Tal y como analizamos tras las elecciones de principios de año, la coalición roji-negra de Friedrich Merz no está siendo capaz de resolver la profunda crisis a la que se enfrentan la clase dominante alemana, sus partidos e instituciones, ni en el ámbito nacional ni tampoco frente a sus competidores imperialistas en el marco internacional.
Desde la primavera, esta perspectiva se ha confirmado plenamente. Es posible que el Gabinete de Merz suponga una relativa estabilización para el capital a nivel parlamentario. Sobre todo si lo comparamos con el desastre de los últimos meses del Gobierno de Scholz. Pero lo cierto es que su cancillería está ya plagada de derrotas. No solo por cómo se ha desarrollado la propia elección del canciller, en la que Merz tuvo que ir a la segunda vuelta para ser elegido. La CDU de Friedrich Merz también ha perdido la mayoría en las encuestas frente a la “oposición” ¡incluso antes de tomar posesión del cargo!
No es un detalle, sino la expresión de algo importante: el nuevo gobierno está fracasando a la hora de cumplir sus promesas a la clase dominante, es decir, resolver la profunda crisis capitalista en Alemania y poner fin a la polarización política y social que siembra el terreno para una lucha de clases cada vez más descarnada.
La economía alemana sigue en crisis
El crecimiento económico previsto del 0,2 % para este año y del 1,3 % y 1,4 % para los dos próximos años no solo es ridículo en comparación con países como Rusia o China, sino también dudoso. Así lo señalan los propios economistas burgueses: “Desde el punto de vista del Handelsblatt Research Institute (HRI), actualmente hay pocos indicios de un crecimiento económico tan fuerte [...]; no hay rastro de crecimiento”.[1] El índice de pedidos de la industria manufacturera, por ejemplo, cayó un 2,8 % solo en julio de 2025.
Y eso no es todo. Aún nos esperan otros grandes problemas para la economía exportadora alemana: las consecuencias a largo plazo de la guerra arancelaria con Estados Unidos no se notarán realmente hasta el año que viene. La deuda pública está aumentando rápidamente y se prevé que en un futuro próximo suponga unos costes por intereses de 800 euros al año por habitante.[2]
La economía alemana viene arrastrando una tendencia descendente constante desde 2019. Los medios de comunicación burgueses pueden esforzarse por achacarlo a factores coyunturales como los confinamientos por el coronavirus, la guerra de Ucrania, etc. Pero la verdadera razón radica en la crisis de sobreproducción capitalista y en los cambios en el equilibrio de poder a nivel internacional.
Alemania entre dos fuegos en la lucha interimperialista
Como concluye acertadamente el artículo del Handelsblatt mencionado anteriormente: “Además, el mayor problema de la economía alemana sigue siendo la desaparición de su modelo de negocio. Alemania se benefició del auge de China como casi ninguna otra economía. Entretanto, el gigante asiático ha pasado de ser un centro de manufacturas y un mercado de ventas a convertirse en un gran rival en el mercado mundial, lo que ha provocado la debilidad de Alemania”.
La cuota de mercado de exportación de las empresas alemanas lleva en descenso desde 2017, especialmente desde 2021. “Si las exportaciones alemanas se hubieran desarrollado en consonancia con los mercados de venta [extranjeros, en constante crecimiento], es decir, sin pérdidas de cuota de mercado, el producto interior bruto alemán habría crecido un total de 2,4 puntos porcentuales entre 2021 y 2024”.[3]
Se trata de la mayor pérdida de capacidad exportadora jamás registrada en Alemania desde que se tienen estadísticas. Mientras tanto, las importaciones son ¡casi un 10 % superiores a las de 2019! En resumen: la economía capitalista alemana está perdiendo cada vez más peso a nivel internacional, mientras que aumenta su dependencia. La base sobre la que se levantó el imperialismo alemán desde la restauración capitalista en Alemania Oriental está siendo duramente socavada.
En el marco de la competencia imperialista entre la potencia mundial en declive, Estados Unidos, y el bloque imperialista en ascenso en torno a China y sus aliados, como Rusia, Alemania se encuentra entre dos fuegos. Por un lado, los intentos iniciales de Merz de acercarse a Trump y, con ello, al tradicional aliado estadounidense, no solo han fracasado diplomáticamente: en comparación con el año anterior, el superávit exportador de Alemania en el comercio con EEUU ha descendido un 15,1 %. Por otro lado, las conversaciones sobre sanciones contra Rusia o la “reducción del riesgo” con China fracasan estrepitosamente. En 2025 se han comercializado hasta ahora mercancías por valor de 4900 millones de euros con Rusia[4] y, tal y como constata el Instituto de Economía Alemana (IW), las “dependencias críticas de importación” de Alemania con respecto a China “se han incrementado aún más”.[5]

Esto muestra las contradicciones irresolubles a las que se enfrenta el Gobierno federal. Este gobierno de los ricos hará todo lo posible para detener el declive del imperialismo alemán y para ello ya ha iniciado ataques masivos contra nuestras condiciones de vida y de trabajo.
