Por la creación de un amplio parque de vivienda pública con alquileres sociales

El pasado 29 de junio, bajo la consigna “Málaga para vivir y no sobrevivir”, y convocadas por el Sindicato de Inquilinas, en torno a 30.000 personas abarrotamos el centro de Málaga en una gran manifestación a la que nos unimos decenas de colectivos.

La problemática de la vivienda y el modelo de ciudad se han convertido en una de las principales preocupaciones de la clase trabajadora y la juventud en Málaga. El centro de la ciudad está copado por restaurantes, bares, pisos vacacionales y hoteles destinados a un modelo turístico que promueve el ocio embrutecedor y la precariedad laboral. Todas las políticas municipales del Partido Popular se han centrado en garantizar a la mafia del sector las mayores facilidades para obtener suculentos beneficios del turismo masivo.

Esta situación ha contribuido de forma clara también una subida incesante del precio del alquiler en la ciudad. En la última década los precios se han incrementado en entre un 50 y 70%, siendo Málaga la ciudad donde más rápido lo está haciend, por encima de Madrid o Barcelona. Las cifras de desahucios por impago del alquiler en Málaga han superado los 300 en lo que va de año, casi dos al día.

Según datos del Sindicato de Inquilinas, se calcula que los hogares de familias trabajadoras destinan más de la mitad de sus ingresos a costear el alquiler, sin contar los suministros. Todo esto, a pesar de que la Ley de Vivienda que aprobaron pomposamente PSOE y Unidas Podemos el año pasado, señala que, suministros incluidos, el alquiler no debe superar el 30% de los ingresos de una familia.

Esta es la situación para la inmensa mayoría, las y los trabajadores y sus familias. Poro por otro lado el modelo turístico devastador, el trabajo precario y la especulación con la vivienda son tremendamente lucrativos para una capa social, es hosteleros y propietarios de pisos que se están haciendo de oro.

Como indica el Grupo de Estudios Críticos Urbanos (GECU), “más del 73% de los hogares de caseros se ubica en los dos cuartiles de renta más elevados (…) como contraste, entre el 65% y el 75% de los hogares inquilinos se encuentran en los segmentos más bajos de ingresos (…). El resultado de años de subidas de precio en la última década ha dejado detrás un ‘proceso masivo de transferencia de rentas de inquilinos a caseros, es decir de la población de menor renta hacia población de mayor renta”.

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La única manera de frenar el coste astronómico de los alquileres, de acabar con la especulación de la vivienda, y que todos podamos acceder al derecho básico de poder vivir bajo un techo digno, es crear un parque de vivienda pública con alquileres sociales. 

Esta es la cotidianidad en la ciudad, en la que abundan las viviendas turísticas tanto las registradas como las irregulares, mientras que los caseros y las inmobiliarias siguen cobrando alquileres desorbitados y tasas abusivas a los inquilinos.

En la hostelería, la situación es igual de sangrante. Los empresarios del sector se han hecho con el control del centro de la ciudad, imponiendo un modelo de precariedad laboral y masificación que les reporta el máximo beneficio a costa de la máxima explotación de los recursos de la ciudad y de los trabajadores. En contraste, los barrios obreros están totalmente abandonados.

La movilización fue una muestra del potencial que existe

Para la convocatoria de la manifestación se hizo un trabajo muy serio por parte de cientos de activistas de diferentes colectivos malagueños. Era casi imposible encontrar una calle sin carteles del 29J. La masividad de la manifestación indica la fuerza que podemos llegar a tener y el interés que existe entre la juventud y la clase trabajadora por luchar en defensa del derecho a una vivienda digna.

Ahora el debate se centra en cómo continuar la lucha. El camino debe ser continuar con la lucha en las calles. Es necesario instaurar asambleas regulares de vecinos y vecinas en cada barrio, que se coordinen en un organismo central, organizando la lucha desde abajo. Hay que impulsar movilizaciones de masas, manifestaciones multitudinarias y huelgas que involucren a toda la izquierda militante, a todos los movimientos sociales y al sindicalismo combativo de manera unitaria.

Para que la movilización sea masiva y podamos obtener conquistas, es necesario desarrollar también un programa que sea una garantía para el acceso a la vivienda.

Apelar a que se regulen los precios del alquiler puede parecer una demanda “asequible”, pero la realidad es que la Ley de Vivienda ha fracasado estrepitosamente. Este decreto no ha frenado en absoluto la subida del precio del alquiler, no garantiza el derecho a techo de personas vulnerables, ni mucho menos frena los desahucios. Sin ir más lejos, el pasado 1 de julio en Barcelona dos hermanas fueron empujadas a suicidarse ante el drama de enfrentarse al desahucio. Las presiones de los fondos de inversión, los bancos, las patronales inmobiliarias y los pequeños y medianos especuladores condicionarán cualquier Ley, por muy bonita que sea en las palabras.

Los y las militantes de Izquierda Revolucionaria participamos entusiastamente en la manifestación porque significa un importante paso adelante. Y lo hicimos, precisamente, bajo una pancarta con la consigna “para tener vivienda pública y accesible EXPROPIACIÓN de los pisos vacíos a bancos y especuladores” y repartiendo mil hojas explicando nuestro programa.

Ya está bien de paños calientes que no solucionan nada. La única manera de frenar el coste astronómico de los alquileres, de acabar con la especulación de la vivienda, un bien de primera necesidad y en definitiva de que todos podamos acceder al derecho básico de poder vivir bajo un techo digno, es crear un parque de vivienda pública con alquileres sociales no superiores al 20% del SMI. A la expropiación de las viviendas en manos de grandes tenedores, hay que sumar la inmediata puesta en marcha de un plan de urgencia para construir miles de viviendas, a cargo de una empresa pública de construcción,
y prohibir por ley todos los desahucios.

Pero esto es posible no desde el Consejo de Ministros que lamentablemente está arrodillado ante la banca y los especuladores inmobiliarios y ni mucho menos apelando al Gobierno del Partido Popular en Málaga, sino a través de la organización consciente, desde abajo, de los inquilinos, la juventud y las familias trabajadoras. Hay que torcerles la mano para obligarles a que lleven a cabo este plan.

Esta es la alternativa de los comunistas revolucionarios. ¡Únete a nosotros para seguir impulsando un movimiento por la vivienda combativo y revolucionario!

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