Declaración de El Militante ante la tregua de ETA y la propuesta política de la Izquierda Abertzale

foto_ia.jpgETA ha respondido a la petición de la izquierda abertzale de un alto el fuego permanente con una declaración política realizada a través de la BBC y del diario Gara. En la misma, ha hecho saber que "ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas" y hace igualmente "un llamamiento a los ciudadanos vascos para que se impliquen y continúen la lucha".  La decisión de ETA se produce cuatro años después de la declaración de la última tregua, en un contexto de recrudecimiento de la represión policial contra sus militantes, persecución e ilegalización de la izquierda abertzale y, sobre todo, cuando esta última ha reafirmado su apuesta por la lucha política y la movilización de masas.  

foto_ia.jpgDeclaración de El Militante ante la tregua de ETA y la propuesta política de la Izquierda Abertzale

1. ETA ha respondido a la petición de la izquierda abertzale de un alto el fuego permanente con una declaración política realizada a través de la BBC y del diario Gara. En la misma, ha hecho saber que "ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas" y hace igualmente "un llamamiento a los ciudadanos vascos para que se impliquen y continúen la lucha".  La decisión de ETA se produce cuatro años después de la declaración de la última tregua, en un contexto de recrudecimiento de la represión policial contra sus militantes, persecución e ilegalización de la izquierda abertzale y, sobre todo, cuando esta última ha reafirmado su apuesta por la lucha política y la movilización de masas.

2. Desde la Corriente Marxista Revolucionaria El Militante, siempre hemos defendido que los derechos democráticos nacionales para Euskal Herria no se pueden lograr a través de los métodos de la lucha armada de grupos de activistas. Decenas de comandos, como pudo tener ETA en su momento más álgido, no pueden sustituir la acción consciente de millones de jóvenes y trabajadores. La organización armada vasca no puede derrotar al Estado como tampoco el Estado puede derrotar a ETA a través de la mera represión policial.

El Partido Popular y el gobierno del PSOE pretenden que la declaración de ETA es producto  de los éxitos policiales y la persecución e ilegalización de la izquierda abertzale. Desde nuestro punto de vista éste es un análisis falso, que responde a los intereses del Partido Popular y la burguesía, y también de sectores de la dirección del PSOE ligados estrechamente al aparato del Estado, que han aprovechado las acciones de ETA para reforzar la represión policial y recortar drásticamente los derechos democráticos: la libertad de expresión, asociación política, manifestación etc. Lo único que ha logrado y que logrará la represión es llenar las cárceles, pero no resolverá un problema político; por esta vía, las condiciones para reclutar a jóvenes que se incorporen a las filas de ETA se mantendrán, como ha quedado sobradamente demostrado.

En realidad, ETA se ve obligada a parar por la decisión mayoritaria de los miles de militantes de la Izquierda Abertzale que han apostado de forma decidida por la lucha política y la acción de masas. La declaración de ETA da una respuesta limitada, aunque positiva, a los llamamientos que le ha hecho la Izquierda Abertzale desde que aprobó a finales del 2009 el documento "Zutik Euskal Herria", y revela, como no podía ser de otra manera, que también en sus filas está teniendo lugar un profundo debate y que está costando interiorizar el cambio en los métodos y formas de lucha que supone el abandono definitivo de las acciones armadas.

El debate desarrollado en las bases de la Izquierda Abertzale a lo largo del último año, ha constatado la oposición mayoritaria a continuar con los métodos armados que, en la experiencia práctica, sólo han servido para aumentar el grado de represión, justificar la permanencia de la reaccionaria ley de partidos, y amplificar entre amplios sectores de la población los prejuicios del nacionalismo español.

La evolución que ha experimentado la Izquierda Abertzale es el resultado de una combinación de factores. En primer lugar, de las graves consecuencias del fracaso del proceso negociador con el gobierno tras la última tregua de 2006, que provocó una enorme frustración en sus filas. No pasó mucho tiempo para comprobar que, con la persistencia de las acciones armadas, sólo se endurecería la persecución policial y aumentaría su grado de aislamiento político. La apuesta por la lucha política se ha visto fortalecida por el callejón sin salida que representa los métodos de ETA, y ratificada por el éxito de las grandes movilizaciones que la Izquierda Abertzale ha promovido, casi sin solución de continuidad, en defensa de los derechos democráticos y contra la fuerte ofensiva con la que el Estado respondió a la ruptura de la anterior tregua de ETA. En este camino han tenido particular importancia las dos huelgas generales del 21 de mayo del 2009 y el 29 de junio de este año convocadas por la mayoría sindical vasca. El carácter masivo de estas movilizaciones demuestra que miles de jóvenes y trabajadores vascos están dispuestos, hoy como ayer, a solucionar sus problemas por sí mismos.

