Solo la lucha contra el régimen del 78 y un programa revolucionario puede conquistar la república catalana socialista
El tremendo batacazo sufrido en las elecciones generales del 23J por la derecha extrema del PP y la ultraderecha neofranquista de Vox ha provocado un terremoto político de largo alcance. Un factor clave de este resultado ha sido la movilización electoral del pueblo de Catalunya, que mostró una vez más su fuerza e instinto antifascista.
Como en 2019, millones de jóvenes, trabajadoras y trabajadores, y amplios sectores de las capas medias, que durante los últimos años hemos protagonizado un duro combate contra el régimen del 78, por la república catalana y la amnistía, hicimos añicos los planes de Feijoo, Ayuso y Abascal. Estos reaccionarios pasaron de frotarse las manos considerando asegurada su mayoría absoluta a que no les den los números para gobernar.
El golpe ha sido tan brutal que Vox está en una profunda crisis y el PP en una deriva errática y llena de contradicciones. Feijoo da tumbos noqueado y hace el ridículo exigiendo patéticamente al PSOE, al PNV e incluso a Junts y al odiado Puigdemont, que le dejen formar Gobierno. Mención aparte merece Felipe VI, encargándole la formación de Gobierno y volviendo a demostrar que tiene poco que envidiar a su padre como defensor de las más rancias tradiciones franquistas de la oligarquía española.
Negociaciones del PSOE con ERC y Junts
Que Sánchez y el PSOE, que han rechazado reiteradamente el uso del català en el Parlamento español, hayan hecho concesiones claras en este punto es una demostración de la potencia del movimiento de liberación nacional de Catalunya. Y que además ahora hablen abiertamente de una posible Ley de Amnistía, que supondría sin duda una victoria y un duro golpe contra la reacción aunque contara con el boicot militante de la judicatura franquista, deja muy claro que la lucha de masas por la republica catalana ha sido el mayor desafío al régimen del 78 en cuarenta años.
Aquellos que intentan explicar el actual desenlace de la crisis revolucionaria en Catalunya, apelando a una correlación de fuerzas desfavorables, como hacen los dirigentes de ERC y Junts, leen de manera muy sesgada la realidad y buscan esconder sus responsabilidades. El movimiento de masas por el derecho de autodeterminación y la república en Catalunya ha sido formidable, y lo ha vuelto a dejar claro siempre que ha tenido oportunidad, en cada Diada o en cada manifestación contra la represión.
Pero han sido sus dirigentes fundamentales, ligados a la burguesía y la derecha catalanista, y a una socialdemocracia republicana respetuosa con el orden vigente, los recortes y la austeridad, los que han renunciado a dar una batalla consecuente. Su estrategia es la que ha fracasado. Ni la burguesía catalana, ni la Europa capitalista o sus instituciones han acudido en ayuda del pueblo catalán. Son ellos los que han sembrado el desencanto y la desmoralización entre amplios sectores del movimiento, y por eso el 23J tanto ERC como Junts sufrieron un duro castigo.
En una coyuntura donde lo que estaba en juego era un Gobierno estatal con la ultraderecha, sectores del movimiento de liberación nacional decidieron abstenerse pero otros votaron por Sumar (Comunes) y por el PSC. Un voto hipercrítico por supuesto, que no supone un cheque en blanco a sus políticas.
Por eso mismo, insinuar ahora, como plantean sectores del independentismo, que da igual quién gobierne en Madrid, abriendo la puerta a una repetición electoral, resulta una posición completamente impotente y, hay que decirlo honestamente, reaccionaria. ¿Acaso un Gobierno del PP y Vox en La Moncloa significaría una mejora para los derechos nacionales de Catalunya? ¿Sería posible una amnistía con estos reaccionarios gobernando? ¿Qué ganamos los que luchamos por la liberación nacional de Catalunya con esta posición?
Sabemos que el PSOE es un pilar del régimen del 78, y de su papel en la represión del levantamiento por la republica catalana, cediendo vergonzosamente ante la derecha españolista. Pero eso no puede significar que permitamos abrir las puertas de La Moncloa al PP y a Vox. Cualquier apoyo hipercrítico en la investidura a Sánchez tiene por único objetivo impedir gobernar a la derecha, pero nada más. Renunciar a la lucha por la liberación nacional y la república como hacen los dirigentes de Junts como de ERC, en aras de garantizar la gobernabilidad capitalista y que la agenda de agresiones contra los trabajadores, la juventud y los sectores populares se profundice, no puede ser la alternativa para la izquierda independentista.
