Derrotar a Cameron y la Europa de los capitalistas con un programa socialista
El próximo 23 de junio se celebra el referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña dentro de la Unión Europea, el popularmente conocido Brexit. La derecha tory se encuentra profundamente dividida a favor y en contra; la ultraderecha racista, agrupada en torno a UKIP y su discurso demagógico, hace una activa campaña por la salida; Corbyn y los dirigentes sindicales apoyan la permanencia como “un mal menor”, y los grandes poderes financieros mundiales arremeten contra el Brexit tratando de sembrar el miedo ante las consecuencias fatales de una eventual salida de la UE. En un debate monopolizado hasta el momento por la derecha, levantar una posición de clase en beneficio de los intereses de los trabajadores, frente a los recortes, la austeridad y los ataques del gobierno Cameron, sigue siendo la cuestión central para quienes luchamos por transformar la sociedad.
Incremento de la lucha social en Gran Bretaña
El referéndum tendrá lugar en un contexto de gran polarización social y política, que en los últimos años se ha expresado en un progresivo incremento de la movilización. El pistoletazo de salida lo dieron los estudiantes en 2010 con el movimiento contra la subida de las tasas universitarias. Pero los ataques lanzados por el gobierno de tories y liberales se sucedieron sin descanso (aumento de la edad de jubilación, recortes en las pensiones y en las ayudas sociales) y la respuesta no se hizo esperar. En 2011 los trabajadores del sector público irrumpieron en la escena protagonizando movilizaciones masivas que sacudieron la coalición de derechas, y que podrían haber desembocado en una huelga general. La posición desmovilizadora de los líderes de las TUC frustró esa posibilidad.
2014 fue también un año importante, con huelgas generales por sectores: bomberos, enfermeros, profesores, etc., y en 2016 ha estallado la mayor huelga de médicos de los últimos cuarenta años. Una lucha emblemática que aúna la mejora de las condiciones laborales de los jóvenes médicos residentes, que iniciaron las movilizaciones, con la defensa del sistema nacional de salud amenazado por los recortes y la privatización.
Crisis económica, desigualdad y polarización social
Al igual que en el resto de Europa, la crisis económica no ha hecho más que subrayar la desigualdad social y la creciente brecha entre ricos y pobres en Gran Bretaña. Según un informe reciente de la BBC, la pobreza alcanza a trece millones de personas, un 20% de la población, y uno de cada tres niños, cuatro millones en total, están dentro de este 20%. Desde 2010 se ha disparado el número de demandantes de ayuda en los bancos de alimentos, que han pasado, según este mismo informe, de 40.000 usuarios en 2010 a un millón en 2015. La precariedad laboral tiene mucho que ver en este asunto: los llamados “contratos de 0 horas”, sin tiempo mínimo y de total disponibilidad horaria, ocupan ya a 700.000 trabajadores.
El triunfo contundente de Jeremy Corbyn en el laborismo gracias a la participación masiva de decenas de miles de jóvenes y trabajadores, y con un programa en defensa de los servicios sociales y de resistencia frente a los recortes, se explica por estas condiciones explosivas. Sobre este giro a la izquierda, existen todas las condiciones para levantar una alternativa de clase, socialista, e internacionalista para echar al gobierno Cameron, combatir la demagogia racista de UKIP, y romper con la Europa de los capitalistas.
Un gobierno débil y una derecha dividida
La supuesta “fortaleza” del gobierno, tras la victoria por mayoría absoluta de los tories en las elecciones celebradas el pasado año, no ha tardado mucho en desvelarse como falsa. Boris Johnson (desalojado de la alcaldía de Londres por el candidato laborista de origen paquistaní Sadik Khan), ha asumido el liderazgo de la campaña por el Brexit dentro del Partido Conservador, en la práctica ya escindido, frente a la posición por la permanencia de Cameron. De sus 330 parlamentarios, 150 abogan por la salida de la UE. Estas divisiones en el partido tradicional de la derecha británica, que podrían ampliarse en los próximos meses, expresa una profunda debilidad de la clase dominante enfrentada a la presión de las masas y la inestabilidad social que recorre el país.
La convocatoria del referéndum por parte de Cameron y el sector fundamental de la burguesía que lo apoya, no busca otro fin que agrupar fuerzas entre su base social, retomar el control del partido frente a los euroescépticos y frenar el avance de UKIP, desviando la atención de los problemas fundamentales que tiene en estos momentos la mayoría de la población. Pero lo que hay que subrayar es que tanto los partidarios conservadores de la permanencia, como los que abogan por la salida (incluyendo a UKIP) muestran un gran acuerdo en lo fundamental: la continuidad de los recortes y más medidas de austeridad a pesar de la pobreza sin precedentes que carcome la sociedad británica.
El endurecimiento de las leyes antisindicales (restricción del derecho a huelga, criminalización y castigo de la movilización, ataques a la financiación sindical, etc.), y más mano dura con la inmigración, eliminando las ayudas públicas tanto a los trabajadores comunitarios como a los extracomunitarios, son ideas que ambas fracciones de la reacción comparten. No es casualidad que, paralelamente a este debate, Cameron esté promoviendo la redacción de una “Carta de derechos” británica que elimine y supere la convención de derechos humanos europea. Obviamente el objetivo no es dar más derechos sino restringirlos frente a la protesta social y el giro a la izquierda en la sociedad, y parar a un movimiento obrero en ascenso que ha encontrado en Jeremy Corbyn un canal de expresión a su descontento.
