Primero fue un 19 de marzo, se celebró en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, contó con la participación de miles de personas exigiendo el voto para las mujeres, el derecho a ocupar cargos públicos, además de igualdad legal y laboral. Posteriormente, en 1910, en el contexto de otra Conferencia de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague, se propuso el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora en conmemoración de que en esa misma fecha, pero en 1909, en un incendio en una fábrica de Nueva York perdieron la vida 129 trabajadoras. Cien años después la lucha por los derechos de la mujer trabajadora sigue estando viva.

La hipocresía y la doble moral de la burguesía

El pasado 13 de febrero, millones de personas se manifestaron en 60 ciudades de Italia exigiendo dignidad y respeto, pidiendo la dimisión de  Berlusconi  tras los  escándalos sexuales y de prostitución de menores que han salido a la luz. En Roma más de un millón de mujeres, pero también muchos hombres llenaron la Plaza del Popolo mientras gritaban "Fuera Berlusconi" e "Italia no es un prostíbulo". Tras miles de escándalos políticos, las mujeres han saltado a la calle para expresar la rabia, la indignación ante los ataques y las humillaciones de la derecha sacudiendo profundamente a la opinión pública. Como decía Shukri Said, secretaria de la asociación Migrare: "Vivimos en un país de rodillas, con una clase dirigente podrida, hecha de fantoches sin credibilidad (...) Estos hombres intentan decirnos ahora que corromper a los menores con dinero es sólo un hecho privado. Que presionar a la policía para soltar a una menor es lo normal y que le atacamos porque somos puritanos. Eso sí es relativismo y no el que preocupa al Papa".
Las mujeres italianas son humilladas continuamente desde el poder por Berlusconi. Desde los chistes machistas de mal gusto en los que demuestra su incultura, hasta la utilización de prostitutas en sus listas electorales, que denota la valoración que de la mujer y de la democracia burguesa tiene este personaje siniestro y oscuro. Este hecho ha generado un debate sobre la condición de la mujer en Italia, un país que encabeza las listas europeas de desempleo femenino y de muertes por violencia machista. En Italia el 49% de las mujeres están "inactivas", lo que significa que una mujer de cada dos no trabaja y no busca empleo. Se trata de un índice de inactividad que supera el de todos los demás países europeos, incluso por encima del Estado español, con un 35%. Del mismo modo, Berlusconi ha suspendido el plan de protección y prevención de malos tratos alegando que no hay dinero. Sin ir más lejos, recientemente el Tribunal Supremo italiano ha fallado una sentencia en la que se dice que matar por celos no es del todo "ilícito" y justifica su fallo en que "según la conciencia colectiva" de los italianos, los celos no son del todo "ilícitos". Evidentemente, una situación tan atrasada no se pude imputar sólo al actual presidente del Consejo italiano, sino a un sistema en crisis como el capitalismo, que considera a la mujer como mercancía y propiedad privada, y cuya clase dominante está completamente degenerada moralmente.

El cinismo de la Iglesia

La Iglesia italiana se lo permitía todo mientras guardaba las apariencias puesto que Berlusconi ha puesto todo su potente aparato mediático al servicio del Vaticano. Ha apoyado la política neoconservadora desarrollada por los últimos papas (eutanasia, aborto, píldora RU486, crucifijo en las escuelas, conflicto de civilizaciones) y, además, son muchas las prebendas a la sanidad y educación católica, así como las ventajas fiscales que tiene la Iglesia, como por ejemplo en la exención de impuestos de inmuebles o los 8.000 millones de euros anuales que destina el Estado italiano a la Iglesia católica.
La Iglesia muestra su cara más cínica y pragmática tratando de justificar lo que es imposible de justificar. Como dice el periodista y escritor italiano Vittorio Messori, experto en temas de catolicismo, "mejor un putero que haga buenas leyes que uno catoliquísimo que nos perjudique".
Pero no tenemos que irnos a Italia para ver estas cosas. En el Estado español hemos visto como televisiones públicas como Telemadrid albergan todo tipo de elementos de la derecha, como Fernando Sánchez Dragó, que dirige programas y alardea de haberse acostado con menores, a las que calificaban como "zorritas", "putas" y "delincuentes", o Salvador Sostres, que volvió a hacer apología del abuso a menores en la misma cadena en directo y ante un plató cuyo público estaba compuesto de niños de colegio.

