El 28 de mayo la dirección de Nissan anunciaba oficialmente el cierre de las plantas de Zona Franca, Montcada y Sant Andreu de la Barca. Esto implica el despido de 3.000 trabajadores directos y 22.000 indirectos. Desde entonces, los trabajadores han salido a las calles en decenas de movilizaciones, demostrando su disposición a la lucha, su capacidad de levantar un formidable apoyo social, y que habría fuerza para vencer si se actuara con decisión y contundencia. A pesar de todo, estamos hoy más cerca del cierre que hace dos meses.

¿Era inevitable esta situación? ¿Se ha hecho todo lo que se podía? ¿Es que acaso no hay fuerza entre los 25.000 trabajadores afectados para poner contra las cuerdas a la multinacional? ¿No existe una amplia solidaridad y simpatía entre la población en Catalunya y el resto del Estado con las legítimas reivindicaciones de las y los trabajadores de Nissan? ¿Ha sido la táctica del Comité de Nissan la adecuada para enfrentar el cierre? ¿Ha actuado con la contundencia necesaria para defender las plantas y todos los puestos de trabajo? ¿Se ha seguido el ejemplo de las grandes luchas de los 70 que permitieron obtener victorias y conquistar derechos y mejoras en la SEAT, Roca o la propia Motor Ibérica? Desgraciadamente creemos que NO, y que esa es la principal razón de la situación crítica en la que se encuentra actualmente la lucha.

Desde el comienzo, hemos estado y estamos convencidos de que existen todas las condiciones para frenar el cierre y obtener una victoria. Pero no basta sólo con eso, es necesario un plan concreto y contundente de lucha que permita desplegar toda esa inmensa fuerza, y la decisión y convicción de llevarla hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo, eso es lo que no ha existido por parte de los Comités de Nissan. Hay que ser claros al respecto, las movilizaciones convocadas por los Comités y todos los sindicatos presentes en la fábrica (USOC, CCOO, UGT y CGT) han estado lejos de lo que requiere la situación. Así lo han señalado incluso trabajadores en las propias asambleas.

Ni la viabilidad de Nissan, ni el artículo 51 del ET, explican el cierre

Es evidente por qué Nissan quiere cerrar las plantas: se trata de una decisión estratégica para maximizar sus beneficios. Sin embargo, desde los Comités se ha intentado negar esta realidad, buscando convencer a Nissan de que las plantas son viables. Han apelado incluso a la dirección internacional de Nissan para que destituya a su dirección europea, planteando que el cierre es fruto de no haber hecho bien el estudio de viabilidad. Pero da lo mismo que las plantas sean viables, ya que se trata de una decisión estratégica estudiada milimétricamente de cara a mejorar su negocio y maximizar sus beneficios. Esta multinacional dispone de abogados, economistas y grandes equipos que toman este tipo de decisiones muy conscientemente. Creer que todo esto es fruto de un error resulta completamente ridículo.

Por otro lado, apelar como se ha hecho desde el Comité, a que Nissan en Barcelona es más viable o más rentable que plantas de Renault en Francia, es un grave error. Plantear la competencia entre trabajadores y plantas sólo beneficia a la multinacional, y supone ponerse una soga al cuello. ¿Significa esto que si las plantas se deslocalizaran a Marruecos o cualquier otro país del tercer mundo, donde se paguen salarios de miseria y no existan derechos laborales, estaría justificado el cierre al poder ser más rentables dichas plantas? Por este camino las y los trabajadores estamos completamente perdidos.

Otro de los puntos donde más ha incidido el Comité es la derogación del artículo 51 del Estatuto de los Trabajadores, incorporado con la Reforma Laboral del PP de 2012, ya que  facilita la aplicación de ERE sin pasar por los juzgados. Obviamente este artículo es muy pernicioso para las y los trabajadores, y hay que exigir su derogación al Gobierno PSOE-UP. Sin embargo, ante la decisión del cierre, la derogación de este artículo resulta impotente. ¿Acaso no se realizó toda la reconversión industrial, el cierre de astilleros, altos hornos o minas, sin que existiera dicho artículo? ¿No se practicaron miles de ERE con el estallido de la crisis en 2008 mucho antes de que fuera aprobado dicho artículo? La realidad es que este aspecto resulta completamente secundario y los propios sindicatos deberían saberlo. El ERE, si se plantea el cierre, estaría garantizado con o sin artículo 51. Desviar la atención de las y los trabajadores con este argumento sólo contribuirá a generar más frustración.

