Es urgente construir un referente genuinamente socialista frente a la crisis capitalista y los ataques de la burguesía
Tras ocho años de gobiernos socialdemocrátas, el año se estrena con la derecha en el poder. A diferencia de la anterior etapa del PP, 1996-2000, el Estado español se encuentra sumido en la mayor crisis económica de los últimos 70 años y las previsiones apuntan a que esta se agudizará todavía más.
Según todas las informaciones públicadas en los medios, la economía española ha entrado en recesión en el último trimestre del año, y esta situación se mantendrá a lo largo de 2012. La llegada de Rajoy a La Moncloa tampoco ha servido para calmar a los “mercados”, es decir, al capital financiero que especula con las deuda pública; el bono español continúa instalado en los 350 puntos básicos de diferencial frente al bono alemán, mostrando una inestabilidad que amenaza con convertir al estado Español, en competencia con Italia, en el próximo país a ser “rescatado” por la UE. El retroceso de la actividad económica ha supuesto que la seguridad social, por primera vez en mucho tiempo, cerrará 2011 con déficit. Igualmente, el déficit público se situará en torno al 8%, superando en dos puntos el objetivo marcado por el anterior gobierno. El sector inmobiliario sigue hundido y los bancos mantienen en sus balances un gigantesco stock de pisos sin vender, lo que contribuye decisivamente a mantener al sistema financiero español al borde del precipicio. El crédito no fluye a la actividad productiva, y el consumo sigue en encefalograma plano.
¿Quiénes pierden con la crisis?
En los últimos cuatro años las condiciones de vida de millones de familias trabajadoras han empeorado dramáticamente. El paro se acerca a los 5 millones; 1,42 millones de familias se encontraban en el tercer trimestre de 2011 con todos sus miembros desempleados y, desde septiembre, 2,09 millones de parados no reciben ningún tipo de prestación. La pérdida de poder adquisitivo no ha hecho más que aumentar: desde la instauración del euro los salarios han subido un 14% pero la cesta de la compra lo ha hecho en un 48%. Diez millones de personas viven en situación de pobreza relativa y otros dos millones en pobreza severa, y desde 2008 se han presentado 151.354 desahucios en los tribunales y la tendencia es a que estos sigan creciendo. Y estos son solo algunos datos.
Este calvario contrasta con la opulencia obscena en la que viven los capitalistas. Las cajas de ahorro que han recibido ayudas públicas han sido obligadas a publicar los sueldos de sus directivos, lo que ha provocado gran malestar en estos señores, defensores a ultranza de la contención salarial para los trabajadores y los recortes sociales, pero amantes de la discreción en lo que a sus sueldos se refiere. Rodrigo Rato presidente de Bankia, percibió este año, en concepto de “salario”, 2,34 millones de euros; Francisco Verdú, consejero delegado también de Bankia, tiene un “salario” de 2,26 millones de euros; ni que decir tiene que Bankia no es una excepción. Por su parte Juan Carlos I, que una y otra vez insiste en que a los españoles nos esperan grandes sacrificios en los discursos que da en comidas y cenas de gala, sigue manteniendo en la más absoluta opacidad el alcance de sus negocios privados y su fortuna (que la revista Eurobusiness cifró en 2002, en 1.789 millones de euros).
La burguesía prepara duros ataques contra la clase obrera
Atrás ha quedado la demagogia barata que la derecha se ha permitido el lujo de utilizar durante estos años. Las medidas aprobadas el pasado 30 de diciembre representan un duro golpe contra los trabajadores aunque no son más que “el inicio del inicio”, parafraseando a la flamante vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. En primer lugar se ha aprobado una subida de impuestos en la que la parte del león la aportarán los asalariados (el 64% de los 6.475 millones de euros que espera recaudar por esta vía provendrán de las rentas del trabajo). A esto hay que sumar el aumento de la jornada laboral para los funcionarios (a la vez que se congela su salario), la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones (sólo suben un 1%) culminando, entre otras medidas de recorte, con un tijeretazo del gasto social de 8.900 millones de euros.
En el mismo paquete se han aprobado avales de 100.000 millones de euros para la banca, preparando lo que será una nueva inyección masiva de capital público hacia el sector financiero. Este “pequeño detalle” no fue comunicado en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros y hubo que esperar a poder leer el BOE para conocerlo, confirmando una vez más el carácter “chabacano” y “trilero” de los principales dirigentes políticos de los capitalistas españoles. Junto a lo ya aprobado hay otras “iniciativas” de gran calado que se adoptarán en las próximas semanas y meses, como una nueva reforma laboral y otra oleada de privatizaciones y cierres de empresas públicas. En una entrevista realizada el 10 de enero, al cierre de la edición de este periódico, Rajoy anticipó un salvaje recorte de 40.000 para los presuestos de 2012, que se van a aprobar en marzo, mes que que probablemente habrá una subida del IVA.
