Entrevista a Javier Almazán, Olga Gutiérrez, Pablo Mayoral miembros del Colectivo por los Olvidados de la Transición
Cuando se cumple el 50 aniversario de la muerte de Franco, la historia oficial y el Gobierno del PSOE-Sumar con su campaña de actos institucionales España en libertad nos siguen vendido que el régimen franquista dio paso a un paraíso de democracia y libertades gracias a la acción de políticos responsables y un rey que amaba a su pueblo. Una visión fraudulenta de la Transición para ocultar que fue la lucha de la clase obrera y la juventud lo que acabó con cuarenta años de dictadura.
Para conocer lo que ocurrido aquellos años hablamos con varios de sus protagonistas: Pablo Mayoral, condenado a 30 años por un consejo de guerra en 1975; Javier Almazán, hermano de Ángel, asesinado por una paliza de la policía en 1976; y Olga Gutiérrez, cuñada de Arturo Ruiz, estudiante asesinado por los fascistas en 1977. Los tres son miembros del Colectivo por los Olvidados de la Transición (COT).

El Militante.- En el verano de 1975, todavía quedaban pendientes varios Consejos de Guerra y condenas a muerte por parte del régimen franquista. Pablo, tú fuiste uno de esos represaliados político y te condenaron a muerte. ¿Qué pretendía la dictadura con estos últimos asesinatos? ¿Cómo fue este proceso?
Pablo Mayoral.- En 1975 la lucha contra la dictadura arreciaba en todos los frentes y en todo el Estado. Había luchas en las fábricas, en los tajos, en las universidades, en la emigración. Ante eso las fuerzas represivas incrementaron también la represión, en 1975 el TOP procesó a más de 10.000 personas, hubo un estado de excepción en Vizcaya y Guipúzcoa, entre octubre de 1974 y mayo del 75 se produjeron 80 secuestros de periódicos y revistas, antes de septiembre de ese año eran asesinadas más de 20 personas en controles, detenciones, manifestaciones y en la calle.
En esas circunstancias el régimen montó a toda prisa cuatro consejos de guerra, en Madrid, Burgos y Barcelona, en los que se pedían 13 penas de muerte, una de ellas la mía. Se dictaron 11 penas de muerte, una condena a 30 años y otra de 25 años de prisión. Penas de muerte que se dictaron en sesiones que no duraron más de 4 horas cada una, sin pruebas de ningún tipo y en algunos casos sin abogados defensores, porque fueron expulsados a punta de metralleta de la sala. De estas 11 penas de muerte se ejecutaron 5 de ellas el 27 de septiembre, en medio de la repulsa masiva tanto nacional como internacional.
Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo, Ramón García Sanz, Ángel Otaegi y Juan Paredes Manot. Fueron asesinados, en los que serían los últimos fusilamientos de la dictadura franquista.
EM.- La represión se prolongó durante los años posteriores. Desde el COT estáis reivindicando la memoria de esas víctimas que algunos quieren enterrar. Javier, tu hermano, Ángel Almazán, fue una de ellas. ¿Puedes contarnos su caso?
Javier Almazán.- Tras la muerte de Franco, no existía un líder que pudiera continuar con la dictadura. Por otro lado, la sociedad española había evolucionado hacia posturas más liberales. Además España ocupaba un lugar geoestratégico importante en la defensa occidental, lo cual suponía un riesgo en el caso de que se produjera un proceso revolucionario, similar a Portugal si la dictadura continuaba. Con estos mimbres, era preciso que se produjera un cambio de régimen desde el franquismo hacia un régimen más liberal, pero eso sí, tutelado, para evitar veleidades izquierdistas.

Diferentes cuadros medios del franquismo elaboraron un plan que permitía un cambio institucional sin vulnerar las leyes franquistas. Ese proyecto de reforma política fue aprobado por el Parlamento franquista y luego fue sometido a referéndum, el día 15 de diciembre de 1976, para su legitimación. Ese día el Partido del Trabajo de España y sus juventudes, la Joven Guaria Roja, convocaron una manifestación para pedir la abstención, el Sí era promocionado por el Gobierno y el No por la extrema derecha. Ese día mi hermano acudió a la manifestación y fue apaleado cruelmente por la policía hasta causarle heridas irreversibles que ocasionaron su muerte cinco días después.
Se trataba de un plan elaborado por el poder para aplastar de cualquier forma cualquier disidencia al proyecto de transición previamente elaborado.