Igualmente está teniendo una gran influencia los procesos revolucionarios que llevan desarrollándose durante las dos últimas décadas en América Latina: tras la desaparición de la mayoría de las guerrillas, los avances de la revolución socialista en Venezuela, en Bolivia y en otros países, han vuelto a situar en un primer plano la lucha de masas, las huelgas generales y el programa de la transformación socialista de la sociedad. Por supuesto, la crisis del capitalismo mundial, que ha golpeado duramente a la clase obrera de toda Europa, y también de Euskal Herria, crea las condiciones para un nuevo auge de la lucha de clases donde los métodos de ETA se muestran aún más impotentes. Todos estos acontecimientos han convencido finalmente a la Izquierda Abertzale de que las acciones armadas son un obstáculo objetivo para la consecución de los derechos democráticos y sociales de Euskal Herria, y que es necesario reconducir el movimiento hacia la lucha política y la acción de masas.

3. La represión de los derechos democráticos nacionales de Euskal Herria, y del resto de las nacionalidades históricas, ha sido santo y seña en la acción política de la burguesía española a lo largo de la historia. Basándose en los principios más reaccionarios, agitando la amenaza del "separatismo" y la "unidad sagrada de la patria", la clase dominante española y su aparato del Estado han negado sistemáticamente los más elementales derechos democráticos de una parte considerable de la población de estas nacionalidades -desde el uso y enseñanza de la lengua materna hasta el derecho a la autodeterminación-.

Frente a la burguesía española, la trayectoria de la burguesía vasca o catalana no es mucho mejor. Los burgueses vascos y catalanes siempre han rivalizado con sus homólogos españoles por aumentar su cuota de explotación respecto a los trabajadores de sus respectivas nacionalidades. Su nacionalismo ha estado siempre cargado de un cálculo cínico y egoísta en beneficio de sus intereses colectivos como clase. En su exigencia de más transferencias, competencias fiscales, en materia de orden laboral, de vivienda, en lo referido a la sanidad o la educación, la burguesía vasca jamás ha defendido a los trabajadores vascos ni a sus familias. Utilizando de forma demagógica la opresión nacional y los sentimientos de una buena parte de la población vasca, nunca han tenido el menor reparo a la hora de hacer buenos negocios con la oligarquía española y, por supuesto, de aplicar con vehemencia todas las leyes represivas contra los derechos democráticos, recurriendo a la fuerza de su aparato policial.

4. El camino emprendido por la Izquierda Abertzale va a ser largo y difícil. Para empezar, la reacción ante el comunicado de ETA revela que los obstáculos más importantes provendrán, una vez más, de sectores del aparato del Estado y de la derecha política. No hay que olvidar que el aparato estatal heredado del franquismo no ha sido depurado. En los altos tribunales de la judicatura, en el ejército, en la policía, hay elementos con gran influencia y poder que harán todo lo posible por mantener la actual situación oponiéndose a cualquier reconocimiento de los derechos democráticos nacionales del pueblo vasco. Por otra parte, tampoco es un hecho secundario la existencia de todo un entramado de negocios ligado a las fuerzas y empresas de seguridad, que mueven millones de euros y obtienen grandes ventajas económicas de la existencia de ETA, y que se verán afectados negativamente si cambia la situación.

Por supuesto, todo parece indicar que el PP continuará con su ruidosa campaña para criminalizar a la Izquierda Abertzale, y pondrá toda su maquinaria política para sabotear cualquier negociación política que pudiese conducir al fin de la actividad armada de ETA. La derecha no va a renunciar a utilizar como ariete electoral la cuestión nacional vasca, explotando los prejuicios del más rancio nacionalismo español que se han desparramado en los últimos años, y que tan lamentablemente el gobierno del PSOE ha sido incapaz de combatir.

Así mismo, en el terreno político, ni el PP, ni el PNV, ni sectores de la dirección del PSOE, quieren una vuelta rápida de la Izquierda Abertzale a las instituciones y pondrán todo tipo de obstáculos para evitarlo. Recientemente el PSOE y el PP han endurecido aún más la Ley Electoral, y su pretensión es seguir ocupando un espacio que no les corresponde en el parlamento, los ayuntamientos y las diputaciones vascas, a costa de la ausencia de la Izquierda Abertzale en las mismas.

5. La Izquierda Abertzale se encuentra ante una disyuntiva histórica. Después de décadas de lucha, de enormes sacrificios, de una entrega tremenda por parte de su militancia a la causa de Euskal Herria y del socialismo, la experiencia está demostrando que sólo hay una salida para resolver satisfactoriamente la cuestión nacional vasca: adoptar un programa socialista y revolucionario y apoyarse en la única clase que cuenta con la fuerza y la determinación para culminar con éxito la tarea, la clase trabajadora. La insistencia en buscar pactos y alianzas con la burguesía vasca y sus organizaciones, ya sean el PNV o Eusko Alkartasuna, o intentar apoyarse en organismos internacionales, formados por experimentados políticos de la burguesía, para establecer una alternativa viable al problema nacional de Euskal Herria es una apuesta condenada al fracaso.