La política de rearme y el servicio militar obligatorio también buscan desactivar a la clase trabajadora alemana.
A la sombra de todo esto, una política de rearme de dimensiones brutales continúa. No solo se están llevando a cabo preparativos evidentes para la guerra, como la reintroducción del servicio militar obligatorio. El negocio de las empresas armamentísticas está en un momento dorado mientras que los costes se cargan sobre los hombros de la clase trabajadora alemana. Solo las ventas de Rheinmetall crecieron un 24 % en los primeros seis meses de 2025 y el negocio de la munición alcanzó un récord de 1300 millones[6]. Munición que va directamente a Ucrania o al genocidio en Gaza. Como suele ocurrir, el rearme es un valor seguro para los beneficios capitalistas en tiempos de crisis.
Pero más allá de eso, la militarización de toda la sociedad es una realidad flagrante. El nuevo servicio militar obligatorio, que se introducirá gradualmente a partir de enero de 2026, supone un salto cualitativo. No se trata solo de hacer “más atractiva” la Bundeswehr [ejército federal alemán] o de las medidas coercitivas que se utilizarán para el reclutamiento, como el sorteo, o de proporcionar cada año mano de obra para la “defensa de la patria”. El punto central es crear un ejército de reserva de millones de personas. Para ello se recopilarán y almacenarán de forma centralizada, mediante cuestionarios en línea, datos precisos sobre la disposición, aptitud física, formación técnica, etc., y se almacenará de forma centralizada para tener a cientos de miles de reservistas listos para actuar en pocos días en caso de emergencia. Esta no es nuestra interpretación subjetiva ¡Son las palabras del Ministerio de Defensa!
Mientras tanto, el ejercicio de la OTAN denominado “Red Storm Bravo” que tuvo lugar en Hamburgo muestra claramente que no se trata solo del enemigo exterior, sino también de involucrar a la clase trabajadora en sus propios planes imperialistas. Aunque el ejercicio en sí, con unos pocos cientos de soldados, no es una novedad, sí lo fue la prueba simultánea de la “ley de seguridad laboral” por parte de la Agencia de Empleo. En esta prueba se ensayaron procedimientos para, en caso de guerra, poder emplear por la fuerza a trabajadores en sectores “estratégicamente importantes”, como las infraestructuras o la sanidad.
Los métodos policiales de corte bonapartista, que se practicaron con la represión sin precedentes del movimiento de solidaridad con Palestina, ahora se generalizarán.
El otoño de las contrarreformas
Por el contrario, la agitación socialchovinista, racista y antiobrera alcanza un nuevo nivel. Ya sea con las propuestas de una «mini ayuda para extranjeros» (la idea de que los inmigrantes solo deben recibir prestaciones sociales al nivel de su país de origen), con las propuestas de Merz para un «año social» obligatorio para los jubilados, con la campaña contra los «objetores de conciencia y los que disfrutan del trabajo a tiempo parcial» o ahora con las declaraciones sobre el «problema de los inmigrantes en el paisaje urbano», la verdad es que el discurso de Merz y compañía apenas se diferencia del de la AfD.
La incitación al odio y el miedo al “enemigo exterior” se combinan con la incitación al odio en el interior. Su objetivo es dividirnos a los trabajadores y enfrentarnos entre nosotros, pero esto no puede impedirnos ver los grandes ataques que se están preparando para el conjunto de nuestra clase.
Un gran ejemplo de esto es la anunciada «reforma» del ingreso básico. Un subsidio que ya es hoy un mísero vestigio de lo que fue un día el subsidio de desempleo, reducido a una prestación básica. Los planes en este ámbito no solo incluyen una reducción de los fondos, sino también un refuerzo de las sanciones y las medidas para la “reintegración en el mercado laboral”. En el futuro, incluso se establecerán “contratos” entre los beneficiarios de la prestación básica y el Estado, lo que expondrá a los beneficiarios al peligro constante de incumplimiento del contrato si no aceptan trabajos con bajos salarios.[7]
Lo mismo ocurre con los planes del Gobierno de eliminar por completo el sistema de atención a la dependencia, ¡como si no estuviera ya completamente destrozado! Esto afectaría a casi 900 000 personas en Alemania.
Mientras esto ocurre, Merz recibirá 1220 euros adicionales al mes, con lo que ganará un total de 21 900 euros. Los salarios de los ministros también aumentarán en 1000 euros, hasta los 17 600 euros, además del 5,4 % adicional en julio.