El Comité de Nissan renuncia a una lucha decisiva, contundente y masiva

Poner todas las esperanzas del futuro de Nissan en convencer a la empresa de que no se vaya o enaspectos legales completamente secundarios, ha supuesto desviar la atención del punto principal: organizar una lucha seria, masiva y contundente que convierta este conflicto laboral en un amplio conflicto social. La única manera de torcer el brazo de una multinacional como Nissan es generando la mayor presión posible a través de la lucha, demostrando la enorme fuerza de los 25.000 trabajadores afectados, y organizando una auténtica rebelión social en las calles. Así es como se consiguieron las grandes victorias de los años 70 que permitieron conquistar derechos laborales y salarios dignos. ¡Este es el único camino!

Sin embargo, tanto los Comités como todos los sindicatos presentes en Nissan han rechazado adoptar este enfoque e iniciar una lucha decisiva. En primer lugar, negándose a agrupar y organizar a todos los trabajadores y trabajadoras afectadas, tanto de la principal como de las subcontratas y proveedores. Los Comités y sindicatos de la principal eran los máximos responsables de cara a unificar la lucha de los 25.000 trabajadores y trabajadoras afectadas. Sin embargo, no ha existido un solo llamamiento a manifestarse conjuntamente, algo que ha ido generando desconfianza entre las plantillas de subcontratas y proveedores, introduciendo la idea del “sálvese quien pueda” en busca de indemnizaciones.

Por otro lado, las manifestaciones y movilizaciones organizadas desde los Comités de Nissan se han anunciado con pocos días de antelación, sin preparación, sin propaganda, y en muchas ocasiones con horarios incomprensibles que no facilitaban la participación de la población. A pesar de todo las y los trabajadores han respondido pero,¿de qué sirve hacer una marcha nocturna un martes por la noche, una concentración un jueves por la mañana o marchas de dos horas y media a Montcada preparadas con apenas dos días de antelación?

Y sobretodo, ¿cómo es posible que no se haya convocado una gran manifestación en Barcelona, repartiendo decenas de miles de hojas y pegando cientos de carteles en la SEAT, en los polígonos industriales, en las salidas de los metros y trenes, en los barrios? ¿No era posible hacerlo contando con los miles de trabajadores que están participando activamente en la batalla contra el cierre? ¿No habría permitido esto impulsar una manifestación de decenas de miles en solidaridad con la lucha de Nissan? ¿No habría una manifestación así levantado el ánimo de las y los trabajadores y mandado un mensaje contundente a la multinacional, a la Generalitat y al Gobierno? ¿Por qué esta negativa de los Comités de Nissan y los sindicatos siquiera a intentarlo? ¿Por la Covid-19? No es excusa.Si con laCovid-19 se pueden cerrar las plantas, entonces también debe poder haber movilizaciones. Centenares de miles de trabajadores y trabajadoras en Barcelona apoyan la lucha contra el cierre, pero hasta la fecha no han podido más que mirar expectantes.

El cierre de Nissan justifica una huelga general tanto en Barcelona como en el sector. No es sólo Nissan, ¡es mucho más!

De hecho, teniendo en cuenta el peso del gigante japonés - que representa el 3% del PIB de Catalunya - y el efecto que esto puede tener en la industria del automóvil - 10% del PIB catalán - está más que justificado y es absolutamente necesario plantear una lucha contundente más allá de Nissan y las empresas directamente afectadas. Miles de trabajadores y trabajadoras del metal en Barcelona, de SEAT, de otras industrias e incluso de otros sectores económicos, ven con claridad que un golpe de esta magnitud terminará perjudicándoles. Es lo que ha ocurrido en muchas otras ciudades con la desindustrialización, que ha terminado suponiendo paro endémico y pobreza.

CCOO, UGT y CGT tienen delegados en la SEAT y en muchas otras industrias y sectores que se verán afectados. ¿No estaba justificado plantear una campaña para impulsar la huelga general en toda la provincia de Barcelona? ¿No se podían realizar asambleas, como ocurrió en las grandes luchas de los 70, para impulsar huelgas de solidaridad contundentes? ¿No habría tenido un gran impacto? ¿No sería además la mejor forma de evitar futuros ataques en otras empresas como SEAT? Las condiciones están, pero los dirigentes sindicales, y especialmente la CGT, que defienden de palabra un sindicalismo combativo y de clase, se han negado a intentarlo.

