¿Integrarse en el sistema o luchar por una alternativa revolucionaria? Los resultados de las elecciones autonómicas gallegas de octubre de 2001 supusieron un duro golpe para el Bloque Nacionalista Galego (BNG). El PP renovaba su mayoría absoluta y el Bloque perdía votos. Estos resultados provocaron la convocatoria de una Asamblea Nacional Extraordinaria para hacer balance y debatir los cambios a realizar.

El debate previo a la asamblea esta sacando a la luz tensiones importantes en el seno de la dirección nacionalista. Los sectores más derechistas pretenden transformar el frente de organizaciones que es el BNG en un partido de corte presidencialista y romper el control que posee tradicionalmente la UPG. Ésta, aunque en los últimos tiempos sus dirigentes también han girado a la derecha es la organización fundadora, la más numerosa y la que ha dado al bloque un perfil más combativo. La derecha intenta aprovechar el liderazgo público de Beiras (que no milita en la UPG) para apoyarse en los independientes y conseguir la dirección. La posición de Beiras siempre ha sido confusa ya que, aunque pertenece a uno de los partidos más moderados del Bloque —Esquerda Nacionalista—, debido a sus declaraciones incendiarias y su oposición a Fraga durante años se ha forjado una imagen de un lider de la izquierda muy contestatario.

Por su parte, el aparato de la UPG, nucleado entorno al parlamentario Francisco Rodríguez, ha contraatacado cuestionando si al BNG le conviene un liderazgo tan marcado como el de Beiras y proponiendo incluso su sustitución. Las últimas noticias hablan de un "pacto de caballeros" en la dirección para aparcar el debate sucesorio hasta 2004 pero estas tensiones, a pesar de su carácter confuso, reflejan en última instancia las presiones de clase distintas que sufre el BNG y tenderán a intensificarse y expresarse más claramente.

¿Qué reflejan

las diferencias

en la dirección?

El crecimiento del BNG a lo largo de la última década se ha debido a que es visto por los jóvenes y sectores importantes de los trabajadores como una alternativa a la izquierda del PSOE, dispuesta a encabezar una lucha decidida contra el PP y no integrada en el sistema. En última instancia, los votos del BNG demuestran el deseo de una transformación profunda de la sociedad desde la izquierda. Sin embargo, la lectura de varios dirigentes nacionalistas (especialmente los vinculados a Esquerda Nacionalista y Unidade Galega, aunque también muchos de la UPG) era la de que para "tocar poder" el BNG debía moderar su discurso.

Esto se ha concretado en un creciente giro a la derecha: entrada de figuras claramente de derechas en las listas y órganos de dirección, aceptación de la UE, Declaración de Barcelona con PNV y CiU, renuncia a la defensa explícita del derecho de autodeterminación... Esta orientación se ha visto continuada durante las autonómicas con los llamamientos constantes a los empresarios y las propuestas "responsables" y, tras el revés electoral, con el análisis que explica éste por el supuesto giro a la derecha en la sociedad, propone sustituir la confrontación abierta con Fraga por el diálogo. Beiras ha pasado de denunciar a Fraga como lo que es, el capo de los caciques gallegos y un reaccionario, a apreciar en él voluntad de diálogo y mayor sensibilidad hacia los problemas del pueblo gallego.

Este giro está sumiendo a una buena parte de la militancia en la perplejidad y algunos dirigentes ya lo han criticado de forma más o menos abierta. Suso Seixo, secretario general de la CIG (sindicato nacionalista que agrupa más de un tercio de los delegados sindicales gallegos) y militante de la UPG, explicaba algo evidente para cualquier joven o trabajador gallego: que esa voluntad de diálogo que Beiras parece apreciar en el parlamento o en el despacho presidencial de Don Manuel no tiene nada que ver con lo que los activistas del sindicato, y los trabajadores y campesinos, se encuentran día a día: ataques a la sanidad y educación públicas, precarización de las condiciones laborales y represión cuando se intenta dar una respuesta sindical a ello.

La verdadera cara del PP gallego es la actitud represiva y profundamente reaccionaria mostrada ante la huelga general convocada por CIG y UGT el 15 de junio de 2001 o en conflictos como el de Transportes La Unión y no las declaraciones de cara a la galería sobre el "galleguismo constitucional" en su reciente congreso regional u otras maniobras por el estilo.

El descenso nacionalista no se debe a una derechización del electorado y especialmente de quienes han impulsado el ascenso del BNG, los jóvenes. El carácter masivo y claramente anti-PP de las movilizaciones contra la LOU (las más importantes que se han visto nunca) en toda Galiza, y especialmente en Compostela, lo demuestra. Es la moderación creciente de los dirigentes nacionalistas la que les impide conectar más con el ambiente real de descontento que hay entre la juventud y, en general, en la sociedad gallega. Muchos trabajadores y sobre todo jóvenes se abstuvieron porque no percibieron ni en las propuestas del BNG, ni desde luego en las del PSOE, la alternativa que pudiese desbancar a Fraga y resolver sus problemas. Para ilusionar a su base social el BNG, en lugar de integrarse decididamente en el sistema y moderarse más, debe salir de esta Asamblea Nacional Extraordinaria con un programa revolucionario que rompa con el capitalismo.

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