EM.- Lo mismo podemos decir de Aturo Ruiz, asesinado por los disparos de una banda de sicarios fascistas al grito de “viva Cristo Rey”, un caso que se ha convertido en un símbolo de aquellos años sangrientos y de la impunidad de la que gozaban, y siguen gozando, por parte del aparato del Estado estos elementos…
Olga Gutiérrez.- El domingo 23 de enero de 1977, mi cuñado Arturo Ruiz, con tan solo 19 años recién cumplidos, estudiante de BUP en el Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid, fue asesinado por el matón y ultra José Ignacio Fernández Guaza, un sicario del Estado que hacía trabajos para la policía y la guardia civil y que pertenecía a la banda fascista Los Guerrilleros de Cristo Rey. Arturo murió por la libertad y la democracia de este país.
El 23 de enero de 1977 fue convocada una manifestación en la Plaza de España en Madrid en la que se pedía la amnistía de los presos políticos que seguían encarcelados. El día anterior a la manifestación el ministro de la Gobernación (Interior) Rodolfo Martín Villa dio la orden de reprimirla con dureza.
Arturo y un grupo de amigos acudieron a la manifestación en Gran Vía. La policía, carga contra los manifestantes, estos se dispersaron por las calles aledañas. En Callao, junto a la Plaza de Soledad Torres Acosta en la confluencia de la C/ La Estrella y la C/ Silva, donde se encontraban un grupo de manifestantes, entre ellos Arturo, aparecen dos ultras. Uno, Jorge Cesarsky Goldestein, perteneciente a la Triple A, que saca una pistola y dispara al aire, al grito de “Viva Cristo Rey”. El otro ultra, y asesino “confeso”, es José Ignacio Fernández Guaza que le pide el arma a Cesarsky la empuña y dispara por la espalda a Arturo provocándole la muerte. En el sumario, los testimonios comentan que pocos minutos antes de los disparos, Arturo salió en defensa de una chica a la que Fernández Guaza estaba increpando con una cadena y un puño americano.
Mientras los testigos lo introducen en un vehículo particular para llevarlo a la Casa de Socorro, donde ingresa ya cadáver, el asesino se refugia en las dependencias de la policía de la C/Rey Francisco nº 21. Allí, tras la manifestación, también acudió Cesarsky Goldestein, los dos eran colaboradores habituales de estas dependencias. Cuando ya la policía no puede protegerlo más, Guaza, pasa por su domicilio y viaja hasta el País Vasco al cuartel de la Guardia Civil de Guernica donde permanece escondido y protegido. Después pasó a Irún y a París, permaneciendo allí un año escondido con documentación falsa, proporcionada por las fuerzas de seguridad del Estado.

Fernández Guaza nunca fue detenido, nunca se sentó en el banquillo. Se esfumó de España tras el crimen con la ayuda de las fuerzas de seguridad del Estado y ha gozado y goza de impunidad durante 48 años. El único condenado fue Jorge Cesarsky Goldestein a 5 años de prisión por terrorismo y a 6 meses por tenencia ilícita de armas. Solo cumplió uno.
En el año 2022, el escritor e investigador Carlos Portomeñe que dedicó 7 años a estudiar el caso, plasmado en su libro La Matanza de Atocha y otros crímenes de Estado, descubre que el asesino José Ignacio Fernández Guaza vive en el municipio Ingeniero Maschwitz a 45 km. de Buenos Aires en Argentina con identidad falsa. Todo su estudio, bien documentado, nos lo entrega y es cuando mi marido Manuel y mi cuñado Miguel Ángel contactan con dos periodistas del diario El País, José María de Irujo y Joaquín Gil, que ya tenían avanzada la investigación y que se desplazan a Argentina y lo entrevistan.
Dicha entrevista sale publicada en El País el 2 de noviembre de 2023. En ella, el asesino, reconoce que disparó al corazón de Arturo, para provocarle la muerte, que no se arrepiente de nada, que fue la Guardia Civil quien le dijo que se fuera de España. Asegura en la entrevista que la documentación de quien es hoy fue elaborada por los “servicios de seguridad españoles” tras el asesinato de Arturo. También reconoce que trabajó para la Guardia Civil en el sur de Francia en la guerra sucia contra ETA y que, en 1979, un año después de aterrizar en este país, recibió la visita de funcionarios de la Presidencia del Gobierno, preguntándole si iba a seguir haciendo trabajos para ellos. También dice que se reunió con agentes de Interpol, con los que acordó mantenerse fugado de la justicia. Reconoce este criminal que participó en el plan que el poder franquista estableció para acabar con la vida de aquellas personas que reivindicaban la ruptura con la dictadura.
Sin embargo, la causa judicial contra Fernández Guaza se sobreseyó en España en el año 2000 al llevar varias décadas desaparecido y la Audiencia Nacional dio por cerrado el caso porque, según ella, habría prescrito.
