La clase trabajadora nepalesa demuestra una vez más su fuerza al llevar a cabo una nueva huelga general, la segunda en cinco meses; tras la convocatoria de huelga general indefinida del Partido Comunista Unificado de Nepal (PCUN, de orientación maoísta), los trabajadores salen a las calles en intensas jornadas de mítines, marchas e incluso enfrentamientos con la policía y el ejército. La situación tan tensa que se vive en este país ha llegado al grado de "preocupar" a los organismos internacionales como la ONU y la UNICEF, y a los Estados Unidos, quienes ven en la clase trabajadora nepalesa un peligro para la burguesía y sus agentes en el gobierno.
La clase trabajadora nepalesa demuestra una vez más su fuerza al llevar a cabo una nueva huelga general, la segunda en cinco meses; tras la convocatoria de huelga general indefinida del Partido Comunista Unificado de Nepal (PCUN, de orientación maoísta), los trabajadores salen a las calles en intensas jornadas de mítines, marchas e incluso enfrentamientos con la policía y el ejército. La situación tan tensa que se vive en este país ha llegado al grado de "preocupar" a los organismos internacionales como la ONU y la UNICEF, y a los Estados Unidos, quienes ven en la clase trabajadora nepalesa un peligro para la burguesía y sus agentes en el gobierno.
Los antecedentes
En diciembre pasado los dirigentes maoístas convocaron a una huelga general durante tres días como oposición a la decisión del presidente Ram Baran Yadav de restituir en su cargo de jefe del ejército Rookmangud Katawal en mayo de 2009, el cual, forma parte del grupo de derecha en el gobierno que se opone a la redacción de una nueva constitución. Es importante recordar que Nepal atravesó por un periodo de guerrilla en contra de la monarquía de 1996 a 2006, al fin de la cual se instituyó la república en el país y quedó pendiente la tarea de restablecer la paz por medio de una Constitución, misma que ha quedado suspendida luego de cuatro años de inestabilidad política. La mayoría del gobierno tras el derrocamiento de la monarquía la tuvo una coalición el Partido del Congreso Nepalés, el Partido Comunista de Nepal (que se reivindica marxista-leninista) y el PCUN, pero tras la restitución de Katawal, el PCUN sale de la coalición y forma la oposición.
A raíz de la huelga general, en la cual miles de trabajadores salieron a las calles a mostrar su descontento no sólo por la restitución del ex jefe del ejército, sino por las condiciones de vida tan precarias que tiene la población nepalesa (con una economía basada en la agricultura, con una inflación de casi el 9%, y con el 40% de la población viviendo por debajo del nivel de pobreza), el congreso se propuso la redacción de la nueva constitución, y se fijó como plazo este 28 de mayo; sin embargo, esta disposición se ha visto frenada por la derecha, la cual ha hecho lo posible por retrasar la elaboración de la constitución, pues los maoístas (que representan el 40% del congreso) plantean toda una serie de reformas sociales que benefician a la clase trabajadora, aunque sin salirse del marco de explotación capitalista. Es por esto que el PCUN convocó a una huelga general indefinida por la destitución del primer ministro Madhav Kumar, uno de los opositores a las reformas planteadas por la constitución.
Las jornadas de la huelga.
El día 1 de mayo fue el primer día de huelga, iniciada con grandes movilizaciones en Katmandú, ciudad capital, y en otras importantes ciudades, en las que diversos sectores de trabajadores paralizaron sus actividades, permaneciendo parados los pocos centros industriales instalados en esta ciudad, comercios, escuelas, oficinas públicas, transporte público, entre otros. Movilizaciones masivas inundadas por miles de trabajadores vestidos con playeras y gorras rojas se pudieron ver en diversos puntos del país durante los primeros días de huelga, contabilizando 100 000 manifestantes en el primer día de huelga tan sólo en Katmandú. Sólo tras 4 días de huelga, comenzaron a presentarse enfrentamientos violentos, situación provocada en gran medida por las acciones del gobierno por tratar de sabotear la huelga y provocar y reprimir a los huelguistas. Los dirigentes maoístas insistían desde un principio que el movimiento tenía un carácter pacífico, pero que si no resultaba, pasarían a la violencia; sin embargo, aquí es necesario destacar que sin un programa claro, que reivindique no sólo la caída del gobierno, sino la toma del poder por parte del proletariado y campesinado, la expropiación de fábricas y tierras, la formación de comités de obreros y campesinos que controlen la producción, cualquier acto, por más violento que sea, no será suficiente para terminar con las condiciones de miseria de la clase trabajadora; las masas están dispuestas ha tomar las armas, como ya lo han demostrado, pero es necesario que la dirección oriente a las masas, es decir que plantee un programa de lucha, y no sólo una lucha armada que persiga un objetivo difuso que no terminará con la explotación capitalista.
Son precisamente los enfrentamientos y el clima de violencia, los que han obligado a los dirigentes a cercar la ciudad, limitando el tránsito de ambulancias, el comercio y otras actividades indispensables, permitiendo únicamente su apertura durante dos horas al día, lo cual ha agravado la situación de vida de varias personas. Es preciso señalar que si bien estas acciones han sido obligadas por las acciones del gobierno que se opone rotundamente a la huelga, el cerco es también producto de las vacilaciones de la dirección, al declarar indefinida la huelga general y propiciar el desgaste de las masas; y es precisamente de estas vacilaciones de las que la burguesía se ha tomado para terminar de una vez por todas con la huelga.
El sabotaje de la burguesía.
