El 1 de octubre los principales sindicatos griegos convocaron una huelga general contra el proyecto de ley que además de plantear extender la jornada laboral a 13 horas diarias, incluye una distribución “flexible” de los días de vacaciones, la asignación a corto plazo de 120 minutos extra por día, todo a conveniencia de las exigencias del empresario, y que los trabajadores puedan estar disponibles para ser requeridos por el patrón a través de una aplicación.
La huelga tuvo un importante seguimiento, sobre todo en el transporte y miles de trabajadores y trabajadoras griegas marcharon por las calles de las principales ciudades del país.
El 14 de este mismo mes, ADEDY (la Confederación de los Sindicatos de Empleados Públicos), junto al PAME (sindicato cercano al KKE, el Partido Comunista griego), y otras organizaciones sindicales, llamaron a otra huelga general, esta vez solo del sector público, ya que el principal sindicato del sector privado, la Confederación General de Trabajadores Griegos (GSEE), no se sumó a la huelga.
A pesar de la deserción del GSEE, el paro volvió a tener una repercusión fuerte, otra vez especialmente en el transporte, y decenas de miles de personas volvieron a llenar las plazas y avenidas de Atenas, Salónica, etc.
El día 16 de octubre el Gobierno derechista de Nueva Democracia (ND), con el primer ministro Kyriákos Mitsotákis y la ministra de Trabajo Niki Kerameos a la cabeza, logró apoyándose en la mayoría absoluta conseguida en 2023, que el Parlamento griego aprobara este nuevo ataque.
Uno de los argumentos con los que Kerameos ha defendido esta salvaje contrarreforma, además del manido acerca de la necesidad de “modernizar” las relaciones laborales, ha sido el de que “la jornada laboral de 13 horas también debería ser voluntaria. Nadie está obligado a trabajar horas extras”, nos dice sin pestañear.

El cinismo de la ministra de Trabajo no tiene límites. Con la draconiana legislación laboral impuesta a los trabajadores griegos en los pasados años, la indefensión, desde el punto de vista legal, de los y las obreras frente a las exigencias del patrón es casi total.
Theodoros Koutroukis, profesor de Relaciones Laborales en la Universidad Demócrito de Tracia, lo tiene muy claro: “Pero, ¿puede realmente un empleado negarse a trabajar horas extras si se lo piden? ´No, eso no es posible sin consecuencias, ya que el empleado tiene un poder de negociación mínimo’”[1].
De hecho en Grecia el trabajador tiene un muy limitado poder de negociación y el empresario puede despedir al empleado encontrando cualquier otra excusa, sin que tenga que justificarlo[2].
Con este nuevo ataque el Gobierno de derechas pretende legalizar las prácticas fraudulentas que los empresarios vienen llevando a cabo impunemente desde hace mucho tiempo.
Incrementar la productividad aumentando sin límite la explotación laboral
En septiembre de 2023 el Ejecutivo de Mitsotákis (en junio de ese mismo año ND obtuvo mayoría absoluta en las elecciones generales), ya aprobó una reforma laboral que permitía imponer en algunos sectores, un sexto día laboral a la semana, jornadas de 13 horas diarias y de 78 horas semanales.
Los trabajadores de la industria, el comercio minorista, la agricultura y algunos servicios están obligados a trabajar seis días a la semana si el patrón lo exige. La letra de esta normativa dice que se debe pagar un aumento salarial del 40 por ciento por el sexto día adicional, algo que incumplen sistemáticamente todos los empresarios.
La patronal griega pretende incrementar la baja productividad de la economía helena incrementando hasta la extenuación la explotación de los y las obreras.
Esta draconiana legislación laboral, junto a las políticas de austeridad aplicadas por los distintos Gobiernos griegos, profundizadas por las últimas legislaturas dirigidas por ND, han llevado a un retroceso muy profundo de las condiciones laborales y de vida para los trabajadores y los sectores más desfavorecidos.

Las y los trabajadores griegos son los que más horas trabajan al año en toda la UE, con más de 1886 horas, y son los que tienen el segundo menor poder adquisitivo solo por delante de Bulgaria. Hoy aproximadamente el 50% de los obreros helenos cobran menos de 1000 euros brutos. Según la OCDE, el salario medio en Grecia se ha reducido un 25% desde 2007[3].
Esta situación obliga a muchos trabajadores a hacer horas extras o buscar un segundo empleo y de esta forma poder aspirar a llegar a final de mes.
Como ya hemos explicado, las distintas reformas aplicadas por ND lo que hacen es dar “carta de naturaleza”, “legalizar” esta situación.
Para este Gobierno al servicio de los capitalistas, es una prioridad incrementar exponencialmente la explotación de los trabajadores, llevándolos a cotas de agotamiento físico propias del siglo XIX, todo para garantizar y seguir aumentando los beneficios empresariales.
La clase obrera griega está recomponiendo sus fuerzas enfrentándose a los ataques de los capitalistas y sus Gobiernos
La clase obrera griega estuvo a la vanguardia de la lucha contra la política de recortes sociales y austeridad tras la crisis de 2008 y su ímpetu y determinación puso contra las cuerdas a la troika europea. La capitulación de Syriza y del Gobierno de Tsipras fue un duro golpe para la moral de los trabajadores (profundizado por su posterior estéril oposición parlamentaria), de la que todavía está recuperándose, y sentó las bases para que los capitalistas y la derecha retomaran la ofensiva contra los derechos y condiciones laborales.
Aun así la clase obrera ha demostrado durante todos estos años que tiene energía, fuerza, decisión y bases muy sólidas para retomar la iniciativa. Todo ello teniéndose que enfrentar, además, a la pasividad de los sindicatos mayoritarios y la mayoría de los partidos de izquierda, centrados en la actividad institucional y parlamentaria, cuyo papel ha sido el de freno para organizar, extender y dar continuidad a la lucha contra las agresiones de los capitalistas y sus Gobiernos.

Las organizaciones que han impulsado en todo momento la respuesta de los trabajadores contra todos los ataques sufridos han sido el sindicato PAME y el KKE, jugando un papel muy importante en el proceso de recomposición de la confianza en sus propias fuerzas de la clase obrera. Este empuje es lo que ha obligado en numerosas ocasiones a los sindicatos mayoritarios a sumarse o a convocar movilizaciones y huelgas.
Solo desde 2023, cuando se constituyó el nuevo Gobierno de ND, la clase trabajadora griega ha protagonizado seis huelgas generales[4] y numerosas movilizaciones de masas a lo largo y ancho de todo el país.
La clase obrera griega demostró, y volverá a demostrar, que se pueden vencer las mayores dificultades, que se puede desafiar el poder del Estado y el poder de los capitalistas, y que se puede tomar el cielo por asalto. La crisis capitalista y los continuos ataques que los trabajadores griegos están sufriendo son el combustible para que la clase obrera, más pronto que tarde, vuelva a tomar la iniciativa y a poner su determinante sello en el desarrollo de la lucha de clases.
Notas:
[1] Sindicatos en Grecia, en lucha contra la jornada de 13 horas
[2] El Parlamento de Grecia aprueba ampliar la jornada laboral hasta 13 horas diarias
[3] Grecia guía el retroceso en los derechos laborales
[4] El 27 de septiembre de 2023 contra la reforma laboral, el 20 de noviembre de 224 contra el deterioro de las condiciones laborales, el 28 de febrero de 2025 en el 2º aniversario del accidente ferroviario que costó 57 muertos y 180 heridos, el 9 de abril de 2025 exigiendo subidas salariales y recuperar derechos, y las ya mencionadas del 1 y 14 de octubre de este mismo año.


















