¡Firma aquí la carta abierta dirgida a la Ministra de Educación!

Ciudadanos y ciudadanas, estudiantes, padres y madres, activistas y representantes de la sociedad civil organizada convocados por el Sindicato de Estudiantes y Acción contra el Odio, denunciamos la inacción sistemática de las distintas administraciones educativas ante la preocupante persistencia del acoso escolar y los discursos discriminatorios y de odio en las aulas del Estado español.

A: Pilar Alegría, Ministra de Educación, Formación

Nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas, estudiantes, padres y madres, activistas y representantes de la sociedad civil organizada convocados por el Sindicato de Estudiantes y por la asociación Acción contra el Odio (ACO), denunciamos la inacción sistemática de las distintas administraciones educativas ante la preocupante persistencia del acoso escolar y los discursos discriminatorios y de odio en las aulas del Estado español. 

El pasado 28 de octubre, más de un millón y medio de estudiantes fueron a la huelga, y cerca de 150.000 salieron a las calles en distintas manifestaciones para mostrar su solidaridad con la familia y amigos de Sandra Peña, la joven sevillana que días antes se había quitado la vida tras sufrir acoso escolar. Esta explosión de rabia e indignación sirvió además para denunciar la alarmante falta de protocolos y medidas de prevención frente a la lacra del bullying en los colegios e institutos de nuestro país.

El éxito de esta movilización masiva organizada por el Sindicato de Estudiantes en más de 55 ciudades ha supuesto un punto de inflexión. Una llamada a la acción contra el odio machista, racista, LGTBIfóbico, xenófobo y clasista que impide que las aulas y los centros de estudio sean lugares seguros en los que los y las niñas y adolescentes puedan desarrollarse de manera libre, empoderada y sin miedo al rechazo, el hostigamiento y la violencia.

La discriminación por el origen racial, el color de piel, la estética, el peso, la forma de expresarse o la orientación e identidad sexual que convierte a los, las y les estudiantes en víctimas de una opresión por parte de su entorno académico  es un atropello a la libertad del alumnado y la integridad física y mental de los y las acosadas. Lo que esta situación supone es un ataque directo a la igualdad de oportunidades y una violación de los derechos de los y las jóvenes con mayor condicion de vulnerabilidad ante la que la pasividad de las administraciones educativas es injustificable e inadmisible.

El bullying no es “cosa de críos”, ni consecuencia de una suerte de inevitable “maldad humana” propia de la edad. Es un problema estructural. Es un problema estructural producto de la falta de recursos que sufre la enseñanza pública y la penetración de los discursos de odio y la desinformación legitimada, blanqueada y reproducida en entornos digitales a través de agitadores ultra, pseudomedios digitales e influencers que esparcen su intolerancia racista y xenófoba con total impunidad.

Esta situación hace que resulte insoportable para miles de estudiantes el simple hecho de levantarse por las mañanas para ir a clase y verse obligados a afrontar humillaciones y faltas de respeto. Ataques a su integridad personal que, en la mayoría de las ocasiones, quedan impunes debido a la degradación de la educación pública, y a los constantes recortes causantes de que los centros carezcan de medios materiales y humanos para afrontar y combatir con las garantías necesarias este problema de primera magnitud para el sistema educativo.

Luchar contra el bullying no puede depender de la buena voluntad de nuestros profesores, la mayoría colapsados por la masificación en las aulas. Se necesitan psicólogos, orientadores y mediadores, planes de prevención y sensibilización en las aulas y protocolos actualizados y eficaces diseñados sobre el terreno a partir de un conocimiento específico y profundo de la realidad que viven los millones de alumnos y alumnas de nuestro país.  Y se necesita frenar la impunidad con la que se difunden y calan los discursos de odio y discriminación en el espacio social, también en las aulas.

Se trata de un trabajo urgente que requiere de partidas específicas que permitan elaborar estos planes, reducir la ratio de alumnos por aula con la contratación de más profesores e implicar en esta tarea a los miles de profesionales especializados en la materia que engrosan las colas del paro. Una activación de medios y recursos incompatible con los salvajes recortes que desde hace décadas sufre la educación pública en España y que, en muchas comunidades, está directamente vinculada a la priorización de las subvenciones a la enseñanza privada y concertada destinadas a aumentar los beneficios de quienes hacen de la educación un negocio en detrimento de los derechos de los y las jóvenes más vulnerables y expuestos a los discursos de odio. Un regalo de millones de euros a colegios y Fundaciones que, como se ha visto en el colegio Irlandesas de Loreto de Sevilla, barren debajo de la alfombra los casos de bullying para no perder su financiación.

Alzar la voz contra el bullying y proteger nuestra integridad y salud mental no es algo individual, es una lucha colectiva. Necesitamos que nuestras aulas y centros de estudio sean espacios seguros, libres de odio y de discriminación, donde los y las estudiantes puedan ser lo que son sin miedo.

Con esta carta abierta promovida desde el Sindicato de Estudiantes y por Acción Contra el Odio queremos hacer  un llamamiento a todas las entidades educativas, organizaciones en defensa de los derechos humanos y la no discriminación, asociaciones de padres y madres, estudiantes, profesores y profesoras, y a toda la comunidad educativa en general, para organizarnos contra el acoso escolar y exigir al Ministerio de Educación que tome medidas urgentes, empezando por un plan de rescate a la educación pública que conlleve un plan de financiación específica para la lucha contra el bullying y la prevención del suicidio, que permitan frenar una lacra que pone en riesgo el derecho de niños y jóvenes a recibir una educación de calidad en un entorno libre y seguro.

¡Firma aquí la carta abierta dirgida a la Ministra de Educación!

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