La cuestión central, que tanto el Congreso Federal como el de Madrid debería haber abordado, era cuál es la responsabilidad del PCE en todo este proceso. No olvidemos que la mayoría abrumadora de los máximos dirigentes de IU tienen en su bolsillo el carnet del partido: hecho que, sin embargo, no se traduce en la defensa de una política comunista. Si somos honestos llegaremos a la conclusión de que la política practicada por IU no es más que el reflejo de la carencia de un programa y unos métodos auténticamente revolucionarios dentro del PCE.
Coherencia entre el discurso y la práctica
Es necesario que los discursos sean llevados a la práctica y las ideas generales convertidas en alternativas concretas para orientar la lucha diaria de jóvenes y trabajadores. Por ejemplo, es correcto que el partido, a nivel Federal y de Madrid, reivindique en sus materiales congresuales un modelo de sindicalismo de clase, combativo y democrático. Pero si esta declaración no va indisolublemente unida a una práctica cotidiana donde todos los militantes comunistas batallemos por ello en cada convenio, en cada asamblea de centro de trabajo y en cada reunión del sindicato, especialmente por parte de quienes ocupan puestos de dirección, no deja de ser más que una idea escrita en un papel que se vuelve impotente a la hora de intervenir para cambiar la realidad.
No podemos olvidar, además, que el PCE se desarrolla en un medio hostil a la defensa de ideas y organizaciones revolucionarias como es la sociedad capitalista, donde la confusión en el terreno ideológico y práctico puede tener, y de hecho tiene, un alto coste. En este sentido el congreso de Madrid reflejó el momento de debilidad que atraviesa el partido. De 139 delegados convocados no se superó en mucho los cien acreditados. En los debates políticos de fondo hubo momentos en que los delegados participantes no llegábamos a los sesenta. Y respecto a la elección de la nueva dirección, los delegados participantes en la votación del nuevo Comité Central de Madrid integrado por 71 miembros fueron 83.
El estudio de la historia del Partido Bolchevique liderado por Lenin demuestra que la construcción de una organización comunista genuinamente revolucionaria no está exenta de dificultades, de alzas y bajas. Pero también demuestra que la forma en la que Lenin y sus camaradas consiguieron superar todos los obstáculos, convirtiéndose en el partido que encabezó la primera revolución socialista triunfante de la historia, fue la firmeza y perseverancia en el terreno ideológico, en el de la práctica y en el de la aplicación de los métodos propios del marxismo. Ahí está la clave para la recuperación del PCE: el Partido debe dotarse de una genuina política y práctica comunista.
Bárbara Areal
Delegada