El papel de las mujeres en la revolución

La abundancia de vídeos y fotografías de la revolución que está protagonizando el pueblo árabe muestran a las mujeres a la cabeza de estas luchas. Tanto en los acontecimientos en Túnez, Egipto o  Bahrein, las mujeres están en primera línea, contribuyendo a derribar la imagen que se tenía de la mujer árabe en occidente y demostrando que la revolución ha cambiado totalmente el rol de la mujer. Mujeres con sus sefsari, hiyab, niqab... y hasta sin estos tradicionales velos, han tomado las calles, se les ha visto combatientes en primera fila dando la cara de forma desafiante al ejército y a la policía, codo con codo, como compañeras de lucha de los hombres.
Si bien el fundamentalismo islámico jugó un papel totalmente reaccionario para la clase obrera y la mujer en particular durante años, promoviendo actos como la lapidación, la mutilación genital y la poligamia, la clase obrera y la mujer trabajadora en particular han librado una lucha contra la opresión que se ha puesto de manifiesto en todo el proceso revolucionario.
De igual manera, en Egipto las mujeres no sólo han desempeñado un papel importante en la revolución para derrocar a Hosni Mubarak, sino que muchas de las huelgas obreras que se han dado desde 2006, como en la fábrica textil Misr Hilados y Tejidos de Mahalla, fueron encabezadas por mujeres. Muchas de ellas fueron arrestadas y sufrieron torturas, pero no por ello abandonaron su lucha. Éstas participaron activamente en la convocatoria de la protesta del 25 de enero de 2011, donde portando pancartas y megáfonos marcharon en contra del régimen; y ni siquiera la violencia desatada en las calles les disuadió de formar parte activa en este histórico momento. En Egipto, en Túnez, en Yemen, Argelia, Libia o Marruecos, las mujeres han compartido y comparten protagonismo en las revueltas con los hombres, no sólo en las calles sino también en las vías para su organización y difusión.
Mujeres con palos y barras de metal patrullaban las calles de El Cairo con sus compañeros en los días en que hubo actos vandálicos y saqueos tras el desplome de la policía. Las madres de varias personas que murieron los primeros días de la movilización se negaron a recibir condolencias y a realizar ceremonias hasta que la revolución lograse su principal objetivo de poner fin al régimen de Mubarak. Las mujeres han estado al frente de la revuelta en la plaza Tahrir y otros lugares. Algunas actuaban como enfermeras cuidando a los heridos durante los combates, otras ayudando con la distribución de agua. Había también un gran número de mujeres que estaban en primera línea lanzando piedras a los matones de la policía.

La lucha por la emancipación de la mujer es parte de la lucha por la emancipación de la clase obrera

La opinión general de las mujeres ha cambiado para muchos. No hubo ni un solo caso de acoso sexual durante las protestas en la Plaza Tahrir. Los días de la revolución fueron un ejemplo de civismo y de respeto hacia las mujeres. "Sólo me siento segura cuando estoy en Tahrir", decían muchas de ellas. "Nadie me ha tocado, ni me ha acosado, simplemente me siento una más". La ausencia de acoso sexual es un dato importante si tenemos en cuenta que según el Centro Egipcio para los Derechos de las Mujeres, hay incidentes de acoso sexual o violación cada treinta minutos que suman 20.000 víctimas al año. Como decía Asmaa Mahfouz: "Algo cambió en la dinámica entre hombres y mujeres en Tahrir. Cuando los hombres vieron que las mujeres luchábamos en primera línea cambió la percepción que tenían de nosotras y todos nos unimos. Solo éramos egipcios, sin distinción de género". Asmaa fue la joven egipcia que en apenas dos semanas salió del anonimato y ahora es conocida como "la mujer que vale por mil hombres" o "la muchacha que aplastó a Mubarak". Es la autora de un vídeo que se difundió masivamente en Youtube, hizo un llamamiento a "todos los jóvenes, hombres y mujeres" a dejar sus ordenadores y salir a las calles de Egipto a protestar por el brutal gobierno corrupto de Mubarak y se convirtió en uno de los rostros más visibles del creciente grupo de mujeres que se han puesto al frente de los pro cesos  revolucionarios  que sacuden a los países árabes.
La lucha por los derechos de la mujer en Oriente Medio y el Magreb también está unida inseparablemente a la lucha revolucionaria por la transformación socialista de la sociedad, y al derrocamiento de todos los regímenes reaccionarios títeres del imperialismo y la reacción religiosa. Las mujeres, como se ha demostrado, constituyen una poderosa reserva para la revolución. Lenin dijo en una ocasión que "el capitalismo es horror sin fin". Ese horror afecta sobre todo a las mujeres y de forma más cruel a las del llamado Tercer Mundo. La principal carga de la opresión siempre recae en las mujeres de las capas más pobres de la sociedad. El proceso revolucionario demuestra en la práctica cómo hombres y mujeres se elevan por encima de diferencias nacionales, religiosas o de género para luchar como una sola clase contra la opresión y en ese proceso es cómo se rompen los miles de prejuicios y miserias heredados del capitalismo.

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