El debate sobre el referéndum está siendo monopolizado fundamentalmente por la derecha. Ambas alas del campo capitalista y reaccionario están de acuerdo en un modelo de capitalismo salvaje, precariedad, bajos salarios, recortes sociales y criminalización de la lucha social; por supuesto, no dejan de sembrar su demagogia contra los inmigrantes y el gasto social que requieren, o “claman” contra las reglas de la UE que impiden “ayudar” a las industrias nacionales en crisis (como el acero) y no frenan la competencia china. Es cierto que UKIP acentúa más los rasgos xenófobos y racistas en su discurso y retoma un planteamiento de nacionalismo económico más acusado —al estilo de Trump en EEUU o el Frente Nacional en Francia— para cosechar apoyo entre capas de trabajadores empobrecidos y parados que no ven ninguna salida a la crisis capitalista. Pero estas divisiones en el seno de la clase dominante no son más que el síntoma de la profunda crisis del capitalismo británico y mundial.
Cameron y la parte fundamental de la oligarquía financiera británica abogan por permanecer en la UE, eso sí, con una legislación todavía más brutal contra los derechos de los trabajadores. Y las razones para este posicionamiento son de peso. La UE es el mayor mercado para las exportaciones británicas (el 44% del total), a la vez que Gran Bretaña es el principal destino europeo de inversión extranjera directa (IED). Es un hecho que la City de Londres se ha convertido en uno de los grandes centros financieros mundiales, y el más importante de Europa, y actúa como un paraíso fiscal muy atractivo para los grandes especuladores y monopolios de todo el mundo. La reciente gira de Obama por Gran Bretaña y sus declaraciones a favor de la permanencia, los pronunciamientos del G7, la OCDE, el BCE augurando poco menos que las siete plagas de ganar la opción del Brexit, dejan clara la opción mayoritaria de la burguesía internacional.
Derrotar al gobierno de Cameron y romper con la UE de la austeridad y los recortes
Frente a esta posición, Corbyn y el sector de la dirección laborista que le apoya, al igual que la mayoría de los dirigentes sindicales, no ha levantado un programa que combata coherentemente la demagogia de la derecha. En la práctica, su llamamiento a votar por la permanencia en la UE, como “mal menor”, le coloca tras el discurso de Cameron y no impide el avance de UKIP. Es un completo error no subrayar el carácter capitalista y reaccionario de la UE, una fortaleza del gran capital financiero europeo para subyugar a la clase obrera del continente a través de una política devastadora de recortes y austeridad.
No, la opción de la izquierda no puede ser reformar lo irreformable. Cualquier medida en beneficio de los trabajadores británicos y del resto de Europa, lleva inevitablemente a la confrontación con la UE de los capitalistas. La UE y sus instituciones son las que han aprobado toda una legislación antiobrera agresiva, toda una batería de leyes que recortan drásticamente los derechos democráticos, son los mismos que han redactado un acuerdo de la vergüenza con Turquía para expulsar con la máxima violencia a decenas de miles de refugiados del continente, víctimas de las guerras imperialistas que se alientan desde Londres, Berlín o París, y que son tratados por los gobiernos europeos de forma muy semejante a como hacían los nazis con la población judía.
La experiencia de Grecia es muy aleccionadora a este respecto. En el referéndum del 5 de julio de 2015, el pueblo griego dio abrumadoramente la victoria al OXI contra el memorándum de la troika. Pero los responsables de la UE afirmaron con arrogancia que les deba completamente igual el pronunciamiento democrático en las urnas y exigieron la continuidad de los recortes. Para la burguesía europea no era una cuestión de dinero, sino política: dar un escarmiento a los trabajadores griegos y a aquellas organizaciones que osaran desafiar sus dictados. Lamentablemente Tsipras capituló de la manera más vergonzosa y renunció a apoyarse en la movilización social y en medidas socialistas que, implicando la ruptura con la UE de los capitalistas, habrían cosechado un apoyo entusiasta entre los trabajadores griegos y los de toda Europa.
En el caso de Gran Bretaña es exactamente igual. Muchas de las reivindicaciones que han aupado a Corbyn al liderazgo del laborismo, como la nacionalización de los ferrocarriles, son imposibles de realizar siguiendo las directivas de la UE, por no hablar de enmendar la plana a la política de recortes salvajes. Responder a las necesidades de la población, luchar contra el desempleo, la precariedad, la austeridad, implica romper con la UE capitalista. También es evidente que dentro o fuera de la UE, si Gran Bretaña sigue gobernada por reaccionarios que defienden la misma política procapitalista, los trabajadores y la juventud seguirán perdiendo.
El resultado del referéndum es incierto. La posibilidad de una alta abstención no está descartada. Por supuesto, si como algunas encuestas pronostican el Brexit se impone, la crisis del gobierno Cameron se agudizará aún más abriendo la puerta a nuevas elecciones. La cuestión fundamental es que la izquierda revolucionaria británica levante una bandera de clase e internacionalista: derrotar a Cameron y a la UKIP sólo será posible mediante la lucha unificada del conjunto de la clase trabajadora, masiva y sostenida en el tiempo, defendiendo un programa socialista que plantee abiertamente la expropiación de la banca y los monopolios. En este referéndum nuestra posición es clara:
¡No a la Europa de los capitalistas, ruptura con la UE!
¡Sí a una Europa Socialista!
¡Sí a la lucha organizada con una política de clase y socialista para barrer a Cameron y a la ultraderecha!