Desde el principio, el primer ministro advirtió que la huelga general no es la solución al conflicto de la asamblea constituyente, y que se debe buscar un acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas (mismo que, por cierto, ha sido roto por ellos mismos en varias ocasiones en los ya 4 años de intentos por redactar la constitución). Es el temor a las masas el que obliga al gobierno a movilizar a cientos de policías a las calles, para reprimir a los manifestantes, pero sus acciones reaccionarias no se limitan al uso de la fuerza pública. La Federación Nepalí de Cámaras de Comercio e Industria ha organizado una movilización que reúne a unos cuantos sectores de la clase media y un pequeño grupo de trabajadores, oponiéndose a la huelga general, a los actos violentos y al cerco que mantienen los maoístas; si hay sectores de trabajadores que apoyan a esta movilización es más que nada por la falta de una política correcta por parte de la dirección del PCUN, y de esta confusión de las masas trabajadoras se ha aprovechado el gobierno para movilizar a sectores de trabajadores en contra de la huelga. Es la burguesía la que propicia las divisiones entre los trabajadores, utilizándolos a ellos mismos para enfrentarlos con los sectores del proletariado que salen a la lucha.
Debido al cerco, la ONU en Nepal ha hablado de la imposibilidad del tránsito de 4.5 toneladas de alimentos, las cuales han sido paralizadas por la huelga; incluso la UNICEF ha denunciado el uso de niños en las movilizaciones, lo cual atenta contra los derechos humanos; pero aquí cabe preguntarse ¿de qué se indigna la ONU cuando ha permitido que cada persona viva en Nepal con tan sólo 1000 dólares al año?, ¿con qué hipocresía habla la UNICEF del uso de niños cuando gran parte de ellos no asiste a la escuela por tener que trabajar en el campo o en la ciudad, o cuando el 80% de la población es analfabeta? Las agencias internacionales de la burguesía, como lo son la ONU y la UNICEF ven como terroríficos los actos del proletariado que sale a luchar, y les parece que estos actos son atentados contra la población, sin querer darse cuenta de que esta situación es provocada por la explotación capitalista. Incluso los mismos Estados Unidos se han alertado por la situación del país, y han exhortado al gobierno a buscar una solución, un escondido aviso de las intenciones de la burguesía imperialista norteamericana por intervenir en un punto muy importante situado entre China e India.
El fin de la huelga
Tras las dificultades por los escasos víveres en la ciudad, así como el acoso del gobierno y las vacilaciones de la dirección, la huelga general se dio por terminada el viernes 7 de mayo; la dirección maoísta declaró que eran las dificultades en las condiciones de vida y que el gobierno ha puesto a una parte del pueblo en contra del pueblo, los causantes del fin de la huelga; sin embargo, continuaron con movilizaciones el día sábado 8. Es importante señalar que para el día 7 de la huelga, eran ya menos los manifestantes, y que este desgaste del movimiento fue un factor fundamental para el fin de la huelga, mismo que por otro lado era ya previsible dado la política de la dirección maoísta. La huelga no cumplió su objetivo de derrocar al primer ministro, sin embargo, deja pendientes una serie de tareas para el proletariado nepalés y el de todo el mundo, mismo que en un contexto mundial de la lucha de clases en el que vivimos hoy en día, podemos esperar que continúe con huelgas y muestras de fortaleza cada vez mayores por parte del proletariado.
Los errores de la dirección.
La dirección de los maoístas vuelve a cometer los mismos errores que en la pasada huelga general al convocar a esta huelga general indefinida, pues esta táctica plantea que con una sola huelga se puede lograr el triunfo total de una lucha, y lo que trae consigo es el agotamiento de las masas y el extinguir el ánimo revolucionario con el paso del tiempo.
Asimismo, como lo planteamos en el artículo dedicado a la primer huelga: "una asamblea constituyente no es la solución para las condiciones de miseria de la población nepalesa ni de ningún país, pues aunque una constitución exprese leyes y reformas prometedoras para defender los derechos de los trabajadores, la aplicación de dichas leyes sigue en manos de la burguesía, la cual no esta dispuesta a renunciar a sus intereses a cambio de mejores condiciones de vida para el proletariado; mientras el poder no esté en manos de los trabajadores, ninguna ley, por más perfecta que parezca, garantizará una mejor calidad de vida para el proletariado." La consigna de la Asamblea constituyente depende de una serie de factores, entre los cuales está si en el país existe una dictadura que limite los derechos políticos mínimos, pero no por esta situación se puede hacer un llamado vacío a una constitución, sino a la conformación de una asamblea constituyente revolucionaria que reivindique la expropiación de fábricas y tierras en manos de los burgueses y su control por parte de los trabajadores a través de comités fábrica a fábrica; sin embargo, en el contexto en el que atraviesa Nepal, la consigna de la Asamblea constituyente genera confusión entre las masas, quienes han observado su poder como clase y cuya vanguardia sabe que son insuficientes una serie de reformas enmarcadas en el capitalismo, por lo que la única alternativa es la toma del poder político y de las palancas de la economía por parte de los trabajadores. La dirección maoísta está consciente de ello, pero su "teoría de las dos etapas" (primero consolidar el capitalismo en un país atrasado, y luego pensar en el socialismo) refleja una traición a las bases que los apoyan; por tanto, es necesario que la vanguardia de la base trabajadora, la que ha sacado la conclusión que la única alternativa es la lucha por el socialismo, tome la dirección del movimiento y luche bajo un programa socialista por la transformación de la sociedad.
¡Viva la lucha de los trabajadores nepaleses!
¡Por la continuación de la lucha bajo un programa socialista!
¡Proletarios de todos los países, uníos!