¿Por qué hay que exigir la nacionalización y la ocupación de las plantas?

En la medida que el Comité respeta la lógica de la multinacional, se ve obligado a aceptar en la práctica el cierre, careciendo de cualquier tipo de alternativa. Hay que poner en cuestión dicha lógica, planteando que es necesario conservar las plantas y los empleos desde el punto de vista social. Y además hay argumentos de sobra tras lo que hemos vivido con la pandemia. ¿No se necesitaba una industria propia para fabricar respiradores? ¿No tienen las plantas de Nissan tecnología puntera de cara a fabricar multitud de productos socialmente necesarios? ¿No es acaso fundamental desarrollar una movilidad ecológica y sostenible? Desde este punto de vista, está más que justificado exigir la inmediata nacionalización de la multinacional y de todas las subcontratas y proveedores, sin indemnización y bajo el control de las y los trabajadores.

Y con estos argumentos, de cara a evitar el desmantelamiento de las plantas, está más que justificado ocupar inmediatamente las mismas. Una acción que sin duda tendría un impacto brutal no sólo en Catalunya, sino en todo el Estado y en toda Europa, en un momento en que miles de trabajadores y trabajadoras en todo el continente se ven amenazados por cierres, ERE, ERTE o recortes salariales y laborales. La propia CGT lo ha defendido en diversos comunicados, pero en abstracto, y sin que sus delegados en la empresa lo hayan impulsado en la práctica y de forma concreta entre la plantilla de Nissan y las subcontratas. En batallas como éstas es cuando los discursos deben transformarse en acción.

La CGT ha podido marcar la diferencia. ¡Es hora de pasar de las palabras a los hechos!

Dos días después del anuncio oficial de cierre, la CGT hizo público un comunicado en el que planteaba la necesidad de un lucha dura, la ocupación de las fábricas y exigir al Gobierno la nacionalización inmediata de Nissan. Una declaración muy positiva que representaba un gran paso adelante. Sin embargo, esta declaración no ha ido acompañada de un plan de acción concreto ni de la realización de asambleas en Nissan ni las subcontratas - donde hay delegados de CGT - de cara a defenderla, votarla y proponer un plan de lucha que la lleve a la práctica. El propio secretario general de la FESIM, Miguel Fadrique, defendió en una entrevista que en lugar de la nacionalización, “la continuidad de la multinacional es la solución más sencilla”.¿En qué quedamos entonces?

Por otro lado, en la principal, en Nissan, la CGT se ha terminado plegando a la estrategia de CCOO, UGT y USOC, contrarios en todo momento a la ocupación y a la nacionalización, firmando comunicados conjuntos completamente contradictorios con esta primera declaración.La CGT cuenta con representación en el Comité de Empresa de Zona Franca, lo cual ofrecía una buena oportunidad para intentar levantar una alternativa al sindicalismo de moqueta y conciliación defendido por los delegados de CCOO, UGT y  USOC. Desgraciadamente, en nombre de la “unidad” en abstracto, CGT en Nissan se negó a defender dicha posición reproduciendo los argumentos del “mal menor” planteados por el resto de sindicatos de los Comités de Empresa. Unos argumentos, como estamos viendo, completamente impotentes.

La primera tarea de un sindicalista que reivindica un sindicalismo alternativo, de clase y combativo es precisamente levantar una alternativa de lucha, enfrentándose al escepticismo y el derrotismo de aquellos dirigentes sindicales que han abandonado una posición de combate y se aferran a un sindicalismo de gestión impotente frente a cierres, despidos, ERE o ERTE.  Si los dirigentes de CCOO, UGT y USOC no confiaban en la lucha y asumían el cierre, la CGT tenía la obligación de combatir esa posición. Esa es la forma de ganar el oído y la simpatía de los trabajadores, independientemente del sindicato al que estén afiliados. Y esa es la forma de ganar una lucha, incluso aunque inicialmente se esté en minoría.