Los intentos de la familia para desempolvar la causa en España, siempre han resultado inútiles. En septiembre de 2023, la Sección Primera de la Audiencia Nacional desestimó reabrir la investigación al rechazar un recurso de súplica, por dos votos a uno con el argumento de que no puede aplicarse la Ley de Memoria Democrática que obliga a investigar el franquismo. Los magistrados arguyen que, aunque el caso se siguió por terrorismo y tenencia ilícita de armas, no se ha acreditado que el asesinato de Arturo fuera debido a la dictadura franquista. La resolución contó con el voto particular en contra del magistrado José Ricardo de Prada quien rebate a sus compañeros.
En la Querella Argentina, la jueza María Servini ha imputado al responsable político Rodolfo Martín Villa por 12 asesinatos, entre ellos el de Arturo.

El crimen de Arturo, es un crimen de lesa humanidad porque había un PLAN del Estado para acabar con la vida de aquellas personas que pedían la ruptura con la dictadura (plan en el que participaba el asesino José Ignacio Fernández Guaza, como él mismo reconoce) y que, por tanto, el crimen, no prescribe.
La familia ha luchado mucho y sigue solicitando la reapertura del caso por tratarse de un crimen de lesa humanidad y que de una vez extraditen a España al asesino y se le juzgue.
EM.- Mientras la calle era un hervidero social que permitió tumbar la dictadura, en los despachos se preparaban los acuerdos que en pocos meses darían nacimiento al Régimen del 78. ¿Qué opinión os merece la Ley de Amnistía del 77 y el relato oficialista de la transición? ¿Y cómo valoráis las leyes de memoria democrática aprobadas por el PSOE?
PM.- La Ley de Amnistía de 1977 fue una gran victoria, con ella salimos a la calle los últimos presos antifranquistas que quedábamos, y fue gracias a infinidad de manifestaciones, huelgas y movilizaciones. En esas luchas muchas personas fueron asesinadas, pero al fin se consiguió. Sin embargo, en el último momento incluyeron el perdón a los torturadores y asesinos franquistas. De manera que esa ley también fue, en definitiva, una ley de punto final para los responsables de la dictadura.
El relato oficial de la transición es completamente mentiroso, la conquista de los derechos democráticos, secuestrados por la dictadura, durante 40 años a sangre y fuego, fueron conquistados por las luchas de millones de personas, y la prueba son los más de 300 asesinatos que las fuerzas represivas del régimen y las bandas fascistas a su servicio produjeron en aquellos años.
Las leyes de memoria democrática hubieran podido ser un avance si de verdad hubiera voluntad política para acabar con la impunidad franquista.
JA.- La izquierda revindicaba con insistencia la amnistía para los presos políticos del franquismo puesto que su delito era la oposición a un régimen que se encaminaba a su desaparición. Finalmente, se concedió esa amnistía de índole general (Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía), que ya estaba programada, pero el poder se aseguró de incluir en esa norma jurídica que el perdón se extendiera a todos los funcionarios públicos. Serán objeto de amnistía (artículo 2 apartado f) los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas. El régimen transitorio se aseguró de que ningún policía, guardia civil, funcionario de prisiones, militar, etc. respondiese por sus crímenes, incluido el asesinato.
Las leyes de memoria de democrática tienen vocación de normas de punto final, no pretenden esclarecer los hechos, pese a establecer ese interés, no contempla la intervención de los órganos judiciales, por lo que imposibilita el reconocimiento de la lesa humanidad de los crímenes, y no pretende reparación alguna. Es decir, se sitúan de espaldas a la verdad.
OG.- Efectivamente, se aprobó la Ley de Amnistía con la excusa de excarcelar a los presos políticos, pero se guardaron un as blindando el franquismo para siempre evitando que se investigaran los crímenes del franquismo y los casos de terrorismo de Estado en la Transición y permitiendo la impunidad.

Fue una ley de punto final, una ley del olvido en la que fueron amnistiados policías, torturadores, asesinos de ultraderecha y jueces prevaricadores del régimen y se abandonó a la más absoluta ignorancia a los miles de víctimas del franquismo y la Transición. Se convirtió en un obstáculo para juzgar esos crímenes. Fue muy hábil Adolfo Suárez.
