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El pasado 16 de octubre decenas y decenas de miles de personas abarrotaron las calles de Granada contra la política sanitaria de la Junta de Andalucía de Susana Díaz. Fue una explosión espontánea sin parangón en la ciudad, totalmente al margen de las direcciones de CCOO, UGT y los sindicatos del sector. Desde entonces ha habido otras dos gigantescas movilizaciones —el 5 y el 27 de noviembre—, la última con 80.000 personas en una ciudad de 150.000.

El nacimiento de esta inmensa marea blanca ha tenido como consigna central la defensa de sus dos hospitales públicos. Granada contaba hasta este verano con dos hospitales, el Clínico y el Virgen de las Nieves, a pocos metros de distancia, y donde cada paciente o usuario podía ser tratado de cualquier dolencia o urgencia. En julio abría sus puertas un nuevo hospital que sustituirá al Clínico. Pero en vez de ampliar la cobertura, se fusionará con el Virgen de las Nieves. Lo que podría parecer una mejora, se convierte en lo contrario: Granada pasa a tener un sólo hospital dividido en dos edificios a kilómetros de distancia y que compartirán especialidades. Esto quiere decir que dejarán de ser dos hospitales completos con urgencias finalistas (que el enfermo que entra por urgencias sea atendido hasta el final en el mismo hospital), como defiende la marea blanca.

Explosión y movilización espontánea de la marea blanca en Granada

Pero la masividad de la protesta y la amenaza de extenderse a otras ciudades (el 27 de noviembre también se manifestaron miles de personas en Málaga y Huelva) no se explica sólo por esta fusión, los recortes que se han vivido en la sanidad son demoledores. El gasto sanitario en Andalucía está muy por debajo de la media nacional. Desde 2010 se han recortado 6.200 millones de euros y se han destruido 5.591 empleos, Sevilla (11,81%), Málaga (9,34%) y Granada (9,23%) encabezan la caída de empleo sanitario.

En este contexto de asfixia y a raíz de la puesta en marcha de la fusión hospitalaria, un médico de urgencias llamado Jesús Candel (alias Spiriman), harto de sufrir las interminables guardias y la pauperización de las condiciones de trabajo fruto de la falta de personal y el cierre de camas, decidió denunciar la situación a través de vídeos de protesta en Facebook —que llegaron a las 250.000 reproducciones— y convocar la manifestación del pasado 16 de octubre. Rápidamente conectó con el ambiente de descontento social que existe. El movimiento ya ha tenido dos victorias: el compromiso de paralización de la fusión y el cese del director gerente del nuevo hospital, Manuel Bayona, tras la primera manifestación.

Las direcciones de CCOO y UGT, que no han estado junto a las plataformas ni han impulsado ninguna de las tres movilizaciones, tienen la poca vergüenza de, junto a SATSE y CSIF, firmar el pasado 13 de diciembre un acuerdo a espaldas del movimiento que nada tiene que ver con las reivindicaciones de la marea blanca. Esto se ha utilizado por la administración para, pareciendo que negocia, poner en marcha la fusión de los hospitales de nuevo.

Esta artimaña desmovilizadora de momento no ha conseguido su objetivo. La convocatoria de manifestaciones contra los recortes sanitarios de la Junta de Andalucía el próximo 15 de enero a las 12 de la mañana en Granada, Sevilla, Huelva y Málaga así lo demuestra. ¡Basta ya de pacto social y de firmas fraudulentas! ¡Basta de engañar al movimiento! La única forma de frenar la fusión es incrementando la presión en la calle y exigiendo, si la Consejería no cede, una gran huelga general de la sanidad en Granada que ponga en jaque a la Junta de Andalucía.


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