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¡Abajo el Gobierno Feijóo! Hace falta una izquierda combativa

Desde que en 2019 el PP se llevó un duro batacazo electoral en Galicia, tanto en las generales del 28-A, donde por primera vez un partido de izquierdas fue la fuerza más votada, como en las municipales, cuando no consiguió gobernar en ninguna de las siete capitales gallegas, se habla de la posibilidad real de que Feijóo pierda su mayoría absoluta. Un nuevo y enorme golpe para un PP que no deja de retroceder, y que tiene en Galicia su feudo más sólido y emblemático.

Las encuestas marcan dos tendencias: el ligero descenso del PP (de 41 a 38 escaños) que compromete su mayoría absoluta (en 38), y una gran caída de Galicia en Común (GeC), nueva marca de la coalición formada por Podemos, Mareas, Anova e IU, que pasaría de primera fuerza de la izquierda en las autonómicas de 2016 con 14 escaños a quedarse en 8, o incluso menos.

Recortes y grandes dosis de corrupción

La caída del PP tiene que ver, por supuesto, con la crisis general de la formación en todo el Estado, pero también con el deterioro y desgaste de la falsa imagen que ha tratado de labrarse Feijóo de político íntegro, eficaz y más moderado que el PP estatal; el último ejemplo, su negativa a aceptar una coalición con Cs o el rechazo a pactar con Vox, quienes no superarían el 5% necesario para entrar en el parlamento.

A su conocida relación con los grandes capos del narcotráfico gallego, se han sumado en estos últimos años diversos casos de enchufismo de familiares y amigos en el sistema de salud público, el Sergas, siguiendo la mejor tradición de Fraga o Baltar. Y a esto hay que añadir ahora el escándalo tras la detención por corrupción de Emilio Lozoya, exdirector general de la multinacional del petróleo mexicana Pemex con la que Feijóo firmó una alianza en 2012 que terminó siendo ruinosa.

Todo esto, además de ahondar en la naturaleza corrupta de Feijóo, pone de manifiesto que su supuesta eficacia en el terreno económico tampoco se corresponde con la realidad. Y es que en once años de Gobierno el paro no ha mejorado. La deuda pública se ha disparado un 235% (pasando de 4.859 a 11.426 millones de euros, entre el segundo trimestre de 2009 y el tercer trimestre de 2019), el peso de los salarios en la riqueza (PIB) ha disminuido del 48% en 2009 al 42,4% del tercer trimestre de 2019, y la poca industria que había se desmorona, al anuncio o amenaza de cierre de la central térmica de As Pontes, de Alcoa o de Ferroatlántica hay que sumar la sequía de carga de trabajo en los astilleros públicos y privados.

Ola de movilizaciones en defensa de la sanidad pública

En su faceta de “gestor” el apoyo al sector privado en detrimento del público ha sido clamoroso. Como denuncia la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, su gestión de la sanidad pública se ha orientado a “abrir espacios a las multinacionales tecnológicas y farmacéuticas, fondos de inversión y fondos buitre, que han visto en los presupuestos sanitarios y en la política neoliberal de Feijóo una gran oportunidad para hacer negocio”. Empezó por convertir la Atención Primaria en un apéndice de los hospitales lo cual, unido a los recortes, provocó un deterioro acelerado de su capacidad y calidad, que a su vez supuso un colapso de los hospitales. Y continuó por reducir las áreas sanitarias de 11 a 7, lo que, unido al desmantelamiento progresivo de los hospitales comarcales, está agudizando su saturación y dejando a las zonas rurales completamente desatendidas.

Como reacción a dichos ataques se ha producido la mayor ola de movilizaciones contra el PP en estos once años. El ejemplo más llamativo han sido las enormes manifestaciones contra el cierre del paritorio de Verín (Ourense) que duraron más de 50 días, con más de 20.000 manifestantes el 30 de noviembre, y que terminó con una victoria rotunda. La última movilización masiva, con más de 10.000 asistentes bajo la lluvia, en defensa de la sanidad pública se produjo el 9 de febrero en Compostela.

Su gestión de la administración de justicia también provocó en 2018 la lucha de más de 2.700 trabajadores durante más de siete meses, intensificada con una huelga indefinida los últimos 114 días, provocando el aplazamiento de 20.000 juicios y la pérdida de unos 400 euros al mes de promedio de los trabajadores en huelga. Finalmente, se consiguió un aumento salarial de entre 122 y 140 euros mensuales por trabajador.

También los recortes en el mantenimiento de los montes y de los servicios de extinción de incendios, unido a los intereses de las madereras, han provocado una oleada recurrente de incendios que amenazan zonas clave de bosque gallego.

Galicia en Común pagará el precio de su acomodo al sistema. ¡Necesitamos una izquierda combativa, en la calle y en las instituciones!

A diferencia del ambiente de entusiasmo que se respiraba en las últimas autonómicas, cuando En Marea irrumpió con enorme fuerza acompañada de un discurso de lucha y de ruptura contra el régimen del 78 y sus instituciones, estas elecciones están también marcadas por el giro a la derecha operado en la nueva izquierda que vino a “asaltar los cielos”. Durante estos años En Marea (ahora Galicia en Común) se ha mostrado como una herramienta incapaz de cambiar la realidad de la juventud y los trabajadores. Desaparecidos de las luchas y de la movilización en la calle, metidos en estériles batallas parlamentarias, negándose a aplicar medidas básicas como la remunicipalización de servicios en los ayuntamientos donde gobernaban (Compostela, A Coruña y Ferrol), y con el bochornoso espectáculo dado con su ruptura en dos en el parlamento gallego, el resultado es que a día de hoy, entre los sectores más golpeados por la crisis, GeC es vista como una fuerza más del sistema.

Como resultado de esta desilusión, una parte de quienes votaron a En Marea pueden optar en esta ocasión por la abstención o volverán a votar al BNG y PSOE, esperando que este voto sirva, al menos, para impedir la cuarta mayoría absoluta del PP. El BNG aglutinará a los sectores más combativos, las encuestas los sitúan como la segunda fuerza de la izquierda. A diferencia de GeC, sí mantienen una presencia real en las luchas, especialmente a través de la CIG. Por su parte, el PSOE, aprovechando la estela que deja el Gobierno de Pedro Sánchez, será el gran beneficiado del voto útil para frenar al PP, recuperando la primera posición como fuerza de la izquierda.

La posibilidad de que Feijóo pierda la mayoría absoluta tiene su origen en las políticas capitalistas aplicadas, y sobre todo en la respuesta que la clase trabajadora y la juventud viene protagonizando durante estos años, ellos han sido la verdadera oposición, marcando el camino de cómo se puede tumbar a este Gobierno.

La lección está clara: necesitamos una izquierda a la altura de la clase obrera, que sea capaz de dotarse de un programa combativo y revolucionario, y que se apoye en la lucha, las movilizaciones y las huelgas, para doblegar al PP y sus reaccionarias políticas de recortes.


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