudización de la cuestión nacional y una vuelta a la “balcanización” en numerosas áreas del mundo, o el deterioro acelerado del medio ambiente… son las manifestaciones de la crisis orgánica del sistema.

81. La marcha tenaz de los acontecimientos vuelve a poner encima de la mesa la contradicción fundamental de la época: la completa madurez para el socialismo que han alcanzado las fuerzas productivas, y también la debilidad (o inmadurez) del factor subjetivo —la ausencia de un partido marxista de masas—. No faltan ejemplos de la disposición de la clase obrera y la juventud para transformar la sociedad en líneas socialistas: Venezuela o Grecia son relevantes al respecto. La irrupción de nuevas formaciones de la izquierda reformista, o el fenómeno de Jeremy Corbyn y Bernie Sanders, reflejan —de una manera distorsionada— las aspiraciones de millones de oprimidos a favor de una salida socialista. Lo fundamental para los marxistas es comprender el paso adelante que suponen todos estos acontecimientos —que hunden sus raíces en el nuevo despertar político de las masas y su participación en la lucha de clases—, después del colapso del estalinismo y de décadas de dominio de la socialdemocracia de derechas.

82. La cuestión es concreta: la política pro capitalista de las organizaciones tradicionales de la izquierda, partidos y sindicatos, ha entrado en abierta contradicción con las necesidades objetivas e inmediatas del movimiento obrero. La conciencia de millones de trabajadores y jóvenes ha experimentado un gran avance en la dura escuela de la recesión. Pero el papel del factor subjetivo es esencial en el acompañamiento de la experiencia de las masas, tanto en sus victorias como en sus derrotas, para ayudar a madurar estos avances en la conciencia y transformarlos en organización revolucionaria. En esto estriba el arte de la construcción del partido; en nuestra capacidad de aproximarnos a un movimiento vivo, imperfecto y lleno de contradicciones, agrupando a los sectores más avanzados a través de un programa, consignas y tácticas correctas. Esta fase de revolución y contrarrevolución a escala mundial ha llegado para quedarse durante muchos años, creando las condiciones más favorables para la transformación socialista de la sociedad en toda la historia del capitalismo.

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