Del 14 al 16 de mayo tuvo lugar en las instalaciones de Siderúrgica de Orinoco (Sidor) el VI Congreso Nacional de la Corriente Marxista de Venezuela (CMR), sección venezolana de la Corriente Marxista Internacional (CMI). Como prueba de la profundidad de las conquistas revolucionarias, el congreso abrió sus sesiones en la mayor empresa siderúrgica de Venezuela, nacionalizada hace un año por el presidente Hugo Chávez, con un gran mitin en el que participaron 300 trabajadores sidoristas, así como numerosos sindicalistas del Estado Bolívar y de otras regiones del país.
Las ideas del marxismo ganan audiencia entre la clase obrera venezolana
Al congreso asistieron 140 camaradas provenientes de once estados de todo el país: Caracas, Anzoátegui, Monagas, Portuguesa, Miranda, Lara, Vargas, Bolívar, Mérida, Táchira y Zulia. Hubo una amplia delegación de activistas obreros de la industria automotriz y autopartistas del Estado Anzoátegui: de Mitsubishi y Vivex, donde los camaradas de la CMR juegan un papel dirigente; de la planta de Macusa, cuyos trabajadores la tomaron recientemente. También hubo una importante delegación de obreros de Inveval, fábrica bajo control obrero en el Estado Miranda, así como camaradas de PDVSA Monagas y PDVSA Zulia. También participaron obreros de las grandes plantas de la industria básica del Estado Bolívar, incluyendo a los militantes del Frente Revolucionario de Trabajadores Siderúrgicos de Sidor, además de obreros de CVG Ferrominera, Venalum y Alcasa.
La impresionante composición obrera del congreso estaba complementada por una participación igualmente impresionante de jóvenes estudiantes, obreros y activistas de la Juventud del PSUV de Táchira, Miranda, Mérida y Caracas. Es importante destacar la presencia de veteranos activistas del movimiento revolucionario venezolano, antiguos militantes del MIR, del PCV, de Causa R. En tan sólo seis años, la CMR está presente en la mayor parte de las regiones del país y ha construido importantes puntos de apoyo en sectores clave del movimiento obrero y sindical, en el movimiento de fábricas ocupadas, en el movimiento estudiantil y en las filas del PSUV y la Juventud del PSUV.
Durante dos días se discutió de las perspectivas internacionales, la crisis global del capitalismo, y de la situación que atraviesa la revolución venezolana y el programa, la táctica y la estrategia que los marxistas defienden para su triunfo definitivo. Hubo comisiones dedicadas al trabajo sindical, en el PSUV, y a la construcción de la CMR (finanzas, prensa, organización). Como reflejo del ambiente que se vivió, en la colecta se consiguió la impresionante cifra de más de 10.000 bolívares fuertes (unos 2.150 dólares), más del doble que en el anterior congreso.
La revolución debe ser completada
El eje político en torno al cual se desarrolló el congreso fue la necesidad de unir a los sectores revolucionarios del movimiento obrero y sindical, de las fábricas ocupadas, del PSUV y la Juventud, de las comunidades campesinas, bajo un programa consecuentemente revolucionario que defienda completar la revolución socialista. Los llamados constantes del presidente Chávez a la toma de empresas y sus últimas decisiones de nacionalizar empresas estratégicas de la industria básica (metal, minera y petrolera), de la banca (Banco de Venezuela, filial del Santander), de que la clase trabajadora juegue el papel de vanguardia que le corresponde en la revolución, demuestran las enormes oportunidades que existen para romper definitivamente con el capitalismo y establecer en Venezuela un estado obrero.
El 21 de mayo, Hugo Chávez realizó un gran acto con trabajadores de los sectores básicos en Ciudad Guayana. En el mismo se decidió la nacionalización de empresas estratégicas como Matesi, Consigua, Orinoco Iron, Venprecar, Cerámicas Carabobo y Tubos Tapsa. En un discurso vibrante y largamente aplaudido por los trabajadores, Chávez afirmó entre otras cosas: "¡La única manera en que Venezuela se convierta en una potencia es construyendo el socialismo venezolano! No hay otra manera, es el socialismo bolivariano, y ahí la clase obrera tiene que jugar un papel primordial, preponderante (...) ¡Los trabajadores de Venezuela (...) le van a dar una clase al mundo de cómo la clase obrera ha resucitado en este planeta!
"¡Ha resucitado la clase obrera para hacer una revolución! (...) Ustedes van a dar ejemplo, de grandeza. Lo sé, me lo dice el corazón, me lo dicen todos los sentidos... ¡Me lo dice la pasión que tienen ustedes! ¡Y ahí yo les hago un llamado... ¡Me sumo más bien, a las conclusiones...! ¡A la responsabilidad... a luchar contra las mafias! ¡A luchar contra la corrupción! ¡Contra la mala gerencia! ¡Contra las desviaciones! ¡Los vicios de la IV Republica que viven todavía y son una amenaza para la Revolución Socialista!".
En estas palabras se encierra la encrucijada de la revolución venezolana. Es necesario que la clase trabajadora y los campesinos pobres, a través de los consejos de fábrica y de los consejos comunales, tome el poder político en sus manos, expropie la propiedad capitalista fundamental, los monopolios, las empresas estratégicas, la banca y los latifundios, establezca las bases de una economía socialista planificada acabando con el sabotaje de la oligarquía y el desabastecimiento, y sustituya el aparato del Estado capitalista, que todavía subsiste y que es la mayor amenaza para la revolución, por un Estado de los trabajadores basado en sus organismos de poder. Sólo de esta manera y haciendo un llamamiento a las masas oprimidas de América Latina para establecer una federación socialista en todo el continente, se puede asegurar el triunfo del socialismo.