La política de pactos y consensos
Ante el panorama descrito, lo que caracteriza la situación es la gran orfandad política y sindical en la que se encuentra la clase obrera. Dentro del PSOE, el resultado electoral ha provocado los primeros ruidos en la dirección, con dos candidatos a la secretaría general de cara al congreso que celebrarán en febrero de 2012. Todo apunta a que la política que llevará a cabo el PSOE será el de una oposición “responsable”, haciéndose eco de la presión de la burguesía para la conformación de un “frente común” que nos permita “salir” de la crisis. Los guiños que desde el PP se lanzan continuamente al PSOE, indican claramente que la burguesía pretende seguir utilizándolo para aplicar sus planes. No quieren un Partido Socialista excesivamente debilitado, sino bajo su control y con el suficiente grado de estabilidad e influencia para que siga sirviendo de dique de contención frente a los trabajadores.
Por su parte los dirigentes de CCOO y UGT, están plenamente dispuestos a llegar a acuerdos con el PP y profundizar en su política de pactos y consensos con el gobierno y la patronal, representando plenamente el papel de hombres de estado responsables. En las ofertas de diálogo que lanzan continuamente al PP y a la CEOE, insisten en que están dispuestos a negociarlo todo, sin líneas rojas preestablecidas que no se puedan traspasar, haciéndose los sordos y ciegos ante los recortes ya anunciados por la derecha y la actitud cada vez más agresiva por parte de la patronal [ver editorial sindical en la página 15]. Esta política es un factor que condiciona la respuesta de la clase obrera a los planes del PP, que además está sometida a una presión enorme en el día a día de las empresas por la ausencia de una acción sindical de clase y combativa que contrarreste la ofensiva patronal.
Sí hay alternativa: la lucha por el socialismo
En todo caso, la situación sigue siendo muy volátil, la presión social es muy intensa y el descontento entre los trabajadores, la juventud y las gran masa de desempleados es muy profundo. Igual que en 2011, un año jalonado por las tremendas movilizaciones, podemos asistir a giros bruscos en cualquier momento. 
No podemos olvidar lo ocurrido hace pocos meses. La participación masiva de la clase obrera y la juventud en las distintas movilizaciones convocadas tras el 15-M, especialmente la sensación de fuerza que vivimos en las manifestaciones del 19-J o 15-O, ha dejado una profunda huella de cara al desarrollo de la lucha de clases en el próximo período. En las huelgas y grandes manifestaciones protagonizadas por los profesores en la Comunidad de Madrid, y en las que han tenido lugar en Catalunya contra los recortes en sanidad y otros sectores, ha quedado patente la influencia de esta experiencia adquirida. También es importante resaltar que muchas de estas luchas, como la de los profesores, se han impuesto por una fuerte presión desde abajo, ejercida desde los claustros, en multitudinarias asambleas y en organismos de coordinación creados para impulsar la acción; y en esto ha tenido mucho que ver la escuela de las movilizaciones que se han sucedido desde mayo como también ha quedado de manifiesto en las ganas de participar para que las asambleas fueran realmente decisorias y que ha obligado a los dirigentes sindicales a llegar mucho más lejos en la lucha de lo que tenían planificado. Estos ejemplos muestran el enorme descontento y crítica que prolifera entre la clase trabajadora contra la política sindical oficial y que, más tarde o temprano, cristalizará en el surgimiento de corrientes de izquierda en los sindicatos de clase mayoritarios.
La mayoría absoluta del PP puede encontrarse, mucho antes de lo que algunos imaginan, con un amplio rechazo social a pesar de la nefasta política de las direcciones de CCOO, UGT y el PSOE. La experiencia del rápido desgaste del gobierno conservador en Gran Bretaña, de la caída de apoyo al gobierno Sarkozy, o la contestación que sufre el gobierno derechista de Portugal, es el espejo en el que se mira o el PP.
La cuestión de fondo no es que no exista una alternativa a los planes de austeridad y recortes, que no haya recursos; todo lo contrario, estos existen en cantidad suficiente para garantizar unas condiciones de vida dignas a la mayoría de la población. Es la incapacidad de este sistema irracional, caduco y senil lo que condena a millones de personas aquí y en todo el mundo a un oscuro futuro. Hoy la necesidad de defender una genuína alternativa socialista y construir una organización revolucionaria para hacerla realidad, es más necesario que nunca. Constrúyela con nosotros, organízate en El Militante.
