A lo largo de esta semana Pedro Sánchez se ha reunido con todos los partidos del arco parlamentario, excepto Vox, para trasladarles su compromiso a favor de elevar el gasto militar y garantizar un rearme sin precedentes.
Como resumen de estos encuentros, el presidente compareció ante los medios de comunicación para justificar esta deriva militarista culpando de todo a Putin, y hablando de la necesidad de defender los valores de la democracia amenazados por Rusia. Un absoluto blanqueamiento del imperialismo europeo y una confesión abierta de su postración a los acuerdos alcanzados con la derecha y la extrema derecha con las que gobierna en la Comisión Europea. Por supuesto, la industria armamentística del continente no puede esconder su satisfacción con este gran estadista.
Obviamente las mentiras que justifican esta política belicista son tan burdas, que ante los medios el propio Sánchez ha tenido que reconocer que las tropas rusas “no van a cruzar los Pirineos”. Claro, pero qué es ese detalle frente a un relato que los medios apuntalan a cada minuto en una campaña de propaganda nauseabunda.
Sánchez, convertido en una de las principales figuras de la socialdemocracia europea, ha dejado muy claro en que barricada se sitúa. Su otanismo no es de segunda, al contrario, está muy decidido a cumplir todos sus compromisos de vasallaje ante Washington y Bruselas.
No solo ha seguido al pie de la letra el guion de “que vienen los rusos”, se ha mantenido fiel a sus compromisos con el Gobierno sionista de Netanyahu negándose a romper relaciones económicas, diplomáticas y militares con Tel Aviv, y ha enviado a su ministro de Exteriores a rendir pleitesía a los yihadistas que gobiernan en Damasco y que en estos días están dando una gran lección de democracia asesinando a miles de civiles.

El PSOE y el presidente Sánchez están muy bien acompañados por referentes morales de la talla de El País, que no ha dudado en asumir la defensa ardiente de este belicismo desaforado envuelto de europeísmo y resistencia al… “imperialismo trumpista”. Y es que los editorialistas de El País nos están descubriendo que la burguesía europea no es imperialista ni colonialista, es un baluarte de libertad y protectora de un jardín democrático, parafraseando a Borrell. Por eso este diario del gran capital ha hecho del rearme español una cuestión de Estado y, echándole una mano a Sánchez, llama al PP a la responsabilidad y le apremia a pactar con el Gobierno.
Por supuesto, el PP y Vox están encantados con estos planes militaristas que reforzarán a sus amigos fascistas en el seno de las fuerzas armadas, pero para continuar desgastando al Gobierno exigen que haya un debate parlamentario. No les van a dar gratis el apoyo lógicamente. También el PNV está encantado, demostrando los intereses de clase que defiende y con los ojos haciéndoles chiribitas pensando en los ingentes negocios que va a hacer la burguesía vasca. O Junts, exigiendo ya la tajada correspondiente para la plutocracia catalana.
Pedro Sánchez ya ha indicado, tal y como reconoce El País, que va adelante con todo, pero no quiere que su imagen se desgaste y no se arriesgará a que esta decisión crucial, que implicará miles de millones en favor de la banca y el lobby militar, pueda verse afectada con un bronco debate parlamentario. Cuando se trata de cuestiones tan decisivas, mejor dejar a un lado los procedimientos parlamentarios y la tan cacareada “democracia”. Y luego saldrán a explicarnos que los valores de la democracia están en juego, y que solo ellos pueden salvarnos de la ultraderecha y la reacción.
Este Gobierno del PSOE y Sumar, que se llena la boca de antifascismo de postín y supuesto progresismo, no duda en secundar una campaña militarista y belicista que recurre a la fanfarria nacionalista y otanista más clásica, como tampoco hacen ningún asco a avalar la creación de campos de concentración extracomunitarios donde poder expulsar a nuestras hermanas y hermanos inmigrantes. Una deriva que, obviamente, compra el relato y hace el caldo gordo a la ultraderecha.
Más allá del doble lenguaje y la pura propaganda, lo cierto es que el Gobierno de Pedro Sánchez no ha dejado de incrementar el gasto militar años tras año. Desde 2021, primero con Podemos y después con Sumar, el gasto militar oficial ha pasado de 12.546 millones de euros a 19.723 millones, creciendo en cuatro años más de ¡un 75%! Pero, además, si incluimos otras partidas militares escondidas o maquilladas en los presupuestos, en 2023 este gasto superaría ya los 27.000 millones, sobrepasando el 2% del PIB exigido por la OTAN. Una realidad que Pedro Sánchez reconoce abiertamente señalando, frente a las exigencias de Trump, que estamos muy cerca o ya hemos alcanzado dicho objetivo.
En las consultas realizadas en Moncloa, EH-Bildu y ERC manifestaron sus reservas al incremento del gasto militar, pero dejando la puerta abierta a un posible respaldo parlamentario en el caso de que fuera necesario. Por su parte, Podemos y BNG sí se manifestaron radicalmente en contra de este incremento, señalando que la contrapartida inevitablemente serán nuevos recortes sociales. Si, así es. Pero reconocer este hecho evidente no significa que se vaya a parar la escalada militarista.
El Gobierno miente descaradamente. Claro que habrá nuevos ajustes en el gasto dedicado a sanidad, educación, vivienda y otras partidas sociales. Claro que se van a llenar los bolsillos de los monopolios armamentísticos, de los intermediarios y especuladores a costa de empobrecer a millones de trabajadores. Claro que se va a incrementar la represión y la militarización de la sociedad, se recortarán más los derechos democráticos y se justificará ante la población la necesidad de apoyar nuevas y agresivas guerras imperialistas.

Por eso mismo en la situación política actual, con el Gobierno lanzado a impulsar la campaña militarista y belicista de la UE, no basta solo con hacer declaraciones, exigir un debate o una votación parlamentaria, o plantear utopías pacifistas que abogan por salir de la OTAN pero defienden una política de defensa autónoma para una Europa que está dirigida por una coalición de partidos imperialistas.
Lo que realmente necesitamos es levantar un movimiento de oposición masivo en las calles, llamando con claridad a la clase obrera y la juventud a luchar en cada fábrica, barrio, centro de estudios contra esta carrera belicista, y que señale la complicidad con estos planes de la burocracia sindical de CCOO y UGT. Un movimiento que una la lucha por la vivienda, la educación y la sanidad públicas y universales, a la solidaridad con el pueblo palestino y la amenaza del fascismo.
Y la primera tarea en este camino es señalar que el enemigo principal está en casa, y son los capitalistas del bloque imperialista en el que se encuadra el Estado español y los Gobiernos que ejecutan esta estrategia militarista que solo busca defender los intereses de un puñado de monopolios, bancos y fondos de inversión, a costa de segar miles de vidas de trabajadores y acabar con nuestros derechos sociales y políticos.
Si queremos realmente la paz hay que luchar por derrocar el capitalismo y construir una sociedad socialista.
¡Ni un solo euro para financiar al lobby militar o para apoyar nuevas intervenciones y guerras imperialistas!
¡Trabajadores del mundo, uníos!