El 11 de noviembre era asesinado en el metro de Legazpi el joven de 16 años Carlos Javier Palomino a manos de un nazi, militar profesional, que le asestó una certera cuchillada en el corazón. Era una muerte que se veía venir ya que en los últimos años estamos presenciando un incremento de las agresiones fascistas. Rápidamente, los medios de comunicación trataron de presentar el asesinato como un nuevo caso de "reyertas entre bandas", "violencia juvenil", etcétera equiparando una vez más a las víctimas

El 11 de noviembre era asesinado en el metro de Legazpi el joven de 16 años Carlos Javier Palomino a manos de un nazi, militar profesional, que le asestó una certera cuchillada en el corazón. Era una muerte que se veía venir ya que en los últimos años estamos presenciando un incremento de las agresiones fascistas. Rápidamente, los medios de comunicación trEl 11 de noviembre era asesinado en el metro de Legazpi el joven de 16 años Carlos Javier Palomino a manos de un nazi, militar profesional, que le asestó una certera cuchillada en el corazón. Era una muerte que se veía venir ya que en los últimos años estamos presenciando un incremento de las agresiones fascistas. Rápidamente, los medios de comunicación trataron de presentar el asesinato como un nuevo caso de “reyertas entre bandas”, “violencia juvenil”, etcétera equiparando una vez más a las víctimas con los verdugos.

El incremento de las agresiones fascistas no es, como dice la derecha, fruto del aumento y el “descontrol de la inmigración”. Tiene una base política y está ligado, fundamentalmente, al clima de polarización política que existe en el Estado español.

La proliferación de grupos fascistas y la política del PP

El PP ha estado alarmando durante años a su base de apoyo electoral sobre el peligro de la inmigración, sobre la inminente “partición de la patria” por culpa de vascos y catalanes, sobre la relación entre el PSOE y en general toda la izquierda con el terrorismo, sobre la persecución del castellano en Catalunya y los católicos en todo el Estado, sobre la degeneración perversa y violenta de la juventud, etc. Es natural que las bandas fascistas se sientan totalmente legitimadas para actuar en consonancia con la gravedad de los hechos y situaciones descritas por el PP, y que generales como Mena se sientan políticamente arropados para hacer “pronunciamientos” como ocurrió a comienzo de 2006. La ultraderecha se siente muy cómoda con el PP y el PP se deja querer. El ejemplo más reciente es la negativa  del PP a condenar el asesinato de Carlos en la Asamblea de Madrid porque en la moción presentada por PSOE e IU se mencionaba a la ultra-derecha como responsable del crimen.
Tras las grandes movilizaciones que protagonizó la izquierda entre 2001 y 2004 la derecha está rabiosa. Ha visto las “orejas al lobo” y saben que la crisis y las medidas de ajuste no harán más que incrementar la conflictividad social. Por tanto, se preparan: leyes antidemocráticas y represivas, fortalecimiento del aparato del Estado, criminalización de la juventud… y desempolvan a las bandas fascistas para, como siempre han hecho, amedrentar al movimiento y atacar a los que luchan. Sin embargo, el apoyo social que tienen estas bandas es extraordinariamente minoritario. No estamos asistiendo, ni mucho menos, al fenómeno del fascismo como en los años treinta.
En todo caso, la clave está en cómo hacer frente a estas bandas. La impunidad ha sido el caldo de cultivo en el que se han movido, pero esta  impunidad está ligada al hecho de que los dirigentes de las organizaciones de izquierdas no han respondido a las agresiones de forma satisfactoria (UGT, CCOO, PSOE e IU fundamentalmente), no han movilizado seriamente, no se han lanzado a una campaña barrio a barrio, fábrica a fábrica. En muchos casos están contribuyendo a que las cosas sigan igual o peor, sobre todo desde posiciones de gobierno o de responsabilidad en el apartado estatal. La actuación de la delegada del gobierno en Madrid ha sido un claro ejemplo: ha permitido manifestaciones de los fascistas, mientras que ha ilegalizado las de los antifascistas. La manifestación del 11 de noviembre de Democracia Nacional, permitida por la delegada, era una clara provocación (Usera es un barrio de Madrid con un alto porcentaje de población de origen inmigrante) que buscaba, sin duda, que sucediera alguna desgracia. Con esta actuación, la delegada está equiparando a las víctimas con los verdugos, haciéndose eco de los planteamientos de la derecha. No es la primera vez que actúa así. Ya en Alcorcón, en enero de 2007, fue lo que tuvimos. Zapatero debería destituir inmediatamente a Soledad Mestre, porque da toda la impresión de actuar como una delegada del PP.

¡Éxito de las movilizaciones del 15 y 22 de noviembre!

