La dirección de la empresa continúa con su política de acoso y derribo de los trabajadores. Se les llama a título individual para presionarlos, recriminándoles que, supuestamente, haya bajado la producción y que hablen demasiado con los compañeros. A alguno le llegaron a decir que se estaba jugando el puesto. Después de un mes dando toques semanales, la empresa decidió despedir a una compañera que estaba de baja.
En la carta de despido, la empresa ya aceptaba que el despido era improcedente y mejoraba la indemnización que por ley le correspondía. La compañera aceptó la oferta, pero el comité de empresa decidimos convocar para el jueves 22 de noviembre una concentración de repulsa por la actitud patronal de acoso y derribo de los trabajadores. Esta convocatoria se realizó tras un amplio debate, puesto que algunos delegados de CCOO no veían claro el tema. Los marxistas del comité defendimos que el tema no se podía contemplar desde el plano personal porque para la empresa no lo era, sino que era un intento de dar un castigo ejemplar para amedrentar a los trabajadores, y que eso sindicalmente no se podía consentir y exigía una respuesta colectiva. Además, la lucha contra los ataques empresariales no se debe dar exclusivamente en el terreno de los tribunales, sino que la acción sindical es mucho más importante.
Tras un trabajo preparatorio (reparto de un panfleto y celebración de asambleas en todos los turnos), más de la mitad de los trabajadores de los turnos de mañana y tarde nos concentramos ese día en las puertas del almacén a la salida del trabajo. Aunque la empresa lo tenía todo estudiado para atemorizar a los trabajadores y aunque una parte del comité no estuvo a la altura de la circunstancias, la respuesta fue muy buena. Los trabajadores pueden tolerar durante un tiempo la coacción, el abuso, etc., pero al final la gente siempre acaba por responder. Los trabajadores han demostrado cómo hay que responder a los ataques: golpeando todos juntos como un solo hombre.
Se han sacado conclusiones muy positivas, como que un trabajo paciente, explicar las cosas, hacer asambleas, repartir información, abrir el debate, fomentar la unión... son rasgos que los trabajadores valoran por encima de los pequeños errores que el comité puede cometer, errores de los que aprendemos para futuras, quizás no muy lejanas, movilizaciones.
Y uno de esos errores fue la actuación de los delegados de la CIG después del día 22. Porque después de haber acordado que el comité de empresa realizaría una nueva ronda de asambleas para valorar con toda la plantilla la movilización, se saltaron el compromiso y realizaron una asamblea en solitario en fechas previas, en un intento descarado de rentabilizar en exclusiva el trabajo del comité de empresa (tenemos elecciones sindicales la próxima primavera). Este tipo de actuaciones no son buenas para los trabajadores porque el movimiento obrero tiene unos intereses generales que están por encima de los intereses inmediatos de cualquier organización sindical. En este sentido, esperemos que los delegados de la CIG saquen la conclusión de que la primera obligación de cualquier sindicalista es favorecer siempre la UNIDAD. Los trabajadores de Pull&Bear se lo agradecerán.

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