Nota de los editores

Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento (…) Por eso, Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo.

Discurso pronunciado por Engels en el cementerio de Highgate en Londres, el 17 de marzo de 1883, tres días después de la muerte de Marx

La obra de Karl Marx, y la de su camarada de ideas y militancia revolucionaria Friedrich Engels, está íntimamente ligada al desarrollo del movimiento obrero moderno con conciencia de clase, y sin ella no se hubiera operado la transformación del pensamiento socialista dotándolo de una base materialista y dialéctica.

A pesar de las insistentes falsificaciones que la burguesía ha realizado pintando a Marx como un “sabio” de gabinete desconectado de la vida real, su figura es la de un revolucionario resuelto que participó activamente en las batallas políticas de su época, y que dedicó sus energías y sus vastos conocimientos no sólo a proponer una sociedad alternativa al orden capitalista, sino también a construir los instrumentos que hicieran posible su derrocamiento.

Ya fuera como animador resuelto de la Liga de los Comunistas, redactando junto a Engels el imperecedero Manifiesto Comunista y dedicando años de estudio a producir su  monumental obra El Capital, interviniendo directamente en la revolución de 1848 en Alemania o en la organización la Primera Internacional, Marx jamás se desligó de la clase que tiene la capacidad de transformar el mundo: el proletariado.

La construcción de una nueva sociedad socialista liberada de opresión y basada en la igualdad es el motor que nos inspira. Por eso invitamos encarecidamente a la nueva generación de militantes y activistas a que lean y estudien a Marx, Engels y a los grandes marxistas, no como un dogma sino como una guía para la acción. Y qué mejor para ello que ceder la palabra a Lenin en uno de sus trabajos de divulgación —sencillo pero sólidamente construido— sobre ambos revolucionarios y su obra.

En este libro presentamos cinco textos que exponen de manera directa y sin adornos académicos las ideas básicas del marxismo.

El primero de ellos, Karl Marx, fue escrito en 1914 para un diccionario enciclopédico que se publicaría al año siguiente seguido de una “Bibliografía del marxismo”.

El segundo artículo, Friedrich Engels, es una glosa de su figura escrita en 1895, a raíz de su muerte.

En el tercero, Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo, publicado en 1913, Lenin explica el surgimiento del marxismo como resultado de la confluencia y la superación crítica de tres grandes corrientes ideológicas del siglo XIX europeo: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.

El cuarto, también de 1913, es Vicisitudes históricas de la doctrina de Karl Marx, donde Lenin comenta el papel del marxismo en tres períodos históricos (desde la publicación de El Manifiesto Comunista hasta la Comuna de París, entre la Comuna y la revolución rusa de 1905 y después de esta).

Y el quinto, Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo, es de 1910 y en él Lenin aborda, apoyándose en los acontecimientos de los seis años anteriores en Rusia, la necesidad de adaptarse tácticamente a la situación política, pero manteniéndose firme en los principios del marxismo.

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