La manifestación del viernes 16 de agosto en la Glorieta de Insurgentes de la CDMX tuvo una asistencia maravillosa, miles de jóvenes y trabajadoras se dieron cita para seguir luchando contra todas las expresiones del machismo; esto demuestra cómo el movimiento crece cada día en México y en todo el mundo. Todas fuimos con mucho entusiasmo y convencidas de lo justo de nuestras demandas. Sin embargo, es importante analizar a profundidad lo que ocurrió al final de la movilización.

¿Contra qué nos manifestamos? Contra los feminicidios, las violaciones, el acoso y todo tipo de violencia machista, pero también por la rabia acumulada durante años de los gobiernos de derecha que sólo benefician a una minoría, y para el resto de la población únicamente dejan salarios bajos, amplias jornadas, transporte público peligroso y deficiente, empleos precarios, etc.

Desde Libres y Combativas hacemos un llamado a centrarnos en el problema de fondo y buscar métodos adecuados para alcanzar nuestros objetivos. La asistencia de tantas mujeres expresa la necesidad de esta lucha por detener la violencia que sufrimos y obtener justicia; pero los pocos resultados del gobierno actual en este aspecto han contribuido a que la rabia se siga acumulando. Los casos de abusos provenientes de policías violadores son un escándalo que se suma a nuestra indignación e impaciencia por transformar nuestra situación. La depuración de los cuerpos policiacos es una urgencia que no admite titubeos.

Ahora la pregunta es ¿Cómo organizarnos mejor? Y la respuesta es tan importante como la causa por la que luchamos ¿Cómo evitamos que nuestro movimiento sea usado por los intereses de la derecha, desprestigiándolo y empleándolo como carne de cañón en su afán por recuperar el control de la Ciudad de México? Y al mismo tiempo ¿Cómo conseguimos justicia?

La derecha y sus medios de comunicación pretenden llevar al gobierno de Claudia Sheinbaum a un callejón sin salida: si impone mano dura al movimiento, bajará su credibilidad aún más, si no lo hace “demostrará su incapacidad para gobernar”, y en medio de la disputa, nuestro movimiento, comprometiendo su legitimidad ante las acciones de provocación.

Pero nuestro movimiento no es títere de nadie y debemos continuar con las manifestaciones en las calles; no nos movilizamos por gusto, sino porque es la única manera con la que lograremos las demandas. ¡Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden!

Pero necesitamos mejor organización, convocar a movilizaciones con cordones de seguridad para evitar infiltraciones, trazar rutas del recorrido e impedir acciones que abran la puerta a la provocación.

La rabia y el hartazgo es demasiado, por ello debemos poner la energía donde obtengamos resultados: la movilización constante, cada vez más amplia y organizada, sumando sectores y no segregándolos. Nos rehusamos a las convocatorias únicas de mujeres, en esta batalla necesitamos a nuestros compañeros de clase que respetuosa y solidariamente están con nosotras en esta lucha.

El método de destrucción de la infraestructura (la mayoría pagada por nuestros bolsillos, usada y reparada por nuestrxs compañerxs de clase) no sólo no amplia la lucha, sino que la inhibe, dejándola en manos de un@s cuantos, la debilita y la aísla.

La derecha busca separar de diferentes formas a todxs los oprimidxs para golpearnos más duramente. Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria, y todas las organizaciones que se sumen, daremos la batalla por mantener la lucha en las calles y la unidad del movimiento junto a otros sectores también oprimidos por este sistema capitalista y sus instituciones machistas.

¡Contra el capitalismo y el patriarcado, unidad del pueblo trabajador!

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