En el apartado sobre las retribuciones, se defienden las retribuciones variables y se plantea la eliminación de los complementos “no productivos” (es decir, eliminar la antigüedad de los convenios, algo a lo que los empresarios aspiran desde hace tiempo y que en algunos sectores ya han logrado). En otro punto se defienden los planes privados de pensiones como elemento a desarrollar en los convenios. Los “planes complementarios de previsión” no son más que la avanzadilla de los planes privados de pensiones que las entidades financieras ven como una suculenta fuente de negocio, en detrimento, claro está, del sistema público de pensiones. Así, vemos que en el Acuerdo Interprofesional de Catalunya se dan toda una serie de concesiones a los empresarios para que “puedan competir” sin ninguna contrapartida tangible ni ningún avance para los trabajadores.
La idea de que es preferible la “flexibilidad interna y pactada” a los recortes de empleo y a los Expedientes de Regulación de Empleo es una idea recurrente en el acuerdo. Es una idea completamente falsa, porque la “movilidad funcional pactada” y otros retrocesos que se aceptan como “males menores” no van a impedir los recortes de empleo ni nuevos ataques de la patronal en la negociación colectiva. La política de los pactos sociales, la de “todos estamos en el mismo barco”, como lo expresaba Juan Rosell, presidente de Fomento, al referirse al acuerdo, es una política en beneficio exclusivamente de los empresarios, que no tienen ningún reparo en obtener fabulosos beneficios y mandar a la calle a cientos y miles de trabajadores. La política que necesitamos es justo la contraria a la llevada a cabo, la política que necesitamos debe basarse en la movilización y la fuerza de la clase trabajadora. Se trata de arrancar a través de la lucha las mejoras que los trabajadores necesitamos haciendo frente a la ofensiva de la patronal.
Lluís Perarnau
UGT · Barcelona