Si la dirección de la CGT hubiera llevado a la plantilla las propuestas que incluyó en su comunicado, repartiendo miles de hojas a los trabajadores, convocando asambleas unitarias de la principal y auxiliares, convocando manifestaciones y acciones serias y contundentes, hubiera obtenido un creciente apoyo entre las plantillas. Al mismo tiempo, habría generado una presión enorme en los dirigentes de CCOO, UGT y USOC, poniendo en cuestión una táctica sindical impotente que ha sido incapaz de enfrentar seriamente el cierre. Es en este tipo de batallas cuando se tiene que probar realmente si lo que dices se corresponde con lo que haces. Desgraciadamente la CGT está dejando pasar una gran oportunidad, contribuyendo junto con CCOO, UGT y USOC a que la lucha pueda acabar en una amarga derrota.

Hay que defender la nacionalización sin indemnización bajo control obrero, y sobretodo ¡un plan concreto de lucha para conseguirlo!

El pasado jueves 23 de julio los dirigentes de la CGT, de la CUP y de Anticapitalistas presentaban en rueda de prensa el proyecto “Propuesta para la socialización de Nissan”, planteando que las plantas son viables y pueden ser utilizadas para la fabricación de coches eléctricos compartidos, microbuses eléctricos, etc. Pero lo que estos dirigentes defienden no es la nacionalización sin indemnización, sino que el Estado y la Generalitat pasen a formar parte del accionariado de Nissan. Por otro lado, señalan que la Constitución lo permite y que habría que formar un gabinete jurídico para llegar a un acuerdo con la dirección de Nissan para la compra de las plantas, materiales y maquinaria.

El problema, lo permita o no la Constitución, es poner en cuestión la propiedad capitalista. Incluso una nacionalización limitada como la que se plantea es rechazada tanto por la Generalitat como por el Gobierno, y también por la UE, a la que se apela en el documento. Hay que señalar además que existen muchas empresas con accionariado de los gobiernos, como Renault en Francia o Airbus a nivel europeo, y eso por sí solo no garantiza absolutamente nada. De hecho, tanto en Renault como en Airbus se han anunciado despidos.

En todos estos casos el capital del Estado es un colchón de cara a que otras grandes empresas y multinacionales hagan negocio a través de las subcontrataciones, algo que puede incluso resultar beneficioso para el gran capital en el contexto de crisis económica que ya estamos viviendo. Por eso mismo es tan necesario levantar con claridad la consigna de la nacionalización sin indemnización bajo el control de las y los trabajadores.

Pero además, el problema de esta propuesta es que está desvinculada de un plan de lucha concreto que permita incluso conseguir estas reivindicaciones mediante la presión en las calles. El documento establece una argumentación legal y económica, y se espera que mediante la misma se pueda convencer a la multinacional, a la Generalitat o al Gobierno PSOE-UP de llevar a cabo dichas medidas. El problema sin embargo no es convencer y tener brillantes ideas muy bien argumentadas, sino confrontar con los intereses capitalistas en juego. No es una cuestión de razón sino de fuerza, y sólo mediante la fuerza puede torcerse el brazo de multinacionales como Nissan o forzar a actuar a los Gobiernos de la Generalitat y del Estado, que en última instancia, tras dedicar algunas bonitas palabras a la lucha de Nissan, terminan aceptando la lógica de los grandes capitalistas.

La desmoralización entre las plantillas ha avanzado y entre muchas empresas auxiliares ya cunde el “sálvese quien pueda” y la búsqueda de mejores indemnizaciones ante el triste panorama que ofrece una lucha dirigida por unos dirigentes sindicales que han aceptado la derrota antes siquiera de empezar a dar la batalla en serio. ¡Todavía no es tarde, pero hay que reaccionar ya! ¡El Comité de Nissan debe corregir inmediatamente su postura! Y si no lo hace, ¡la dirección de la CGT debe levantar una alternativa ya! Hay que aprender de los errores de estos dos meses. Es el momento de recordar cómo lucharon nuestros padres y nuestros abuelos, y llevar la lucha consecuentemente hasta el final.

¡Si estás de acuerdo con estas propuestas, plantéalas a tus compañeros, a tu sindicato y comité! ¡Nos jugamos todo!

¡Ahora más que nunca necesitamos un sindicalismo combativo, de clase, democrático y asambleario! ¡Únete a Izquierda Revolucionaria y defiéndelo en tu sindicato!

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