El discurso oficial que nos han vendido, es que la transición de la dictadura a la democracia fue pacífica y modélica y a día de hoy se siguen editando libros con la versión oficial glorificando las grandezas de ese periodo. Se hace una exposición sesgada de la realidad. En la Transición, desde la muerte del dictador Franco hasta la llegada del Gobierno socialista en 1982 hubo una gran violencia que costó la vida a más de 300 personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado asesinados por la policía y las bandas fascistas entre 1975 y 1981, con miles de torturados en cuarteles y comisarías, por la Brigada Político-Social y Guardia Civil, y de presos políticos.
Tenemos una Ley vigente, que es la Ley de Memoria Democrática que no se está aplicando en nuestros casos, porque lo primero que deberían hacer es desclasificar los documentos de la época para que se sepa la verdad. Mientras sigamos con este tipo de justicia, poco podemos hacer.
EM.- El pasado octubre celebramos las jornadas de la Transición Sangrienta en el Espacio Rosa Luxemburgo. Un evento que permitió juntar a muchos de los familiares de las víctimas. Ahora estáis proyectando por distintas ciudades la película Las armas no borrarán tu sonrisa y a punto de presentar el libro Los olvidados de la Transición… Contadnos un poco la motivación y objetivos de estas actividades. ¿Cómo valoráis este tipo de experiencias y cuál es la respuesta que estáis encontrando?
OG.- Sí. La verdad es que las jornadas fueron dos días inolvidables. Nos reunimos familiares de víctimas de la Transición, todas están en el COT y vinieron desde Barcelona, Menorca, Almería, Granada, Vitoria… Creo que fueron 14 familiares presencialmente y los que no pudieron venir, enviaron un vídeo explicando su caso o contando su testimonio.
Hubo también distintas mesas de debate y se presentaron varios libros muy interesantes. Hubo poesía y música y además proyectamos la película-documental Las armas no borrarán tu sonrisa, que trata de los asesinatos de la Semana Negra de Madrid en 1977 y hace una denuncia de casi 300 asesinados.
Pienso que hay que seguir realizando jornadas de este tipo en las que se dé voz a las familias de las víctimas, se las recuerde, se sepa lo que pasó y se les reconozca que fueron los verdaderos artífices de la democracia de este país.
PM.- La motivación de nuestras actividades es simplemente buscar justicia para esos más de trescientos asesinatos, hacer un reconocimiento de todas las personas asesinadas que el Estado nunca ha hecho, y cambiar el relato mentiroso de la Transición.
La respuesta que hemos encontrado ha sido muy positiva, y refleja el intenso trabajo de muchas personas. Tanto la película, como el libro y los testimonios de los familiares de las personas asesinadas son una gran aportación a los objetivos que antes indicaba. Verdad, Justicia y Reparación para todas las víctimas de la Transición y de la dictadura franquista.
JA.- Pretendemos que se introduzca en el relato de la Transición que fue un periodo sangriento y represivo, que hubo víctimas, que hubo olvido, negación y desprecio sobre nuestros muertos.
La respuesta ha sido muy generosa, hemos contado con el apoyo de personas que vivieron ese período y de aquellos que desconocían que hubo un rastro de sangre y dolor inmenso.
EM.- Estamos en un momento político en que el avance de la extrema derecha, la penetración de tendencias cada vez más fascistas en el aparato del Estado, en la policía… son preocupantes. ¿Qué lecciones podemos sacar de la lucha contra la dictadura y de los años de la Transición para el momento actual?
PM.- Cada etapa histórica tiene sus necesidades y su lucha, en cada momento las clases oligárquicas que detentan el poder político, económico y militar para su beneficio propio y exclusivo adecuan sus aparatos de dominación a las circunstancias concretas, eso es lo que debemos hacer nosotros también para ir aumentando nuestros niveles de organización y respuesta a tantos desmanes como se están produciendo.

JA.- Desconozco las razones que justifican el auge de la extrema derecha en Europa y en España, puedo entender que se hayan adueñado del discurso antisistema, de la frustración que supone la enorme distancia que separa a la política de los ciudadanos, pero no parece argumento suficiente, ni siquiera la falta de pedagogía; en algunos países europeos se ha explicado profundamente el terror del fascismo y el nazismo y ello no impide su proliferación.
Nuestra película, nuestra lucha solo pretende transmitir la verdad, pero no puede impedir que no sea admitida.
EM.- Muchísimas gracias por vuestros testimonios, por todo el trabajo y esfuerzo que hacéis por sacar a la luz la realidad de aquel periodo, imprescindible para los combates que tenemos hoy. Si queréis añadir alguna cosa más…
PM.- Daros las gracias a todas y todos los compañeros de Izquierda Revolucionaria, el Sindicato de Estudiantes y otras organizaciones afines por la ayuda que nos estáis brindando para la difusión de nuestros objetivos, el de los olvidados de la Transición.