La disputa entre las potencias capitalistas por el dominio del mundo y la guerra, son un negocio muy lucrativo
La guerra imperialista en Ucrania ha vuelto a colocar en el centro de la escena el fabuloso y lucrativo negocio que supone la producción y venta de armas.
En el siglo XXI, con los dos grandes bloques imperialistas, el liderado por EEUU y la UE y el encabezado por China, con Rusia como principal aliado, se disputan la supremacía mundial en todos los terrenos. Una lucha interimperialista en la que la industria armamentística, siempre muy rentable, está viviendo una auténtica época dorada.
El comercio internacional de instrumentos de destrucción, cada vez más sofisticados y letales, es una de las actividades más provechosas para los capitalistas en todo el planeta. Al año se fabrica munición suficiente para acabar dos veces con toda la población mundial. Esta industria ha puesto en circulación una pistola, un fusil automático o un lanzagranadas para armar a uno de cada diez seres humanos.
Los magnates de la industria armamentística lo tienen claro. Greg Hayes, de Raytheon (uno de los contratistas de defensa militares más importantes de los Estados Unidos), plantea abiertamente que el aumento de las tensiones en Asia, Oriente Medio o Europa del Este sin duda beneficiará a las ventas internacionales, "no de forma inmediata" sino para "finales de 2022 y después".
James Taiclet, alto directivo de Lockheed-Martin (mayor contratista militar de Estados Unidos y uno de los mayores del mundo por volumen de ingresos), se refirió a la "competencia renovada entre grandes potencias" que probablemente provocará un aumento del presupuesto de defensa estadounidense. “La guerra en Ucrania está barajando las cartas del orden geopolítico de una forma que no veíamos desde hacía 30 años", remarcó Burkett Huey, de la firma Morningstar (empresa estadounidense de servicios financieros). "La gente se da cuenta de que el mundo es mucho menos seguro y que probablemente será necesario aumentar la inversión en defensa, beneficiando a las empresas del sector".[i]
La industria militar española tiene el dudoso honor de ocupar un importante papel protagonista en esta macabra actividad. El Estado español es el séptimo exportador de armas del planeta. Por delante de él solo se colocan, por este orden, EEUU, Rusia, Francia, Alemania, China y Reino Unido.
Alrededor de 300 empresas controlan el negocio en nuestro país. Estas facturan en exportaciones unos 4000 millones de euros al año, y los contratos firmados para el futuro inmediato superan los 20.000 millones de euros. Entre 2016 y 2020, según los últimos datos que tiene el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), las exportaciones españolas de armas representaron el 3,2% del total global[1].
Estas se comercializan en todo el mundo. Los mayores importadores de armas españolas durante ese periodo fueron Australia (33% del total), Singapur (13%) y Turquía (9,7%).
De la misma forma, el 18% del armamento que adquiere Reino Unido proviene del Estado español, así como el 32% de las que compra Malasia. También países como Omán, Kazajistán, Colombia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak o Israel, se encuentran entre sus principales clientes.
Las armas españolas nutren el arsenal de brutales dictaduras y regímenes en los que los derechos humanos son pisoteados todos los días. Estas son utilizadas tanto para la represión interna como para la intervención imperialista contra otros países. Especial mención merece el caso de Arabia Saudí.
La dictadura feudal y criminal saudí ha comprado al Estado español en los últimos años centenares de bombas inteligentes, munición de artillería y sus componentes, granadas de mortero, aviones militares tripulados y no tripulados y ha encargado a los astilleros españoles cinco barcos de guerra de última generación.
Este material está siendo clave para los ataques y los bombardeos sistemáticos que el régimen de Riad lleva a cabo contra el pueblo Yemení en un conflicto que dura ya 7 años, y que según la ONU ha causado más de 300.000 muertos y una de las mayores crisis humanitarias abiertas en este momento en el mundo.
Ni la petición del Parlamento Europeo de suspender la exportación de material bélico a este país ha impedido la entrega, este mismo año, de la primera de las cinco corbetas comprometidas. Este barco de guerra, junto a los cuatro restantes, jugará sin duda un papel clave para mantener el bloqueo saudita de los puertos de Yemen que impide incluso la entrada de la ayuda humanitaria. Más hambre, enfermedades y muerte por un lado y beneficios millonarios por otro.
La guerra es terrible, terriblemente lucrativa
Con la guerra de Ucrania la industria armamentística se está frotando las manos. A los pocos días del comienzo de la invasión rusa, las diez principales compañías de fabricación de armas a nivel mundial habían llegado a máximos históricos en la bolsa, acumulando subidas en su cotización por valor de 24.000 millones de euros en solo una semana. Sin duda el anuncio de los principales Gobiernos occidentales de importantes incrementos en sus respectivos gastos militares, cumpliendo con las directrices dictadas por Washington, es música "celestial" para los oídos de los magnates de la industria bélica.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez, fiel servidor del imperialismo norteamericano, no se ha quedado atrás. En la misma entrevista, concedida a la Sexta el pasado 14 de marzo, en la que el presidente del Gobierno español anunciaba el envío de armas a Ucrania, también ponía encima de la mesa su intención de aumentar el gasto militar drásticamente.
Oficialmente el gasto bélico del Estado español ronda el 1% del PIB. Esto representa algo más de 10.000 millones de euros reconocidos en el presupuesto del Ministerio de Defensa. Pero esta cifra ni se acerca a la realidad.
