En este libro, Lenin, aborda con todo el rigor científico el funcionamiento del capitalismo tal y como ahora lo conocemos. Además de responder a representantes del reformismo como Kautsky y a sus descabelladas opiniones sobre cómo el auge del capitalismo y los monopolios llevarían al final de las luchas entre potencias capitalistas y por tanto, a final de las guerras en todo el mundo, Lenin profundiza en los mecanismos y contradicciones que han llevado al capitalismo desde la libre competencia al sistema de monopolios.
En este texto se explica cómo, de forma dialéctica, la libre competencia y la tendencia a la concentración de la producción acaba llevando a ésta primera a transformarse en su contrario: es decir, a la supresión de la competencia por medio del monopolio. Esta tendencia nace de las grandes empresas a las que les resulta fácil aliarse entre sí para garantizar los mejores resultados y lograr una situación de total superioridad con respecto a quienes no se someten a estos monopolios. De esta transformación resulta también un enorme progreso de socialización de la producción, y se socializa también el proceso de los inventos y perfeccionamientos técnicos. Pero mientras la producción pasa a ser social, la apropiación sigue siendo privada, es decir que se concentra en manos de un número reducido de personas.
Otro de los puntos a los que Lenin da una gran importancia en la transformación del capitalismo a su fase imperialista es al papel de los bancos y cómo su función  original de   actuar de meros intermediarios en los pagos, pasando por un proceso similar  de concentración al de las grandes potencias industriales, en el que las operaciones se han concentrado un pequeño número de organismos,  éstos se convierten en protagonistas y actores principales. Es decir, que, conocedores la situación exacta de los distintos capitalistas, pueden “después controlarlos, ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación  o la restricción del crédito, facilitándolo o dificultándolo, finalmente, decidir enteramente su destino, determinar su rentabilidad, privarles de capital o permitirles acrecentarlo rápidamente en proporciones inmensas”.

El surgimiento del capital financiero

Es precisamente esta íntima unión entre la industria y la banca, junto al proceso de concentración, lo que da lugar al capital financiero. Así Lenin explica cómo “el imperialismo o dominio del capital financiero, es el capitalismo en su grado más alto. El predominio del capital financiero sobre todas las demás formas de capital implica el predominio del rentista y de la oligarquía financiera, la situación destacada de unos cuantos Estados dotados de ‘potencia’ financiera, entre todos los demás”.
De esta transformación del capitalismo a su fase imperialista, se desprenden toda una serie de consecuencias que también son abordadas por Lenin a fondo, como la violenta lucha por el reparto del mundo entre las grandes potencias capitalistas, la tendencia al estancamiento  y a la detención del progreso, el parasitismo, o la relación directa entre el imperialismo y el oportunismo dentro del movimiento obrero.
Por otro lado, y una vez más, combatiendo las posturas de los reformistas, Lenin aborda el lugar histórico en el que hay que situar al imperialismo y cuál  es la posición que el proletariado debe adoptar al respecto, trazando  como única alternativa la lucha por el socialismo para dejar atrás esa fase moribunda del capitalismo que no hace más que exacerbar la desigualdad, la falta de libertad y la continuidad de la contradicción entre la socialización de la producción y beneficio privado. Casi un siglo después de su publicación, este libro sigue siendo imprescindible para aquel que quiera comprender el desarrollo del capitalismo y la evolución del imperialismo a lo largo del siglo XX y en los inicios de este nuevo siglo, al mismo tiempo, es una confirmación brillante de las ideas defendidas por Lenin en esta obra.

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