El 14 de enero, después de casi dos años de negociaciones infructuosas, más de 33.000 profesores de 900 escuelas públicas de Los Ángeles comenzaron una huelga para exigir mejoras en sus condiciones laborales y defender la educación pública de la ciudad.
Ese día, más de 50.000 profesores, personal escolar, padres y estudiantes se manifestaron por la ciudad, y en las seis semanas que ha durado la lucha miles de profesores se han reunido diariamente en asambleas. En los piquetes han participado 10.000 personas —no sólo profesores, también el resto de la comunidad educativa— y se mantuvieron firmes y unidos en las puertas de los colegios.
La huelga fue convocada por el Sindicato de Profesores de Los Ángeles, siendo la primera huelga de profesores en la ciudad de los últimos treinta años. Los trabajadores exigían un incremento salarial del 6,5%, aumento de las plantillas de profesores y personal de apoyo, bibliotecarios, enfermeras y consejeros, reducción de la ratio de alumnos por clase… Pero la huelga iba más allá de las demandas puramente sindicales, los profesores exigían la limitación de las “charters school”, las escuelas concertadas.
Basta de privatización
La proliferación de la enseñanza concertada es una epidemia en todo el país. Durante la última década se ha convertido en un negocio muy lucrativo y una fuente de beneficios para los empresarios privados. Sólo en Los Ángeles cada año la concertada arrebata 600 millones de dólares a la escuela pública, además de las exenciones fiscales y otras ayudas similares que recibe tanto de la administración federal como a nivel de cada estado. En 2015 el periódico Los Angeles Times tuvo acceso a un informe donde se describían los planes de recaudación de fondos para conseguir que en un futuro próximo el 50% de los estudiantes de la ciudad asistieran a escuelas concertadas.
Finalmente se llegó a un acuerdo que recoge conquistas tangibles para el profesorado y que fue ratificado por el 81% de los afiliados. Incluye un aumento salarial del 6%, un 3% con carácter retroactivo para el último año escolar y otro 3% más este nuevo año. Aumenta significativamente el número de bibliotecarios, consejeros y enfermeros, reduce el tamaño de las clases y consigue que se elimine la llamada Sección 1.5, utilizada hasta ahora para aumentar la ratio de las clases en casos de emergencia. Además, la administración de la ciudad se compromete a crear treinta nuevas escuelas comunitarias y a aumentar la financiación de la educación pública.
El triunfo de los profesores de Los Ángeles es un revés para los conocidos como “reformistas” de la educación y sus planes de privatizar y desmantelar la educación pública.
Esta lucha no es un hecho aislado, aunque sí ha sido la más grande e importante desde que en marzo de 2018 se iniciara la rebelión del profesorado en Virginia Occidental y se extendiera a otros estados. Estas huelgas se han convertido en un polo de atracción, en un ejemplo para la clase trabajadora y han demostrado que sólo con una lucha decidida y masiva es posible defender nuestros derechos.