Según los datos de grupos como el Centre Delàs d'Estudis per la Pau[2] o el Grupo Antimilitarista Tortuga que llevan haciendo un seguimiento del gasto militar en las últimas dos décadas, el dinero que destina el Gobierno a este frente duplica o incluso triplica esa cantidad. Partidas de dinero distribuidas en otros ministerios, como las intervenciones militares en el extranjero (17 en este momento) presupuestadas en el Ministerio de Exteriores, gastos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), o el mantenimiento de los gastos sociales de un ejército sobredimensionado de más de 135.000 efectivos, no se incluyen en el gasto reconocido, elevando considerablemente los recursos que consume la actividad del sector militar o la relacionada con él.
El complejo industrial militar en el Estado español ha presionado intensamente para que este dinero no haya dejado de crecer en los últimos 25 años. Y el rechazo social que provoca el gasto militar es uno de los factores más importantes que explican la opacidad que rodea todo lo relacionado con el gasto bélico.
Según los datos del informe “El gasto militar real del Estado español para 2022” del Centre Delàs, desde 1996 el gasto militar ha crecido un 129%; las inversiones militares, un 199%; la facturación en material militar por parte de la industria, un 821%, y la exportación de armas, un 3.012%. El porcentaje de dinero público que dedica el Estado español a educación es el quinto más bajo de la Unión Europea, pero las armas que se producen aquí están presentes en buena parte de los conflictos del mundo.
Ucrania es la excusa para profundizar una política que viene de lejos
Antes de la guerra de Ucrania el Gobierno de coalición ya había aprobado un gasto militar récord. Una parte de esos recursos están destinados a que esta industria bélica desarrolle nuevas armas, más modernas, destructivas y competitivas en el mercado de la guerra.
Por ejemplo, el Gobierno español ya destinaba 2500 millones de euros para la segunda fase del desarrollo de un nuevo avión de combate europeo que puede alcanzar un coste final de 50.000.
El Ejecutivo ya se gasta cada día 62 millones de euros (el salario anual bruto de unos 1800 profesores de secundaria). Es este gasto el que ahora Pedro Sánchez quiere aumentar drásticamente.
Para llegar al porcentaje del 2% de objetivo marcado por la OTAN solo el presupuesto del Ministerio de Defensa crecería en unos 13.000 millones de euros al año. Incluso incluyendo parte de estos gastos camuflados en otras partidas ministeriales el aumento sigue siendo astronómico.
No cabe duda que el incremento de los recursos que se van a dedicar para cumplir con estos planes, querrán obtenerlos de nuevos recortes en los gastos sociales y va a repercutir en que se sigan deteriorando la educación, la sanidad y los derechos sociales de la población.
Ahora con guerra de Ucrania la excusa es perfecta para seguir profundizando en esta política militarista.
Una vez más, Unidas Podemos ha mostrado su oposición al anuncio de Sánchez de seguir aumentando el gasto militar, pero de nuevo todo queda en palabras.
Ya en su momento, ante el anuncio de Pedro Sánchez de enviar armas a Ucrania, tanto la vicepresidenta Yolanda Díaz como el ministro Alberto Garzón cerraron filas con el PSOE y con la OTAN, y apoyaron firmemente la iniciativa del presidente del Gobierno. Otros ministros de UP que junto a ERC, EH Bildu, Compromis se mostraron más reticentes, siguen en el Gobierno o apoyándolo sin plantear ninguna alternativa limitándose a pedir “una desescalada militar y de tensión por todas las partes, no abandonar el trabajo de diplomacia y en favor de la paz”.
Si quieres la paz, lucha por el socialismo
El capitalismo es barbarie y está regido por un despiadado sinsentido. La mayoría de los seres humanos luchan diariamente por sobrevivir con salarios de miseria, ritmos de trabajo infernales y en condiciones de vida que en muchos casos se pueden calificar de inhumanas, sobre todo los millones de hombres, mujeres y niños que se ven golpeados por las cada vez más numerosas y crueles guerras que disputan las distintas potencias en su lucha por el reparto de las zonas de influencia, acceso a las materias primas y mercados, etc.
Mientras, los Gobiernos al servicio de los capitalistas dedican cada vez más dinero a la industria de la destrucción para que estos sigan acumulando suculentas ganancias a costa del sufrimiento de miles de millones de personas.
Si todos estos recursos se dedicaran a satisfacer las necesidades sociales y a investigar cómo mejorar la vida de la población mundial, el paro, la pobreza y la miseria, pasarían a ser en poco tiempo una mala pesadilla del pasado.
Esto es posible, pero solo arrebatando la inmensa capacidad de crear riqueza con la que hoy cuenta la humanidad de las manos de los capitalistas, ponerla bajo control de la clase obrera y de la mayoría de la población y de esta forma poder construir una nueva sociedad libre de opresión, guerra y barbarie. Si quieres la paz, lucha por el socialismo.
¡Únete a Izquierda Revolucionaria!
Notas:
[i] La Guerra de Ucrania: un negocio de más de 3.100 millones para los fabricantes de armas de EEUU
[1]Los datos sobre la industria armamentísticas están extraidos de: ¿A qué países vende armas España y quién es el mayor vendedor del mundo?
[2] EL GASTO MILITAR REAL DEL ESTADO ESPAÑOL PARA 2022