Tenemos la fuerza para frenar a la extrema derecha. Ahora necesitamos organizarla en un verdadero partido de la clase obrera
La amenaza fascista es real, al igual que la amenaza de guerra. Como ya explicamos tras las elecciones: “Nos encontramos en una dinámica que puede hacer posible [un Gobierno de la AfD]. Es muy probable que un Gobierno así no sea una dictadura fascista, pero sí puede allanar el camino para ello. Y aunque formalmente aún no gobierna, a su sombra crecen generaciones enteras de ultraderechistas y fascistas dispuestos a asumir ese papel”.[8]
Con cada paso del Gobierno que fracasa en estabilizar la situación política y resolver la crisis económica, más y más sectores de la clase dominante alemana llegarán a la conclusión, si no lo han hecho ya, de que su socio más fiable es la extrema derecha de la AfD. No solo esto, sino que el avance de las posiciones de la extrema derecha entre la pequeña burguesía y capas de la clase trabajadora ante la ausencia de una alternativa de izquierdas y el nefasto papel de la socialdemocracia también es un hecho que tiene consecuencias. Desde las elecciones, AfD se ha convertido en el más votado en las encuestas y, en algunas de ellas, incluso ha ganado un 5 % desde las elecciones. En las elecciones regionales de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, la AfD alcanzó el 40 %. Debemos decirlo claramente: no habíamos visto un ascenso tan meteórico desde el Partido Nazi.
Cualquier organización o partido de izquierda que no logre formular una respuesta política a esta amenaza, sin caer en el sectarismo pero defendiendo un programa de clase intransigente está condenado al fracaso, independientemente de su tamaño.
La polarización política es extrema y no se da solo una dirección. También crece con fuerza la polarización a la izquierda y la urgencia de miles de jóvenes y trabajadoras que buscan cómo frenar el avance de AfD. De hecho la formación de extrema derecha y Die Linke son los únicos partidos cuyos resultados en las encuestas no han bajado desde las elecciones.
El hecho de que decenas de miles votaran por Die Linke para frenar a la extrema derecha, pero también para buscar una alternativa a este sistema de crisis y guerras —una alternativa anticapitalista— es una muestra de ello. La dirección de Die Linke debe rectificar y construir esta alternativa. No podemos desaprovechar esta oportunidad.
En lugar de luchar con un programa revolucionario y aprovechar el enorme potencial para detener el avance del fascismo, la dirección de Die Linke desempeña un papel completamente distinto. Los votos de los diputados del partido hicieron posible el nuevo paquete de rearme en el Bundesrat (Consejo Federal), del mismo modo que hizo posible la elección del canciller en la segunda vuelta del Bundestag (Parlamento Federal). Dirigentes como Jan van Aken proclaman repetidamente su compromiso con la «defensa de la patria» [9]mientras traicionan a sus propios miembros en declaraciones a la prensa; ponen en marcha campañas de difamación y procesos de expulsión contra compañeros con una postura clara sobre Palestina, como demuestran los casos de Ramsi Kilani , Ulrike Eifler y Ferat Kocak. La actuación de la dirección del partido no tiene nada que ver con la voluntad de los miles y miles de personas que impulsan este nuevo auge de Die Linke.
El potencial para construir un movimiento poderoso contra los recortes sociales, la incitación a la guerra y también la demagogia social de la AfD es evidente. Es significativo que, a pesar de todos los esfuerzos y de la falta de una verdadera organización revolucionaria de masas, la propaganda de la clase dominante solo tenga un efecto limitado. ¡El 57 % de los alemanes se niega, a pesar de todo, a defender Alemania en caso de guerra![10]
Y este potencial no se restringe al Parlamento, sino que existe sobre todo en las calles y en las empresas: las 150 000 personas que, a pesar de toda la propaganda, acudieron a la mayor manifestación pro palestina jamás celebrada en Alemania lo dejan más que claro. Toda esa fuerza necesita ser organizada bajo un programa revolucionario y comunista, verdaderamente clasista e internacionalista y que no se ciña simplemente al rechazo pacifista generalizado al servicio militar obligatorio y al servicio civil obligatorio. Levantar una organización que con este programa sirva de herramienta a nuestra clase es el propósito de las compañeras y compañeros de Offensiv. ¡Únete a nosotros para construirla!
Notas:
[1] Wieso ein Herbst der Enttäuschungen droht.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Trotz EU-Sanktionen – Deutschland macht Milliardengeschäfte mit Russland
[5] Importseitiges De-Risking von China im Jahr 2024
[6] Rheinmetall erzielt Rekorde bei Umsatz und Gewinn
[7] Total-Sanktion, Jobcenter-Plan, Meldepflicht – Das ist die neue Grundsicherung
[8] Neue Bundesregierung: Ein Frontalangriff auf die Arbeiterklasse
[9]Was ist linke Außenpolitik, Herr van Aken?
[10] Kriegsangst in Deutschland: 20 Prozent der Bevölkerung würde das Land verteidigen



