El testimonio de los cuadros obreros asistentes al congreso fue realmente impactante
Nelson Rodríguez, miembro del consejo de la fábrica de Inveval, lo planteaba en los siguientes términos: "Inveval, así como otras grandes empresas nacionalizadas, se deben transformar de empresas capitalistas en empresas socialistas a través de sus consejos de fábricas y de sus sindicatos revolucionarios. Y este proceso sólo se podrá dar en el marco de la lucha de los trabajadores por el poder político. Toda nuestra experiencia demuestra que hay miles de trabajadores que miran hacia el marxismo como la alternativa para coronar con éxito el proceso revolucionario".
Félix Martínez, secretario general del sindicato de Mitsubishi en Anzoátegui, señalaba lo siguiente: "Después del enfrentamiento con el aparato policial y judicial del Estado capitalista durante la toma, que acabó con el asesinato de dos compañeros, y de comprobar las posiciones reformistas de diferentes funcionarios del gobierno (Ministerio de Trabajo, funcionarios del Estado de Anzoátegui) y de la dirigencia sindical, pudimos entender cómo la lucha por derechos básicos de los trabajadores, por su convenio colectivo y por acabar con la terciarización (subcontratas) dentro de la empresa, choca frontalmente con los intereses de la burocracia del Estado que mantienen vínculos muy importantes con el empresariado y las multinacionales. A pesar de la muerte de nuestros camaradas a manos de la policía, a través de la lucha logramos objetivos muy importantes, que son sólo una parte del combate por cambiar las relaciones de poder. Fue una gran batalla política que nos llevó a la conclusión de que el movimiento obrero a nivel regional y estatal debe unificarse y luchar por la toma del poder político. Es necesario trascender la lucha netamente reivindicativa, sindical, y politizar la lucha obrera, hacer comprender a los trabajadores que para seguir avanzando en conquistas y para acabar con la explotación del hombre por el hombre es necesario adoptar una alternativa política socialista, defender este programa dentro del PSUV. Este es el papel tan importante de la CMR dentro del movimiento obrero".
La compañera Denis Pino, trabajadora de PDVSA en el Estado de Zulia, resumía así su posición: "La clase trabajadora se vio en la necesidad de tomar los espacios revolucionarios, los consejos socialistas de trabajadores, para dotarlos de una acción verdaderamente revolucionaria. Ese es el paso que hemos dado en Zulia dentro de PDVSA. Pero una cosa que hemos concluido es que la pasión y el nervio revolucionario son absolutamente necesarios pero insuficientes. Yo creo que no ha habido mejor maestro revolucionario que nuestro presidente, que siempre ha insistido en la necesidad de la formación política. Por eso el papel de la CMR ha sido decisivo, tiene un programa político con una historia y una escuela de centenares de años, es la ciencia de la clase obrera".
Jeant Sabino de la junta directiva del sindicato de Vivex (Barcelona), dedicada a la manufactura de vidrio para la empresa automotriz, explicó su experiencia en la toma de la empresa y las conclusiones a las que han llegado: "La lucha no es fácil, pero hay conciencia suficiente entre la clase obrera para apoderarse del proceso revolucionario y del poder político. En nuestra fábrica la lucha comienza en 2003 a partir del combate que dimos por formar un sindicato clasista y la reacción brutal del empresario contra nuestros intentos de organización. Fueron despedidos compañeros de la dirección del sindicato, incumplieron el convenio colectivo, etc. A partir de ese momento fuimos fortaleciendo la conciencia de los trabajadores y cuando el empresario lanza un plan estratégico para no pagar los salarios, decidimos, en una asamblea de 300 compañeros, tomar la fábrica. Desde el día de la toma, 20 de noviembre, nace la unidad real de los trabajadores en Anzoátegui, convergen sindicatos del sector automotriz, petrolero, hotelero, siderúrgico. Pero la lucha contra la burocracia y los sectores reformistas del aparato del Estado se ha recrudecido en estos meses. En nuestro caso ha sido claro: nos hemos enfrentado con burócratas del ministerio que han dado cobertura a las pretensiones del empresario. Incluso el capitán designado para controlar nuestra fábrica nos espetó: ‘si ustedes creen que Chávez va a venir a resolver su problema olvídense de esa vaina'. Eso desmoraliza a los trabajadores, más cuando ven que hay maniobras entre el empresario y los funcionarios del Estado para justificar el impago de los salarios adeudados, alegando pérdidas en sus cuentas. En definitiva, hacen el juego al boicot económico de los empresarios y al sabotaje a la revolución. Como militante de la CMR y gracias a la experiencia que hemos vivido en la lucha, hemos identificado claramente cuál es el papel del capitalista frente al obrero, y del Estado que todavía no es un Estado socialista. Eso es la tarea de los revolucionarios y de su dirección, en este momento crucial de la lucha".
La política revolucionaria de la CMR y el camino que instintivamente siguen las masas venezolanas a través de la experiencia de estos diez años de revolución, son uno mismo. La burguesía y el imperialismo están en una situación de debilidad para derrotar la revolución frontalmente. Se basan necesariamente en la burocracia reformista, incrustada en el aparato del Estado capitalista y que ha crecido en los últimos años al calor de las reformas y de la inversión pública. Una burocracia que ha logrado privilegios materiales, que sabotea las decisiones de Hugo Chávez, que obstaculiza la iniciativa de las masas trabajadoras y que no tiene ningún interés en que la revolución se complete. Esta burocracia, que consume una parte considerable de la plusvalía producida por la clase obrera, es la mayor amenaza contrarrevolucionaria. Su derrota es imprescindible para garantizar el triunfo definitivo de la revolución socialista.