Tras el asesinato de Carlos, el Sindicato de Estudiantes respondió rápidamente: participamos en las concentraciones organizadas el domingo y el lunes, nos reunimos el mismo lunes con las organizaciones juveniles de Madrid (Juventudes Socialistas, Juventud Comunista e invitamos a la Coordinadora Antifascista, que no acudió) para discutir un plan de lucha en unidad de acción. Las Juventudes Socialistas consideraban que no era el momento de salir a la calle y la Juventud Comunista se negó a participar en una movilización en la que hubiera pancartas firmadas por organizaciones.
Desde el Sindicato de Estudiantes defendimos la movilización unitaria y una estrategia para generar un movimiento masivo contra las bandas fascistas. Este debe ser el objetivo principal, por encima de las etiquetas y de los prejuicios. El 11 de noviembre fue Carlos el asesinado, pero podría haber sido cualquier otro activista de izquierdas o inmigrante, en cualquier otra zona del Estado. Si mañana fuera asesinado por un fascista un sindicalista de CCOO o un militante del PSOE (por ejemplo) nosotros también saldríamos a la calle, también consideraríamos este asesinato como una agresión al conjunto del movimiento obrero y de la juventud y así pensamos que debe actuar cualquier grupo de izquierdas y más aún se si hace llamar revolucionario, sea anarquista o no.
Para organizar un movimiento de masas contra las agresiones fascistas es necesario conseguir que se entienda el auténtico papel de la ultraderecha y romper con contundencia que se trata de una pelea entre bandas. La lucha por levantar un movimiento masivo, con raíces en la clase obrera, en las fábricas, no puede ser vetado por ningún grupo en función de etiquetas y prejuicios. En la lucha contra las agresiones fascistas deben participar el mayor número posible de organizaciones de izquierdas y por supuesto, con total libertad para expresar sus ideas y llevar sus símbolos. Esa es la tradición de lucha de la clase obrera.
Con el objetivo de demostrar nuestra repulsa por el asesinato de Carlos, crear un amplio movimiento antifascista en los centros de estudio e introducir más presión en los dirigentes de las organizaciones obreras para que convocaran, el Sindicato de Estudiantes organizó para el 15 de noviembre paros y asambleas en los institutos, y una concentración en Vallecas en la Plaza Roja y para el 22 de noviembre, una huelga general de estudiantes con manifestaciones en más de 20 localidades.
Una imagen vale más de mil palabras: os invitamos a que veáis los vídeos de la concentración de Vallecas (con 500 estudiantes) y de las manifestaciones del 22 de noviembre, colgadas en nuestra página web (www.sindicatodeestudiantes.org). La manifestación de Madrid del 22 de noviembre reunió a cerca de 5.000 estudiantes (muy lejos de los 700 que ha dado la Delegación del Gobierno y la prensa burguesa) y fue un verdadero ejemplo de cómo hay que llevar la lucha contra las agresiones fascistas. Durante dos horas los estudiantes participaron en la misma sin ningún incidente, coreando consignas contra las agresiones fascistas, apoyando a los trabajadores inmigrantes, rememorando a Carlos…
Durante la movilización dieron saludos a los manifestantes: FETE-UGT, CCOO, STES, CGT, la FAPA Giner de los Ríos, el comité de empresa de Telemadrid, que denunció la manipulación que impulsa Esperanza Aguirre en la cadena y se solidarizaron con la lucha contra las agresiones fascistas, y Gaspar Llamazares, coordinador general de Izquierda Unida, que en su discurso equiparó a los luchadores contra las agresiones fascistas a los obreros que defendían la República contra la insurrección de Franco para condenar a los que tratan de equiparar a unos con otros. También estuvieron presentes compañeros de la Federación de Servicios y Administraciones Públicas de CCOO (FSAP).
Realmente tanto el 15 como el 22 de noviembre fueron dos jornadas exitosas. El 22 de noviembre la huelga fue generalizada, en Madrid por ejemplo el 90% de los institutos públicos secundaron la huelga. En Barcelona salieron a la calle 2.000 estudiantes y hubo manifestaciones  en Vigo, Santiago, Tarragona, Málaga, Granada, Sevilla, Guadalajara, Gijón, Oviedo, Avilés… todas ellas sin incidentes.

Los métodos sectarios no sirven para luchar contra el fascismo

El único problema, que no puede empañar una movilización exitosa, fue el incidente en el museo Reina Sofía, cuando finalizaba la manifestación de Madrid. Veinte “anarquistas” (si Durruti levantara la cabeza…) trataron de reventar la movilización y dieron la excusa perfecta para que la policía cargara y disolviera la misma.
Una vez más se puede ver el flaco favor que los métodos “anarquistas” hacen al movimiento. Podían haber mostrado sus críticas al Sindicato de Estudiantes pacíficamente, repartiendo una hoja, con una pancarta, no hubiera habido ningún problema, estaban en su derecho… Sin embargo, prefirieron agredir a los compañeros de la manifestación. ¿Es que para ellos el principal enemigo no son los fascistas?
Lo que está claro es que sus métodos sectarios objetivamente favorecen a la reacción, a los planteamientos de la derecha, a los sectores más de derechas dentro de las organizaciones de la clase obrera y a un fortalecimiento del aparato de Estado. Los medios de comunicación ya tenían su carnaza para seguir insistiendo en sus mentiras sobre “reyertas juveniles” y alentar el temor de los padres de que sus hijos participen en manifestaciones “violentas”.
Pese a todo el movimiento ha salido muy fortalecido. Una capa muy importante de jóvenes ha visto que con los métodos basados en la participación, en la organización, en la explicación política, en la orientación hacia la clase obrera y en la unidad de acción se puede avanzar. Si los dirigentes de CCOO, UGT, PSOE e IU hiciesen el mismo esfuerzo que el Sindicato de Estudiantes en este sentido, con los medios y la influencia social que estas organizaciones tienen, la situación cambiaría drásticamente y las acciones de las bandas fascistas se verían enormemente obstaculizadas. La experiencia está demostrando que la lucha contra el fascismo, como cualquier otra lucha seria de la juventud, implica una profunda transformación de nuestras organizaciones de clase. Ese es el camino.
¡Carlos, hermano, nosotros no olvidamos! ¡Disolución de las bandas fascistas! ¡Juicio y castigo a los asesinos!

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