La opresión nacional en Euskal Herria es una consecuencia directa de la existencia de un sistema enfermo y en descomposición: el sistema capitalista. Bajo el capitalismo y de la mano de la burguesía, ya sea la española o francesa, o la burguesía de las nacionalidades oprimidas, es imposible resolver ninguno de los problemas y aspiraciones ni del pueblo vasco, ni de los demás pueblos del planeta. El fracaso de esta política de colaboración de clases se puede apreciar en toda su magnitud en Irlanda del Norte, donde los dirigentes del Sinn Fein integran hoy día un Gobierno de Coalición con los unionistas, aplican las políticas de ajustes y recortes que les exigen los capitalistas británicos e irlandeses, y dependen más que nunca del apoyo financiero de Londres.

Ese no puede ser el camino que se ofrezca a la base de la Izquierda Abertzale y a la clase trabajadora vasca. Hay que corregir los métodos de lucha y también el programa. Por supuesto, el abandono de la actividad armada es un paso adelante que puede permitir un objetivo realmente importante: la liberación de los presos. Pero para lograr que Euskal Herria sea auténticamente libre, para que pueda conquistar el derecho de autodeterminación y resolver los acuciantes problemas de desempleo, vivienda, deterioro de la sanidad y la educación pública, mejorando las condiciones de vida de la mayoría de la población trabajadora, es necesario plantear en primer plano la lucha por el socialismo. La lucha por los derechos democráticos nacionales, incluido el derecho de autodeterminación, y por la transformación socialista de la sociedad van indisolublemente unidas: son la misma lucha. Buscar la solución al problema nacional vasco en el marco del capitalismo y el acuerdo con la burguesía, sea vasca, española o francesa, es un callejón sin salida. Una Euskal Herria independiente pero capitalista, no ofrece ninguna solución a la mayoría de la población que estaría sometida a la explotación más feroz por parte de la burguesía vasca y mundial, incluida la española. Es necesario defender una política internacionalista basada en la unidad de los trabajadores y de la juventud vasca, por encima de fronteras nacionales, con nuestros hermanos de clase del Estado español y francés para luchar por el derrocamiento del capitalismo. Sólo con una Federación Socialista de Nacionalidades Ibéricas y con la Federación Socialista de Europa, Euskal Herria podrá ser libre y la opresión nacional un mal recuerdo del pasado.

6. Los trabajadores y jóvenes marxistas de El Militante y la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR), llamamos a la juventud y a la clase trabajadora de Euskal Herria y del resto del Estado a luchar por una alternativa socialista revolucionaria para resolver el problema nacional. Una alternativa que pasa por:

* Derogar todas las leyes antidemocráticas -la Ley de Partidos y la legislación que ha permitido endurecer el Código Penal- y la legalización de la Izquierda Abertzale.

* Acercamiento de los presos a Euskal Herria y el fin de la política de dispersión, una losa sobre las espaldas de miles de familiares que de esta manera también se convierten en víctimas de la política penitenciaria. 

* Contra de todo tipo de opresión, de clase, nacional o racial. Por el derecho a la autodeterminación de Euskal Herria y de las nacionalidades históricas. Por la Federación Socialista de Nacionalidades Ibéricas y la Federación Socialista de Europa.

La cuestión nacional ha polarizado casi por completo la vida política durante años. En numerosas ocasiones, las cuestiones de clase han quedado difuminadas tras una cascada de demagogia reaccionaria. Detrás de la agitación patriotera del nacionalismo español, o de la cínica propaganda de la burguesía vasca, se ocultaban los planes reaccionarios de la clase dominante en su agresión permanente a los derechos de los trabajadores y a sus condiciones de vida. La explotación en las fábricas ha aumentado escandalosamente, las jornadas laborales se han prolongado, la precariedad se ha extendido como una lacra... mientras, los salarios y la capacidad adquisitiva de los trabajadores y sus familias, tanto en Euskal Herria como en el Estado español y francés, se han reducido considerablemente, y los servicios públicos esenciales, como la educación y la sanidad, están bajo ataques permanentes y sometidos a planes de privatización.

En una cosa siempre han estado de acuerdo la burguesía española, francesa y la burguesía vasca: las tres han colaborado sin mayores problemas a la hora de poner en marcha todo tipo de leyes y medidas que les permitiera explotar más y mejor a los trabajadores con el fin de obtener la mayor cantidad posible de plusvalía. Sobre esta base, la burguesía ha acumulado sus insultantes beneficios.

Es hora por tanto de que la clase trabajadora y la juventud de Euskal Herria, unida a sus hermanos de clase del Estado español y francés, ponga el sello en los acontecimientos enarbolando la bandera del socialismo internacionalista y de una política de independencia de clase. Solo con este programa, basándonos en la lucha de masas, será posible alcanzar el derecho de autodeterminación y levantar una alternativa viable a la resolución del problema nacional en Euskal Herria y en las nacionalidades históricas integradas en el Estado español.

 

 


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