Al Militante, quisiera transmitirles mi confianza y mi gran satisfacción del empuje de estas jóvenes, que construyen un mañana feliz para todos.
Gracias, gracias, gracias.
Neus Català

Neus Català, luchadora antifascista durante la Guerra Civil, es la última superviviente catalana de los campos de concentración nazis. Nace en 1915 en Els Guiamets (Tarragona). Al estallar la guerra civil española, se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas y se fue a Barcelona, donde se diplomó en enfermería en 1937. Aunque ella quería trabajar en un hospital de sangre, acabó encargándose de la colonia infantil  Negrín, en Premià de Dalt (Barcelona), hasta la ocupación franquista, que la obligó a exiliarse en Francia, cruzando la frontera con 180 niños a su cargo.
Una vez en Francia, durante la Segunda Guerra Mundial militó en la Resistencia Francesa, al lado de su entonces compañero, haciendo de enlace, llevando los mensajes ocultos bajo su pelo, cubierto con un pañuelo, o camuflados en una cesta de verduras, hasta 1943, año en que fueron denunciados a los nazis y torturados. Su compañero no consiguió sobrevivir a las torturas y posterior hacinamiento en los campos de exterminio, y ella fue recluida en la prisión de Limoges. De ahí, la deportaron al campo de concentración de Ravensbrück, situado a 90 kilómetros de Berlín, donde murieron 92.000 mujeres. Ingresó con la mandíbula rota, a causa de las torturas que tuvo que soportar. En el campo de concentración ocultaba su condición de enfermera, incluso a sus compañeras, para que no la obligaran a participar en los experimentos a los que eran sometidas las reclusas por parte de los nazis. De allí, fue trasladada a un segundo campo de trabajo en Holleischen (Checoslovaquia), donde la obligaron a trabajar en una fábrica de armas, pero junto a sus compañeras, saboteaban las municiones que fabricaban.
Fue liberada en 1945, encontrándose ya en un estado físico lamentable, producto de las inhumanas condiciones que tuvo que soportar. Una vez liberada, al no poder regresar a su casa, decidió quedarse en Francia, donde rehizo su vida y tuvo dos hijos, a pesar de que los nazis le habían cortado el período menstrual con una inyección, y ella estaba convencida de que no podría tener hijos. Militó en el PCE clandestino, y en el Partido Comunista Francés. También dedicó una parte de su vida a recoger testimonios de otras supervivientes, que plasmó en el libro De la resistencia y la deportación*. Hace unos años fue galardonada con la Cruz de Sant Jordi, y actualmente preside la asociación Amical de Ravensbrück, y ha mantenido su militancia en la izquierda y en la fundación Pere Ardíaca, de la que es socia de honor.
El pasado mes de enero, unas compañeras de El Militante, fuimos a visitarla al geriátrico donde vive actualmente, en Els Guiamets, su pueblo natal. Pudimos disfrutar de su entrañable compañía durante una tarde en la que fuimos testigos de cómo mantiene vivas en su memoria las experiencias de su juventud revolucionaria. Ya desde pequeña escuchaba, desde una ventanilla que daba a la barbería que regentaba su padre, las conversaciones políticas que éste mantenía con los clientes. Su padre, que era de izquierdas, pensaba que el socialismo llegaría tarde o temprano. Nos contaba que su abuela, que era muy beata, se encaró con el cura del pueblo, al calor de las elecciones del 36, a la salida de la iglesia, señalándole que dentro de la Iglesia él representaba a Dios, pero que fuera, el pueblo se representaba a sí mismo. Ese incidente demostraba la victoria que conseguiría el Frente Popular en su pueblo. Neus recuerda orgullosa que, tras verse obligada a trabajar en el campo porque sus padres no podían pagarle los estudios, encabezó una huelga, junto a sus compañeras, bajo el lema “a igual trabajo, igual salario”, debido a la diferencia salarial que existía respecto a sus compañeros. Frente a las amenazas del terrateniente, ella se le enfrentó, exigiéndole que era: “todo  o nada”, y finalmente, la huelga se saldó con una victoria. Su madre le decía “¡eres igual que tu padre!”.
Neus destaca de los años de la República, durante los cuales participaba en una compañía de teatro, la creación de escuelas por todo el territorio y el carácter democrático que tuvo su proclamación. También explicaba que el golpe de Estado fascista buscaba terminar con todas las conquistas del momento.
No ha perdido su espíritu combativo, y le gustaría seguir  participando activamente en la lucha, a pesar de sus 97 años. Fue toda una experiencia el poder ser testigos de la historia viva a través de esta veterana luchadora, y no podíamos menos que preguntarle cómo vivió los momentos de represión y tortura a los que fue sometida, a lo que ella nos respondió que, una vez estás ahí, no tienes más remedio que soportarlos, no perdiendo en ningún momento la dignidad y no dándole la satisfacción al enemigo.
Sus palabras nos alentaron a seguir luchando por un mundo mejor, al decirnos que ella confía en la juventud. Al finalizar la visita, la compañera se quedó con un ejemplar de El Militante y nos hizo una dedicatoria en su libro De la resistencia y la deportación.
Los compañeros de la Corriente Marxista Revolucionaria recogemos el testigo de los combatientes, que, como Neus Català, dedicaron su vida a luchar contra la opresión y la tiranía, en busca de un mundo mejor en el que no exista la explotación del hombre por el hombre.

* Libro disponible en el catálogo de la Fundación Federico Engels.

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