Tanto el PSOE como la dirección de Junts y ERC, más allá de los discursos, trabajan para cerrar definitivamente la crisis política abierta tras el 1-O de 2017, y volver a la normalidad de siempre, a una paz social que está suponiendo ingentes beneficios para el Ibex35 y la patronal.
¿Qué sirve y qué no sirve en la lucha por la liberación nacional?
Las burguesías vasca y catalana, que representan a un sector decisivo de la clase dominante, saben de sobra el potencial revolucionario que tiene la lucha por la liberación nacional y la república, y no quieren bajo ningún concepto que vuelva a repetirse la situación. La patronal y los grandes empresarios catalanes han demostrado ser enemigos jurados de la independencia. Cualquier movimiento de masas para instaurar la república catalana, como se demostró el 1-O, supone una amenaza decisiva contra el régimen del 78 y el sistema capitalista. Por eso lucharán con uñas y dientes para impedirlo, tal y como hicieron en el pasado.
Así fue en los años 30. Enfrentada a la confluencia de la liberación nacional con la revolución social, la burguesía catalana no dudó en colaborar con la española para aplastar el levantamiento de los obreros y campesinos que derrotaron el golpe fascista en Catalunya, formaron milicias revolucionarias, ocuparon y nacionalizaron las fábricas bajo control obrero, e impusieron y ejercieron durante meses su poder haciendo efectivo el derecho de autodeterminación de Catalunya.
Y otro tanto ocurrió en los 70. La unidad de trabajadores nacidos en Catalunya y llegados de otros lugares para acabar con el franquismo y conquistar la emancipación social y nacional solo pudo ser frenada por la renuncia de los dirigentes del PCE y PSOE a la revolución socialista (incluido el derecho de autodeterminación). Eso y los pactos de la burguesía española con Tarradellas (ERC) y Pujol (CiU) contribuyeron, y no poco, a imponer la monarquía juancarlista, asegurar la continuidad del aparato del Estado franquista, con sus torturadores y represores, y blindar a la oligarquía que se hizo de oro durante el franquismo. El nacionalismo burgués catalán y vasco se convirtió en un elemento central de gobernabilidad durante décadas.
Esa misma defensa del orden explica porqué los dirigentes de Junts y ERC, temerosos de un movimiento que se les escapaba de control, hayan restaurado los puentes con el régimen y el aparto del Estado, aplicando las mismas políticas capitalistas impulsadas desde el Estado español, y recurriendo a los mossos y a la represión para atacar a los movimientos sociales y a la izquierda independentista combativa.
Esa es también la razón de que la lucha del pueblo de Catalunya por la independencia y la república no haya tenido el más mínimo apoyo entre los Gobiernos y las instituciones europeas, que han cerrado filas con el Estado español.
Reconstruir la izquierda independentista
Toda la experiencia reciente, especialmente tras los Gobiernos de coalición PSOE-UP, los Gobiernos ERC-Junts y ahora de ERC en solitario, señala que es imposible luchar seriamente por la república catalana y los derechos sociales y democrático-nacionales mediante una estrategia de colaboración de clases, de la mano de la burguesía y sus representantes, y de espaldas a la movilización de la clase obrera y la juventud.
Apelar a ERC y Junts para que retomen la confrontación con el régimen del 78, como defienden algunos sectores de la dirección CUP, está al margen de la realidad y únicamente contribuye a paralizar al movimiento y generar desmoralización. Esa política vacilante debe terminar. Hay que reconstruir la izquierda independentista con un objetivo estratégico: luchar por la dirección del movimiento de liberación nacional desde abajo, defendiendo un programa genuinamente comunista, y construyendo una organización revolucionaria con raíces entre la clase obrera, en las fábricas y empresas, en los barrios, en los centros de estudio, en el movimiento feminista y en los movimientos sociales.
Es necesario sacar todas las conclusiones. Necesitamos reconstruir una izquierda independentista de masas que rompa de manera clara y definitiva con cualquier etapismo y esperanza en la burguesía catalana, y que con decisión convierta la lucha por la independencia y el socialismo en una sola.
Una lucha por una república catalana socialista que ponga en el punto de mira a los grandes capitalistas, que planteé la expropiación de los grandes bancos y monopolios, incluidos los catalanes, para dedicar toda esa riqueza a resolver los graves problemas que sufrimos la mayoría de la población, conquistar una vivienda pública digna y asequible, acabar con la precariedad y los recortes sociales, lograr salarios que nos permitan vivir, y revertir la catástrofe climática y medioambiental. Una república catalana socialista que proclame estos objetivos, se convertirá en un imán para el resto de pueblos del Estado español, de Europa y del mundo.
¡Únete a los comunistas de ER para luchar por estas ideas!